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DE LAS PALABRAS . . . al ¿SILENCIO?

Por el Hn:. VICENTE ALCOSERI

Entre nosotros los masones, herederos de la cultura grecolatina, la palabra escrita, el discurso, la oratoria, ocupan un lugar de privilegio. Al hablar o escribir estamos convencidos de que nos estamos remitiendo a la realidad misma.

Todas las instituciones cuando menos las occidentales que norman la vida de millones, la comunicación es la principal herramienta para intercambiar y transmitir ideas. Así tenemos en ese contexto a la Masonería, una institución, que usa la comunicación para transmitir sus ideales.

Por lo que se ve, la vida masónica equivocadamente diría yo, también gira en torno al convencimiento de que la palabra es la representante legítima de la realidad. Los masones para intercambiar ideas o resolver cualquier cosa recurrimos al orden establecido, vale decir, apelamos a la comunicación profana con todo lo que esto implica, con virtudes, limitaciones y todos los defectos para poder hacernos entender, y a comprendernos entre nosotros masones o con los no masones (los profanos).

Pareciera con esto, como si no hubiese otra forma de comunicarnos, es decir, teniendo que tomar a la palabra como guía principal de la vida. En cambio, cuando profundizamos más en la vida mística masónica, los masones debemos aprender a valorar las circunstancias de cuando un hermano habla a través de su ego o a través de su corazón. Solo cuando habla a través de su corazón y no la pasión de su ego. . .la palabra es la representante legítima de la realidad, es decir, está más cerca de la verdad; y si habla a través de su pasión y sus emociones no controladas, las palabras están dominadas por el ego, y se convierten en hipnotizadores “cantos de sirena” que atraen para convencer en beneficio de un interés egoísta.

Así, la mística masónica debe separarse, romper con la institucionalidad de la comunicación tal cual se concibe en el mundo profano; y queda solo constatar la ineficiencia y la trivialidad de la palabra cuando reina el egoísmo dentro del que la utiliza. . .para el buen masón es la oportunidad para adentrarse resueltamente en el sabio silencio.

Si los masones dentro de un trabajo logial, podemos abandonar el mundo profano con una adecuada apertura, logramos ponernos en contacto con lo Absoluto, con el Ser Supremo, con Dios (El Gran Arquitecto del Universo), donde ya no hay palabras para definir o investigar, pues el concepto de lo Eterno e Infinito está mucho más allá de las palabras. Las palabras ya no tienen ese poder de generar cambios, tienen un segundo nivel en la comunicación en esas circunstancias. . . ahora, son los gestos, los toques, las alegorías y el protocolo ritualístico, las que representan a nuestra voluntad, a nuestro deseo de amar a los demás como a nosotros mismos. . .para generar cambios evolutivos (jamás involutivos) en nuestro entorno, en nuestra región, en nuestro planeta, en nuestro macrocosmos. . . se convertirán en las causas de los cambios (ahora hasta extraordinarias distancias) que anhelamos durante ese estado místico, de innovador silencio en el trabajo logial.

LECTURA MODIFICADA y DISCUSIÓN por Raúl Ramírez L. 2do. VIG:. PBP98. TACNA - PERÚ.

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