FENIXnews. Gran Bretaña es un país donde los masones suelen ocupar grandes posiciones: parlamentarios, jueces, militares, policías. Todo por casualidad y exclusivamente por su valía, como sabemos. Uno de cada veinte jueces en el país es masón y se han producido escándalos en los que los policías y jueces masones ayudaban a sus ‘hermanos’, a la vez que entorpecían los ascensos de los demás. El poder de la masonería, han llevado a que se aprueben medidas en contra de ella en el país en el que nació. En el Parlamento de Gales está vigente una norma interna por la que los parlamentarios que sean masones deben declarar su condición de tales.
En esta situación, los masones han abierto una logia junto al trono británico. A principios de 2008, los policías de la escolta de la reina Isabel, adscritos a la Policía Metropolitana de Londres (una institución con infinidad de masones en sus filas desde que existe) anunciaron su deseo de constituir una logia en el palacio de Buckingham donde celebrar sus tenidas ellos y los miembros de la servidumbre.
Los consejeros reales mostraron su disgusto, pues se trataba de un acto que podía contribuir al desprestigio de la monarquía, pero los masones de palacio antepusieron su interés de secta al de la reina y el país. El templo depende de la Gran Logia Unida y fue consagrado a mediados de noviembre. En lo único que han cedido los masones al servicio de la dinastía Windsor es en el nombre de la logia. El propuesto por primera vez era Logia de la Casa Real y aceptaron cambiarlo por el de Logia de la Morera, en referencia al jardín de moreras en el que el rey Jacobo I crió gusanos de seda en el siglo XVII.
La logia, de la que se ha dicho que no celebra sus sesiones dentro de Buckingham, está abierta al personal de los sitios reales (castillo de Windsor, Clarence House y el Palacio de Saint James). En ella no se admiten a mujeres. Y según ha publicado la prensa británica, el personal de palacio que no es masón teme ser postergado en ascensos y puestos por los hermanos masones.
Un primo de la reina, el duque de Kent, es el gran maestro de la masonería inglesa. En 1994, su esposa abandonó el anglicanismo para convertirse en católica. Se dice que la reina Isabel persuadió a su hijo el príncipe Carlos, heredero de la corona, de que no se iniciase en la masonería.