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Gracias por la alegria - Mario Benedetti / IN MEMORIAM


Por Guido Maisuls
Escritor y Ensayista
Kiriat Bialik, Israel


Gracias Mario Benedetti.

Gracias por dejarnos más de ochenta libros de poesía, novelas, cuentos, ensayos y guiones de cine.

Gracias por tu último poemario "Testigo de uno mismo".

Gracias por tu nuevo libro de poesía inconcluso: "Biografía para encontrarme".

Gracias por haber defendido durante ochenta y ocho años nuestra alegría.

Simplemente, gracias por toda la alegria que nos diste.

Los restos de Mario Benedetti fueron inhumados en el Panteón Nacional ante miles de personas de todas las edades que acudieron en la soleada mañana otoñal de este martes a rendir tributo a uno de los mayores exponentes de la literatura uruguaya.

El cortejo partió de un Palacio Legislativo colmado de gente, donde se había montado la capilla ardiente, al son de un espontáneo e interminable aplauso, rumbo al Cementerio Central, a unas 30 cuadras de distancia.

El féretro fue cargado en una carroza fúnebre junto con innumerables coronas de flores llenaron otras dos carrozas, para encabezar a una multitud que siguió el cortejo a pie.

En las esquinas, grupitos de gente con claveles rojos en sus manos se iban uniendo al cortejo, mientras centenares de personas aguardaban la llegada de los restos mortales del autor fallecido el domingo a los 88 años.

A medida que el cortejo se arrima al cementerio, empieza un batir de palmas que se hace ensordecedor cuando el cajón es cargado a pulso por amigos y deudos, y es seguido por un mar humano, en el que se incluyen muchos escolares que portan flores en sus manos.

Pese a la limpieza y luminosidad del cielo azul en la fría mañana, los aplausos evocan una tormenta, una tormenta colectiva de escurridizas lágrimas.

Se escucha un "¡Viva Mario!", pero la música de los aplausos apaga cualquier grito. El cajón es colocado al pie de la capilla del camposanto.

De repente, silencio. Un silencio inmenso violado por algún sollozo y el trinar de los pájaros, y luego roto por las palabras de homenaje.

"¿Qué se puede decir ante la muerte? ¿Qué frente a la desaparición física de Benedetti?", inquirió el titular de la Dirección Nacional de Cultura, Hugo Achúgar.

"Hoy enterramos (...) a un hombre bueno, al hombre de amplia sonrisa, al hombre que tuvo convicciones y peleó y sufrió por ellas. Hoy enterramos al oficinista, al enamorado, al militante, al actor de cine que hablaba alemán, al compañero de Luz (su fallecida esposa), al uruguayo que rompió fronteras. Hoy enterramos parte de nuestra historia", dijo.

Pero "no enterramos al niño que siempre fue, que nunca dejó de ser, ese capaz de hacer el discurso político con el aire fresco de lo cotidiano", agregó.

"No. No enterramos al autor de 'Poemas de la Oficina' ni al novelista de 'La Tregua', ni tampoco al ensayista, al polemista, al escritor (...) Enterramos su carne marga, su disnea, sus bigotes (...) Lo otro, es decir su escritura, sus valores, esos no los puede enterrar nadie", aseveró Achúgar.

De inmediato, el cantautor y amigo de Benedetti, Daniel Viglietti, tomó el micrófono para decir que "ética cabe dentro de la palabra estética (...) Eso nos enseñó Mario".

"Mario es una unidad dialéctica difícil de encontrar", indicó. Benedetti "no necesita que lo idealicemos, porque es un ideal en sí mismo", estimó Viglietti, que dijo haber "perdido a un amigo esencial (...) un ser generoso como pocos".

La ministra de Educación y Cultura, María Simón, leyó unas palabras enviadas por el poeta argentino Juan Gelman, en forma de carta.

"Querido Mario: Te digo adiós, pero no te lo digo. Me despido, pero no te despido. Siempre estarás en mí, y en el alma y corazón de centenares de miles de personas que entraron a la poesía por la puerta grande de tus poemas. Hasta luego entonces".

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