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PERU: Q:.H:. LUIS VARGAS TORRES (1855 – 1887) HIJO ILUSTRE DE "ORDEN Y LIBERTAD"


Q:.H:. LUIS VARGAS TORRES 
(1855 – 1887)

Por R:.H:. MARIO VENERO FERREYROS
R:.L:.S:. ORDEN Y LIBERTAD N° 2

Nació en Esmeraldas – Ecuador en el año 1855 y fueron sus padres legítimos el comerciante Luis Vargas natural de Tumaco y dueño de la hacienda ganadera San José, fallecido de una apostema amebiana al hígado hacia 1860 y Delfina Torres de la Carrera, que contrajo segunda nupcias con el Vice Cónsul de Nueva Granada en Esmeraldas, Uladislao Concha Piedrahita.

El segundo de tres hermanos que crecieron entre Esmeraldas y las haciendas, gozando de una completa libertad para correr, jugar y conversar con los indios, negros y mulatos, pero quedó huérfano de cinco años, sin embargo su carácter delicado, atento, sensible y cariñoso no cambió. Sabía ganarse el aprecio general y en el año 1867 fue enviado con su hermano Rómulo a estudiar la secundaria en el colegio San Gabriel de los jesuitas de Quito, donde, les cayó bien a los profesores jesuitas y fue tomado a cargo.

Solía escuchar con atención a los demás, era pulcro hasta la elegancia y aunque había perdido la fe religiosa y no acostumbraba rezar nunca, creía firmemente en la existencia de un Dios altísimo, justo y omnipotente, así como en el destino del hombre hacia la libertad, meta definitiva marcada por el progreso, la ciencia y la civilización.

En el año 1872 y a causa de la influencia religiosa que había recibido, ingresó al Seminario con la intención de hacerse sacerdote. Se vivían los tiempos tenebristas de la dictadura teocrática garciana y el conflicto entre ciencia y fe, agudizado por las ideas evolucionistas de Darwin, era notorio en el ambiente. El papado, a causa de la toma de Roma por las fuerzas garibaldinas, había declarado la guerra al liberalismo en política y a todo cuanto tuviera visos de modernidad. Una cúpula religiosa fanatizada y obscurantista mantenía a la iglesia ecuatoriana en una dolorosa postración a los pies del tirano, de suerte que el joven Vargas Torres.

En el año 1882, convertido ya en un luchador implacable, liquidó sus bienes y viajó a Panamá para entregar su dinero al General Eloy Alfaro para la compra de armas que servirían para combatir al dictador Ignacio de Veintimilla.

Eloy Alfaro (1842-1912), que después fue Presidente ecuatoriano, militar, político y Masón, inmortalizó las palabras "Matar no es moralizar, además que no concibo con qué derecho pueda una sociedad cualquiera castigar los desórdenes de que ella misma por su indiferencia es causante".

Desde Panamá partió con abundante material bélico hacia Esmeraldas y el 06 de enero del año 1883, luego de un duro combate, ocupó la ciudad. Ese mismo año fue elegido diputado, pero no pudo ejercer el cargo; fue obligado a exiliarse otra vez en Panamá.

Allí armó otra expedición con el General Eloy Alfaro y volvió a ocupar Esmeraldas. Pero los contratiempos se sucedieron y en el año 1885 se exilió en Lima, desde donde continuó conspirando.

El “Diario de la Campaña del General Eloy Alfaro” que Luís Vargas Torres había ido anotando día por día, fue tomado por los soldados del gobierno de entre su equipaje y se editó sin comentario alguno en el año 1885 en 22 páginas mientras los exilados ecuatorianos vivían en forzada inactividad en Lima - Perú, donde Eloy Alfaro formó el Consejo Provisional Revolucionario con Felicísimo López, José Gabriel Moncayo, Luís Vargas Torres y Jacinto Nevares para emitir bonos de financiamiento de la nueva revuelta.

Meses después, Reinaldo Flores dio a la Luz un folleto titulado “La Campaña de la Costa” y Luís Vargas Torres viose precisado a redactar el suyo con el nombre de “la Revolución del 15 de Noviembre de 1884”. Entregados los originales a Carlos Prince, este retardó la edición en connivencia con el General Francisco Javier Salazar, Plenipotenciario ecuatoriano en Lima. El vergonzoso conciliábulo fue denunciado ante los Tribunales que sin embargo nada hicieron y Luís Vargas Torres tuvo que imprimir su obra en 75 páginas en la Imprenta Bolognesi en el año 1886.

VIDA MASÓNICA
Por esos días estuvo preparándose para la libertad del Ecuador en el Perú, ayudado por unos hombres libres y de buenas costumbres del Perú , en la ciudad Lima fue presentado a la Logia Masónica “ORDEN Y LIBERTAD N° 2”, siendo iniciado por el V:. M:. Acuña como aprendiz en el 1° Grado de la Masonería simbólica viendo la Luz, el 28 de Enero de 1886, haciendo un pago de 10 Soles de Plata por los derechos del Grado; fue adelantado al 2° Grado, de Compañero Masón, el 04 de Marzo de 1886, haciendo un pago de 15 Soles de Plata por los derechos del Grado, junto con los HH:. Larrea y Fernández Concha y fue exaltado al 3° Grado obteniendo el sublime grado de Maestro Masón el 11 de Marzo de 1886, haciendo un pago de 10 Soles de Plata por los derechos del Grado. Esta información se encuentra registrada en el Folio N° 34 de la Tesorería de la R:.L:.S:. Orden y Libertad N° 2 y en el Expediente del 21 de Mayo de 1886, Folio N° 267, del Índice de Diplomas de Maestros Masones, en los Archivos Históricos de la Gran Biblioteca de la Gran Logia del Perú.

El General Eloy Alfaro planeaba una nueva campaña terrestre y naval según la cual Luís Vargas Torres atacaría por Loja y Eloy Alfaro en el vapor “Vilcanota” amagaría las costas de Manabí. Con tal finalidad Luís Vargas Torres viajó a Piura donde fue apresado mientras espectaba una representación teatral, pero el Subprefecto del Distrito lo puso en libertad condicional por falta de pruebas y días después ingresó al Ecuador por Catacocha.

El 28 de Noviembre de 1886, lanzó un Manifiesto proclamando la Revolución, abrió operaciones y el 2 Diciembre de 1886. Frente a la arremetida liberal el Congreso estableció en 1886 la pena de muerte para quienes fueran sorprendidos en afanes revolucionarios. Sin embargo, Luís Vargas Torres no se arredró, atacó por Loja; invadió Catacocha, Celica y después ocupó Loja al mando de 300 revolucionarios.

El gobierno, preocupado, envió tropas desde Cuenca al mando del coronel Antonio Vega Muñoz; estos avanzaron sobre Loja y la tomaron en dura lucha el 7 de diciembre de 1886.

Fue cercado por las tropas del Coronel Antonio Vega Muñoz y cayó prisionero con sus compañeros principales y cuarenta y dos (42) hombres de tropa. A fines de mes fueron conducidos a Cuenca.

El 04 de enero de 1887 se instaló el Consejo de Guerra y el coronel asumió personalmente su defensa. Pero el Consejo lo condenó a la pena capital junto con José Cavero, Jacinto Nevárez, Filomeno Pesántez y Manuel Piñárez.

Los sentenciados pidieron gracia e invocaron la "magnanimidad" del gobierno, pero el coronel Luís Vargas Torres no lo hizo. Horas después escribió a su madre diciéndole que él no pediría la gracia del perdón ni la conmutación de la pena, porque creía indigno de un hombre implorar al enemigo.

El 18 de marzo de 1887, entraron en su celda un militar, un religioso y dos civiles; fueron a comunicarle la pena de muerte. El cura le ofreció sus servicios religiosos pero él los rechazó.

CARTAS DE DESPEDIDA
La noche del 19 de Marzo de 1887, escribió la carta de despedida a su madre y su opúsculo titulado: "Al borde de mi tumba".

"Madre - le dijo en su carta - comprendo que este mi último adiós te hará sufrir mucho, muchísimo. Pero ¿cómo irme a la eternidad sin despedirme de los seres más queridos que tengo en este mundo: de ti, Madre querida, de María, de Esther, de Teresa y de Delfinita? ¡Ah! mucho sufrirás con mi partida. Yo también sufro mucho con dejarte. Pero allá, libre de la ferocidad de los hombres... te esperaré para darte el abrazo que me privan aquí, en la tierra, los hombres inhumanos, separándome de ti.

Después de pocas horas dejaré de existir, derramando mi sangre en el patíbulo. Muy bien sabes que ningún crimen he cometido y que sólo por ser un honrado ciudadano, amante del progreso de la Patria, voy a recibir esa muerte. Pero ¡Ah, si soy un criminal...! mucho has llorado, mucho has sufrido...

Aquellos insensatos que me matan por satisfacer una ruin venganza, creen contener el vuelo de la revolución con este crimen, y no saben esos infelices que lo que hacen es darle mas aire y mas espacio. ¡Quiera Dios, Madre mía, que sea yo la última víctima que presencien los pueblos!...

Algunos días ha que no veo a Jorge, pero creo que está en esta ciudad. No puedo verlo, pues estoy absolutamente incomunicado, y ojala que no le vea para que mi corazón no flaquee y no asomen lágrimas a mis ojos, pues si asomasen, creerían mis enemigos que la cobardía dominaba mi corazón.

Con él les dejo algunos recuerdos... No puedo más... Las lágrimas acuden a mis ojos sin cesar y mi corazón desfallece. Adiós Madre querida. Adiós. No desesperes. Tus hijos necesitan de tu apoyo y tus sufrimientos te abren el camino de la felicidad. Adiós. Adiós... Cuenca, en mi prisión, 19 de marzo de 1887".

Otra carta está dirigida a los amigos y coidearios políticos. A ellos les dice: "No desmayen en el sagrado propósito de salvar la Patria... Quiera Dios que al calor de mi sangre, que se derramará en el patíbulo, se enderezca el corazón de los buenos ciudadanos y salven nuestro pueblo".

EL FUSILAMIENTO
El domingo 20 de marzo de 1887, los soldados fueron formados en la plaza para formar una barrera entre el pueblo y el condenado a muerte. De pronto, un estremecimiento sacudió a todos: del portón del cuartel, vestido de negro, con los labios apretados, en medio de dos sacerdotes salió el coronel...

Eran las siete y veinte minutos de la mañana. Marchaba con paso firme, sin vacilar. "La escolta era del Batallón Azuay y la mandaba el teniente coronel Enrique Sigüenza.

Había caminado cincuenta pasos desde el portón del cuartel cuando se escuchó la voz de ¡alto! dada por el auditor de guerra, Dr. Mariano Vidal, quien ordenaba silencio para que todos le oyeran leer la sentencia.

"Va a procederse a dar cumplimiento a la sentencia de pena capital en la persona de Luis Vargas Torres. Se hace presente que quien protestare correrá igual suerte", recitó.

El joven coronel movió la cabeza. Alzó los ojos y vio en el balcón del cuartel a sus compañeros de prisión; los que pidieron el perdón habían sido llevados a que lo viesen morir. A ellos dijo en voz muy varonil:
"Compañeros: ¡hasta la eternidad!" Y volviéndose al teniente coronel Sigüenza, preguntó: "¿Dónde debo colocarme…...? Terminemos de una vez".
Avanzó con paso firme- No hay señal de sombra en sus ojos. No hay señal de miedo en el corazón. Murió esbelto, cenceño, con fisonomía atractiva, vestido íntegramente de negro y de pie, sin haber aceptado que lo fusilaran por la espalda ni con los ojos vendados. La primera descarga de 5 disparos le hirió el vientre y aún tuvo fuerzas para señalar el corazón, una segunda descarga acabó con su vida. Fue arrastrado y lo lanzaron a un sitio llamado quebrada de Supai Huaico o del diablo, donde iban a parar los despojos de los réprobos (suicidas) porque no fue admitido en el campo santo.

Esa noche, la familia de Carlos Zevallos Zambrano, subrepticiamente le dio sepultura cerca del cementerio. La noticia recorrió el mundo americano.

Enterados de la muerte de uno de los hijos de Orden y Libertad N° 2, “A las 7 de la noche del 30 de septiembre de 1887 la Logia masónica “Orden y Libertad” de Lima, reunida en sesión solemne y con el concurso de numerosas damas y caballeros, tributó un fervoroso homenaje de admiración y respeto a la memoria de quien fuera su ilustre miembro Q:. H:. Luis Vargas Torres, fusilado en Cuenca por el gobierno del Presidente Ecuatoriano Caamaño”.......Entre los asistentes figuraba el doctor Felicísimo López y López, exilado ecuatoriano en tierra limeña desde hacía dos años; a él lo eligen nuestros compatriotas para que conteste, agradeciendo la distinción que se rendía a Luis Vargas Torres y lo hizo en brillante discurso que salió publicado en los periódicos del Perú”.

El Q:. H:. Luís Vargas Torres, es uno de los mayores iconos del hombre libertario del Ecuador. Vivió apenas 27 años, pero fueron suficientes para dar un aporte extraordinario a la causa liberal y el país.

Al triunfar la revolución liberal del 5 de Junio de 1895 sus restos fueron trasladados a Guayaquil y en 1953 viajaron a Esmeraldas, a petición de esa Municipalidad y para honra del pueblo que le viera nacer. Hoy descansa en triunfo.

Su amigo, el político conservador, Ángel Polibio Chávez le describió así: “tenía la suavidad de un niño y el alma de un atleta, por eso cayó como un gigante.

En su honor se crea La Universidad Técnica de Esmeraldas Luis Vargas Torres, cuyas siglas son UTE - LVT, como Centro de Educación Superior Estatal creado mediante Ley N°. 70-16 del 4 de Mayo de 1970 y promulgada en el Registro Oficial N°. 436, de fecha 21 de Mayo de 1970.

También es fundada la B.·. R.·. L.·. S.·. “LUIS VARGAS TORRES” N° 17, perteneciente a la GRAN LOGIA EQUINOCCIAL DEL ECUADOR.

Este es un pequeño homenaje de su Madre Logia a un hijo ilustre de ORDEN Y LIBERTAD N° 2

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