Por M:.R:.H:. IVÁN HERRERA MICHEL
Vicepresidente de CLIPSAS
Parte I
QQ:. HH:., Todos,
Debo ante todo, agradecer a la Gran Logia Central de Colombia, y en especial a la Respetable Logia Simbólica Santander y Omaña, con sede en el Oriente de Bucaramanga, la invitación que se me hace para hacer uso de esta tribuna, dentro del marco fraternal de su décimo aniversario, así como para compartir y poner a consideración de mis Hermanos algunas reflexiones acerca de uno de esos temas en que los Masones nos hemos desgastados desde 1929, y que nos ha distraído de nuestra principal obligación de ser constructores sociales y agentes de cambio, como es el de la tan cacareada REGULARIDAD. Calificativo con el que hasta los profanos hacen chistes, a nuestra costa.Traigo a este foro, el tema de la Regularidad, a la luz de lo que llamaría Mario Benedetti “el porvenir de nuestro pasdo”, por la única razón de que, dada mi calidad actual de Secretario General de la Conferencia Masónica Americana, próxima a reunirse en Barranquilla, en el mes de febrero del año venidero, con la asistencia de Grandes Logias y Grandes Orientes provenientes de Norte, Centro y Sur América, además de la península Ibérica, debo separar lo que son estilos de concebir y practicar la Masonería de lo que son requisitos diplomáticos de relacionamientos interlogiales, que nada tienen que ver con la esencia de la Orden, sino con la creación deliberada y valida de grupos Masónicos unidos por afinidades comunes. Hoy en día, en virtud de la globalización de la información es imposible ocultar o limitar la discusión como se hacía antaño.
EL PARADIGMA DE LA REGULARIDAD
Comencemos por el principio, viendo como de algo completamente irregular surgió el fenómeno sociológico que ha sido la Masonería desde hace casi tres siglos, con sus grandes aciertos y sus contradicciones internas:
En 1714, a unos siete señores que no era Masones, se les ocurrió un día en Londres constituirse por sí y ante sí como Logia Masónica con el nombre de la taberna en donde se reunían. La historia no registra que estaban tomando ese día.
Esta anécdota, que en otro contexto podría ser un mal chiste, fue en realidad el evento que dio el impulso inicial a la Masonería moderna, y del cual se quiere hacer emanar la Regularidad. Lo cual prueba, que lo que comienza mal, sigue mal.
Posteriormente, estos impostores convocaron a otros cinco grupos de profanos que se definían a sí mismos como “hombres libres y de buenas costumbres”, para estudiar la posibilidad de crear una asociación que combinara la estructura organizacional y el lenguaje arquitectónico de las Grandes Logias Masónicas que ya existían en Escocia, Irlanda y, en la misma Inglaterra, en la ciudad de York, con la característica adicional de ser un punto de encuentro neutral de personas de diferentes ideologías, a semejanza de lo que entonces practicaba la Royal Society en esa ciudad.
Dos grupos no estuvieron de acuerdo, y se apartaron desde el principio de la iniciativa, y los otros cuatro se declararon a sí mismos como Logias y fundaron la Gran Logia de Londres en 1717. Esas cuatro “Logias” fundadoras – salidas de la nada - se denominaron: La Oca y la Parrilla, La Corona, El Manzano y El Cubilete y las Uvas, tomando como nombre el de las tabernas en donde se reunían a comer y beber.
Cinco años más tarde, en 1722, Felipe Wharton, un Gran Maestro de 23 años de edad, que gozaba de un pésimo prestigio social, y al que le acababan de otorgar el título de Duque por su exitosa campaña de exterminio de católicos en Irlanda, con el objeto de dotar al nuevo ente de un reglamento por el cual gobernarse, se buscó la ayuda de dos profanos. James Anderson, Pastor presbiteriano que a la sazón oficiaba de guía religiosa de uno de los grupos fundadores, y al yerno de este, Teófilo Desaguliers, Pastor anglicano y miembro de la Royal Society, que era una asociación dirigida a agrupar intelectuales y hombres de ciencias sin importar su pensamiento religioso, político y filosófico o su raza. De esta diligencia resultó que los artículos 1° y 2° de las celebres Constituciones de Anderson, de 1723, que definen a la Masonería moderna, son una copia idéntica a sus pares de la Constitución de la Royal Society. Posteriormente estas Constituciones de Anderson fueron reformadas en 1738. Entonces, tenemos que la Masonería moderna en realidad nace de la conjunción de estas dos experiencias profanas, sin ninguna solución de continuidad, ni relación real, con las antiguas Logias de constructores.
Este origen de la Gran Logia de Londres en 1717 choca enseguida con la oposición de la Gran Logia de Inglaterra fundada en la ciudad de York, en 1705, desde donde se le objetaba su origen espureo y se le acusaba de falsear la tradición, ya que esta última se consideraba a sí misma la “Más Antigua y Honorable Fraternidad de Masones Libres y Aceptados de Inglaterra” por cuanto su existencia derivaba directamente de Logias Masónicas legitimas - esas si, herederas y continuadoras de las de constructores que se fueron llenando a través del siglo XVII de Masones Aceptados - y no de profanos.
En ese entonces, fijémonos que no se reclama ninguna condición de “Regularidad”; más bien se apela a la antigüedad y a la honorabilidad, como indicadores de encadenamiento entre los antiguos Talleres Operativos y las nuevas Logias de Masones Aceptados. La tacha que se hacía era que ni la nueva Gran Logia de Londres, ni sus Masones, tenían correspondencia con el pasado de la Orden como eslabones de una misma cadena.
Este diferendo se prolonga hasta 1813, en que se unen las dos Grandes Logias inglesas para dar lugar a la Gran Logia Unida de Inglaterra. En esa ocasión esta nueva Obediencia hace reformas a las Constituciones de Anderson. Lo siguiente que hacen los ingleses, es pretender que toda la Masonería mundial acate lo que ellos acuerden, y acepten de paso su primacía jerárquica sustentados en la falsedad de que la Gran Logia de Londres fue la primera en instalarse en la historia. Derecho de primogenitura, del que nadie en la Masonería había oído hablar hasta entonces.
Como es natural, esta pretensión no prospera, por la elemental razón de que la Masonería nunca ha sido una asociación de borregos; entonces Londres procede a condenar a la Masonería que se practica en la Europa Continental, principalmente la Masonería política de Francia y la aristocrática Alemana, por no sujetarse a sus dictados, lo cual constituye un acto de papismo intolerable a la luz de los principios Masónicos progresistas.
Y aquí, es donde nacen las concepciones de “Regular” y de “Irregular” que aún hoy nos dividen, y que fueron profundizadas por Londres con la expedición de los 8 Puntos de 1929, y una tímida reforma de ellos en 1989. Hasta entonces, el adjetivo Regular, en Masonería, significaba otra cosa muy distinta.
En la actualidad, la Gran Logia Unida de Inglaterra, aunque técnicamente nace en 1813, de la fusión ya comentada, remonta su antigüedad a 1717, reconoce como texto inicial de la Orden las reformas a las Constituciones de Anderson de 1738, y sus relaciones interobedenciales las define a la luz de sus 8 Puntos de 1929, con las reformas de 1989. A las Grandes Logias que se allanen a cumplir con estos 8 Puntos la Gran Logia Unida de Londres las reconocerá como “Regulares”. A los que no lo hagan - bajo la pena de “caer en irregularidad” - las Grandes Logias regulares ni siquiera podrán darle oficialmente el tratamiento de Masones, de acuerdo a una norma inglesa aún vigente denominada "Objetivos y Relaciones del Arte".
Frente a esto, el Gran Oriente de Francia, que es la Potencia Masónica de la que nace la respuesta contestataria al absolutismo inglés, afirma que naciendo técnicamente en 1738 y políticamente en 1773, es la más antigua de las existentes, se refiriere permanentemente a las Constituciones de Anderson de 1723 como documento fundacional de la Masonería moderna, y en sus relaciones interobedenciales tiene como norma de conducta el respeto a lo especifico de cada Gran Logia o Gran Oriente.
Por lo tanto, actuando dentro de las exigencias inglesas, tiene mucha razón el ex Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo Colombiano del Grado 33°, fundado en 1985, IPH:. Ramiro Arteta Guzmán, cuando en una carta dirigida al H:. Gustavo Medina, de la Gran Logia de Colombia, que ha circulado profusamente, al reclamar que los Masones regulares no deben dar tratamiento Masónico a los Masones progresistas. Esta es la tragedia de la Masonería colombiana. Las Grandes Logias regulares no son autónomas ni soberanas aunque así lo proclamen y conste en sus estatutos, y este un tema sobre el que tendrán que trabajar tarde o temprano. Ninguna Gran Logia Regular colombiana, puede, sin caer en irregularidad, reconocer formal y oficialmente a un Masón o a una Gran Logia que no tengan relaciones diplomáticas con la Gran Logia Unida de Inglaterra.
Para tal efecto, se necesitaría que primero la Gran Logia Unida de Inglaterra revoque unilateralmente el documento llamado "Objetivos y Relaciones del Arte", que establece la prohibición. Luego, con base en esta nueva situación normativa la C.M.I., deberá reformar lo pertinente en sus “Fundamentos Para un Derecho Masónico Interpotencial”; y después, solo después, la Confederación Masónica Colombiana (C.M.C.), podrá hacer lo propio con los “requisitos ineludibles” que establece el artículo 4° de sus Estatutos para las Grandes Logias que actualmente deseen ser consideradas como regulares. Por último, cada Gran Logia podrá, si así lo desea, establecer relaciones y firmar Tratados de Paz y Amistad con las Grandes Logias progresistas.
Y cuando, al fin, los nueve planetas se encuentren alineados y los doce micos cuadrados para la foto, habrá que lidiar con la famosa fracesita de “si fulano entra por una puerta yo salgo por la otra”. O, conque algún sabio se empecine en que los otros deben primero renunciar a los Grados escocistas, o exija eso que llaman en Barranquilla los regulares: “la unión de todos los bienes de la Masonería”.
Más, sí por alguna extraña razón fraternal, alguna Gran Logia Regular soberanamente se aparta de estos requerimientos diplomáticos de relacionamiento que se le imponen y se atreve a suscribir un Tratado de Paz y Amistad con nosotros, y pierde a sus amigos regulares, eso sería un gran paso para la Masonería colombiana. Pero mientras se pretenda únicamente explicarnos los beneficios de la Regularidad en los términos que ellas la entienden oficialmente, así ganen, apartándonos del avance de la razón y los Derechos Humanos en nuestros talleres, estaremos perdiendo todos. Y en materia grave.
En este orden de ideas tenemos que el Gran Oriente de Francia fundado en 1738, sería la Potencia Masónica más antigua de las que existen hoy, y que la “Regularidad” es un término técnico diplomático con que la Gran Logia Unida de Londres califica a las Grandes Logias con las que decida mantener relaciones interpotenciales.
Aclaremos en este punto, que tratamos en todo momento de guardar la imparcialidad historiográfica y no aventurar juicios de valor subjetivo. La labor de la historia es notarial, no judicial. El conocimiento fiable se produce y se valida a partir de cadenas de pensamiento y de mecanismos de razonamiento controlado, y es enemigo de la creencia dogmática de que podamos ser capaces de alcanzar verdades estables y unívocas. Es decir, que ante aproximaciones rivales a un mismo fenómeno solo podemos aspirar a ir ganando en “verosimilitud” y en grados de certidumbre. Esta es nuestra perspectiva y nuestra intención.
Pues bien, ya en el siglo XX, un grupo de Grandes Logias con sede en los países del sur y centro del continente Americano, conformaron en la década del 40 en Chile, la Confederación Masónica Interamericana (C.M.I.), organización que, ante la incapacidad intelectual, o la falta de voluntad, de presentar una propuesta latinoamericanista, o la alienación Masónica inducida por la geopolítica internacional, se ubica en el área de influencia anglosajona - en un siglo que indiscutiblemente es anglosajón - adoptando desde un principio como propios los 8 Puntos de Londres e iniciando un gran esfuerzo internacional por implantar la Masonería “Regular”, descalificando de paso a la Masonería “Liberal”, a la cual agravian con el mote de “Irregular”. Cualquier debate serio relacionado con la Masonería “Liberal” queda proscrito y las visitas a los Talleres progresistas prohibidas.
Para apuntalar lo anterior, la C.M.I. proclama dentro de sus “Fundamentos Para un Derecho Masónico Interpotencial”, aprobados para regir las relaciones entre sus Grandes Logias miembros, en su numeral primero, que “las potencias que aspiren a mantenerse dentro de un régimen jurídico de relación, deberán cumplir y aceptar los siguientes requisitos: Regularidad de origen, esto es, cada Gran Logia deberá haber sido legalmente establecida por una Gran Logia debidamente reconocida o por tres o más logias Regularmente constituidas en territorio que no este en la jurisdicción de una Gran Logia Regular”. Con esta medida celosamente guardada se cierra el circulo “Regular” de la Masonería establecida en centro y sur América. Lógicamente, esta obligación no genera efectos Masónicos en las relaciones entre las Grandes Logias y Grandes Orientes latinoamericanos liberales que funcionan desde el Río Grande hasta la Patagonia y sus pares en el mundo entero.
En Colombia, las Grandes Logias pertenecientes a la C.M.I. fueron vinculando a la escuela inglesa de la “Regularidad”, y a su circulo excluyente en Latinoamérica, a cada nueva Gran Logia que se creaba, para que luego desde la Confederación Masónica Colombiana (C.M.C.), se vigilen mutuamente con el fin de que ninguna de ellas se aparte del proyecto “Regular”. Tan rigurosa es la prevención acerca del modelo “Regular” a seguir, que en el artículo 4° de los Estatutos de la C.M.C. se consignó expresamente el que “las Grandes Logias Confederadas no podrán mantener relaciones de amistad con cuerpos Masónicos que no estén integrados en su totalidad por Masones regulares”. En realidad esta es una delegación de la soberanía de las Grandes Logias miembros a favor de un ente suprapotencial. En la práctica, esta norma es piedra angular de la división de la Masonería colombiana ya que las Grandes Logias que no son “Regulares” no están dispuestas oficialmente a desmontarse, retroceder ideológicamente y entregar sus bienes.
Ahora bien, para la debida comprensión de la literatura producida por la Masonería “Regular” conviene tener claro que cuando se utilizan las palabras mundial, universal, nacional, regional, local, etc., en realidad se está haciendo referencia únicamente a la Masonería “Regular” que trabaja en el contexto geográfico al que se refiere el texto. Ya que una costumbre muy arraigada, rara vez inobservada, les obliga a invisibilizar totalmente a las otras Grandes Logias y Grandes Orientes que allí funcionan, máxime si son mixtas o femeninas.
Hasta Américo Carnicelli, el más importante historiador Masónico colombiano, inexplicablemente omitió en su obra “La Masonería Colombiana” la existencia de una Logia mixta jurisdiccionada a la Orden Internacional Mixta El Derecho Humano, que en la década de los 30´s del siglo XX trabajó en el mismo templo, de la carrera 5° con calle 18 de Bogotá, en que lo hace aún la Gran Logia de Colombia, a la cual el mismo pertenecía. Tan solo hace un par de años se vino a saber públicamente de la existencia de este Taller de la Masonería Liberal, cuando el Gran Maestro de la Gran Logia de Colombia, entregó el libro de actas de la Logia mixta a unos pocos Masones y Masonas sobreviviente de esta malograda iniciativa. Este libro de actas se puede fácilmente consultar en Bogotá en los archivos de la Logia Mixta Igualdad que funciona en la capital de la República desde 1982, igualmente jurisdiccionada a la Orden Internacional Mixta El Derecho Humano, que es hoy por hoy la de mayor cobertura mundial. Tiene Logias y Triángulos en 62 países del mundo.
Igualmente, resalta de los congresos internacionales de las Grandes Logias regulares el que siempre se designa una comisión de censura para estudiar las ponencias de los participantes y se advierte expresamente que no se dará lectura a las que contengan temas polémicos. Con esta disciplina se proscribe de las discusiones la libertad de pensamiento y de conciencia, y se evita la evolución de ese sector de la Masonería. Prueba de esta norma, lo constituyó recientemente, en Santiago de Chile, la VII Conferencia Mundial de Grandes Logias regulares celebrada del 5 al 9 de mayo de este año, que así lo anunció en las invitaciones cursadas para asistir al evento.
Contra esta forma de dividirse la Orden, conspiran constantemente los medios de comunicación, y en especial la Internet, ilustrando a los nuevos Masones que, gracias a ello, se forman en una fraternidad mucho más informada e incluyente.
A decir verdad, cada vez es más difícil defender la teoría que sostiene que ser “Regular” constituye una mejor y más legitima forma de “ser” Masón; ya que lo que va quedando claro, es que la “Regularidad”, concebida en la forma planteada, contiene un retroceso ideológico imposible de aceptar para un librepensador. Además de ser la principal fuente de conflicto entre los Masones y Masonas del mundo entero.
Hace unos días, leyendo la edición dominical del periódico EL MERCURIO, el de mayor circulación en Chile, correspondiente al día 23 de mayo de 2004, en la sección Nacional, aparece una entrevista, con foto incluida, al H:. Jorge Carvajal Muñoz, Gran Maestro de la Gran Logia de Chile - que es la que observa en ese país las reglas diplomáticas anglosajonas – en la cual resalta con orgullo, como conclusiones de la VII Conferencia, “la necesidad de ampliar los horizontes de la Tolerancia en el mundo; de acrecentar los fueros del Laicismo, con un estado neutral en materia religiosa; y la de humanizar la globalización”. El periodista traviesamente interroga al Gran Maestro Carvajal acerca del encuentro internacional de Grandes Logias masculinas, femeninas y mixtas que se celebra en Santiago desde el día 19 hasta el 23 de mayo – se refiere a la 43° Asamblea de CLIPSAS - y lo único que atina a responder tan alto dignatario de la Masonería Chilena, ante un público de varios cientos de miles de lectores de este siglo XXI, como si de él dependiera que la mujer entre a la Masonería, es que “hacer ingresar a la mujer en la Masonería sería hacerla vivir bajo la sombra de un árbol demasiado frondoso”. Les confieso que yo no entendí la respuesta ni supe a exactamente a que árbol frondoso se refería, pero me asiste el consuelo, para no sufrir de pena ajena, de que la sociedad civil, ante tamaño anacronismo, debió pensar que es esta una más de esas declaraciones cifradas de los Masones que solo ellos entienden.
Dejando atrás al Gran Maestro Muñoz, con sus explicaciones, y volviendo al tema propuesto - que es el de la Regularidad - tenemos de que en realidad, el término “Regular” proviene del latín Regularis, que a su vez deriva de la palabra “Regula”, que significaba regla, y se emplea para toda asociación que desde la temprana edad media se constituyó a partir de una “Regla” o reglamento inicial. A este tipo de asociaciones “Regulares” se les denominó Orden, y la historia conoció las de tipo monásticas, místicas, militares, mendicantes, de caballería y Masónicas, entre muchas otras.
Continua ///…