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¿José Smith realizó el llamado de auxilio masónico antes de ser asesinado en Cartago?

Tomado de http://www.mormonesymasones.com


Es cierto que José Smith exclamó “Oh Señor, mi Dios” cuando recibió un disparo en la ventana del segundo piso de la cárcel de Cartago. Esta expresión es la primera parte del llamado de auxilio masónico. Sin embargo, no dijo el resto de la súplica “¿No hay ayuda para el hijo de la viuda?”. Si un masón pronuncia estas palabras, cualquier masón que lo escuche debe ir a su rescate.

El llamado de auxilio, según algunos, surgió con Hiram Abiff, el principal constructor del Templo de Salomón. Su madre era mujer viuda cuando él fue asesinado por otros trabajadores en el templo. Abiff se había negado a compartir antiguos secretos con ellos, y a pesar de esto realizó el llamado de auxilio.

El otro origen de esta expresión proviene de la Capilla de Rosslyn, ubicada cerca de Edimburgo. Cuando visitamos la capilla y sus numerosas esculturas masónicas, el guía nos contó, a mi esposa y a mí, otra versión del gran llamado de auxilio.

Un maestro albañil y su aprendiz se dedicaban a esculpir una columna representativa del Templo de Salomón. El maestro dejó su obra por un tiempo con la finalidad ir a estudiar a Roma y el estudiante terminó su propia columna basándose en un sueño. Cuando el maestro regresó y vio lo magnífica que era, mató a su estudiante, hijo de una madre viuda, mientras éste realizaba el llamado de auxilio.

Hay diferentes opiniones entre los historiadores. Algunos creen que José Smith pretendió realizar el llamado de auxilio como un intento para salvar su vida a última hora. Sin embargo, José ciertamente sabía que no encontraría amigos entre toda la turba con la cara pintada de negro, incluyendo a los masones. La Logia Masónica de Nauvoo había roto relaciones con la Gran Logia de Illinois. José sabía sin duda alguna que cualquier masón amigo entre la multitud se encontraría indefenso ante la turba. En los pocos segundos en que José subió a la pequeña ventana, habría sido imposible que levante los brazos para formar un cuadrado, que es parte del llamado de auxilio. Nunca he visto afirmación alguna que él hiciera esto.

Debido a que su hermano Hyrum ya estaba muerto y que la turba no se detendría hasta matarlo, el único motivo de José podría haber sido salvar la vida de los dos apóstoles que estaban con él en la cárcel. Tanto Willard Richards como John Taylor, quien ya estaba gravemente herido, registraron que José sólo exclamó “Oh Señor, mi Dios”.

Creo que el profeta de los últimos días se estaba dirigiendo al Señor Jesucristo o a Dios el Padre, con quienes se comunicó durante su vida. Ciertamente, ellos eran muy cercanos. Es posible que José Smith, quien había predicado su muerte, tuviera angustia en el último minuto, al igual que el Salvador, quien en sus últimos momentos dijo “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Marcos 15:34)

José Smith tenía fuertes presentimientos de su muerte. El 7 de abril de 1829, un año antes de que la Iglesia sea organizada, el Señor había dicho: “Benditos sois, porque no os pueden hacer más de lo que me hicieron a mí. Benditos sois, porque morareis conmigo en gloria (D. y C. 6:29-30).

En marzo de 1839, mientras se hallaba preso en la cárcel de Liberty, el Señor le dijo al Profeta en una revelación: “Tus días son conocidos y tus años no serán acortados; no temas, pues, lo que pueda hacer el hombre, porque Dios estará contigo para siempre jamás (D. y C. 122:9).(1) Hay varias profecías que José Smith hizo acerca del fin de su vida. El 6 de agosto de 1842, Smith “declaró a sus hermanos que no estaba destinado a ir con ellos rumbo a las Montañas Rocosas, pero ellos no comprendieron el significado de sus palabras”(2).

José Smith hizo otra profecía en la primavera de 1844 y Orson Hyde del Quórum de los Doce Apóstoles la relató “nos reunimos en consejo con el hermano José casi todos los días, durante varias semanas. En una de esas reuniones, el hermano José nos dijo: ‘Algo está por suceder, no sé qué es, pero el Señor me induce a que me apure a daros la investidura antes de que se termine el Templo’. Nos dirigió a través de cada una de las ordenanzas del Santo Sacerdocio, y una vez que terminó todas las ordenanzas se regocijó en extremo, y dijo: ‘Ahora, si me matan, ya tenéis todas las llaves, y todas las ordenanzas, y podéis conferirlas a otros, y las huestes de Satanás no podrán destruir el reino con la misma rapidez con que vosotros seréis capaces de edificarlo’”.(3)

Probablemente uno de los aspectos más destacados de la vida de José fue cuando habló en su última conferencia general en un bosque de Nauvoo cerca del Templo: “Este es el lugar más hermoso y ésta la mejor gente que existe bajo los cielos; pero no tienen la menor idea de las pruebas que les aguardan”.(4)

Días previos a su asesinato, José Smith hizo interesantes declaraciones. A medida que se intensificaban las acciones hostiles en contra de los Santos, José y Hyrum consideraron que si abandonaban su hogar y comenzaban por el Oeste, las amenazas contra los Santos podrían cesar. Después de cruzar el río Mississippi, se enteraron de que un grupo había llegado a Nauvoo y amenazaba con destruir a los Santos si José y Hyrum si se entregaban. También se supo que algunos Santos sintieron que el Profeta los había abandonado. El profeta dijo: “Si mi vida no es de ningún valor para mis amigos, tampoco lo es para mí”. Analizando la situación, José Smith le dijo a Hyrum “Si [nosotros] volvemos… seremos martirizados. José y Hyrum regresaron voluntariamente a Nauvoo para que los arrestaran.(5)

Antes de salir de Nauvoo con dirección al juicio, José Smith, acompañado por la milicia de Cartago, dijo: “Le declaré a Stephen Markham que si nos volvían a tomar, a mí y a Hyrum, seríamos asesinados, o no era yo profeta de Dios…”(6)

A medida que avanzaban en caballo, José Smith dijo: “Voy como cordero al matadero; pero me siento tan sereno como una mañana veraniega. Mi conciencia se halla libre de ofensas contra Dios y contra todos los hombres. MORIRÉ INOCENTE, Y AÚN SE DIRÁ DE MÍ: ¡FUÉ ASESINADO A SANGRE FRÍA!”(D. y C. 135:4; énfasis agregado).

José Smith se detuvo un momento y volvió la cara para mirar hacia atrás, diciendo a los de la compañía, que se encontraban ansiosos por llegar a Cartago: “Si alguno de vosotros tuviese una hacienda como ésta, y supiera que no la volvería a verla más, también se quedaría mirándola, sabiendo que sería la última vez”. En 2005, se erigió una gran estatua de José Smith llamada Joseph Smith’s Last Ride (La última cabalgata de José Smith) frente al Templo de Nauvoo que representa a José y a su hermano Hyrum avanzando en sus caballos.

José Smith hizo otra profecía durante su última noche en la cárcel. Varios amigos se habían ofrecido a estar con él. John Taylor, Willard Richards y el hermano de José, Hyrum, se encontraban entre los presentes. El profeta yacía en el piso junto a Dan Jones, uno de los primeros miembros galeses de la Iglesia SUD. Dan se había convertido cuando estaba trabajando en los Estados Unidos como capitán de barco. El 11 de mayo, había sido llamado a ir a Gales en una misión y estaba preparándose para esto, pero quería estar con su Profeta.

José Smith susurró y le preguntó a Dan Jones, “¿Le tienes miedo a la muerte?”

Dan le respondió: “¿Piensas que nos ha llegado la hora? Embarcados como estamos en esta causa, no creo que la muerte deba causarnos mucho temor”.

José entonces le contestó: “Todavía volverás a ver Gales y cumplirás la misión que te será señalada antes de morir”.(7)

A la mañana siguiente el Profeta le pidió a Dan que saliera de la cárcel y le entregara una carta a Emma. También fue instruido por el Profeta para discutir su situación con el gobernador Thomas Ford, quien se encontraba en Cartago en ese momento. Dan habló con Ford y le informó que había escuchado un complot para matar a José Smith. El gobernador le dijo que no se preocupara y se dirigió a Nauvoo, a pesar de que le había prometido a José Smith que no se iría sin él.(8) La milicia que vigilaba el camino a Nauvoo detuvo a Dan Jones. Él intentó volver a la cárcel, pero los guardias se lo impidieron. Poco tiempo después, el profeta y su hermano murieron. Dan Jones vivió para cumplir la profecía y realizó dos notables misiones a su tierra natal, Gales, bautizando a unos 1000 conversos.(9)

Aún faltaba que se cumpla otra profecía. La masacre comenzó cuando la multitud se dirigió apresuradamente a la cárcel. Los guardias asignados a proteger a los prisioneros escenificaron una falsa defensa y dispararon solamente balas de fogueo con sus rifles. Los asesinos corrieron hasta las escaleras y dispararon a través de la puerta, matando a Hyrum y dejando mal herido a John Taylor. José Smith recibió dos disparos desde la puerta y dos disparos más mientras caía por la ventana.

Willard Richards, quien solamente había sido rozado por una bala, esperaba que lo mataran en cualquier momento, pero los que habían llegado hasta las escaleras regresaron a la parte exterior de la cárcel para seguir disparando al Profeta, por si era necesario. Esperando que la multitud vuelva en cualquier momento, Willard Richards escuchó los quejidos del mal herido John Taylor, quien se había arrastrado hasta meterse debajo de una cama. Willard lo trasladó al tercer piso hasta llegar a una celda vacía y lo cubrió con un colchón viejo, de manera que pudiera vivir para contar la historia.

La multitud esperaba venganza, y cuando escucharon una voz que decía “los mormones están llegando” huyeron de inmediato con dirección a Cartago. En ese momento, Willard Richards recordó las palabras que pronunció José Smith unos años antes, cuando el Profeta dijo: “Willard, llegará el día en que te encuentres en medio de bolas de fuego, pero vas a salir ileso”.

Estas profecías demuestran que José Smith sabía que había llegado el momento y que su obra en la tierra había terminado. El reino de Dios se estableció por última vez, tal como habían predicho los antiguos profetas. Por eso creo que cuando el Profeta dijo, justo antes de ser asesinado, “Oh Señor, mi Dios”, estaba dirigiéndose al Señor, esperando entrar al reino eterno.

1. Smith, Joseph Fielding, Essentials of Church History [1950], pág. 278
2. Essentials
3. La historia de la Iglesia en el cumplimiento de los tiempos, Deseret Book [2000], pág. 300
4. History of Church 6:554
5. La historia de la Iglesia en el cumplimiento de los tiempos, pág. 303.
6. Berrett, pág. 258
7. Para una relato completo de los eventos anteriores, véase Smith, Joseph Fielding, Enseñanzas del Profeta José Smith [1976], págs. 376-84
8. En 1994, en la sesquicentenaria observancia de la muerte de José Smith, el Presidente Gordon B. Hinckley, en una emisión vía satélite desde la cárcel de Cartago, citó de History of Illinois, del Gobernador de Illinois Thomas Ford: “Así cayó José Smith, el mayor impostor de todos los tiempos”.
9. Seis meses después de la muerte del Profeta, en enero de 1845, Dan y su esposa, Jane, fueron a Gales. Cuando llegó hubo aproximadamente 500 miembros, y cuando regresó en 1849, la membrecía ascendía a 3603. Realizó una segunda misión a Gales en 1852. Un año después había más de 5000 miembros. Las cifras habrían sido mucho más altas, pero muchos emigraron a América durante ese tiempo.

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