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Movimento Masònico

Por Augustin Alvares

Seremos testigos, al leer este trabajo, de un movimiento masónico que supo trabajar no sólo puertas adentro sino que, además, desarrolló una activa participación cívico-social que quedará grabada por siempre en el barrio de La Boca. La República Argentina fue el lugar elegido por miles de inmigrantes italianos que traían un puñado de esperanzas y sueños. Buscaban trabajo y dignidad; y, sin siquiera pensarlo, fueron un segmento fundamental en la generación que levantó el país.

Diseminados por el territorio nacional, donde ellos se establecían llegaba el progreso: abriendo calles y viviendas, levantando escuelas, construyendo hospitales. La Boca, La Plata, Villa Garibaldi, son sólo algunos de los tantos barrios y ciudades que supieron de estos inmigrantes. El primero de ellos, La Boca, recibió uno de los primeros asentamientos de inmigrantes y porque eran “fiscales” sus terrenos, sólo había que instalar un par de chapas y pincelarlas con las pinturas que sobraran de los astilleros.

Es así como nace un colorido barrio, característica mundialmente reconocida. Antes que el tango reinara en las “callecitas” de La Boca, la “Canzonetta”, como un quejido de ausencia y añoranza por la tierra lejana, se dejaba escuchar por sus rincones. En medio del desarraigo y la esperanza por un mejor futuro comienza esta historia, la de nuestros hermanos, que sin dudas es y será huella imperecedera de una Logia que nació hace 126 años.

Este trabajo es un humilde homenaje a aquellos hombres que no escatimaron esfuerzos, y que aferrados a los principios masónicos lucharon por el progreso de una sociedad que al igual que hoy necesitaba de hombres libres y de buenas costumbres.La inmigracion.

La inmigración fue recibida en la República Argentina con el criterio de incorporarla a la comunidad nacional, haciéndola fijar su hogar con todas las obligaciones y derechos que la patria imponía y concedía a los nativos.

Así fue establecido en nuestra Constitución, como generosa ventaja que podría ser aceptada fácilmente y con agradecimiento por todos los hombres del mundo a quienes se brindaba una nueva patria; con el goce de la libertad e igualdad civil, sin fueros personales, ni aristocracia.

Como ha ocurrido en varias naciones europeas, cuyos progresos comenzaron después de acontecimientos políticos trascendentales, el notable adelanto de la República Argentina se originó después de los sucesos de los años 1852 y 1862 (comienzo de la Reorganización Nacional). El país había estado casi cerrado para el inmigrante europeo que no viniera para ocuparse en el comercio o en el servicio doméstico, animándose en los buques de vela, de lenta y peligrosa navegación. En el período de 1857 a 1862, comenzaron a aparecer en número apreciable, inmigrantes capaces de labrar y sembrar la tierra dedicándose a diversas industrias modestas, que en breves años se harían importantes. Esos sembradores originaron en 1876 la primera exportación de trigo; y los artesanos e industriales levantaron establecimientos con capital, creado con su labor y economía. Desde 1857 a 1876 habían entrado 342.524 inmigrantes de ultramar, que hicieron palpable la influencia de su labor con el crecimiento de la producción y del comercio.

En ese año 1876 comenzó a regir la protectora Ley de Inmigración y se verifica desde entonces el crecimiento de la venida de europeos, curiosamente en el mismo año en que nacía Liberi Pensatori.

La inmigración italiana y la masonería

El primer masón italiano en el Río de la Plata del que tenemos noticias se llamó José Boqui, nacido en Parma. Hizo estudios artísticos en su patria, dedicándose especialmente a la orfebrería. Luego pasó a España, trabajando en Madrid y Barcelona. Finalizando el siglo XVIII se encuentra en Buenos Aires haciendo trabajos de platería y cincelado, y prestando sus servicios en la defensa de Buenos Aires.

En 1805 hizo una custodia para el convento de Santo Domingo, que aun se conserva, y otra de mayores proporciones y de extraordinario valor artístico, según los comentarios de la época. Esta última fue incautada por las tropas británicas que ocuparon el templo en la segunda invasión en 1807. A esta figura, prócer por sus actividades masónicas tan ligadas con los esfuerzos patriotas para la liberación de esta parte de América de la dominación española, hay que agregar, entre tantas otras, la de José Garibaldi, el inmortal “héroe de dos mundos”, como lo llamara tan acertadamente quien fuera Gran Maestre de la Masonería Argentina, el ilustre patricio general Bartolomé Mitre.

Nacimiento de las logias italianas

El movimiento migratorio italiano a las costas del Río de la Plata fue siempre intenso; es lógico por consiguiente que entre tantos inmigrantes hubiera varios masones que actuaron en el seno de las diversas logias argentinas.

Es así como encontramos, por ejemplo, entre los miembros de la Logia Concordia de Buenos Aires, a Bartolomé Viale, Marcelo Cerruti y Juan Bautista Albini, propiciadores de la idea de fundar un hospital para la colectividad italiana y que comenzó a construirse en el mes de marzo de 1854. El 22 de abril de 1858 surgió el Gran Oriente Argentino, y los italianos que habían buscado el sustento y el clima de libertad tan ansiado, lejos de su patria todavía martirizada y sumisa, pudieron finalmente sumarse a la corriente progresista, para luchar contra el fanatismo clerical, y otras fuerzas retrógradas y oscurantistas que mantenían obstinadamente sus pre-conceptos y se oponían al progreso del pensamiento liberal y a la formación de una Masonería fuerte y unida. El 23 de diciembre de 1858, bajo los auspicios del Gran Oriente Argentino se constituyó la Logia “Unione Italiana” 3ro-12; acudieron hermanos provenientes de las Logias “Consuelo del Infortunio”, “Sol de Mayo”, “Regeneración”, “Tolerancia”, “Lealtad”, Logias que, con “Unión del Plata”, se fundaron entre los años 1856 y 1857, y a las que los hermanos italianos se habían incorporado en espera de formar un Taller que trabajara en su propio idioma y se ocupara del bien de la colectividad. Son incontables los auxilios que brindaron estos hermanos a los inmigrantes perseguidos políticos y la ayuda que dieron a las víctimas de la epidemia de cólera que azotó a San Nicolás.

También lucharon por difundir la elevada moral y la libertad del pensamiento que caracteriza a los masones. De este Taller “Unione Italiana” nació la idea de formar una Logia que se condijera con sus propios ideales, una Logia que abrazara la libertad del pensamiento y luchara por los derechos del ciudadano.

Nace Liberi Pensatori

“En un lugar muy fuerte, cubierto e iluminado, donde reina la paz, la concordia y la caridad, bajo la bóveda celeste en el punto vertical que corresponde al Oriente de Buenos Aires, se reunieron los miembros que componen la Augusta y Respetable Logia de San Juan de Escocia, del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, Regularmente Constituida con el título distintivo de Augusta Logia Liberi Pensatori, conocida bajo el título de Liberi Pensatori en la Boca del Riachuelo”.

Esta es la trascripción del encabezamiento de un Acta confeccionada el día 15 de enero de 1875, correspondiente a la Tenida Magna de Instalación y Regularización de los Oficiales y demás miembros de la Logia Liberi Pensatori; en el Oriente de La Boca, calle Almirante Brown Nro-235, bajo la Presidencia de Juan Roncoroni, quien era asistido en sus tareas por Pedro Cánova, Juan Mérega, Luis Garzoglio, Pedro Perinetti, Santiago Ferro, Angelo Vaccari, Simón Carnovali, Antonio Zanni y Domingo Bértora, todos vecinos del barrio de pudiendo leer en las crónicas de la época que para dicha ceremonia contaron con la presencia de mas de 300 hermanos.

Principios y fundamentos de Liberi Pensatori

Como para reafirmar el sentir que los unía, podemos leer en su Primer Reglamento Interno, y a manera de ejemplo, el Artículo 2 que dice: “Los miembros de esta Logia tienen por objeto propagar los verdaderos principios de la Masonería que son: difundir la moral, la virtud, la caridad y la fraternidad”. Tenían por sobre todas las cosas metas muy claras, y el Laicismo era una de ellas, habiendo hecho suyas las palabras de Domingo Faustino Sarmiento: “Quieres cerrar una cárcel, abre una escuela”.

La Logia tendrá un fondo con destino a la creación de una de ellas y lo formará con sus propio esfuerzo. Podemos imaginar la alegría, la emoción y el orgullo que sintieron, en el año 1906, cuando lograron fundar una escuela en el barrio de La Boca, a la que llamaron Unión Fraternal, en la que se enseñaba bajo los principios laicos; esta escuela fue mantenida con el aporte exclusivo de los integrantes de Liberi Pensatori.

Pero no sólo los niños eran el centro de atención de la Logia, la juventud era parte de esa preocupación. Siendo un deber de la Masonería el de contribuir al mejoramiento de la juventud, se nombró una comisión que, entre otras actividades vinculadas a las familias del barrio, formó una banda de música con los jóvenes pobres sin arte ni oficio. Muchos de estos jóvenes eran recibidos como “lowetones” y con el tiempo, pasaban a ser iniciados. La Logia supo calar así en lo profundo de los corazones de los habitantes de La Boca, siendo la filantropía la virtud que adornó el Taller. Se conformó, además, una comisión que se encargaba de solventar necesidades de distintas familias del barrio.

Podríamos entender que los integrantes de la Logia estaban en una holgada situación económica, sin embargo no es así: alcanza con leer los datos de los integrantes del grupo, de donde surge la ocupación de cada uno de ellos y resulta sorprendente ver que figuran panaderos, cocineros, hojalateros, carpinteros, zapateros, herreros, Sombrereros, carboneros, peluqueros, mecánicos, jornaleros, albañiles, fideeros. Eran hombres muy humildes, pero con un gran sentido de la filantropía y con una comprensión aguda del Humanismo y del Laicismo.

Al observarlos a la distancia, la función social que cumplieron los integrantes de Liberi Pensatori es incuestionable. Es digno de destacar el caso de Fernando Paladino del que las crónicas de la época nos cuentan acerca de sus afanes por superarse. De origen muy humilde, fue recibido como Loweton, Aprendiz, Compañero y Maestro; y dice un artículo de la revista masónica “El Faro”: Al obrero que se eleva en alas de la instrucción, otro fuera el destino de los Partidos Liberales, de la Masonería, del Libre Pensamiento, refiriéndose a la graduación de Paladino, que con la ayuda de la Logia, se recibía de Tenedor de Libros.

También el contralmirante Médico Pedro Mallo, un masón de Liberi Pensatori, quien estuvo al frente de un Hospital gratuito para el barrio de la Boca en el año 1875. Tal el caso de Tomás Liberti, que nació en La Boca, fundador del Club River Plate y cuyo hijo fue presidente de esa institución por varios períodos (cuenta la anécdota que los colores de River Plate corresponden a los del Mandil, y la banda roja que cruza la camiseta nos recuerda el uso de la banda de maestro que en aquella época era parte de la vestimenta del Maestro Masón). Pascual Maxera, fabricante de sombreros que fue inmortalizado en una milonga que hacía alusión al uso del “funyi” a lo Maxera. El ilustre Miguel Ronzitti, autor del libro “Carta de un Suicida”.

Antonio Dilernia, iniciado el 21 de diciembre de 1906, quien fuera abuelo de quien tuvo la responsabilidad de reiniciar las actividades del Taller, 90 años después. Jerónimo Podestá iniciado en agosto de 1894, padre de Arturo y tío de José (Pepe) Podestá perteneciente a la Gran Familia del teatro nacional. La lista es interminable. Luis Repetto de la familia Repetto y Cayetano. Luis Massa (carpintero) que junto al señor Ragozza, emparentado con los Cichero, levantó una tradicional farmacia boquense que conservó hasta hace algunas décadas una colección de famosos potes de Venecia. Carlos Wilson, padre del que llegara a ser Gran Maestre de la Gran Logia de la Argentina de Libres y, Aceptados Masones por tres periodos.

Un páragrafo aparte merece Antonio Garibaldi, iniciado el 12 de octubre de 1876, nieto de José Garibaldi y sobrino de masones. En el año 1894 fue elegido Presidente de Liberi Pensatori y durante su período la Logia alcanzó el número de 155 miembros. Fue uno de los que participó en la primera reforma de la “Constitución Masónica”.

Aquellos que fundaron la Logia, a escasos días de diferencia de la entrada de Victor Manuel II en Roma, fecha que se festeja en Italia como el “Día del Libre Pensamiento”, buscaron demostrar que la Masonería estaba especialmente preocupada e interesada en la construcción de una sociedad ética y laica, en la que el libre pensamiento pudiera expresarse sin límite alguno, trabajando por una mejora del individuo y de la sociedad. Resulta imposible separar los movimientos del progreso y del laicismo en nuestro país y negar la influencia de la masonería.

Del acta del 20 de junio de 1884 dirigida al Gran Maestre de la Orden, podemos destacar lo siguiente:

“Liberi Pensatori ha visto con profundo sentimiento de dolor y pesar la aparición de conflictos político-sociales-religiosos, suscitados por el Clero de Córdoba, tomando éste siempre más incremento, y el cual a nuestro concepto puede acarrear gravísimos males en este floreciente país, como también al adelanto de la civilización…”

Esta preocupación dio comienzo al proyecto que junto con otras Logias tuvo como meta “Los Congresos del Libre Pensamiento”, que fueron tan importantes para nuestros ideales y que colocaron a nuestro país en el plano internacional. En el año 1878 comienza a formarse el “Comitato Italiano”, que era un conjunto de logias del Barrio de La Boca, donde Liberi Pensatori trabajara incansablemente.

El noble propósito de edificar un Templo Masónico en el barrio de la Boca comienza a dar sus frutos el 13 de diciembre de 1888, cuando Liberi Pensatori, en conjunto con las Logias Alianza 2, General Garibaldi y Figli D’Italia le anuncian con suma alegría a la Gran Logia, la compra del terreno, costeada con sus propios ahorros y esfuerzos, sin salir de la senda del honor. Dedicaron el levantamiento del edificio a la práctica de la virtud y la moral, pilares de nuestra Institución. En el año 1903 la logia “Protezione e Lavoro”, contando con 26 hermanos se fusiona con Liberi Pensatori.

De la Fraternidad
Luego de construir en el año 1906 una escuela de enseñanza laica, el siguiente proyecto fue un comedor, así como un panteón que se construyó basándose en los planos de la Logia Unión de Rosario, cedidos fraternalmente. Son incontables los pedidos de trabajo para integrantes y no integrantes de la Logia, las ayudas a viudas, etc. En las crónicas de los diarios se encuentra el reconocimiento a la Logia por su trabajo en las inundaciones que soportara Buenos Aires a principios del siglo pasado, ayudando a los vecinos que todo lo habían perdido.

Sería interminable este trabajo si pretendiéramos enumerar todos los actos barriales en los cuales trabajó Liberi Pensatori, marcando para siempre en lo profundo del corazón de los vecinos de La Boca una inolvidable gratitud. Como curiosidad podemos contar que en aquella época, al no existir Boletín Oficial donde circular los datos de los interesados en ingresar a la Masonería, los Maestros que propusieran alguno debían traer un retrato del candidato para ser expuesto en los pasillos del templo a la vista de todos, para su conocimiento. En agosto de 1912 fueron iniciados 3 Lowetones: Pedro Cocino, albañil de 18 años, Fernando Paladino, empleado de 18 años, Carlos Redini, mecánico también de 18 años.

as Tenidas no sólo eran los días jueves; los sábados eran de instrucción y los domingos eran de tertulia, donde los integrantes eran acompañados por sus familias. Podemos leer en las revistas masónicas de la época un sin fin de reuniones, donde las jovencitas cantaban y aun los más osados se atrevían a recitar algún verso.

El coraje de ser un Libre Pensador

Ser un libre pensador no era cosa fácil a fines del siglo XIX. La mayoría de nuestros hermanos eran acusados de ser anarquistas, sin serlo (y sin perjuicio de esta postura), por el simple hecho de creer y trabajar por el progreso del hombre. En oportunidades el riesgo incluía tanto el peligro de muerte como pérdidas de posición y prestigio social; es el caso de Nicasio Oroño, Gobernador de Santa Fe, quien trabajó incesantemente por la colonización de nuestro país. En 1867 luego de dictar la ley del matrimonio civil fue expulsado de la gobernación al grito de “Mueran los Masones”.

Del mismo modo, la Logia “Stretta Uguaglianza”, del Oriente de la Plata, que en el año 1890 sufrió la quema de su templo, pérdida que los hermanos lograron reparar en menos de un año trabajando todos los días para levantar un nuevo lugar de reunión para los masones.

En julio de 1904 se constituyó el primer Comité Nacional de Libre Pensamiento y se realizó el Congreso Preparatorio del Libre Pensamiento. “Eran las 20 horas en los pasillos de Cangallo 1242 y se reunían los Delegados de los Centros Librepensadores y las Logias que se habían adherido al Congreso.

Como Presidente estaba Juan Balestra (Diputado Nacional); aquel día llovía en Buenos Aires, aun así el numero de asistentes pasaba las mil personas. El secretario José C. Soto leía un telegrama de Leopoldo Lugones, el que deseaba éxito al congreso. Usó de la palabra Agustín Alvarez, para hablar de los deberes del hombre para con el hombre, luego Carlos Palacios hacía moción por la secularización de todos los servicios públicos y asistencias sociales.

Emilio Gouchón, célebre defensor del monumento a Garibaldi, decía con sentida emoción:
” Al soldado victorioso y herido le da el país honores y pan, pues al soldado del trabajo, tan digno como aquél, debe el Estado no dejarlo desamparado ni permitir que nadie le dé limosna, La asistencia de los inválidos debe ser una función del Estado y los impuestos sobre la renta deben contribuir a ella”.

Luego continuó Gouchón (Gran Maestre) para terminar dando como fecha del Primer Congreso Internacional del Libre Pensamiento los días 20, 21 y 22 de septiembre de 1904, en la Ciudad de Roma, frente al Vaticano.

Dos años más tarde (18, 19 y 20 de septiembre de 1906) se realiza el Primer Congreso del Libre Pensamiento en Buenos Aires.

Liberi Pensatori no estuvo ausente de esta empresa, como lo demuestra la correspondencia de esos años, donde se insta a los integrantes de la Logia a sumarse a los trabajos, informando además los lugares de reunión y recibiendo a quienes venían de todas partes del globo.

En 1908 el Congreso se realiza en la ciudad de Córdoba. Cabe recordar a Agustín Alvarez, quien quedara huérfano en 1861 por un sismo en su Mendoza natal; en 1906 fue presidente del Congreso de Libre Pensamiento y el día 14 de agosto de 1909, en una Tenida inolvidable es nombrado “Miembro Honorario” de la Logia.

El 28 de abril de 1914, la Logia manda comunicaciones avisando a la Comisión que se formó para rendir homenaje al lamentablemente fallecido Julián Alvarez, diciendo que tomará parte activa en todos los homenajes que se realicen por este gran eslabón, sean los mismos, masónicos o no, mandando además 20 pesos al Ministro de Hacienda de la Orden para dichos fines.

Este hecho no fue aislado, ya que en cada oportunidad en que la Logia entendía que era importante manifestarse o acompañar a la Orden, lo hacia con suma diligencia.

Para terminar, recordamos las palabras de Cicerón: “La historia es el testimonio de los tiempos, la luz de la verdad, la vida de la memoria, la escala de la vida y el mensajero de la antigüedad”. La huella que nuestros hermanos dejaron es imposible de borrar y nosotros tenemos un deber: el de mantener sus ideales “vivos”.

No olvidemos que ni la “intolerancia” del gobierno del año 1947, que les prohibía trabajar, pudo con ellos; siguieron reuniéndose durante más de diez años. Frente a esa realidad, es innegable la existencia del verdadero espíritu fraternal y de la firme decisión y convicción que los empujaba a trabajar.

Es tiempo quizás de tomar conciencia de que es “este” nuestro tiempo. Y es nuestro deber, también, volver a hacer grande nuestra Orden.

De “arremangarnos” los trajes y acompañar nuestros principios con la acción.

Sembrar en base a nuestra filosofía; volver a escribir la historia; a ser parte de la historia de nuestra nación que quizás hoy, más que nunca, suplica agonizante y busca que la moral, la justicia y el humanismo vuelvan a dirigir sus pasos para el progreso de la Patria.

Como dijera el masón Salvador Allende: “Hemos sostenido que no puede haber igualdad cuando unos pocos lo tienen todo y tantos no tienen nada. Pensamos y sostenemos que no puede haber fraternidad cuando la explotación del hombre por el hombre, es la característica de un régimen o de un sistema. La libertad abstracta debe dar paso a la libertad concreta. Por eso hemos luchado”.

Somos depositarios de valores que no podemos relegar mezquinamente, sólo para ser practicados y desarrollados en nuestros templos.

Nuestro deber es luchar por una sociedad justa. Dotar todos nuestros actos con el mayor de nuestros esfuerzos. Ser fiel reflejo de aquellos hermanos que se atrevieron a dejar las comodidades de sus hogares para levantar la bandera de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad.

Mirando hacia el pasado, sentimos la ausencia en nuestras filas de un Sarmiento, un Mitre o un Roque Pérez. Aquellos hombres se transformaron en héroes por su acción, la historia los ha puesto en el lugar en que hoy se encuentran. No me cabe la menor duda de que entre nosotros existen hombres con los mismos valores que aquellos tuvieron.

Tomemos conciencia de que nuestras herramientas, “hoy”, están siendo pedidas por una sociedad que necesita volver a creer, que necesita elevar altares a la virtud y cavar una tumba a los vicios tal y como lo proclamaran nuestros antiguos rituales… “Somos nosotros los que debemos volver a trazar líneas de aplomo para nuestro amado País”, y es nuestro deber mantener la grandeza de nuestra Orden y acompañar nuestros principios con la nacción.

Fuente: UNION MASONICA DE ESTRICTA OBSERVANCIA INICIATICA

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