La Logia Masónica de Santa Cruz se encuentra en estos momentos rehabilitándose, dentro de lo posible, toda vez que, por las circunstancias que conocemos, se han perdido muchos valores artísticos de la misma.
Hablo como nieto de uno de los que desempeñó un buen puesto, con el grado 33, me refiero a don José García Lanzarán, q.e.p.d., abuelo de un servidor y con el que viví los últimos 26 años de su vida, hasta que falleció, en el año 56.
A la vista de ello, uno de los arquitectos que realiza las obras y que pertenece a la Gerencia Municipal de Urbanismo, enterado de ello, otros familiares le recomendaron que me visitase, puesto que disponía de algunos datos que servirían para reflejar la que será la nueva Logia Masónica, sin perder el orden arquitectónico original.
Dicho arquitecto, muy atento, me visitó y le facilité copias de fotos de mi abuelo, y además fotografió un retrato de cuando fue Tte. de alcalde con Sanabria. Dicho retrato fue pintado por López Ruiz. Este restablecimiento representa un orgullo, toda vez que, cuando entró Franco, perdió todo (negocio, casa, etc.). Recuerdo acompañarlo con ocho años a tirar las pistolas que tenía y algunos papeles.
Más tarde, y en el año 42, se recibió un telegrama de El Pardo, reclamándolo para que fuera a Madrid. Mi madre remitió certificados médicos, con lo cual adoptaron el arresto domiciliario, y recuerdo a un policía fuera de casa. Tuvimos que trabajar en primer lugar mi madre, q.p.d.; más tarde, mi hermano, q.p.d., y un servidor, con el fin de, con los tres sueldos, evitar que mi abuelo y mi abuela fueran al asilo.
Una cosa anecdótica: un pariente sobrino de mi abuelo (doctor en Medicina), consiguió destruir listados de masones, pero no lo consiguió con mi abuelo. Me refiero al Dr. Bonnet, que vivía en La Laguna.
La historia sería larga. Por lo tanto doy gracias a que al menos, con la restauración de la Logia, se recuerde algo del pasado de todos los que contribuyeron, y naturalmente de mi abuelo.
Hablo como nieto de uno de los que desempeñó un buen puesto, con el grado 33, me refiero a don José García Lanzarán, q.e.p.d., abuelo de un servidor y con el que viví los últimos 26 años de su vida, hasta que falleció, en el año 56.
A la vista de ello, uno de los arquitectos que realiza las obras y que pertenece a la Gerencia Municipal de Urbanismo, enterado de ello, otros familiares le recomendaron que me visitase, puesto que disponía de algunos datos que servirían para reflejar la que será la nueva Logia Masónica, sin perder el orden arquitectónico original.
Dicho arquitecto, muy atento, me visitó y le facilité copias de fotos de mi abuelo, y además fotografió un retrato de cuando fue Tte. de alcalde con Sanabria. Dicho retrato fue pintado por López Ruiz. Este restablecimiento representa un orgullo, toda vez que, cuando entró Franco, perdió todo (negocio, casa, etc.). Recuerdo acompañarlo con ocho años a tirar las pistolas que tenía y algunos papeles.
Más tarde, y en el año 42, se recibió un telegrama de El Pardo, reclamándolo para que fuera a Madrid. Mi madre remitió certificados médicos, con lo cual adoptaron el arresto domiciliario, y recuerdo a un policía fuera de casa. Tuvimos que trabajar en primer lugar mi madre, q.p.d.; más tarde, mi hermano, q.p.d., y un servidor, con el fin de, con los tres sueldos, evitar que mi abuelo y mi abuela fueran al asilo.
Una cosa anecdótica: un pariente sobrino de mi abuelo (doctor en Medicina), consiguió destruir listados de masones, pero no lo consiguió con mi abuelo. Me refiero al Dr. Bonnet, que vivía en La Laguna.
La historia sería larga. Por lo tanto doy gracias a que al menos, con la restauración de la Logia, se recuerde algo del pasado de todos los que contribuyeron, y naturalmente de mi abuelo.
José Luis Fernández García