Por: CARLOS GOMEZ
Cuando me inicié en la masonería hace ya muchos años, estaba para esa época bien caliente las divisiones por diferentes motivos, podriamos decir que esencialmente por simples ansias de poder de unos y concentración del poder de los otros, lo que se agravó ante la intolerancia de todas las partes involucradas que no dio margen a las posiciones conciliadoras.
Me acuerdo que hubo hermanos de uno y otro bando que exponían el por qué debía iniciarme en una u otra linea y fue la primera vez que escuché hablar de regularidad e irregularidad masónica, tema que es incomodo y es el arma que esgrimen unos para demostrar lo legal que son y desestiman los otros tal vez por no serlo o tal vez porque a la final no importa si se es o no regular.
También me acuerdo que el ¨gancho¨ que se utilizaba para promocionar la regularidad sobre la irregularidad, era el de que cuando uno viajara, podía visitar las Grandes Logias del Mundo con solo mostrar las credenciales de que venía de una Gran Logia Regular, derecho éste que le era negado a los otros que no tenían ese título. Además si la idea era mudarse en otro lugar, llamemos ese lugar- el primer mundo- el hecho de ser regular le otorgaba casi que de inmediato la afiliación a la Gran Logia de la correspondencia. La verdad que era un gancho de ¨venta¨ muy bueno, era muy llamativo. Gracias a Dios me equivoqué y escogí la otra vertiente, la irregular, pues en medio de todo era la única que me daba la opción de mirar más allá de mis narices masónicas para descubrir un mundo que en este campo es más real y menos romántico que el otro.
Gracias a la oportunidad que se me dió dentro de nuestra organización donde llegué a ocupar desde el más humilde de los cargos hasta los más importantes, comencé esa busqueda de lo que es la la realidad nuestra como masones latinoamericanos frente a lo que se llama Masonería del primer mundo.
Cuando por razones de mi profesión, de mis vacaciones o de mi deseo de adentrarme en este mundo masónico que es por demás apasionante, visitaba Grandes Logias y Logias de una u otra vertiente, jamás fui rechazado, siempre se me trató con gran fraternidad. Después de tener que mudarme a otro país, un país de los llamados desarrollados, mis visitas aún se mantienen pero ya tengo un panorama más claro de lo que es la realidad de la masonería del Primer Mundo con la del Tercer Mundo.
Nunca hice una solicitud para afiliarme a una Logia de las llamadas regulares, pues nunca me ha interesado y además, cuando me trasladé quienes me dieron la acogida fueron los hermanos masones de nuestra vertiente que por la gracia del Gran Arquitecto conocí en uno de los periplos que realicé.
Aquí he conocido hermanos valiosos, que provienen de muchos orientes regulares de Latinoamérica, pero que no pudieron ingresar a las Grandes Logias de estos valles por las siguientes razones: la primera.- Factor Idiomático: Los masones de estos países se resisten a aceptar a los hermanos que provienen de Orientes que su lengua madre no sea las que ellos utilizan frecuentemente, asi el masón llegue hablando bien dicha lengua, pero con el acento propio del que utiliza otro idioma. No es posible la admisión pues según estos Hermanos, la barrera idiomática es casi que insalvable. Esto es un argumento poco real, pues si el hermano se desenvuelve bien en esa lengua, no debe existir ningún argumento válido para marginarlo pues la fraternidad debe superar estas pequeñas limitantes en aras de la universalidad de la orden; la segunda.-Factor Cultural: Este es uno de los puntos quizás más neurálgicos, la idiosincrasia del latinoamericano no es del todo aceptada en estos valles, pues con la fama de informales, gritones, impuntuales que tenemos, es causa de que en los círculos masónicos no seamos bien recibidos, pues esa flema que se gastan los de origen inglés, el orgullo de los francoparlantes y en general el sentimiento de grandeza de los que se dicen del primer mundo va en contravia de lo que nosotros somos en realidad. Aquí somos una raza pujante, que a pesar de la adversidad nos sobreponemos, no le corremos a los desafíos que nos presenta la vida de inmigrantes y poco a poco nos ganamos los espacios que nos merecemos y ellos (los del primer mundo) se están dando cuenta de eso y tratan por todos los medios de hacer un bloqueo al ascenso nuestro.
Por lo anterior, a los masones regulares en Norteamérica poco o nada les importa si se viene o no de un oriente regular latinoamericano, ellos consideran que no tenemos la altura para poder estar sentados junto a ellos, y menos, que trabajemos en un idioma que no sea el de ellos, creo que aún nos ven las plumas y eso nos hace a su ver y entender masones de tercera.
Es por esta razón que con la única finalidad de mantener nuestra cultura, decidimos ¨ghetizarnos¨, y de veras que nos ha dado mejores resultados que estar sometidos a una serie de condiciones que son de por si muy dificiles en el diario vivir como para extenderlos a nuestros ratos masónicos.
Nuestro proyecto ha crecido y hemos acogido a muchos hermanos, que llegan sabiendo de nosotros por diferentes medios, pero al enterarse que no somos regulares corren a las logias regulares buscando ser recibidos con esos bombos y platillos que nos ¨venden¨ cuando nos iniciamos y salen despavoridos cuando les cierran las puertas en las narices.
Tengo algunas anécdotas a ese respecto. Recuerdo a un hermano argentino que antes de radicarse aquí, me pidió información de como trabajabamos, la cual le di con mucho gusto, obviamente me sacó sus charreteras de que venía de la Gran Logia De La Argentina (regular) y que nos visitaría pero como cortesía. Cuando llegó, hizo eso exactamente y nos pidió la dirección de la Gran Logia regular que con mucho gusto tambien le dimos. A las pocas semanas llegó de nuevo a nuestras reuniones (para nuestra sorpresa) y nos dijo que no fue recibido en dicha Gran Logia, que les valió poco o nada que llevara una carta de recomendacion de su Gran Maestro y que ni siquiera fueron mínimamente fraternales.-
Otro hermano, miembro de la Gran Logia del Perú, hizo un periplo por todos los Estados Unidos esperando ser recibido como miembro de unos talleres regulares y también le cerraron las puertas hasta que llegó donde nosotros y se le dió la bienvenida dada su graduación masónica.
Y eso sin contar con el gran número de hermanos que su solicitud de afiliación son rechazadas y en el mejor de los casos nos los son remitidos para que trabajen en masonería con sus ¨iguales¨.
Para concluir, es triste ver que la discriminación comienza desde nuestros mismos países donde en aras de la regularidad han despedazado Grandes Logias, han desechado a hermanos valiosos y seguimos con el mismo discurso anacrónico de que si somos regulares seremos bienvenidos y si no, seremos despreciados por el mundo masónico.
Levantemos la cabeza, ya es suficiente con que nos estén dando hasta con el balde en el diario vivir de la política internacional, donde somos del mal llamado tercer mundo, donde nos tienen atomizados para conveniencia de las potencias extranjeras, donde es más fácil reunir siete monos para una fotografía que a unos latinos en busca de un bien común y dejemos atrás unas torpes creencias, pues ya éstas están por demás revaluadas.