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UN ANIVERSARIO OLVIDADO, 13 de Febrero nace Hno:. Faustino Sánchez Carrión - “El hombre más eminente de la emancipación peruana”

Por el Q.´.H.´. José Luis Silva Cueva
Gran Secretario de la Gran Logia del Norte del Perú

“El señor (Sánchez) Carrión tiene talento, probidad y un patriotismo sin límites”[1].
SIMÓN BOLÍVAR

En algunos momentos de la historia se presentan personajes de trascendencia excepcional cuyo sólo nombre la sintetizan. A tal dimensión de genialidades pertenece José Faustino Sánchez Carrión[2], un peruano de talla mundial, el principal ideólogo de nuestra emancipación: “Sánchez Carrión no sólo poseyó una mentalidad poderosa, sino y por sobre todo una subyugante gallardía espiritual. Ninguno de nuestros próceres ejerció nunca superior influencia en la República, él fue su creador y por lo tanto le imprimió huella perdurable, gracias a que fue un político de vocación[3].

José Faustino Sánchez Carrión fue, en palabras de Jorge Basadre, “El hombre más eminente de la emancipación peruana”[4]. Hijo ilustre del departamento de La Libertad hizo del amor a ella la razón de su vida. Nació en la “Muy ilustre y fiel ciudad” de Huamachuco, el 13 de febrero de 1787. Sus estudios iniciales los hizo en su propia casa, donde recibía las lecciones de Humanidades del padre Joseph Carrión. A los 15 años ingresó al Seminario de Trujillo, dirigido entonces por el padre Tomás González de Rivero. Dos años después vino a Lima, a estudiar en el Convictorio de San Carlos, regentado por Toribio Rodríguez de Mendoza. En dicho centro de estudios se formó en un ambiente marcadamente liberal.

Rodríguez de Mendoza lo invitó a ejercer la docencia, dedicándose por entonces a la enseñanza de Matemáticas y Filosofía, razón por la cual recién se graduó de abogado en 1819. El propio Virrey Fernando de Abascal tuvo noticias muy directas de las ideas innovadoras de Sánchez Carrión cuando lo escuchó al celebrarse el primer aniversario de la jura de la Constitución aprobada por las Cortes de Cádiz.

En 1819 el Virrey Pezuela ordenó que se le expulsará de la cátedra de Filosofía y de Digesto Viejo porque, según decían algunos españoles, debido a su causa... “hasta los ladrillos de San Carlos eran insurgentes”.

Contrajo matrimonio con Josefa Antonia Dueñas, con quien pasó breves momentos de felicidad. En un lapso corto de tiempo fallecen su padre y su esposa, quedando a su cuidado una hija recién nacida. Durante dos años Sánchez Carrión desaparece de la vida pública, agobiado por la tragedia familiar y la vigilancia virreinal. En ese lapso vivió en Sayán.

Su silencio se rompe abruptamente en 1822. Se discutía entonces la forma de gobierno que debería asumir el naciente Estado peruano. Dos proyectos distintos concitaban el interés público: por un lado los partidarios de la monarquía, encabezados por el propio general José de San Martín; por el otro los partidarios de la república. Sánchez Carrión deja de lado su meditado silencio y dedica su pluma así como su prestigio personal a difundir sus convicciones, enarbolando con pasión la bandera del ideario republicano. Entonces se enfrentó sin temores a Bernardo Monteagudo, al que combatió con todos los medios a su alcance, y a los monarquistas. Como nos señalaba el maestro Luis Alberto Sánchez, El Solitario de Sayán supo encarnar mejor que ningún otro de su tiempo la esperanza y el anhelo libertario de nuestra nación: “El más auténtico representante del pensamiento peruano había sido, antes de la reunión del Congreso, durante sus sesiones y bajo la dictadura de Bolívar, don José Faustino Sánchez Carrión”.

Electo Diputado por Trujillo y por Puno[5], integró el primer Congreso Constituyente del Perú, que se instaló el 20 de setiembre de 1822 en la capilla de la Universidad de San Marcos –ubicada en la plazuela de la Inquisición-, del cual llegó a ser Secretario. Rápidamente destacó por sus dotes parlamentarias, considerándosele como el principal redactor de nuestra primera Constitución Política (1823): “El 20 de setiembre de 1822, se comenzó a contar la época más grande de la vida de Carrión; la de su consagración absoluta a libertar el país. Su mérito le llevó de la mano a ocupar un asiento entre los representantes de los pueblos; y su sagrada vocación fue señalada por la instalación del Congreso. Carrión había nacido para declamar en público contra los vicios de la administración; para enseñar al pueblo sus verdaderos intereses y animarle a reclamar sus imprescriptibles derechos; para explicar el modo de contener el despotismo; y para poner en claro el gran pacto social deslindando las obligaciones recíprocas entre el soberano que manda y el ciudadano que obedece. Si jamás llegará el caso de instalarse un Congreso entre nosotros, quedara oculto para siempre uno de los dotes primeros que recibió Carrión de la madre naturaleza tan pródiga con él; la de hablar en la tribuna.

Carrión fue el primer secretario del soberano Congreso del Perú; y el individuo nato de todas las comisiones de entidad. Estuvo en la diplomática, en la legislación, en la de formar, por fin, la Constitución Política que debía hacer germinar las semillas productivas de la prosperidad general; cultivarlas, después, hasta lograr fructificasen; y conservar su fruto para siempre. Todas las desempeñó a satisfacción del Congreso pero esta última traspasó sus esperanzas; y mostró que había nacido, no sólo para reclamar del magistrado el cumplimiento de las leyes, sino también para dictarlas. La Constitución Política de la República Peruana es un monumento perenne de la gloria de Carrión; y cada uno de los artículos que encierra, es un rasgo brillante en su elogio. La corrección de su lenguaje, la belleza de sus ideas, la extensión de sus conocimientos, su genio sublime, su profundo juicio, su magisterio en penetrar el corazón del hombre para estudiar, en el, la ciencia de las pasiones, y su incorruptibilidad apoyada sobre los principios eternos de la equidad y la justicia; todo esto y mucho leerán los siglos venideros en las páginas de oro del código de la libertad[6].

Los aportes del Perú a la historia de la humanidad no se encierran en los límites de sus fronteras sino los trasciende ampliamente. Indiscutiblemente, antes de la llegada de los españoles fue el principal centro cultural en América del Sur, lo cual se demuestra por las numerosas culturas pre-incaicas y, sobre todo, por el Imperio de los Incas o Tahuantisuyo. Durante la colonia el Perú fue, junto con México, uno de los más importantes centros del poder hispano en el Nuevo Mundo.

Igualmente, durante la emancipación fue centro de gestación y difusión de los nuevos ideales libertarios. En dicho contexto general destacan sobremanera los planteamientos ideológicos de José Faustino Sánchez Carrión, quien en defensa de sus ideales que abrazó con verdadera pasión escribió en diferentes periódicos, principalmente en La Abeja republicana, el Tribuno de la República Peruana y el Correo Mercantil. Sánchez Carrión enarboló, quizás mejor que ningún otro de sus contemporáneos, el ideario republicano, la división de poderes y el federalismo –principal proyecto descentralista de la época- como alternativa de un desarrollo auténticamente nacional, a la vez que fue un fervoroso partidario de la integración hispanoamericana.

“Pero -hay que subrayar- es la rebelión de Túpac Amaru la que da la clarinada peruana en el continente con la primera subversión de tendencias evidentemente separatistas y ello se acentúa más adelante con las insurgencias de Tacna, Huanuco y el Cuzco, en 1814, cuyos caudillos criollos sacrificaron sus vidas por el ideal de la emancipación.

Las insurrecciones que estallan en otras zonas de América surgen aprovechando las circunstancias favorables de la época que se dejan anotadas y por la positiva influencia de corrientes ideológicas cuyos promotores son siempre peruanos. Allí es Olavide auténtico precursor de la revolución americana, y es él con Francisco Miranda, genial y activo, quienes siembran la fecunda ideología emancipatoria del primer gran visionario peruano, el ex-jesuita Vizcardo y Guzmán, en su famosa Carta a los españoles americanos.

Y es también el Perú, centro de la metrópoli hispana virreinal, el último baluarte que resulta indispensable abatir para poder alcanzar la anhelada independencia continental, la que habrá de resolverse en Ayacucho en 1824 y rubricarse con la caída del Real Felipe del Callao en 1826.

Y sigue, asimismo, la primogenitura peruana en la concepción republicana que cristaliza con la Constitución de 1823, cuyo mentor fue ese gran peruano que se llamó José Faustino Sánchez Carrión, cuando en las otras provincias americanas dubitantes regían directores supremos y jefes de ejército y hasta se admitía la posibilidad de la vuelta a los regímenes monárquicos.

Nuestra América Hispana- quiérase o no- surgió y se consolidó en el concepto constitucional democrático republicano por la fe inconmovible de Sánchez Carrión. Todo lo que siguió en la definición de tan magno proceso, fue sólo una consecuencia” [7].

A pesar de que Sánchez Carrión, como celoso partidario de la división de poderes, era opuesto a la concentración del poder en una sola persona, ante los fracasos de las huestes patriotas y la amenaza de la anarquía destructora que ponía en riesgo la independencia -y por ende la existencia del naciente Estado peruano abogó por la venida de Bolívar. Comprendía así que si la política es el arte de gobernar también es el arte de lo posible. Así, ante el grave riesgo que amenazaba al Perú, sin abdicar de sus ideales, actúa con realismo. Comisionado por el Congreso viaja a Guayaquil junto con José Joaquín Olmedo, en busca del Libertador.

“Sánchez Carrión, intérprete de los sentimientos de la mayoría de los legisladores peruanos, no titubeó, empero, cuando comprendió que la independencia misma se hallaba en peligro a causa de la presencia triunfante de numerosas y aguerridas tropas españolas en el territorio de la flamante República Peruana, no titubeó en hacer un cuarto de conversión temporal y, en unión de Olmedo, a quien Bolívar despojó de su mandato como miembro de la Junta de Guayaquil en 1822, pidieron al Congreso Constituyente que enviara una delegación a Quito para obtener de Bolívar que él mismo, no sólo el cuerpo de tropas que comandaba Sucre, pasará al Perú a fin de dar la batalla final por la emancipación de América. Sánchez Carrión y Olmedo hicieron una especie de viaje a Canossa y lograron que Bolívar accediera. Llegó a Lima el 1 de setiembre de 1823. Cuando el Congreso Constituyente, comprendiendo que se requería una sólida unidad de comando y cancelar las suicidas divergencias entre Riva Agüero, Torre Tagle y Sucre, resolvió suspender sus sesiones y otorgar la plenitud del poder (como Roma a Mario, a Silva, a Pompeyo, a César) al general Bolívar, Sánchez Carrión, sin abdicar de sus ideas, no sólo dio su voto sino que aceptó ser Secretario General del dictador[8].

A la llegada de Bolívar fue Sánchez Carrión el autor de la moción, aprobada por el Congreso, por la cual se le faculta al libertador a tomar las acciones pertinentes a fin de lograr la victoria de las huestes patrias. Poco tiempo después, el 10 de febrero de 1824, la presión de los acontecimientos hizo que el Congreso concediera poderes ilimitados a Bolívar. En Trujillo, el 26 de marzo de 1824, el libertador lo designó como su Ministro General, recayendo en él la conducción de la acción de gobierno. A dichas tareas dedicó toda la fuerza que su alma y su cuerpo contenía, demostrando prudencia y energía como estadista a la vez que difundiendo esperanza y optimismo en las huestes patrias. Su entrega a la causa libertaria lo llevó al Libertador Simón Bolívar a decir que: “El señor Carrión tiene talento, probidad y un patriotismo sin límites”.

Entonces reúne los fondos necesarios para el aprovisionamiento de las tropas, organiza al naciente Estado, difunde –a través de sus escritos- una fe ciega en la victoria y en el inicio de una nueva era, con un gobierno de carácter auténticamente popular. La admirable dimensión de su obra en las tareas de gobierno, en los difíciles días en que el naciente Estado peruano era amenazado por las entonces victoriosas tropas realistas y los riesgos de la anarquía, llevó a Luis Antonio Eguiguren a decir que: “Sin Carrión, leal representante de la autoridad y del patriotismo peruano, no habría existido la admirable organización que colaboró con firmeza hasta alcanzar el triunfo en las batallas decisivas de la libertad”[9].

Durante su gestión se crea la Universidad de Trujillo y se instala la Corte Superior de La Libertad. Indiscutiblemente, tales medidas, dispuestas en medio de las graves carencias económicas del momento y de las dificultades para lograr la victoria final sobre las aun poderosas huestes realistas, respondían a la intención de Bolívar y de Sánchez Carrión que reconocer el aporte trujillano y liberteño a la sagrada causa libertaria.

“La ciudad de Trujillo, declarada capital de la República, por decreto dictatorial de 26 de marzo, ha sido el punto céntrico del territorio independiente, y por decirlo así, la residencia virtual del Gobierno Supremo, conservándose de este modo la unidad del Estado, la comunicación entre las provincias y el ejército: y atendiéndose juntamente al orden de aquellos con la regularidad que no era propia de las circunstancias” [10].

A pesar de encontrarse muy enfermo -por el reumatismo y los cólicos- atravesó una y otra vez los Andes, a lomo de bestia, para reunirse con el Libertador o para tomar las decisiones necesarias en el terreno mismo de los acontecimientos. Con cuánta razón le había escrito a Bolívar... “he de morir trabajando” y así lo encontraría al final de sus días el ángel de la muerte: trabajando, trabajando por la causa libertaria, trabajando por la afirmación de nuestra independencia y del derecho de los peruanos a decidir nuestros destinos.

En octubre de 1824 Bolívar lo designa Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores. En diciembre se encuentra en Lima para realizar, junto con Bolívar, la convocatoria al Congreso de Panamá, tarea en la que, como recordara Raúl Porras, puso tanto esfuerzo y entusiasmo: “Principal impulsor del Congreso, Sánchez Carrión no descansa hasta su muerte, acaecida en junio de 1825, en su actividad organizadora insistiendo ante los gobiernos de América en la designación de sus plenipotenciarios. En prueba de su decisión designa a los plenipotenciarios peruanos, don Manuel Lorenzo de Vidaurre y don José María Pando, los que el 5 de junio de 1825 se embarcan en Chorrillos, con dirección a Panamá, un año antes que las demás naciones se decidan a nombrar sus representantes” [11].

El Congreso de la República lo honró declarándolo Benemérito a la Patria en grado heroico y eminente, mientras que, por otro lado, Bolívar lo hizo su principal colaborador, designándolo también como Vice-Presidente del Consejo de Gobierno. En febrero de 1825 el Libertador lo nombra vocal de la Corte Suprema de Justicia, sin embrago, rápidamente la enfermedad lo va consumiendo y, en marzo, ya no puede mover la mano para firmar. Se nombra un Consejo interino presidido por Hipólito Unanue. Entonces renacieron las esperanzas en su curación al producirse una mejora en su salud. Viniendo de regreso a Lima súbitamente se agravó. Falleció en Lurín, cuando apenas contaba con 38 años de edad, en la casa hacienda de la Congregación de San Felipe Neri, el 2 de junio de 1825.

“El mas significativo de los ideólogos peruanos en los momentos de la lucha por la independencia, José Faustino Sánchez Carrión, destaca dentro de la literatura de aquellos años, tanto en sus Cartas firmadas con el seudónimo de El solitario de Sayán, como en los discursos parlamentarios, de una oratoria vibrante pero a la vez plena de orientación definitivamente republicana. Ya Sánchez Carrión había destacado en el Colegio de San Carlos por varios motivos vinculados al movimiento liberal.

Como poeta cantó a Baquíjano y Carrillo en versos quintanescos, con adjetivos y frases que habrán de ser usados en las canciones a que hemos hecho referencia hasta la composición del Himno Nacional del Perú en 1821: «horrible cadena»,«grato estruendo», «santa libertad» y «poderosa Lima», serán utilizados por Sánchez Carrión en ese poema compuesto entre las fiestas con que se celebra a Baquíjano como consejero de la corona española, en 1812. En el campo de la literatura política, la Carta del Solitario de Sayán (la primera) es pieza fundamental en el orden del pensamiento de la independencia y continúa el proceso lógico que iniciara la Carta de Vizcardo proclamando la necesidad de la independencia y que continúa El Solitario de Sayán estableciendo la imperiosa obligación de la República. Larriva escribiría que debía guardarse aquella «carta» «En los archivos de la revolución al lado de la historia de las grandes campañas» para que se vea «que la pluma trabajó también como la espada en la fundación de la República». Y en cuanto a su oratoria política, que el mismo Larriva alabara tanto –«había nacido para declamar en público»-, Porras Barrenechea decía: «El numen de Olmedo sólo hallará correspondencia en la voz tremante de patria y plena de arranque tribunicio de Sánchez Carrión en el Congreso Constituyente, levantándose para sostener lúcidamente la teoría de la división de los poderes o conjurar el espectro de la tiranía agazapado tras el poder unipersonal o cuando suena como chasquido de látigo en la prosa vibrante de El Solitario de Sayán para desbaratar los planes monárquicos de Monteagudo, fustigando la adulación y el servilismo y haciendo el férvido elogio de la dignidad y la virtud republicanas». Es la suya indudable voz de resonancia romántica” [12].

El presente trabajo tiene como principales antecedentes las recopilaciones realizadas por Neptalí Benvenutto[13], Luis Antonio Eguiguren[14] y el trabajo conjunto de Augusto Tamayo Vargas y César Pacheco Vélez[15], los cuales han servido de base –junto con otros documentos y libros que se citan- para la presente selección.

Vale la pena recordar la contundente afirmación de uno de estos estudiosos, César Pacheco Vélez, sobre el Solitario de Sayán: “José Faustino Sánchez Carrión es realmente el prócer y la figura civil más representativa a lo largo del proceso de nuestra emancipación. Por su ciclo vital, pertenece a la segunda generación de los precursores, a la de los discípulos de Baquíjano y Rodríguez de Mendoza que llegan a la guerra separatista y colaboran con los libertadores. Por la sostenida acción política, desde las primeras conspiraciones limeñas hasta las campañas finales de la independencia, representa nuestra patria vieja, de los días del «sino adverso pero el ánimo invicto» de los patriotas a las jornadas americanas de la victoria final y de la gloria. Por su pensamiento político –que sigue un proceso coherente desde el constitucionalismo fidelista de la Oda de 1812 al liberalismo republicano y jacobino de 1822 y hasta los documentos de la convocatoria al Congreso de Panamá, que llevan su impronta- representa la posición más revolucionaria de los patriotas conspiradores y la visión más lúcida del destino de América junto a los grandes libertadores. Y, en fin, por el estilo todo de su vida, breve e intensa, generosa y llena de idealidad, expresa, mejor acaso que ninguno otro de nuestros próceres de la emancipación, el espíritu romántico de su tiempo”[16].

Para terminar estas breves líneas sobre José Faustino Sánchez Carrión, intentando resumir sus apenas 38 años de existencia podríamos decir que:

Su vida fue una campaña, la de la independencia del Perú.

Su entrega al país lo consagró Benemérito de la Patria en grado eminente y heroico.

Su honestidad, como funcionario público, hizo en él de la pobreza su mejor bandera.

Su fidelidad a los ideales democráticos lo convirtió en Defensor de la República.

Sus indiscutibles méritos como orador y parlamentario, lo transformó en El Tribuno de la República.

El dramatismo de su vida personal y familiar, lo hizo El Solitario de Sayán.

Recordemos una frase suya de renovada actualidad: “Yo quisiera que el gobierno del Perú fuese una misma cosa que la sociedad peruana, así como un vaso esférico es lo mismo que un vaso con figura esférica”.


[1] SIMÓN BOLÍVAR, Carta a Santander, 23 de febrero de 1825.

[2] Véase, LEÓN PEZUTTI, Luis. Apuntes Históricos Masónicos. El Prócer Olvidado. Lima, CIP, 1935, 275 pp.; CENTURIÓN VALLEJO, Héctor. José Faustino Sánchez Carrión: El Ministro del Libertador. Trujillo, UNT, 1984, 227 pp.; y, José Faustino Sánchez Carrión en: MENDOZA SILVA, Eduardo. Historia de la Masonería en el Perú. Masonería Pre-Republicana, pp. 206-212; GRAN LOGIA DEL PERU, Edición Extraordinaria, 1996, pp. 42-43; y, CONGRESO DE LA REPUBLICA. En Defensa de la Patria: José Faustino Sánchez Carrión. Lima, Fondo Editorial del Congreso de la República, 2001. Sobre su actividad masónica, fundó el 05 de marzo de 1822 la Logia “Orden y Libertad” N° 2, de la cual fue su primer Venerable Maestro.

[3] VALDIVIESO GARCÍA, Alfredo. Homenaje a Sánchez Carrión. Bicentenario de su nacimiento (1787-1987), Trujillo, 1987, p. 7.

[4] BASADRE, Jorge. Historia de la República. 8ª ed., Lima, La República, 2000, T. I, p. 48.

[5] El sistema electoral que se utilizó permitió esta doble elección. Los diputados que representaban a los departamentos ocupados aún por los realistas fueron elegidos provisionalmente en Lima entre los naturales residentes en la capital. Sánchez Carrión concurrió a la instalación del Congreso y juró como Diputado por Puno. El 16 de octubre de 1822, a propuesta de la Comisión de Poderes, el Congreso decidió que representara a Trujillo, como Diputado propietario elegido por este departamento

[6] José Joaquín LARRIVA, Necrología de Sánchez Carrión. En la obra de Augusto TAMAYO VARGAS y César PACHECO VÉLEZ, José Faustino Sánchez Carrión, Colección documental de la independencia del Perú, Lima, 1974, T. I., Vol. 9, p. 19.

[7] Felipe DE LA BARRA, Prólogo a El Perú y su independencia, Lima, 1970, Vol. I, p. XV-XVI.

[8] SÁNCHEZ, Luis Alberto. La evolución cultural de América y su influencia en la emancipación peruana. En Quinto Congreso Internacional de Historia de América, Lima, 1972, T. III, pp. 377-378.

[9] EGUIGUREN, Luis Antonio. Sánchez Carrión, Ministro General de los negocios del Perú, Lima, 1954.

[10] Memoria leída al Congreso Constituyente, en la sesión pública del día 12 de febrero de 1825, por el doctor don José Sánchez Carrión, Ministro de Estado en el Departamento de Gobierno y Relaciones Exteriores.

[11] PORRAS BARRENECHEA, Raúl. El Congreso de Panamá (1826). Colección documental de la independencia del Perú, Lima, 1975, T. XIV, Vol. 4°.

[12] TAMAYO VARGAS, Augusto. La literatura en el tiempo de la independencia. En La independencia nacional, conferencias organizadas por la Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú, Lima, 1970.

[13] BENVENUTO, Neptalí. JOSÉ FAUSTINO SÁNCHEZ CARRIÓN. Lima, 1930, Tomo I.

[14] EGUIGUREN, Luis Antonio. Sánchez Carrión, Ministro General de los negocios del Perú, Lima, 1954, 2 tomos.

[15] TAMAYO VARGAS, Augusto; PACHECO VÉLEZ, César, José Faustino Sánchez Carrión. Colección documental de la independencia del Perú. Los Ideólogos, Lima, 1974, Tomo I, Vols. 9º y 10º.

[16] TAMAYO y PACHECO, op. cit., Vol. 9, p. XXXV.

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