¡VOLVIMOS!
Visitenos en nuestra nueva dirección web
FENIX-news Desde 1992

NUMEROS, CONCEPTOS BASICOS EN LA EGIPTOLOGIA

Escrito por Elisa Castel   

Numero

Los egipcios emplearon los numeros como metodo para simbolizar distintas cualidades y conceptos mas o menos abstractos. Citaremos los mas importantes.

El uno

Uno

Era el símbolo del creador. Es el dios que se hizo consciente de sí mismo y creó sin necesidad de contrapartida femenina a los dioses y al mundo ordenado.

Uno era el dios principal del santuario (excepto en por ejemplo el templo de Haroeris y Sobek en la ciudad de Kom Ombo) aunque en el templo se veneraran a otras divinidades secundarias. Era además, un importante distintivo singularizador.

El dos

Dos

Representó la dualidad puesto que los egipcios veían en el mundo muchos conceptos duales formados por pares opuestos y lo plasmaron en su pensamiento. 

Por ejemplo, existía el Alto y el Bajo Egipto, la Corona Roja y la Corona Blanca, la diosa Uadyet y la diosa Nejbet, el bien y el mal, el desierto y el valle, la noche y el día, el hombre y la mujer, el invierno y el verano, la Luna y el Sol, etc. En definitiva, lo complementario.

Una forma clara de entender esta dualidad es siendo conscientes de que los egipcios concebían que existía un mundo paralelo al suyo, con elementos iguales a los existentes en el Valle del Nilo. Éste era el Más Allá idílico.

El tres

Tres

Era la pluralidad, el concepto de tríada que representaba el modelo a seguir, la formación de una familia (padre, madre, hijo) llevada a la esfera divina.

Según la cosmogonía de la ciudad de Heliópolis, el mundo se creó en tres fases: uno creó a dos, dos crearon a dos, dos crearon a cuatro obteniendo la enéada como conjunto de divinidades.

También el Sol mostraba tres aspectos consecutivos: Jepri en la mañana, Ra en el cénit y Atum al anochecer.

A un nivel más terrenal, el día estaba dividido en tres periodos: mañana, tarde y noche y el año en tres estaciones, (Ajet o la inundación, Peret o la siembra y Shemu o la recolección).

Como número mágico, algunos rituales debían repetirse tres veces en el día (Culto Diario) para que los dioses estuvieran complacidos.

El cuatro

Cuatro

Corresponde al concepto de totalidad, de algo que está completo. Era la protección universal.

Cuatro eran los pilares que sujetaban el cielo, los hijos de Horus, los cuatro vientos e incluso algunas divinidades podían representarse con cuatro cabezas. Los puntos cardinales también eran cuatro; por ello el rey debía lanzar cuatro aves hacia esos lugares para que todo el cosmos tuviera noticia de sus hazañas.

Los egipcios entendían que las razas humanas estaban divididas en cuatro: nubios, libios, asiáticos y egipcios.

Ciertos objetos litúrgicos, como los cofres Meret se ofrendaban cuatro veces pero, además, aparecen en conjuntos de 4 y llevan cuatro plumas en la parte superior. Los cofres simbolizaban las cuatro esquinas de la tierra, los cuatro puntos cardinales y en época tardía al Egipto unificado. Por lo que el cuatro simbolizó la inmensidad del espacio.

Algunas ceremonias se repetían cuatro veces para que su magia llegara a los confines del mundo.

El cinco

Cinco

Este número se encuentra en títulos sacerdotales de gran importancia tales como el del Sumo Sacerdote de Hermopolis, denominado “El Más grande de los Cinco”.

Además también aparece en relación con el monarca, ya que éste tiene cinco nombres; cinco son asimismo los elementos que forman al ser humano (Aj, Ba, Ka, Nombre y Sombra .

Cinco eran los días que se incluían al finalizar el año de 360 días para completar el ciclo de 365 jornadas y que se denominaron días epagómenos. Finalmente las estrellas que adornan los techos de tumbas y templos tenían cinco puntas.

El seis

Seis

Estuvo relacionado con el calendario lunar.

En el Encantamiento 75 de los “Textos de los Sarcófagos” se encuentra el seis con un alto valor simbólico y se cita una misteriosa mansión de justicia divina denominada “La Mansión de los Seis”.

El siete

Siete

Denotaba perfección y totalidad y era un número mágico por excelencia. Unía en sí mismo las cualidades del tres y del cuatro.

Algunos dioses presentan siete hipóstasis de sí mismos ya que así se simbolizaba algo que, al ser perfecto, era también completo.

La mitología egipcia nos cita las siete Maat y éstas se encuentran en el Encantamiento 126 de los “Textos de los Sarcófagos” del Reino Medio. Por otro lado, un claro ejemplo de siete hipóstasis divinas lo constituyen las 7 Hathor, hadas madrinas que auxiliaban al difunto y que, en el mundo de los vivos, eran las encargadas del destino del individuo desde su nacimiento. Se encuentran en el Capítulo 148 del “Libro de los Muertos” del Reino Nuevo: Análogamente algunas divinidades, como es el caso de Ra, estaban dotadas de 7 Bas o podían presentarse con siete formas distintas.

El siete, como otros números, también se utilizaba crípticamente, es decir, empleando sus múltiplos. El 14 se obtenía duplicando el número 7 y era el número de los Kas de Ra. El 42, fruto de multiplicar 7 x 6, era el número de los jueces que presidían el juicio ante Osiris.

Asociado al dios del Más Allá, se encuentra a través de las capillas que se ubican en el templo funerario que el faraón Sethy I mandó construir en Abidos. Estas estaban encomendadas a: Sethy I divinizado, Ptah, Ra-Horajty, Amón-Ra, Osiris, Isis y Horus.

Siete aceites se empleaban en los funerales, siete escorpiones que acompañan a la diosa Isis, son otros símbolos mágicos que se recogen en el “Libro de los Muertos”.

Los siete nudos también se citan en los “Textos de los Sarcófagos” del Reino Medio, gracias a los cuales se conseguía un poder mágico. En la mitología estos nudos servían para aliviar el dolor de cabeza de Horus y como número mágico servía también como remedio para los hombres vivos o muertos.

Ciertas fórmulas debían de repetirse siete veces, cumpliendo requisitos específicos, para que tuvieran el resultado deseado.

En un plano más terrenal, los egipcios consideraban que la cabeza tenía siete orificios (dos ojos, dos orejas, una boca y dos en nariz).

El ocho

Ocho

Fue el número de los componentes de la Ogdóada hermopolitana o de los ocho dioses Heh que creó Shu para sujetar la bóveda celeste.

Su simbolismo parece relacionarse con la repetición del número 4 y, por tanto, se entendía que se duplicaba el concepto de totalidad.

El ocho era también el número del conjunto formado por las siete vacas del destino más el toro que las acompañaba.

Ocho fueron los dioses “Heh” creados por el dios del aire Shu para sostener la bóveda celeste, representada en forma de vaca.

El nueve

Nueve

Fue el resultado de la creación según la cosmogonía de la ciudad de Heliópolis y simbolizó a la pluralidad en la esfera divina. Según la concepción del mundo de esta localidad, los primeros dioses nacieron gracias a un proceso establecido en tres fases: uno hizo a dos, dos hicieron a dos, dos hicieron a cuatro dando como resultado el nueve. Éste fue uno de los sistemas de creación que más influyeron en el Antiguo Egipto, tanto como para que en algunos textos religiosos se dé por supuesto que la agrupación de nueve entidades divinas no pueda ser otra que la de este lugar.

El nueve era la pluralidad multiplicada por sí misma, la cifra más grande posible antes del comienzo de un nuevo ciclo superior que empezaba con el diez. Por otro lado, simbolizaba a la humanidad hostil, que en Egipto se representaba con los llamados “nueve arcos”, es decir, los nueve enemigos tradicionales del país.

El diez

Diez

Fue la representación del comienzo de un nuevo ciclo, la plenitud, la medida del tiempo y del espacio. Es la base del sistema numérico egipcio, que es decimal (excepto en astronomía, campo en el que la influencia mesopotámica impuso un sistema sexagesimal).

Triplicando el diez se obtiene el treinta, número de los días de los meses egipcios. Treinta eran también los años que debían transcurrir para celebrar el Festival de Renovación Real, denominado por los egipcios Heb Sed, pudiendo relacionarse con el paso de una generación.

El doce

Doce

El doce aparece en Egipto ligado al tiempo. Doce eran las horas del día y doce las de la noche, doce fueron los meses egipcios, divididos en tres estaciones. En algunas leyendas también se relacionó con los pedazos en los que fue desmembrado Osiris cuando fue asesinado por su hermano Seth, en algunas versiones del mito.

En otro plano, los ncestros reales estaban representados a través de la imagen de cuatro grupos de tres dioses con cabeza de chacal o de halcón, llamados “las Almas de Pe y Nejen”. En la Baja Nubia, los gobernantes ptolemaicos regalaron a Isis de Filé los 12 schenoi, el Dodecaschoenos, territorio del Sur de Filé que llegaba a Dakka.

El catorce

Catorce

Es uno de los números más significativos. Como ocurre con el doce y con el cuarenta y dos, algunos mitos citan este número como símbolo de los fragmentos del dios cuando fue desmembrado por Osiris. Precisamente en relación con el dios del Más Allá, el catorce simbolizaba la perfección y lo que está completo y los catorce nomos en los que Egipto estaba dividido en algunos periodos. A su vez este número guarda conexión con el ciclo lunar.

Se obtenía duplicando el número siete, mágico por excelencia y doblando así su poder.

Según el historiador griego Plutarco, en su obra Sobre Isis y Osiris (368) nos habla también del número catorce en relación al dios del Más Allá y con la luna:

Cuarenta y dos

Cuarenta y dos

Como ocurre con el doce y el catorce, se relacionó con los trozos del cuerpo de Osiris que su esposa Isis tuvo que reunir ya que se encontraban dispersos por todo Egipto. Es decir, Isis recorrió los cuarenta y dos nomos que en el Periodo Tardío estaba dividido Egipto (20 en el Bajo Egipto y 22 en el Alto Egipto) erigiendo un santuario en cada centro donde halló un fragmento.

Por otro lado, 42 es el número de dioses que se encuentra en el tribunal del Más Allá, según se desprende del capítulo 125 del Libro de los Muertos del Reino Nuevo. Ante ellos el difunto debe hacer una “declaración negativa”, es decir confesar no haber cometido ciertos pecados para poder ser considerado justo y merecedor de vida en el Más Allá.

El mil

Mil

Fue el numeral que sirvió para denotar el concepto de “gran cantidad”. Miles de panes, miles de jarras de cerveza, miles de aves o miles de “cosas buenas”, era parte de la ofrenda funeraria que se inscribía sobre las “Estelas de Falsa Puerta” para que el difunto, por medio de la magia de la palabra pudiera hacerlas realidad, asegurándose que no le faltaría alimentación ni bebida en la eternidad.

El cien mil

Cien mil

Representado con una rana recién nacida (renacuajo) simbolizaba el número que los egipcios entendían como “ilimitado”, la regeneración eterna y la abundancia.

Un millón

Un millón

Era el número que simbolizó lo infinito y se representó mediante un genio llamado Heh que llevaba en la mano una hoja de palma y que se relacionaba con la infinitud de la creación. Significaba “incontable”, “inacabable”.

“Millones de Años de Vida” era la medida inmortal de años que todo humano deseaba disfrutar. Es la medida simbólica de la eternidad.

Los “Templos de los Millones de Años”, son los templos funerarios donde el rey muerto se regeneraba en un ciclo anual infinito.

COMICs