
Por otro lado, y sin menoscabo alguno de la obra literaria del autor cordobés, es notable la oscuridad de su trayectoria personal. Lugones era un ser atormentado, un buscador que no logró encontrar ni encontrarse en algún lugar que lo sostenga. Su vida pendular queda reflejada en el paso de la ferviente adhesión que hizo de la Revolución Comunista Rusa al fascismo y al golpismo, acabando allí su trayectoria masónica.
Nadie le niega el lugar destacado que se ganó en la literatura Argentina. Su vida encontró hábitat constante en la sala de los pasos perdidos como el destacado escritor norteamericano Edgar Allan Poe, a quien admiraba y con quien tal vez se haya identificado a través de la locura que lo llevó al pasaje oscuro del homicidio. La vida del hombre que no encuentra sentido ni lugar en el mundo, se refleja en el espejo negro del suicidio. Porque al fin de cuentas, todo suicida es un homicida.
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