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Dicurso del Gran Maestre del Gran Oriente de Francia: M:.R:.H:. Pierre Lambicchi

América Latina nos reclama porque allí también nuestros conceptos vuelven a dar un sentido a la vida, vuelven a dar una esperanza. ¿Porqué no iríamos? Si no lo hiciéramos, tomarían nuestro lugar sectas o religiones que, en lugar de liberar al hombre, le pondrían aún más cadenas. Pierre Lambicchi, GM-GOdF, 2008.

FENIXnews tiene el agrado de publicar el discurso de posesión del Gran Maestro del Gran Oriente de Francia, el Q:. H:. Pierre Lambichi, que aparece en la edición Nº 282, de septiembre/08,  de la revista "Humanisme" que publica esa Obediencia.


EL GOdF Continuará irradiando y estimulando a la sociedad

Trataré de librarme, sin talento pero al menos con probidad y dinamismo, al ejercicio harto difícil de pronunciar algunas palabras. – pocas, os lo aseguro -, después de una elección.
 
Vosotros lo sabéis: soy hombre del mediterráneo, jamás amé escribir por adelantado los discursos, y vosotros sospecháis que la noche ha sido corta.

Quisiera de antemano agradeceros por el acto que acabáis de realizar, del cual debéis calibrar su importancia. Mis pares me han designado como presidente, me han dado la legitimidad electoral. La misma que ostentáis en vuestras logias.

Acabáis de darme la autoridad al conferirme el título de Gran Maestro. Desde ahora, formo parte de vosotros y vosotros formáis parte de mí. No hablaré más en mi nombre sino en el vuestro, y debo por tanto ser más exigente en lo que vaya a decir, desde el momento en que soy libre para hacerlo. 

Sin embargo, desearía , - sin mayor dramatismo -, tener un recuerdo hacia mi padre, Emile Lambicchi, miembro de la Respetable Logia La Perfecta Sinceridad, sin él yo no estaría aquí, primero en lo genético y luego en lo masónico, pues él me dio la pasión hacia esta obediencia, por haber ascendido gracias a ella al nivel social más elevado que se me ha permitido, por los encuentros con sus Hermanos, llegar hasta lo que soy en la vida profana y ahora masónica.

Pero también pienso en aquellos en los que raramente se piensa, esto es, en todos los otros Hermanos que, como él, no han sido jamás Venerables, ni delegados al Convento; que, como él, todas las tardes desean animar nuestras Logias; que como él, han encontrado una fabulosa esperanza en esta obediencia, hallando en nuestras columnas la felicidad de que no gozaban, a menudo, en la vida profana. Creo que en su nombre, tenemos una incrementada exigencia de nuestro sentido del deber. 

Nosotros somos, - la Obediencia, y vosotros, que ostentáis cargos en vuestras logias -, responsables de una gran parte de la felicidad y la existencia de aquellas, al permitirles soportar el error de casting de las representaciones de su accionar.

Emprendo esta Gran Maestría con espíritu de continuidad. Acordémonos donde estábamos hace tres años y lo que somos ahora: una Obediencia serena, que aborda sin pasión problemas importantes, y que ha reencontrado el método masónico.

En el exterior, somos de nuevo reconocidos. Se nos interroga, se solicita nuestra acción. Esa labor debe ser continuada. Pero continuidad no quiere decir conservadurismo. 

Cierto, los talleres son abiertos, otros se van a abrir rápidamente y debemos todos, juntos, encontrarnos listos para asumirlos. En efecto: nuestra obediencia es una asociación regulada por la ley de 1901, y su funcionamiento no debe ser denigrado.

Pero somos asimismo, una obediencia masónica compuesta de Hermanos que progresan y hacen progresar a la humanidad, conforme a un método, un ritual y un rito. 

Pluralidad de ritos, pluralidad de rituales, pluralidad de tipos de masonería, he aquí los caracteres específicos de nuestra obediencia. Pero si ella no fuera sino éso, no resultaría extraordinaria en el mundo masónico. Es extraordinaria porque se sirve de este método para tener una aspiración respecto a nuestra sociedad. Somos nosotros quienes hemos colocado a la libertad absoluta de conciencia, desde hace mucho tiempo, en nuestros estatutos. Somos nosotros quienes hemos sido los primeros diques frente a la barbarie, en las horas más negras de la guerra. Somos nosotros quienes hemos hecho progresar todas las adquisiciones de la sociedad, en las horas modernas.

Voy ahora al contenido sintetizado de lo que pienso sea mi Gran Maestría, en continuidad directa con la de mi predecesor, Jean-Michel Quillardet.

Debemos de antemano hablar de la ley asociacionista de 1901. Como en el mandato precedente, tendremos una gestión rigurosa a fin de que las capitaciones sean utilizadas en nuestra Obediencia lo mejor posible, con la mejor sistematización. 

Pero gestión rigurosa quiere decir asimismo respectar las leyes de la República. Eso quiere decir también respetar a quienes como asalariados, confían en nosotros. Eso quiere decir dar felicidad a nuestros asalariados y en eso deberemos realizar juegos malabares, entre una gestión rigurosa y una gestión humanista.

No esperéis de mi que sea un patrón como los otros, desde el punto de vista de los asalariados: soy masón y no puedo olvidarlo en ningún momento.

Deseo continuar, en el transcurso de esta Gran Maestría, - y aquí os hago un llamado, Hermanos míos -, una acción especial respecto a la solidaridad. Recordados, Hermanos míos, hemos nacido a causa de la solidaridad, no hemos nacido para hacer de la especulación intelectual. Nuestras primeras logias de Londres fueron, al comienzo, sociedades de socorros mutuos.

No debemos en absoluto perder de vista este aspecto. Desde afuera hacia adentro, la CNSM efectiviza perfectamente su rol, pero las logias deben asimismo jugar el suyo, y especialmente, los Congresos regionales. A continuación, de cara al exterior, haría falta poner al día todo lo que existió como estructura en los tiempos de lucha contra el analfabetismo y la pobreza. La pobreza, Hermanos míos, no es una palabra vana, es un sufrimiento. Aquí también, hará falta continuar, - como ya lo hemos hecho el último año, con el Gran Maestro Jean-Michel Quillardet, - interrogándonos y combatiendo.

Para ello, tenemos una herramienta extraordinaria la Fundación del GODF. Es por ello que el Consejo de la Orden decidió nombrar un Gran Oficial encargado de dinamizarlo. Nuestra obediencia no puede seguir ovillándose sobre sí misma. Debe por tanto irradiar. La Fundación participa en esa irradiación, tanto como la cultura y la comunicación.

La Cultura, con un Gran Maestro adjunto encargado especialmente de ese apartado, va a tener un lugar importante. Pues, como lo ha hecho el mandatario precedente, hace falta des-demonizar nuestra obediencia, si ha sido demonizada. Hace falta mostrar que somos hombres de voluntad impulsada hacia lo que es bello, lo que está bien y lo que es bueno.

La comunicación: los informes muestran que ella cuesta caro. Hará falta que el Convento se pronuncie claramente al respecto. En efecto: no podemos infravalorar nuestra comunicación. Tenemos necesidad de comunicación, sin ser movidos por ella. Como no me siento particularmente inclinado hacia la televisión o a conceder entrevistas; tranquilizaos, serán parsimoniosas. Pero estamos obligados a comunicarnos, puesto que a través de esta comunicación acreditamos el trabajo de nuestras logias, que probamos que existimos y que estaremos, de hecho, más presentes y más dinamizadores, en la sociedad de todos los días.

Esta sociedad se modifica y nosotros no haremos política con "p" minúscula. Cada vez que sean atacados los principios fundamentales de la República, de la laicidad, de la dignidad humana o de la libertad del hombre, creed que el Consejo de la Orden y el Gran Maestro del GODF os representará para decir "¡Alto!", sin espíritu guerrero, pero clara y firmemente.

Nuestro mensaje no se alterará; nuestro mensaje, único, será emitido cada vez, con calma y serenidad. 

Será continuada la reflexión acerca de la escuela de la República, que ya se encuentra en su segundo año de trabajo y que motivará la próxima presentación de un informe. 

Conforme a la demanda de los elegidos de la República a quienes encontramos a todo lo largo del año; los miembros del Consejo de la Orden; y asimismo vosotros, Venerables Maestros que deseáis sea reconocida la ciudadanía, vosotros que poseéis tan buena dosis de comunitarismo, hemos de desarrollar una gran trabajo acerca de la ciudadanía, para llevar a buen puerto Asambleas en las cuales nos mezclaremos con el mundo profano y sensibilizaremos a los elegidos. Nunca seremos demasiados para nuestra marcha.

La técnica nos hace vivir cada vez más años. Pero, ¿la ética sigue a la técnica? El fin de la vida se vuelve más y más horrible, se encuentra en trance de convertirse en un mercado como cualquier otro. Las personas de edad, (que nosotros también seremos un día, o al menos así lo deseo), nos convertiremos en un producto, como las lejías. El GODF, a mi parecer, debe dar la cara y presentar una reflexión ética acerca de los fenómenos propios del fin de la vida y los medios de acompañamiento, a efectos de que todos alcancen el más perfecto nivel de igualdad.

Por último, la exteriorización fuera de la metrópolis. ¿Porqué hemos de hacer llegar nuestro mensaje a los países extranjeros? Para comenzar, porque es nuestra vocación histórica. Desde el siglo de las Luces, nuestros pensadores han llegado hasta los corazones, para expandir ideas menospreciadas por los soberanos con un cierto snobismo, pero que llegaron a convertirse en logros políticos comprobados. Es por tanto nuestro deber batirnos donde la democracia se encuentre en peligro, donde el ser humano sea vilipendiado o torturado, donde se desarrollen el sexismo, la discriminación, el antisemitismo.

Pero nuestra exteriorización internacional reposa también en el hecho de efectuar llamamientos a los pueblos. La obediencia ha dado patentes a nuestros hermanos del Gran Oriente de los Estados Unidos de América. Estuve presente en tal evento, y vi algo fabuloso. Un buen señor que llegaba aproximadamente a los 2 metros de altura y 100 kilogramos, un Americano pura sangre, no un Latino, un Irlandés, dijo "Sabe: nos enteramos por Internet que existía una masonería liberal adogmática que permite al hombre conducir su vida, que permite al hombre dominar su progresión. Nosotros os hemos contactado, hemos trabajado, y ahora somos socios". Ése es el impulso de un pueblo que se quiere, y que se dice, desarrollado.

América Latina nos reclama porque allí también nuestros conceptos vuelven a dar un sentido a la vida, vuelven a dar una esperanza. ¿Porqué no iríamos? Si no lo hiciéramos, tomarían nuestro lugar sectas o religiones que, en lugar de liberar al hombre, le pondrían aún más cadenas.

Hermanos míos: la acción internacional será continuada si nos otorgáis el correspondiente presupuesto. Como aquella debe ser seria, ha de encargarse a los dos oficiales que se encuentran en la mesa. Por ello se creará un organismo de asuntos exteriores, en el que los Consejeros de la Orden, en un territorio dado, tendrán la misión de efectuar el trabajo, desplazándose hasta donde resulte más apremiante, donde resulten más eficaces y donde tendremos resultados en términos del desarrollo de nuestra ética. 

Finalmente, para terminar con una tonalidad menos alegre, - pero debo decirlo al comienzo de este mandato, debido a que luego ya no me preocupará y si no os lo digo, me remorderá la conciencia durante mucho tiempo -: esta campaña ha sido dura, no debido a mi oponente, que ha tenido una actitud masónica excepcional y al cual le rindo homenaje, sino a los Hermanos que decidieron instrumentalizarnos.

Pienso que eso es inaceptable: los Hermanos no tienen el derecho de traicionar a otros, cuando discrepen internamente, ni acerca de nombres de pájaros ni de términos Regios.

Lo digo claramente: hay que poner atención, respetar la ley, respetar el reglamento general. De otro modo, nuestra acción en el Consejo de la Orden se limitará solamente al respeto del reglamento general.

Hice un tour de Francia, no electoral, sino de evaluación de mis Hermanos y me he dado cuenta de que nosotros, GODF, somos los poseedores de todas las Patentes, en todos los ritos, pero que delegamos lo que sigue tras la Maestría; me he dado cuenta de que ha habido guerras picrocholinas, que se hallaban contenidas con alfileres y podrían dividir a los Hermanos del GODF. Ello no es aceptable. No digo que provenga de todas las jurisdicciones, que tienen el derecho de existir, que tienen el deber de existir, por cuanto representan un enriquecimiento de la marcha masónica; simplemente digo que no deben caer en las manos de Hermanos que las utilicen como instrumentos.

Propondré al Consejo de la Orden una reflexión a fin de armonizar todas las acciones y jurisdicciones, para que continúen siendo lo que deben ser: un enriquecimiento personal, a efectos de que nosotros, el GODF, nos beneficiemos y que seamos, en cualquier instancia, la pieza maestra de la política.

Venerables Maestros, Hermanos míos, no podéis imaginar la felicidad que tengo al hallarme aquí, para comenzar porque me habéis reconocido; para comenzar, porque mis Hermanos del Consejo de la Orden me legitimaron, y finalmente, porque los Hermanos de mi Congreso regional me eligieron, y los hermanos de mi logia, - también -, me eligieron.

Se ha verificado por tanto la continuidad iniciática. Creed que tenéis un masón que hará respetar la ley masónica y el reglamento general y realizará todo lo necesario para que el GODF siga siendo el primero en el mundo.

No toméis a la ligera las declaraciones de algunos que no son adogmáticos y no buscan sino perjudicarnos. Recordad, Hermanos míos, que nosotros existimos hoy y que somos la más antigua obediencia, históricamente la más implantada, que desarrollamos una ética, y que somos los más numerosos.

Habéis comprendido que soy un apasionado hacia esta obediencia y para deshabituaros progresivamente de Jean-Michel Quillardet, terminaré con una cita. No tenemos los mismos maestros, para mí sería más bien René Char y con él os invito, hermanos míos: "a perderos en vuestra pasión, antes que perder vuestras pasiones"

Pierre Lambicchi

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