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AGUA TOFANA

Publicado en la Revista Masónica del Perú de 1968.

Partiendo del principio de que la Masonería no fue creada para hacer masones, sino para reunir a todos aquellos que ya lo eran antes de ser iniciados, no nos queda duda alguna en cuanto a la legitimidad de los ideales filosóficos, filantrópicos, y progresistas de todos aquellos que, sincera y fervorosamente, recorren los caminos del Universo en busca de la Palabra Perdida, o para descubrir los misterios de la Inmortalidad del Alma, lozanía inocente e incorruptible de la Acacia.

No se justifica pues, que los siglos pasen por las arterias del Tiempo y los Masones que creen en la Orden permanezcan estáticos, sin cumplir los aspectos eminentemente iniciáticos de la Masonería, aún cuando celebren “bodas de oro” institucionales, leyendo o estudiando sólo superficialmente los rituales, sin dar a esa lectura y a ese estudio la profunda meditación necesaria para comprenderlos e interpretarlos en su significación simbólica.

Basado en estos, al escribir el prefacio a la obra, de René Joseph Charlier, “Pequeño Ensayo de Simbólica Masónica” dice: “... así carecemos de los elementos para formar a verdaderos maestros del Arte Real. Y lo peor es que la falta de conocimiento permite que algunos se aventuren a sugerir la “modernización” de la Orden, introduciendo en ella innovaciones que la desfiguran y que, destruyendo su aureola mística que la adorna, no hacen otra cosa que aproximarla a las demás sociedades profanas.

Frente a estos hechos lógicos y evidentes, tenemos los muchos años transcurridos sin una guía real y sin una orientación objetiva, en el curso de los cuales muchos obreros desengañados y divididos perdieron el sentido de la lucha y del rumbo profanándose en plena Cámara el Medio y hasta en los Areopagos lo cual constituye la manifestación del grave mal que actualmente sufre la Inst:. la que clama por los remedios que la curen observando una dieta rigurosa, a fin de evitar que ese estado morboso se torne incurable o a fin de que las toxinas no invadan todos los tejidos orgánicos de los Orientes.

Para combatir esa “leucemia” sabemos que es necesaria una acción decidida, no sólo de parte de los obreros abnegados que existen y no faltan sino también y sobre todo de parte de los capacitados, de los animosos, de los dinámicos, de los responsables y de los dispuestos a encender el fuego del entusiasmo, para que las llamas del progreso iluminen nuestras Columnas y la Masonería vuelva a ser el “Lucero de la Humanidad”.

Según afirma Charlier, el mal de que adolece la masonería, tiene su origen “en la insipidez de nuestras reuniones, en la falta de estudio, en la carencia de cultura masónica. En ello dice Charlier debemos ciertamente ver la causa principal de las ausencias de las deserciones y, en fin, del adormecimiento total. A estas conclusiones de las deserciones y en fin, del adormecimiento total. A estas conclusiones fundamentales podríamos añadir otros factores considerando entre ellos las mentalidades tercas y primitivas, aventureras y curiosas, principalmente de aquellos que ingresan a la orden sólo para manifestar sus instintos inferiores, o para tener las oportunidades adecuadas que han de satisfacer sus ambiciones personales, sus variedades enfermizas, sus negocios y hasta sus ideales totalitarios, contrariando así todos los principios de formación masónica.

Estos elementos pueden ser incluidos en la patogénesis de la Orden y encarnan la morbosidad del sueño y del tedio. Por otra parte tenemos que convenir en que la falta de vigilancia, de guía, de sinceridad, de lealtad, reforzada por las extrañas e inconfesables conexiones en el mundo profano, han permitido el ingresando a nuestra Orden de esa horda que aprovecha precisamente, de la confusión de conceptos e interpretaciones por parte de la regencia de la Inst:. esencialmente en lo que se refiere al desorden que hay entre la Tolerancia y la Impuntualidad, la convivencia y la omisión. Es así como los “piratas modernos” utilizando sutiles artificios pueden alcanzar sus objetivos en cualquier institución, en la cual y para la cual venden sus almas al diablo. Y nuestra Orden, así como muchas otras, equivocándose en la selección no puede escapar a la acción dañina del “corsarismo” degradante, desorganizador, injurioso e infamante. Es por ello que el diagnóstico del mal, sea la urgente aplicación de remedios adecuados a estos nuevos tiempos de imperialismos internos y externos que exhiben fauces amenazadoras como Agua Lustral para los engañados en su buena fe, o desorientados y arrastrados por mala influencias y como Agua Tofana para los palúdicos indiferentes, oportunistas, desertores, traidores, y perjuros que quieren transformar nuestra orden en un reinado de violencia, de ferocidad, de señoretes con el vil y oscuro aprovechamiento de la laxitud directiva, de la Tolerancia mal entendida, de los falsos conceptos, de odios y antipatías recíprocos y disfrazados, reinantes en los Talleres de todos los Orientes.

Y todo ello porque el hombre aún no aprende a ser sincero consigo mismo. Es esta insinceridad que engendra todas las falsedades predominantes, de ahí pues, las deserciones, la impureza de costumbres, la proliferación de los vicios y el dominio casi absoluto de una implacables liviandad.

El hombre debe tener fe en sí mismo y en la Orden en la que fue iniciado, de que sólo existirá una Masonería – MASONERÍA-, cuando el Masón – MASÓN -, tendrá el valor y la satisfacción, la alegría y el deseo de barrer la inmundicia acumulada en las Columnas, y tendrá el heroísmo de impedir que demagogos, aprovechadores, corruptores, rematadores del buen sentido y de la Libertad y los que carecen de sentimientos, pasen la Sala de los Pasos Perdidos.

Y hay que apurarse, pues no queda muy poco tiempo para proceder a esa “Limpieza”, ya que estamos próximos al apogeo de la expiación cósmica del Planeta. Por consiguiente han sonado ya la gran hora para que los Hombres Libres y de Buenas Costumbres, se hagan realmente dignos de la Libertad, a fin de que más tarde no sigan persiguiéndonos los estatutos perdigueros de la difamación, de la incoherencia, de la injusticia, del absolutismo y de la ignorancia.

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