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LA ESCUADRA Y EL COMPAS

Regresando en el tiempo a mis años de colegio, recordé cuando me presentaron estos dos instrumentos, una escuadra de plástico y un compás de metal con los que con el poder de la mente los transformábamos en autos o naves espaciales para jugar dentro del colegio, recuerdo aún ese compás de metal al que había que aplicarle cierto grado de fuerza para poder abrirlo o cerrarlo e introducirle el lápiz por el orificio de metal ajustándolo al compás con una palanquita de metal, tiempos en que asociaba a la escuadra con un triangulo el cual una de sus puntas formaba un ángulo de 90°, y recordaba también el compas y la escuadra de madera del profesor para graficar en la pizarra, eran enormes pero en ese momento no tenía la más remota idea de la importancia que cobrarían estos dos instrumentos en mi vida.

Revisando algunos artículos en internet encontré un cuento que poderosamente distrajo mi atención llevaba por título la escuadra y el compás, el cuál creo conveniente compartirlo con ustedes.



-Ya es viernes, pensó el compás.
Un viernes cualquiera, de una semana cualquiera, de un mes especial, de un año especial.
Hoy tengo un gran reto por delante, hacer los arcos más perfectos que lo permitan las manos que me dirigen.

Dicho esto, apareció la escuadra y le lanzó las únicas palabras que su naturaleza le permitía articular:


-Amigo Compás. Se que te sientes desgraciado por tan gran defecto. Tu punta te impide ser libre y estás condenado a rotar sobre ti mismo, produciendo esas rectas tan imperfectas.

-Querida escuadra, replicó el compás mientras hundía su afilada extremidad en la alfombra de celulosa:
Desgraciado es aquel que desconoce su naturaleza, aquel ciego que aspira a ser vigía, aquel vigía que aspira a ser barco, aquel barco que aspira a ser mar, aquel mar que aspira a ser desierto.

Conócete a ti mismo. Busca tu naturaleza. Haz de tus defectos tus virtudes. Exfuerzate por mejorar día a día

El autor de este hermoso cuento tenía el seudónimo de ARA. Su mensaje es claro, trabajemos en nuestra piedra, desbastemos nuestras asperezas para ser hombre libres y de buenas costumbres.

V:. de Lima 14 de noviembre de 2009

Q:. H:. Edgard Daniel Ibáñez Alvarado

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