Allá, en medio del peor sismo en 50 años, hoy no es feriado. Acá se recuerda el día de la muerte del general que emancipó gran parte del Cono Sur. En Perú se lo ve como una figura todavía muy ligada al bronce, casi inmaculada. Nunca entraron en polémicas sobre sus cuestiones personales
Por Esteban M. Trebucq
¿San Martín sigue en el bronce?
¿Es una figura inmaculada, repleta de aciertos? ¿Es quien mejor sintetiza el patriotismo argentino? Con el paso de los años se fue puliendo su baño dorado, desarticulando la pétrea estatua del Libertador. Hoy ya se lo ve como un hombre sin eufemismos, pero que dejó un legado y una obra sin parangón. Esta es la coincidencia de historiadores argentinos, que a su vez resaltan la importancia de que dicha figura central de la Nación sea admirada y respetada como lo que fue, de carne y hueso.
En Perú, hoy castigado por el peor sismo en más de 50 años, San Martín sigue siendo una persona incuestionable, intachable, ajena a toda polémica de historiadores o revisionistas sobre su origen, ideología y plan de liberación.
“San Martín es probablemente la figura de los que forjaron la independencia que más admiración despierta, siempre digo que Perú es más sanmartiniano que bolivariano. Acá nunca llegaron las controversias que se plantearon en Argentina sobre su figura”, dice Ernesto Yepes, historiador peruano, con una maestría en la Universidad de Manchester y actual encargado del programa Promo Libro del ministerio de Educación de ese país.
En su horizonte de liberación, el 20 de agosto de 1820 el general partió de Valparaíso con el Ejército del Perú, compuesto por unos 4.000 hombres. En septiembre desembarcó en Pisco, a unos 160 kilómetros al Sur de Lima (hoy es una de las zonas más devastadas por el terremoto), como las tropas no eran suficientes, evitó el choque directo con los realistas, cortó las líneas de comunicación y de abastecimiento y consiguió el apoyo de la población local. Enfrentado a 20 mil efectivos, desplegó una guerra de desgaste y fomentó la rebelión en las filas enemigas.
Casi un año más tarde (el 10 de julio), tras varios combates, entró en Lima y ocupó la ciudad. Sin embargo, no se aseguraba aún la victoria final ya que existía indefinición a nivel militar. Decidió entonces dar un paso trascendente en el terreno político: después de confirmar que la población estaba de acuerdo, el 28 de julio proclamó la independencia del Perú. Y el 3 de agosto asumió la jefatura del Estado como Protector de la Libertad del Perú.
“La visión que tenemos de San Martín es la de una figura a la que sólo le interesaba la independencia del Perú, en tanto éste era centro del poder colonial y, por lo tanto, sin su liberación, el resto de los países de Sudamérica no podían asegurar de manera definitiva sus propias independencias. No tenía ningún interés subalterno, que muchas veces el poder despierta en los seres humanos. Es más, cuando consideró que su presencia podía ser perjudicial para la causa libertaria, decidió retirarse del Perú y entregar el poder que el pueblo peruano le había conferido declarándolo su Protector. Creo que hay pocos ejemplos en la historia de este tipo de conducta. Eso, considero, resalta la figura y la talla histórica del general”, puntualiza el actual cónsul general de Perú en La Plata, Gino Giorffino.
“Esa es la mirada que se tiene del héroe de Yapeyú en el Perú, lo que se traduce en que siempre se le manifieste agradecimiento a su gesta”, acota el diplomático.
Coincidente es la opinión de Yepes, profesor de las univerisades de San Marcos y en la Católica de Lima. “San Martín es siempre presentado como un hombre muy desinteresado, desprendido, que realizó un renunciamiento personal en pos de un interés superior. Este es el punto central por el cual sigue despertando tanta simpatía y admiración”.
A tres cuadras de la Plaza de Armas y de la Casa de Gobierno, se ubica uno de los paseos públicos y políticos neurálgicos de la capital Lima, la plaza San Martín. Allí está la estatua más importante que hay en la capital del Libertador, que falleció un día como hoy, en 1850 en Boulogne Sur Mer, Francia, casi en el olvido.
Históricamente fue el centro de mitines, concentraciones y convocatorias de trabajadores; hoy fueron prohibidas en ese lugar, dada la proximidad con la sede presidencial.
Quizá, en proporción similar a Argentina, en el vecino país “la enseñanza de la historia en el ámbito escolar va disminuyendo, pero el hecho que menos se recorta en cuanto a contenidos es San Martín y la liberación”, resalta Yepes. Hoy no es feriado en Perú, sino el 28 de julio, fecha de la Independencia.
Los días elegidos para recordar a los próceres son, al menos, otro punto cuestionable en Argentina. Al igual que Belgrano, a San Martín se le rinde homenaje el día de su muerte. “Esto fue heredado del siglo XIX, no hay una explicación actual que lo justifique”, señala Claudio Panella, profesor de historia argentina en la UNLP y titular del Archivo Histórico Bonaerense, donde se atesoran más de 2 millones de documentos, muchos de ellos de los días fundantes de la Patria.
El corrimiento del feriado, por imperio de la ley 23.555 sancionada en 1988, es mucho menos admisible. “Se pisotean las tradiciones, y al final se pierde la dimensión de qué se recuerda y por qué; todo para favorecer el turismo. No parece muy lógico”, critica Raúl Muñoz, titular de la Asociación Sanmartiniana de La Plata.
¿En Perú San Martín es un prócer inmaculado? “Nosotros escuchamos desde Argentina el debate sobre San Martín y la masonería o sobre que venía a cumplir un plan británico, pero acá jamás se dio. Nunca se planteó esa polémica. No tuvo el menor impacto, ni entre los profesionales ni en la opinión pública. Es una figura que tiene un sitio ganado que no se le cuestiona, no se está revisando ni hurgando sobre sus cuestiones personales”, resalta Yepes.
“En el corazón de todos los peruanos -responde el cónsul-, es una figura sin el menor atisbo de mácula. Siempre demostró su genuina motivación por la causa de la libertad, sin ningún interés en el poder por el poder mismo, hecho que, como demuestra la historia, echa a perder los grandes proyectos y las más nobles causas”.
Por Esteban M. Trebucq
¿San Martín sigue en el bronce?
¿Es una figura inmaculada, repleta de aciertos? ¿Es quien mejor sintetiza el patriotismo argentino? Con el paso de los años se fue puliendo su baño dorado, desarticulando la pétrea estatua del Libertador. Hoy ya se lo ve como un hombre sin eufemismos, pero que dejó un legado y una obra sin parangón. Esta es la coincidencia de historiadores argentinos, que a su vez resaltan la importancia de que dicha figura central de la Nación sea admirada y respetada como lo que fue, de carne y hueso.
En Perú, hoy castigado por el peor sismo en más de 50 años, San Martín sigue siendo una persona incuestionable, intachable, ajena a toda polémica de historiadores o revisionistas sobre su origen, ideología y plan de liberación.
“San Martín es probablemente la figura de los que forjaron la independencia que más admiración despierta, siempre digo que Perú es más sanmartiniano que bolivariano. Acá nunca llegaron las controversias que se plantearon en Argentina sobre su figura”, dice Ernesto Yepes, historiador peruano, con una maestría en la Universidad de Manchester y actual encargado del programa Promo Libro del ministerio de Educación de ese país.
En su horizonte de liberación, el 20 de agosto de 1820 el general partió de Valparaíso con el Ejército del Perú, compuesto por unos 4.000 hombres. En septiembre desembarcó en Pisco, a unos 160 kilómetros al Sur de Lima (hoy es una de las zonas más devastadas por el terremoto), como las tropas no eran suficientes, evitó el choque directo con los realistas, cortó las líneas de comunicación y de abastecimiento y consiguió el apoyo de la población local. Enfrentado a 20 mil efectivos, desplegó una guerra de desgaste y fomentó la rebelión en las filas enemigas.
Casi un año más tarde (el 10 de julio), tras varios combates, entró en Lima y ocupó la ciudad. Sin embargo, no se aseguraba aún la victoria final ya que existía indefinición a nivel militar. Decidió entonces dar un paso trascendente en el terreno político: después de confirmar que la población estaba de acuerdo, el 28 de julio proclamó la independencia del Perú. Y el 3 de agosto asumió la jefatura del Estado como Protector de la Libertad del Perú.
“La visión que tenemos de San Martín es la de una figura a la que sólo le interesaba la independencia del Perú, en tanto éste era centro del poder colonial y, por lo tanto, sin su liberación, el resto de los países de Sudamérica no podían asegurar de manera definitiva sus propias independencias. No tenía ningún interés subalterno, que muchas veces el poder despierta en los seres humanos. Es más, cuando consideró que su presencia podía ser perjudicial para la causa libertaria, decidió retirarse del Perú y entregar el poder que el pueblo peruano le había conferido declarándolo su Protector. Creo que hay pocos ejemplos en la historia de este tipo de conducta. Eso, considero, resalta la figura y la talla histórica del general”, puntualiza el actual cónsul general de Perú en La Plata, Gino Giorffino.
“Esa es la mirada que se tiene del héroe de Yapeyú en el Perú, lo que se traduce en que siempre se le manifieste agradecimiento a su gesta”, acota el diplomático.
Coincidente es la opinión de Yepes, profesor de las univerisades de San Marcos y en la Católica de Lima. “San Martín es siempre presentado como un hombre muy desinteresado, desprendido, que realizó un renunciamiento personal en pos de un interés superior. Este es el punto central por el cual sigue despertando tanta simpatía y admiración”.
A tres cuadras de la Plaza de Armas y de la Casa de Gobierno, se ubica uno de los paseos públicos y políticos neurálgicos de la capital Lima, la plaza San Martín. Allí está la estatua más importante que hay en la capital del Libertador, que falleció un día como hoy, en 1850 en Boulogne Sur Mer, Francia, casi en el olvido.
Históricamente fue el centro de mitines, concentraciones y convocatorias de trabajadores; hoy fueron prohibidas en ese lugar, dada la proximidad con la sede presidencial.
Quizá, en proporción similar a Argentina, en el vecino país “la enseñanza de la historia en el ámbito escolar va disminuyendo, pero el hecho que menos se recorta en cuanto a contenidos es San Martín y la liberación”, resalta Yepes. Hoy no es feriado en Perú, sino el 28 de julio, fecha de la Independencia.
Los días elegidos para recordar a los próceres son, al menos, otro punto cuestionable en Argentina. Al igual que Belgrano, a San Martín se le rinde homenaje el día de su muerte. “Esto fue heredado del siglo XIX, no hay una explicación actual que lo justifique”, señala Claudio Panella, profesor de historia argentina en la UNLP y titular del Archivo Histórico Bonaerense, donde se atesoran más de 2 millones de documentos, muchos de ellos de los días fundantes de la Patria.
El corrimiento del feriado, por imperio de la ley 23.555 sancionada en 1988, es mucho menos admisible. “Se pisotean las tradiciones, y al final se pierde la dimensión de qué se recuerda y por qué; todo para favorecer el turismo. No parece muy lógico”, critica Raúl Muñoz, titular de la Asociación Sanmartiniana de La Plata.
¿En Perú San Martín es un prócer inmaculado? “Nosotros escuchamos desde Argentina el debate sobre San Martín y la masonería o sobre que venía a cumplir un plan británico, pero acá jamás se dio. Nunca se planteó esa polémica. No tuvo el menor impacto, ni entre los profesionales ni en la opinión pública. Es una figura que tiene un sitio ganado que no se le cuestiona, no se está revisando ni hurgando sobre sus cuestiones personales”, resalta Yepes.
“En el corazón de todos los peruanos -responde el cónsul-, es una figura sin el menor atisbo de mácula. Siempre demostró su genuina motivación por la causa de la libertad, sin ningún interés en el poder por el poder mismo, hecho que, como demuestra la historia, echa a perder los grandes proyectos y las más nobles causas”.