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CARTA DE APOYO AL NORTE MASÓNICO DEL PERÚ

H:. Antonio Palomo-Lamarca
Maestro Masón y Maestro de la Sagrada Orden del Real Arco de Jerusalén

No dejo de sorprenderme al ver la naturaleza humana; y digo que no dejo de sorprenderme porque cometo el peor de los pecados masónico-filosóficos en el acto de la “sorpresa.” No se puede ni condenar ni elogiar aquello que habla por sí mismo, y no cometeré el fallo de condenar algo que no es condenable en absoluto. ¿Cómo puede condenarse los campos de concentración Nazis?, ¿Cómo puede condenarse el exterminio por parte de las tropas Españolas de millones de indígenas?, ¿Cómo puede condenarse la matanza constante que las tropas Estadounidenses han realizado sobre los nativos de tal país?, ¿Cómo puede condenarse el fusilamiento de cientos de masones durante la época franquista de España?.

Condenar significar reconocer, al menos insignificantemente, que existe una posibilidad de reconocimiento mutuo, donde puede existir una excusa, un modus operandi, una lógica. Y esta “lógica” nos depara la cuestión: ¿pudo eso hacerse por una razón legal o cordial o sensata? Jamás.

Nada hay de sensato en el asesinato, en el hurto, en el robo, en la violencia, en el vandalismo. Si pasamos al segundo denominador: este tipo de actos cometidos por “masones” contra otros seres humanos: pasa a ser un poco inquietante.

Podemos, y estoy más que seguro que llegarán a, decir que tal acto de vandalismo queda “perfectamente” excusado adjuntando la patética excusa de que es contra Masones “irregulares,” y que como tal, el conjunto cosificante queda “justificado.”

Un Masón es un hombre-mujer de principios morales: ¿existe algún principio moral en el vandalismo?. Un Masón es un hombre-mujer que ama a sus semejantes: ¿existe algún tipo de amor en el salvajismo?. Un Masón es un hombre-mujer que lucha diariamente por mejorarse a sí mismo: ¿se puede considerar una mejora dentro de nuestra caracteriología el hecho de asaltar la propiedad ajena?. Estos son interrogantes que han de ser contestados honestamente, sin tapujos.

Cierto es, yo soy Masón Regular, que la Regularidad se basa en el acatamiento, asentamiento, afirmación o aceptación de las Constituciones que el Hermano James Anderson publicara en 1723. Nadie puede disputar este hecho, y la misma UGLE ha confirmado la visión de que la Masonería se divide entre los que aceptan estas Constituciones y aquellos que no la aceptan, siendo los primeros los Regulares y los segundos los Irregulares. Ahora bien, la Gran Logia del Perú es una Obediencia Regular, y ella dice aceptar la Masonería tradicional y antigua, con sus principios morales, éticos, e incluso Divinos. Me gustaría ver todos esos principios masónicos en el acto vandálico de una serie de “masones” atracando, asaltando y humillando a su prójimo—el mismo prójimo que: ¡por Juramento Masónico todos estamos atados a respetar!

La Gran Logia del Perú dice aceptar la Regularidad constituida y aceptada desde la institución de los fundamentos masónicos que los Modernos, es decir, la—en su día—Gran Logia de Inglaterra esparció. Estos fundamentos están perfecta y minuciosamente expuestos y explicados en las Constituciones que el Hermano Anderson recopiló y publicó en 1723. Entre los puntos de la Regularidad estaban y están la aceptación de un Ente Superior, la no aceptación de mujeres dentro de la Masonería, y la Biblia en medio de la logia como símbolo de esta tradición.

Pero además de esto, para ser Regular y Reconocido por la UGLE existen otros puntos que el H:. Anderson constituye y que si no son aceptados uno no solamente deja de ser Regular, sino que además quedaría expulsado de la Fraternidad Masónica.

Esto se refiere al comportamiento masónico para-con los mismos hermanos masones y para-con aquellos que no son masones o no son considerados masones; en ningún punto, ni el H:. Anderson, ni la UGLE instituyó, ni ha instituido como método masónico aprobado el vandalismo, la humillación y el desprecio público, muy por el contrario este tipo de acciones valen para que una entidad pierda su Regularidad y además quede expulsada de cualquier asociación masónica.

Por todo esto dicho, y explicado, pido que la Gran Logia del Perú pierda su Regularidad Masónica y que además quede penalizada por la Masonería Internacional por haber usado de métodos que son completamente anti-masónicos y anti-humanos en su proceder. Y es mi deseo que esta carta de apoyo llegue a todo medio posible hasta que la misma Obediencia de la UGLE lo estudie y actúe en consecuencia.

He Dicho,

Junio 29 del 2009.

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