En entrevista exclusiva con Universia, el gran maestro de la Gran Logia de Chile, Juan José Oyarzún, explica la real conexión que existe entre la casa de estudios y la masonería, y hace referencia a la delicada situación por la que la entidad educacional atraviesa.
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Por Mariela Lazo R.
La crisis financiera por la que pasa la Universidad de La República (ULARE) ha sido un tema recurrente en los medios de comunicación. La falta de profesores y cobros adelantados de cheques fueron temas que llevaron a esta casa de estudios a estar en el ojo del huracán.
Toda esta situación hizo criticar fuertemente la relación de la institución con la masonería, la que, sin embargo, es inexistente. Así lo explicó a Universia el gran maestro de la Gran Logia de Chile, Juan José Oyarzún. “La universidad no pertenece a la Gran Logia, sino que tiene carácter de obra de acción masónica, es una iniciativa de algunos masones. Estuvimos ayudándola económicamente con 50 millones al año en becas para los estudiantes pobres que no podían pagar la matrícula, ésa es la única relación que tenemos”.
El gran maestro señaló que esta vinculación ha generado un daño irreversible a la masonería. “Lo que más siento es que se están formando varias generaciones de jóvenes estudiantes que se van a ir resentidos con la masonería, porque la universidad va derecho al colapso, es muy difícil que se libre de la quiebra y ellos siempre va a quedar con la idea. Ha sido una pena haber fracasado en este hermoso proyecto”.
Oyarzún indicó, además, que han sido varios los apoderados que se han comunicado con él para pedir explicaciones por la situación de la universidad. “Me han llamado algunas mamás para retarme. Les digo que no tenemos nada que ver y no creen. Nosotros nos hemos esforzado en constituir un referente ético para la sociedad chilena, así que estamos en un callejón bastante complicado, pero espero que podamos salir bien”.
Gestación de la ULARE
“Antes había sólo seis universidades. Esto empezó a cambiar por el año 50 y el motor de ese cambio fue un hombre que se llamó Juan Gómez Milla, rector de la Universidad de Chile. Él consiguió una legislación especial para financiar universidades regionales y éstas empezaron a nacer. De la Universidad de Chile y de la Universidad Técnica del Estado (Usach) surgieron como una docena de planteles regionales. Vino el golpe militar, los Chicago boys y apareció el espíritu de mercado. Empezaron a cambiar las ideas y comenzar a hacer de la educación superior un negocio. Algunos masones dijeron si no puedes con ellos, únete”, sostuvo Oyarzún.
Fue así como el año 1988 se juntaron 97 masones para crear la Universidad La República. “Pusieron plata de sus bolsillos, consiguieron préstamos en bancos y los mismos miembros de la masonería hicieron donaciones. Con eso partió. Había un montón de gente que hacía clases gratis, porque partieron con la idea que fuera la universidad con las matrículas más bajas para ayudar a los jóvenes de escasos recursos, porque ya había dejado de ser la educación gratuita”.
El primer rector de la ULARE fue Julio del Río, el que falleció en un accidente automovilístico. El cargo fue tomado por Jorge Carvajal, quien fue destituido luego que saliera a la luz los problemas que enfrenta la universidad.
La no acreditación
“Carvajal tenía otro concepto, entonces trató de crecer y llegar a las regiones. Ahí me voy a afirmar en un libro de María Olivia Monckeberg, que señala: ‘Entre las razones que se dan para una virtual quiebra, que hasta noviembre de 2007 afectaban a la institución, está una errada política de expansión. Se comenta que las decisiones de llegar a diferentes puntos del país provenían más de deseos de las logias locales por tener una sede o abrir una carrera, que requerimientos académicos incluso de mercado’. Y pasó lo que tenía que pasar: Agua que se esparce pierde profundidad y empezó a entrar en problemas financieros. En 2006 le negaron la acreditación. Una de las cosas que subraya el informe de la CNA es la decisión de mantener en operación carreras claramente deficitarias debido al escaso número de alumnos matriculados. Y otra serie de defectos que encontró”.
Una de las críticas más fuertes que hizo la Comisión Nacional de Acreditación fue en relación al funcionamiento altamente jerárquico, centralizado y vertical, con escasa participación de las líneas de mandos medios en las instancias de tomas de decisiones. “O sea, hay un jefe que mandaba y decidía todo. Un hombre solo no puede manejar eso. Ya no estamos en los tiempos de Aristóteles ni Leonardo da Vinci”, añadió Juan José Oyarzún.
La entidad educacional ha tomado diversas medidas para resolver la situación, entre ellas cambiar los estatutos, los cuales exigía pertenecer a la orden masónica para ser miembro de la Junta Directiva. “El 11 de febrero se creó una nueva, en la que asumió Leandro Carvallo como presidente. Peleó para conseguir socios estratégicos que aportaran capital fresco, pero resulta que todos los que quieren meterse en negocios piden informes y estos fueron tan deficientes que todos dijeron que no. Lo mismo le está pasando a Nelson Mery (actual presidente de la junta). En este momento Nelson está en conversaciones con otra universidad para salvar a los alumnos, para que no pierdan las carreras. Esperamos y confiemos que así sea”.