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Entrevista a Gustavo Vidal Manzanares, autor de “18 semblanzas masónicas”

Por Javier Montilla(*)

Gustavo Vidal Manzanares analiza sin pelos en la lengua en su último libro las personalidades de los grandes personajes históricos que pertenecieron a logias masónicas y que influyeron en el devenir de la historia de la humanidad.

La obra Masones que cambiaron la historia. 18 semblanzas masónicas es una reivindicación de una institución que en palabras de su autor ha sido calumniada, vilipendiada, manipulada y difamada.

Masones que cambiaron la historia, es tu última obra y quizás la que más controversia ha tenido. ¿Por qué crees que la masonería cambió la historia y, por ende, el mundo?

La masonería, en algunos lugares y épocas, ha ejercido una influencia venturosa y se ha presentado como un oasis de bienestar frente al fanatismo y el atraso.

Pensemos, por contra, en el siglo XVIII español. La nobleza y la Iglesia católica abortaban cualquier atisbo de progreso. Enfrente, la Francia ilustrada, tan imbuida de la filosofía masónica de libertad, igualdad, imperio de la razón… esto creo que muestra cómo las ideas masónicas pueden moldear la sociedad: libertad, librepensamiento, igualdad, uso de la razón… frente a ello, la moralina, la superstición, la intolerancia.

Por otra parte, en los acontecimientos cruciales de la humanidad siempre ha habido masones: las primeras declaraciones de Derechos, la lucha contra la esclavitud, el sufragio universal, la Ilustración, hitos científicos como la moderna neurología o el descubrimiento de la penicilina, la creación de organizaciones como la Cruz Roja, la Sociedad de Naciones, la Unión Europea… Sin duda han sido muchos los masones que, a lo largo de los siglos, han ejercido una enorme influencia positiva en el devenir de la humanidad. Y eso, los amantes del oscurantismo no nos lo perdonan.

¿De dónde surge ese odio que existe hacia lo que significa la masonería?

Matizo esa afirmación. En lugares con larga tradición democrática como EEUU, Francia o Inglaterra no hay odio, sino que ser masón constituye un timbre de gloria. “Curiosamente” la masonería es abominada por algunos sectores de países donde no hay democracia o esta es reciente.

A su vez, las injurias a la masonería proceden de grupos y personas llenas de odio. No solo aborrecen la masonería sino que suelen ser machistas, xenófobos, homófobos…

Respecto al origen del odio, básicamente brota del fanatismo. La semilla del fanatismo germina al adoptar una actitud de superioridad moral, quieren “liberarte del error” o “salvar tu alma” y no admiten que los demás puedan tener una brizna de razón. Ellos se consideran depositarios de la verdad, a veces de “verdades eternas”.

Te pongo un ejemplo: ¿Tú te imaginas a Bin Laden iniciado en la masonería? Claro que no. Seguramente él quiere “sacarnos del error” y acabar con esas “barbaridades” de los Derechos de la mujer, el pluralismo, la libertad de opinión…

Pero no pensemos que todos los sectarios ponen bombas. Muchos se disfrazan de tolerantes aunque, con frecuencia, se muestran sarcásticos e hirientes con quienes no opinan igual. Y esto es lógico, la masonería implica aceptar que el de enfrente pueda tener razón, que no hay dogmas inamovibles… y el dogma es el oxígeno del fanático. La masonería, sin embargo se viste de la seda del relativismo.

Y el relativismo o librepensamiento colisiona contra el fanatismo. Podemos comprobar que quienes más crispan, insultan y vociferan suelen ser los más sectarios. Y es normal porque desde posturas sectarias se piensa que fuera de la secta no hay salvación. Al fanático le provoca irritación intelectual, no el hecho de discrepar, sino el hecho de que se argumente desde fuera de sus ideas, y por eso siempre nos odiará.

Sin embargo, quien está honestamente convencido de sus ideas, quien además de ideas cultiva ideales, no solamente no le importa compartir planteamientos del antagonista, sino que, al contrario, disfruta con ese diálogo, se enriquece con otras ideas. Esto, en gran medida, es la masonería y por eso nos odian.

Por otra parte, ideas empapadas de masonería como laicidad, igualdad de género, respeto e integración de las distintas opciones sexuales, ampliación del concepto de matrimonio y familia, protección a la mujer y a los más débiles o rechazo al dogmatismo, tambalean débiles cimientos ideológicos.

Esto, sin duda, puede generar inseguridad en mentes alérgicas al librepensamiento. La inseguridad conduce al miedo, y el miedo desemboca en la agresividad. De la agresividad al odio no media ni una pulgada. Por estos motivos opino que algunos nos odian.

De hecho, una gran parte de la derecha española piensa que la masonería en España fue un nido de corrupción, de intrigas y de prácticas antidemocráticas…

Muy al contrario, la masonería fue “responsable” e impulsora de la democracia. Incluso cuando ser demócrata equivalía a resultar perseguido.

Respecto a la derecha española, no creo que ellos, precisamente ellos, se encuentren en situación de señalar a nadie. La historia de España es la historia de una nobleza inútil y corrupta apoyada por una Iglesia dañina e hipócrita. Por no hablar de otros estamentos como el militar. Desgraciadamente, se ha echado en falta una clase media burguesa e ilustrada como en Francia e Inglaterra. De manera que la derecha española ha sido corrupta, torpe, dañina y antidemocrática, al menos hasta hace bien pocas décadas cuando se “convirtieron a la democracia”.

Pero, entrando en el fondo del asunto, seguramente se han iniciado personas indignas de ceñirse el mandil masón. Pero, a la gente así la expulsamos o los pedimos educadamente que se vayan.

Te pongo un ejemplo. Nosotros expulsamos a Augusto Pinochet, incluso antes del golpe de Estado, al considerar que era un déspota. Bien, cuando ya era un dictador sanguinario fue recibido obsequiosamente por Juan Pablo II. Creo, por tanto, que nuestra exigencia moral es superior a la de todos esos hipócritas.

Eres de los que piensan que la izquierda es moralmente superior que la derecha. ¿En qué te apoyas para afirmarlo?

En primer lugar, ser moralmente superior a la derecha española no es muy difícil. Pensar en la derecha española histórica es pensar en caciquismo, corrupción, palizas de la Guardia Civil, latifundios, miseria obrera, guerras absurdas donde solo iban pobres mientras los ricos pagaban su exención, atraso con respecto a Francia o Inglaterra, omnipresencia de una religión asfixiante, incuria educativa y científica… Realmente, la altura moral de nuestra derecha jamás fue superior a la de un pederasta, aunque con la democracia andan más sujetos.

Además, un abismo infranqueable separa los postulados de la izquierda y la derecha. Así, la izquierda ha sufrido persecución, prisiones y muerte por defender la jornada laboral de ocho horas, el salario mínimo, las vacaciones pagadas, la igualdad de sueldo para ambos sexos, la educación y sanidad públicas y universales, la ampliación de derechos a los homosexuales, el respeto al medio ambiente…

Por el contrario, los conservadores no solo se han opuesto, mientras han podido, a lo anterior, sino que sus actuales “recetas” rebosan de píldoras venenosas como la educación “a dos velocidades” (una para acomodados y otra para inmigrantes y familias modestas), la sanidad privada, el empleo precario, el “despido libre” (salvo para ejecutivos torpes que gozan de contratos blindados), el recorte en servicios públicos, la entrega a manos viscosas de servicios esenciales para los ciudadanos, la agresión al medio ambiente… ¿Cómo no proclamar que la izquierda es moralmente superior a la derecha?

¿Qué papel cree que tiene que tener la izquierda del siglo XXI, con una sociedad cada vez más derechizada?

Aquí no me extenderé para no dar ideas al “enemigo” pero creo que la izquierda ha de ser fiel a sus ideas de sobra conocidas.

A su vez, hay que atacar con todas nuestras fuerzas a la “sociedad de mercado” que es algo muy distinto de la economía de mercado.

Si algo se ha demostrado en estas fechas es la falacia del neoliberalismo. Sin embargo, la izquierda tiene un gran problema de comunicación, nuestros proyectos no llegan a la gente en medio del ruido mediático y social de la derecha. Para esto último tengo buenas soluciones, pero está por ver que en el partido me hagan caso.

¿Qué te parece la última campaña de la Iglesia Católica, contra el aborto?

A todo lo que hace la Iglesia católica hay que buscarle un sentido oculto, una doblez, ya que jamás muestran con limpieza sus bazas. Dado que durante los años de Aznar estuvieron callados como sepulcros (blanqueados, por supuesto) solo puede deducirse una maniobra política de desgaste al gobierno. Ahora bien, están siendo astutos al presentarse como “provida”. De esta forma hacen creer que los demás estamos a favor de la muerte. Nada más lejos de la realidad. Todos estamos a favor de la vida y consideramos que el aborto es terrible… pero alguna solución hay que darle… ¿Cuál, prohibirlo?, ¿volver a la clandestinidad?, ¿encarcelar a mujeres y médicos?…

Ellos silencian esto último y se esconden tras bellas palabras, como han hecho siempre. Mientras, prohíben los anticonceptivos y se callan ante la pena de muerte como se callaron cuando desde sus terminales mediáticas se defendía la masacre de Irak. Y es que no ofrecen alternativas, salvo la abstinencia (que se abstengan ellos) o una natalidad desaforada.

Posiblemente suspiren por una situación como la de Andorra donde el aborto está prohibido pero el aire se encuentra infectado del dinero negro de la corrupción. Sí, esto les encantaría: hipocresía, dinero negro, moralina, corrupción… es su hábitat.

Para finalizar, ¿Crees que la literatura tiene un papel importante en dar voz a los que no la tienen? Me refiero, a los marginados, a los oprimidos, a las minorías…

No, lamentablemente no. Pero si puede posibilitar que algunos nos demos a conocer. Si nos juntamos unas cuantas personas conocidas que no nos dejamos corromper y que defendemos nuestras ideas sin miedo ya es otra cosa. Ahí si puede hacerse algo. Otra cuestión es si nos lo permiten o nos van cerrando puertas para que nadie nos conozca.

(*) FUENTE: DIARIO EL LIBRE PENSADOR

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