Por FABIAN VELEZ PEREZ
M:.M:.
Resp:. Log:. Mix:. Obreros De La Libertad # 11
Federación Colombiana de Logias Masonicas
Oriente de Barranquilla
Loa hechos indican algo irrefutable: La asfixia intelectual a la que estaba siendo sometida la masonería colombiana esta terminando.
Suena extraño referirse en esos términos a una institución histórica que a lo largo de los años ha sido ejemplo de libertad y fraternidad, con miembros destacados en el ámbito profano, ya fuera en la política, en las ciencias o en las artes y ni digamos en las letras.
Pero para entender esto, debemos remontarnos, sin profundizar en detalles, a los años 70, cuando la Orden en Colombia estaba prácticamente unida, siguiendo una sola corriente ideológica y además solida, financieramente hablando.
Dos décadas después, ya encontramos una masonería fraccionada, templos arruinados, talleres abatiendo columnas, y HH:. renegando de su membrecía, prefiriendo permanecer en sueños a participar de logias sin brújula, con miembros dedicados a esquilmar el tesoro del taller.
El panorama era desolador: aquí y allá se formaban Grandes Logias de efímera duración, se creaban y desparecían talleres cada día, y el numero de miembros bajó de forma ostensible, evidenciándose un descenso alarmante en el numero de solicitudes de ingreso.
Fue terreno fértil para que surgiera el caudillismo masónico, donde uno o varios HH:. se afincaron en los cargos directivos de los diferentes Orientes, rotándose las grandes maestrías y las veneraturas, ahogando a punta de mallete cualquier voz disidente a sus designios.
La masonería se convirtió entonces, en Colombia, en una figura hueca donde, contadas excepciones, se repetían las liturgias de manera mecánica, sin profundidad alguna, y el estudio se limitaba a la simbología masónica, sin dejar a los nuevos aprendices la posibilidad de opinar, disentir o cuestionar.
La fraternidad se entendió como compadrazgo, la solidaridad como complicidad y el auxilio a los hermanos necesitados como premio al apoyo electoral.
Mientras tanto, los templos se venían abajo, tanto en lo físico como en lo intelectual.
Y entonces llegaron las aves de rapiña dispuestas a devorar al moribundo, sagaces encantadores de serpientes que con cantos de sirena anunciaban nuevos vientos, nuevos cambios, para finalmente mantener todo igual pero teniéndolos a ellos como protagonistas.
Se perdió toda una generación de masones, al punto que hoy, ya casi completada una década del siglo XXI, siguen sonando en muchos Orientes los mismos nombres de aquellos HH:. que se hicieron al poder cuando quien escribe era apenas un niño y que de forma delirante, desde sus lechos de muerte, sirguen queriendo dirigir los destinos de la Orden, luego de haber masacrado intelectualmente las bancas de aprendices y compañeros y destinado al fracaso las cámaras de los altos grados, gracias a un egoísmo material y a una ceguera intelectual tan grandes, que solo son comparables al tamaño de sus egos.
Se perdió la solvencia económica, los bienes de la Orden se despilfarraron y en últimas, a fuerza de decretos, se comenzó a estrangular a la Orden misma. Las irradiaciones estaban a la orden del día y fueron tantas, que los gabinetes de los Grandes Maestros mas parecían un laboratorio de pruebas nucleares.
La tolerancia se hizo escasa y el dogmatismo y el fanatismo se atrincheraron defendiendo la intolerancia, en beneficio de los reyezuelos de salón que convirtieron las dignidades masónicas, en remedo del despotismo ilustrado europeo.
Al paso de esta situación, algunas disidencias tuvieron mejor fortuna que otras, ciertas Grandes Logias alcanzaron alguna resonancia, pero el cáncer estaba latente y la bestia solo esperaba, agazapada, que el momento fuera propicio para dar el zarpazo, arrastrando hacia el abismo a estas nuevas obediencias que, en su afán de liberarse de los yugos, no se percataron que en su interior aun persistía el germen que estaba matando a la Orden.
Y de pronto, cuando nadie lo esperaba, en medio de las cenizas y la oscuridad surgió una nueva llama, tenue al principio, pero firme en intensidad; una luz al final de un túnel que sin seducir a nadie, esperó a que nos acercáramos a ella, para descubrir, con gran sorpresa de nuestra parte, que este nuevo fulgor mostraba el camino del cambio.
Comenzaron a surgir nuevos talleres, y algunos antiguos y en fase terminal han revivido como el fénix para retomar las armas del intelecto; muchos HH:. en sueños despertaron y otros renovaron sus ideales y se pusieron en línea de batalla para volver a la lucha en pro del ignorante y en contra del ambicioso, desenmascarando a los hipócritas.
Hoy, cuando renovamos nuestros cuadros directivos, tenemos en mente ese brillo, esa luz que indica renovación, cambio y superación, una trilogía de ideas que deben ser nuestras banderas, al lado de la libertad, la igualdad y la fraternidad.
No podemos permitir que nuevamente campee en los talleres ese sentimiento egoísta y pretensioso que dio al traste con casi un siglo de historia masónica en Colombia; tampoco podemos permitir que los individualismos lideren los movimientos masónicos y mucho menos, que el caudillismo renazca al interior de los templos.
Debemos propugnar por la independencia ideológica, por la libertad de conciencia y por la búsqueda de la igualdad, para por ese camino, conseguir que los ideales masónicos prevalezcan sobre las taras humanas.
Recibid todos un TAF:.