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¿Qué es la masonería regular? Aquella que se contradice regularmente.

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Véase, si no, el discurso pronunciado el mes pasado por el marqués de Northampton, actual Vice Gran Maestre de la Gran Logia Unida de Inglaterra.

“ La regularidad”, dice Su Señoría, “es un absoluto. No puede ser parcial o condicional. Una Gran Logia es regular o no lo es. En términos de Inglaterra, para ser regular, una Gran Logia debe ajustarse a cada uno de los Principios Básicos para el Reconocimiento como Gran Logia, o no puede considerarse regular. Estos Principios Básicos, acordados con las Grandes Logias de Irlanda y Escocia, fueron codificados y publicados en 1929 pero no eran algo nuevo “.

El buen marqués olvida mencionar que dichos principios fueron reformados en 1989 tras haber sido, durante sesenta años, la vergüenza de la masonería regular. ¿Porqué? Porque, precisamente, sí eran algo nuevo: en un intento de legitimar la deriva religiosa de los masones oscurantistas, estipulaban que un masón debía creer en Dios y en su voluntad revelada.

Repase cualquiera el artículo primero de las Constituciones de Anderson y comprobará que nada puede ser más contrario a la religión natural en él propugnada.

Tamaño despropósito excede con mucho la supuesta heresía que la masonería “regular” reprocha a las obediencias liberales que supeditaron a Dios a la libertad de conciencia: éstas no hacían sino descartar una lectura integrista de las Constituciones de Anderson para asumir la evolución natural de su espíritu ilustrado. La Gran Logia Unida de Inglaterra no sólo traicionó el texto; subvirtió su mensaje para tratar de hacer de la masonería lo que nunca ha sido: esa religión abortada de la que un día hablaron sus detractores.

Y si, dirán algunos, esos Principios Básicos se reformaron en el 89, ¿No vamos a olvidar ese pequeño patinazo que, al fin y al cabo, sólo duró tres generaciones?

No veo porqué íbamos a hacerlo cuando el mismo marqués se niega a hacerlo. ¿Se han fijado? Él no menciona la nueva redacción de los principios, sino la de 1929. Cierto es que los marqueses, como los reyes, son gente de costumbres, y no nos ha de extrañar que, para ellos, no pase el tiempo. Pero cabe suponer que la reforma de los Principios Básicos no se hizo sino a regañadientes y, en todo caso, dista mucho de la que debiera hacerse para garantizar que la masonería siga siendo fiel al espíritu de la Ilustración y no degenere en un teatrillo en el que cuatro viejos malcriados puedan jugar a misas.

Fuente: Masoneria .·. Logia virtual Arte Real .·.

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