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DEBERES Y DERECHOS DEL VENERABLE MAESTRO DE UNA LOGIA


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La Leyenda alegórica de HIRAM enseña a los masones que el orden y la armonía son tan necesarios en la construcción de las obras materiales, como en la constitución de las sociedades humanas; que el hombre sólo o aisladamente no puede nada sino cuenta con la cooperación o el auxilio de los demás; que si los principios de libertad y de igualdad practicados entre los Masones acusan unos derechos indisputables, también imponen deberes imprescriptibles. Esa Leyenda, con la catástrofe y la apoteosis que la terminan, pone de manifiesto a la vista de los iniciados las verdades, esencialmente universales que la Masonería como depositaria debe transmitir a sus adeptos.


La Masonería es una obra de edificación moral e intelectual –como lo indica el emblema del Templo de Salomón- debe preconizar la instrucción, el progreso, el conocimiento y la verdad. Su doctrina es un conjunto de ideas altamente beneficiosas para el perfeccionamiento individual y el de la sociedad humana. En consonancia con esas ideas trata de destruir la ignorancia con el objeto de hacer desaparecer las pasiones del fanatismo y de la superstición, los odios ciegos y las guerras; tratando al mismo tiempo de esparcir los conocimientos y la instrucción necesaria para que el hombre, con su libre arbitrio y conciencia ilustrada, pueda desenvolverse en la vida con menos incertidumbre.


El simbolismo de la masonería gira en torno de la idea de construcción. ¿Qué se debe hacer, necesariamente, antes de construir un edificio? Delimitar el terreno en el cual se echarán los cimientos. Delimitación efectuada con mojones, que en nuestra Orden son los Landmarks y los Antiguos Cargos. Pero ambos no tratan de afirmar un dogma, sino de situar un pensamiento dentro de límites establecidos e infranqueables, y mientras nos mantengamos dentro de esos límites estaremos sólidamente unidos en la cadena masónica.


El simbolismo nos enseña que los masones edifican, pero no destruyen; iluminan pero no incendian; tratan de convencer pero no pretenden imponer sus ideas, y lejos de rechazar de su seno a ciertas creencias u opiniones, mientras no estén en discordancia con la moralidad de sus principios, les abre los brazos a todos, dándoles asilo en su templo universal y fraterno; porque la Masonería se nutre de las distintas corrientes del pensamiento humano y no busca la uniformidad de opinión, a la Orden le interesa la unidad de espíritu de sus miembros. Que cada uno afirme su propia personalidad de acuerdo a su particular concepción del mundo y de la multiplicidad de formas del pensar. De sus integrantes adquiere conocimientos y les enseña a convivir en armonía, haciendo de la Logia una pequeña representación del mundo, con hombres que viven en tolerancia con quienes profesan ideas diferentes. Si eso aprendemos dentro de la Logia resultará fácil trasladarlo a la vida profana, con los inmensos beneficios que tal actitud representa. La Masonería es una asociación de paz y progreso que procura la instauración de todas las libertades tratando de que en el mundo exista la verdadera igualdad y que todos los hombres se consideren como hermanos. No combate la religión, porque estima que mientras haya hombres que tengan creencias, estas deben ser respetadas.


Estos conceptos son algunos de los puntos en que deben basar su función los VV. MM. en sus Logias; teniendo en cuenta que fundamentalmente la función del Venerable debe ser docente.


El masón que posee el 3er. Grado adquiere la plenitud de los derechos masónicos y por lo tanto el de ser elegido Venerable de su Logia. Quien preside una Logia debe tener la suficiente lucidez para comprender la naturaleza de las obligaciones, expresas o implícitas, que contrae al aceptar el cargo. Dada la importancia de la Veneratura y los conocimientos que se requieren, el Estatuto y los RR. GG. imponen como condición indispensable que el H. elegido posea una antigüedad mínima de tres años en el Grado de Maestro. Deberá tener una instrucción superior y ser prudente e ilustrado. De su acierto en la dirección y gobierno, depende el porvenir de la Logia, y por ende la importancia y significación de la Orden. Tendrá siempre presente que el mallete que se le entrega como signo de autoridad, ha de servir de contrapeso en la balanza de la justicia para que ésta triunfe y no para que resulte perjudicada. Se debe presumir que un maestro de mediana inteligencia habiendo ejercido los cargos subalternos cuando llega a V. M. se encontrará en condiciones de desempeñar con exactitud y propiedad la dirección de la Logia. Si no es así su función será desacertada.


Tenemos el derecho de esperar algo más que frases aprendidas de memoria. El V. M. ha de poseer y ha de poder comunicar aquellos conocimientos acerca del significado y origen de nuestras ceremonias, que si no son explicadas, pueden parecer frívolas, fastidiosas o ininteligibles para los HH. Las ceremonias tienen por objeto despertar una racional curiosidad y siempre, cada una de sus partes, poseen una profunda significación, pues la Masonería enseña sus preceptos morales por medio de actos simbólicos. Pero se necesitan explicaciones para comprender ese sentido, y se supone que el V. M. puede enseñar el trabajo masónico a sus HH.- No debemos olvidar que la masonería es un oficio que se aprende con estudio, perseverancia, tenacidad y esfuerzo. De ahí la necesidad que los VV. MM. conozcan en profundidad y extensión las reglas del arte.


Y así llegamos al punto que consideramos más importante: El V. M. DEBE ESTAR CAPACITADO PARA ENSEÑAR, debe poseer una completa ilustración sobre la Historia, la Legislación y el Ceremonial de la Orden. Un V. M. poco ilustrado, que no conoce el oficio, es quien mas empaña el brillo de la Masonería y resulta más perjudicial que los enemigos declarados de la Orden, que en vano se han esforzado en difamarla.
Esperamos que comiencen a prevalecer ideas mas justas; que los VV. MM. tomen conciencia de la responsabilidad que se les ha confiado, de la importancia que el cargo reviste y, siendo así, este recobrará la consideración y valor que le son característicos.


Los derechos del V. M. no tienen efecto sino hasta su instalación. Una vez instalado su autoridad llega a ser absoluta en su Logia, aunque el ejercicio arbitrario de la función, tiene penalidades que pueden ser aplicadas por la Gran Logia. Se presume que sus Hermanos han elegido aquel en quien pueden confiar plenamente, y que su conducta no ha de ser tiránica ni caprichosa; por lo tanto, conforme a la inmemorial ley masónica, tiene derecho a la obediencia, y debe ser obedecido. Al elegirlo sus HH. le han dado, en cuanto de ellos depende, un derecho incuestionable a presidir la Logia durante el período de su cargo, por lo que no pueden removerlo, ni suspenderlo, ni censurarlo, ni destituirlo de sus funciones, ni impedirle que las ejerza. No pueden obligarlo a abrir, ni a cerrar ni a suspender la Logia. El hace todo esto por propia voluntad, como lo prueban suficientemente nuestras fórmulas de apertura y cierre; y aquí deseo recalcar cuan prácticamente útiles son estas antiguas fórmulas, que muchas veces oímos sin mayor atención, cuando no las obviamos, dejando de cumplir con una de las primeras obligaciones que es la observancia estricta del ritual.
Todo V. M. debe insistir en que se observen rigurosamente y se repitan con escrupulosidad en su Logia, sin acortarlas ni alterarlas.


Hay ciertas materias que el V. M. debe decidir bajo su propia responsabilidad, y sobre las que no necesita proponer ninguna cuestión a la Logia.
Estas son: todos los puntos de orden; esto es los asuntos que serán tratados en la tenida. Lo relativo al ceremonial, el cumplimiento del ceremonial y la manera de realizarlo. Lo concerniente a la ley masónica y la disciplina y aquellos puntos en los que esté comprendido el arreglo de los asuntos de la Logia. En todo esto debe determinar según la concienzuda idea que tenga de lo que es justo, por urgentemente que se le insista sobre lo contrario: si no lo hace así, no es digno de su puesto. Y a sus decisiones en estas cuestiones todos deben someterse de buen grado.
NO DEBE HABER ALTERCADOS, protestas, ni disputas entre el V. M. y los integrantes de la Logia, en nuestro interés común está el sostener esta autoridad incólume; la conservación de la armonía y el orden debe ser uno de nuestros principales fines.
Pero el V. M. es siempre responsable ante la Gran Logia, y a ella debe dirigirse toda queja bien fundada contra él. Entonces es su deber someterse a la decisión final del cuerpo o autoridad correspondiente.


En una Logia bien armonizada hay campo muy amplio para el ejercicio de la inteligencia, y el Venerable pronto se dará cuenta que necesita algo mas que el conocimiento de las leyes y usos masónicos para cumplir bien con sus deberes. Debe conocer sus propios límites, para no invadir los derechos de sus HH. , de los que debe siempre mostrarse muy cuidadoso. Su accionar no debe dar lugar a que se tache su conducta de parcialidad; de él dependen también, en gran medida, la paz, la armonía y la dignidad de su Logia. Debe cuidar que todo Hermano recién iniciado o ascendido se instruya suficientemente en todo lo esencial a su grado. Ha ido en pos de la luz de los conocimientos y tiene derecho a recibirla pura y completa de aquellos que tienen el deber de comunicársela.


Debemos mencionar, como función ineludible del V. M. ante su Logia, que nunca será poco insistir en el imperativo categórico que obliga a cada masón a observar y mantener una conducta decorosa y noble en su vida masónica y profana; que ha de expresarse en efectiva lealtad a nuestra Institución, -adhesión a sus principios- y amplio espíritu de abnegación y filantropía, en pleno conocimiento de lo que entraña la condición masónica, y con clara conciencia de los deberes humanos e iniciáticos, para que con ellos la vida masónica y profana se deslicen en libertad y sin otras limitaciones que las reclamadas por la preservación, defensa y reafirmación de la democracia y engrandecimiento de la Francmasonería.


A nosotros nos toca vivir una época difícil, llena de sinsabores y frustraciones. Es este un momento en que todos estamos preocupados por la realidad de un mundo profano convulsionado por toda suerte de problemas –que Uds. conocen muy bien porque los viven a diario- . Ante ese panorama el V. M. no debe permitir que el fragor de las luchas profanas, cargadas de odios, rencores, enconos y vehemencias llegue a nuestros templos. Ellas no deben perturbar la serenidad y tolerancia que reina en Logia, permitiendo a sus miembros convivir en un ambiente que les permita expresar sus opiniones en la certeza absoluta de que, quienes les escuchan, lo hacen con respetuosa deferencia, con cálido afecto y con fraternal comprensión.


Pero se debe comprender claramente que no se trata de eludir para el Masón los grandes problemas de la época. Por el contrario, a la Orden le interesa que sus integrantes estudien esos problemas en profundidad; que en lo posible lleguen a establecer la verdad política, la verdad social; sus vicios y defectos, y encontrar las posibles soluciones, para alcanzar en los hechos una democracia perfectible, para consolidar la justicia y la libertad. Aspira nuestra Orden que, una vez formados en un sereno y claro criterio ciudadano y humanístico, sobre la base de auténticos principios éticos, sus miembros actúen en los órganos orientadores de la opinión pública, ejerciendo la posibilidad de realizar sus legítimos intereses y la satisfacción de sus conciencias esclarecidas.


Para realizar tan significativos estudios se necesita la tranquilidad de nuestros templos, la reflexión serena y meditada, el ejercicio irrestricto de la tolerancia y la inteligente actuación, para que nuestro país pueda alcanzar la prosperidad que se merece y disfrutar el pleno goce que el progreso alcanzado por la civilización humana nos ofrece.


Quienes ingresan a nuestra Orden lo hacen cargados de expectativas, influenciados por el pasado que pesa sobre la Institución, y es nuestro deber no defraudarlos ofreciéndoles un ambiente de sereno examen, de efectiva fraternidad, para poder estudiar con libertad y sólido criterio los mas variados temas que les inquieten o angustien. La preclara herencia histórica, doctrinaria, iniciática y cultural que hemos recibido no debemos permitir que caiga en terreno estéril y es nuestra responsabilidad que, con renovada savia, continúe fructificando en el gran árbol de la Masonería.


A este razonamiento le sale al cruce inmediatamente la pregunta de: ¿Cómo dar respuesta adecuada, ilustrada e inteligente, a los nuevos requerimientos y necesidades institucionales para que nos permita continuar con esa fecunda trayectoria histórica? Porque con ser mucho lo que hacemos, debemos reconocer con clara honestidad que hay síntomas e indicadores que deben llamarnos a serena reflexión, para luego actuar en la línea correcta. Dicho en otras palabras; los masones de hoy, si no actualizamos convenientemente los métodos de trabajo, nos quedaremos atrás respecto a los nuevos imperativos del quehacer masónico que haga factible la eficiente atención de la totalidad de nuestras responsabilidades básicas.
Por la naturaleza de su misión docente, formadora de hombres libres, solidarios y cultos, nuestra Orden reclama ineludiblemente el aporte de nuevos y renovados conocimientos, que se obtienen con el estudio sostenido, la lectura metódica con espíritu crítico y el intercambio de los conocimientos aprendidos.


Estamos convencidos que la mejor y mas perdurable inversión que puede realizar una institución como la nuestra, es persistir en una continua INSTRUCCIÓN Y DOCENCIA MASONICA, que cada vez deberá ser mejor y más intensa porque con ella estamos asegurando la base mas sólida de sustentación de la Francmasonería. Insistimos en estos conceptos porque estamos persuadidos de su plena vigencia y de la necesidad de su realización, aún cuando algunos Hnos. no le presten la atención que en realidad debieran.


Deseamos que los VV. MM. se interesen en estas ideas y aporten nuevas sugerencias sobre temas que no deben ser omitidos, aspectos que puedan ser controvertidos en su interpretación e incluso de enfoques filosóficos o históricos que deban ser reconsiderados. Nada sale perfecto de la mano del hombre y toda crítica elevada, seria y constructiva será recibida con profundo agradecimiento.


Debemos tener presente el perfeccionamiento en las cuestiones masónicas como un poderoso estímulo y ayuda que reciben los Aprendices, Compañeros y Maestros para su gradual dominio del Arte Masónico, y es por eso que estimamos necesario reafirmar la importancia de las tenidas de instrucción, en su doble aspecto de formación masónica y de maduración intelectual y cultural. Debemos obtener que el masón sea un hombre culto, ágil y despierto, capaz de orientar las corrientes de opinión y contribuir a la mejor solución de los variados y graves problemas del mundo exterior. La permanencia, seguridad, tranquilidad y progreso de la Masonería en la Argentina ha de prevalecer por sobre todo otro interés y propósito, y por encima de toda otra consideración.


Estamos seguros de que la responsabilidad del elevado cargo que cada uno de ustedes ostenta y al que han sido llevados por la voluntad mayoritaria de los hermanos de su respectiva Logia, los incitará a cumplir con sus deberes rigiendo la conducta del V. M. Instalado por las insobornables medidas de la Escuadra y el Compás.


Oscar Pereyra
Colegio de VV. MM. II.
Mayo 9 de 2007.-

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