Annie Wood nació en 1847, en Londres, en una familia de clase media de origen irlandés y a lo largo de su vida siempre estuvo orgullosa de ser irlandesa. Su padre, médico, murió cuando ella tenía cinco años, dejando a la familia en una difícil situación económica. Su madre no podía mantener a Annie y pidió a su amiga Ellen Marryat -hermana del conocido escritor Capitán Frederick Marryat- que se hiciera cargo de ella. Ellen se aseguró de que Annie tuviera una buena educación, le inculcó un elevado sentido del deber para con la sociedad y la confianza de que una mujer fuerte e independiente puede lograr lo que se proponga. De joven, Annie viajó a Francia y Alemania para aprender idiomas.
Con diecinueve años se casó con el pastor anglicano Frank Besant, que poco después se convirtió en vicario de Sibsey, en Lincolnshire, de forma que Annie se trasladó allí con su marido. Tuvieron dos hijos: Digby y Mabel. Si embargo, el matrimonio fue un desastre. El primer conflicto surgió a causa del dinero y la independencia de Annie. Ella escribía cuentos infantiles y artículos pero, según la ley de aquella época, el dinero ganado por una mujer casada no era de ella sino de su marido y Frank se quedaba con el de Annie.
Otro punto de desencuentro fue la política. Mientras Annie apoyaba la lucha de los trabajadores agrícolas para crear sindicatos y mejorar sus condiciones laborales, Frank era un ‘tory’ (conservador) y se alineó con los terratenientes. Annie cuenta en su autobiografía que, como esposa de un pastor, trató de ayudar a los feligreses de su marido que pasaban necesidad, pero finalmente llegó al convencimiento de que para aliviar la pobreza y el sufrimiento, más allá de la caridad lo que se necesita son profundos cambios sociales.
Comenzó a perder la fe católica que había tenido desde niña. Un día se negó a comulgar y Frank la echó de casa. Annie regresó a Londres y formalizó su separación. Ella quedaría al cuidado de su hija y su marido del chico. Sin embargo, el divorcio legal era inaceptable para Frank y Annie permaneció para el resto de su vida con el apellido Besant.
Una vez libre de su marido, Annie comenzó a cuestionarse no sólo sus creencias religiosas, sino también la totalidad del pensamiento convencional. Empezó a escribir textos criticando a las iglesias y la forma en que controlan la vida de las personas. Siguió luchando por las causas que ella consideraba justas, como la libertad de pensamiento, los derechos de las mujeres, el laicismo, el control de la natalidad y los derechos de los trabajadores. Pronto empezó a ganar un salario semanal por una columna que escribía para el National Reformer, el periódico de la National Secular Society, asociación que tenía como objetivo un estado laico.
Se hizo gran amiga del secretario de dicha asociación, Charles Bradlaugh, un viejo lobo de mar, ateo y republicano, que estaba separado de su esposa. En 1880 Bradlaugh había sido elegido representante por Northampton en la Cámara de los Comunes, pero se negó a jurar sobre la Biblia y no se le permitió ocupar el escaño.
Editaron un libro sobre control de la natalidad, The Fruits of Philosophy, del que era autor Charles Knowlton. Los tres fueron acusados de publicar un “libelo obsceno”, con contenido “proclive a la corrupción moral de aquellos cuyas mentes están abiertas a influencias inmorales” y fueron procesados. En el juicio manifestaron en su defensa: “Pensamos que es más ético evitar la concepción de los niños que matarlos después de su nacimiento, por falta de alimentos, aire y vestidos”. Fueron condenados a seis meses de cárcel, aunque apelaron y finalmente la causa fue anulada por defectos de forma. Durante este tiempo, Annie y Bradlaugh tuvieron el apoyo de la prensa liberal.
No contenta con esto, Annie Besant decidió escribir su propio libro sobre control de la natalidad, The Laws of Population, que The Times calificó de “lascivo, sucio, indecente y obsceno”. En 1887, publicó, junto con Bradlaugh, “Why I Do Not Believe in God”. Pero todo esto habría de costarle caro: Frank Besant logró arrebatarle la custodia de su hija, alegando ante el juez la inmoralidad de Annie.
Se hizo amiga, y probablemente amante, de George Bernard Shaw, en esa época uno de los líderes de la Sociedad Fabiana, de socialistas reformadores. Su acercamiento al socialismo, la distanció de Bradlaugh, que era un individualista.
Por otra parte, desde 1884 Annie había desarrollado una estrecha amistad con Edward Aveling, un joven profesor socialista que había traducido al inglés las obras más importantes de Marx. Annie se enamoró de él, pero no fue correspondida: Aveling se fue a vivir con Eleanor, hija de Carlos Marx. Sin embargo, Edward Aveling tuvo gran influencia en el pensamiento de Annie en aquella época.
Se mezclaron ideologías y sentimientos personales: Aveling y Eleanor estaban en la Social Democratic Federation, de ideología marxista; Annie había entrado en la Sociedad Fabiana. Cuando los dos primeros se fueron a la Socialist League, de William Morris, Annie entró en la SDF. En este período, participó en numerosas campañas y apoyó huelgas, como la de las trabajadoras de la fosforera o la de los estibadores del muelle.
“Nunca olvides que la vida sólo puede ser inspirada y noble si te la tomas con valor y gallardía, como una espléndida aventura en la que te encuentras abandonado en un país desconocido para hacer frente a innumerables peligros, disfrutar de muchas alegrías, conocer numerosos camaradas, ganar y perder más de una batalla.” (Annie Besant)
La siguiente aventura de Annie fue ingresar en la masonería, en una logia francesa en la que había igualdad entre hombres y mujeres, la International Order of Freemasonry, Le Droit Humain.
En un tiempo muy breve, Besant fundó nuevas logias: tres en Londres, tres en el sur de Inglaterra, otras tres en el norte y el noroeste, e incluso organizó una en Escocia. Annie continuó trabajando con tal ardor que pronto se formaron nuevas logias en América del Sur, Canadá, India, Ceilán, Australia y Nueva Zelanda.
En 1889, le pidieron escribir una reseña para la Pall Mall Gazette sobre La Doctrina Secreta, el libro de nuestra vieja conocida H.P. Blavatsky. Después de leerlo, solicitó una entrevista con su autora, con la que se reunió en París. En su autobiografía cuenta lo mucho que le impresionó la personalidad de HPB y su célebre mirada. De su relación con Blavatsky surgió una nueva Annie Besant, la teósofa, que fue abandonando las ideas socialistas y las organizaciones afines a las que pertenecía.
Cuando Blavatsky murió en 1891, Annie se convirtió en una de las principales figuras de la teosofía. En 1893 viajó por primera vez a Chennai, en India, donde estaba la sede de Theosophical Society Adyar -una de las ramas en que se escindió la Sociedad Teósofica original, tras la muerte de su fundadora-, a cuyo frente estaba el coronel Henry Steel Olcott.
A su regreso a Londres conoció a otro eminente teósofo, el pastor anglicano Charles W. Leadbeater, con el que formaría equipo y en los años siguientes ambos firmarían conjuntamente varios libros. Según los teósofos, Leadbeater poseía el don de la clarividencia, don que igualmente adquirió Besant.
Pero, a pesar de su clarividencia, Leadbeater no pudo adivinar que en 1906 se descubrirían sus relaciones con varios adolescentes y que ello le valdría la expulsión de la Sociedad Teosófica. No sirvieron de nada las buenas intenciones que aseguraba tener: evitar que los jóvencitos se acostaran con mujeres. Por suerte para él, su amiga Annie Besant se convirtió en presidenta de la Sociedad y en 1908 fue readmitido nuevamente.
A pesar de su militancia teosófica, Besant no había abandonado su actividad política. Se unió al Partido del Congreso e intentó aplicar a India las tácticas de los independentistas irlandeses, lo que le valió pasar por las cárceles británicas un par de veces. En 1917 logró que hindúes y musulmanes se aliaran para pedir su liberación, aunque la obtuvo por la mediación del presidente Wilson, de Estados Unidos. Poco después fue elegida presidenta del Partido del Congreso.
Cuando surgió la figura de Mahatma Gandhi, Annie Besant y otros militantes del partido lo abandonaron por discrepancias con el que sería líder indiscutible.
Tampoco le fue demasiado bien en la Sociedad Teosófica: Krishnamurti, un joven al que los teósofos querían proclamar mesías, decidió dejarles plantados y emprender una brillante carrera como pensador y filósofo por cuenta propia.
Annie Besant murió en 1933. Fue incinerada y sus cenizas arrojadas al Ganges.
Una última curiosidad: algunos teósofos afirman que en vidas anteriores Annie Besant fue Hipatia, la filósofa de Alejandría.
Obras de Annie Besant en Proyecto Gutenberg:
http://www.gutenberg.org/etext/12085
Con diecinueve años se casó con el pastor anglicano Frank Besant, que poco después se convirtió en vicario de Sibsey, en Lincolnshire, de forma que Annie se trasladó allí con su marido. Tuvieron dos hijos: Digby y Mabel. Si embargo, el matrimonio fue un desastre. El primer conflicto surgió a causa del dinero y la independencia de Annie. Ella escribía cuentos infantiles y artículos pero, según la ley de aquella época, el dinero ganado por una mujer casada no era de ella sino de su marido y Frank se quedaba con el de Annie.
Otro punto de desencuentro fue la política. Mientras Annie apoyaba la lucha de los trabajadores agrícolas para crear sindicatos y mejorar sus condiciones laborales, Frank era un ‘tory’ (conservador) y se alineó con los terratenientes. Annie cuenta en su autobiografía que, como esposa de un pastor, trató de ayudar a los feligreses de su marido que pasaban necesidad, pero finalmente llegó al convencimiento de que para aliviar la pobreza y el sufrimiento, más allá de la caridad lo que se necesita son profundos cambios sociales.
Comenzó a perder la fe católica que había tenido desde niña. Un día se negó a comulgar y Frank la echó de casa. Annie regresó a Londres y formalizó su separación. Ella quedaría al cuidado de su hija y su marido del chico. Sin embargo, el divorcio legal era inaceptable para Frank y Annie permaneció para el resto de su vida con el apellido Besant.
Una vez libre de su marido, Annie comenzó a cuestionarse no sólo sus creencias religiosas, sino también la totalidad del pensamiento convencional. Empezó a escribir textos criticando a las iglesias y la forma en que controlan la vida de las personas. Siguió luchando por las causas que ella consideraba justas, como la libertad de pensamiento, los derechos de las mujeres, el laicismo, el control de la natalidad y los derechos de los trabajadores. Pronto empezó a ganar un salario semanal por una columna que escribía para el National Reformer, el periódico de la National Secular Society, asociación que tenía como objetivo un estado laico.
Se hizo gran amiga del secretario de dicha asociación, Charles Bradlaugh, un viejo lobo de mar, ateo y republicano, que estaba separado de su esposa. En 1880 Bradlaugh había sido elegido representante por Northampton en la Cámara de los Comunes, pero se negó a jurar sobre la Biblia y no se le permitió ocupar el escaño.
Editaron un libro sobre control de la natalidad, The Fruits of Philosophy, del que era autor Charles Knowlton. Los tres fueron acusados de publicar un “libelo obsceno”, con contenido “proclive a la corrupción moral de aquellos cuyas mentes están abiertas a influencias inmorales” y fueron procesados. En el juicio manifestaron en su defensa: “Pensamos que es más ético evitar la concepción de los niños que matarlos después de su nacimiento, por falta de alimentos, aire y vestidos”. Fueron condenados a seis meses de cárcel, aunque apelaron y finalmente la causa fue anulada por defectos de forma. Durante este tiempo, Annie y Bradlaugh tuvieron el apoyo de la prensa liberal.
No contenta con esto, Annie Besant decidió escribir su propio libro sobre control de la natalidad, The Laws of Population, que The Times calificó de “lascivo, sucio, indecente y obsceno”. En 1887, publicó, junto con Bradlaugh, “Why I Do Not Believe in God”. Pero todo esto habría de costarle caro: Frank Besant logró arrebatarle la custodia de su hija, alegando ante el juez la inmoralidad de Annie.
Se hizo amiga, y probablemente amante, de George Bernard Shaw, en esa época uno de los líderes de la Sociedad Fabiana, de socialistas reformadores. Su acercamiento al socialismo, la distanció de Bradlaugh, que era un individualista.
Por otra parte, desde 1884 Annie había desarrollado una estrecha amistad con Edward Aveling, un joven profesor socialista que había traducido al inglés las obras más importantes de Marx. Annie se enamoró de él, pero no fue correspondida: Aveling se fue a vivir con Eleanor, hija de Carlos Marx. Sin embargo, Edward Aveling tuvo gran influencia en el pensamiento de Annie en aquella época.
Se mezclaron ideologías y sentimientos personales: Aveling y Eleanor estaban en la Social Democratic Federation, de ideología marxista; Annie había entrado en la Sociedad Fabiana. Cuando los dos primeros se fueron a la Socialist League, de William Morris, Annie entró en la SDF. En este período, participó en numerosas campañas y apoyó huelgas, como la de las trabajadoras de la fosforera o la de los estibadores del muelle.
“Nunca olvides que la vida sólo puede ser inspirada y noble si te la tomas con valor y gallardía, como una espléndida aventura en la que te encuentras abandonado en un país desconocido para hacer frente a innumerables peligros, disfrutar de muchas alegrías, conocer numerosos camaradas, ganar y perder más de una batalla.” (Annie Besant)
La siguiente aventura de Annie fue ingresar en la masonería, en una logia francesa en la que había igualdad entre hombres y mujeres, la International Order of Freemasonry, Le Droit Humain.
En un tiempo muy breve, Besant fundó nuevas logias: tres en Londres, tres en el sur de Inglaterra, otras tres en el norte y el noroeste, e incluso organizó una en Escocia. Annie continuó trabajando con tal ardor que pronto se formaron nuevas logias en América del Sur, Canadá, India, Ceilán, Australia y Nueva Zelanda.
En 1889, le pidieron escribir una reseña para la Pall Mall Gazette sobre La Doctrina Secreta, el libro de nuestra vieja conocida H.P. Blavatsky. Después de leerlo, solicitó una entrevista con su autora, con la que se reunió en París. En su autobiografía cuenta lo mucho que le impresionó la personalidad de HPB y su célebre mirada. De su relación con Blavatsky surgió una nueva Annie Besant, la teósofa, que fue abandonando las ideas socialistas y las organizaciones afines a las que pertenecía.
Cuando Blavatsky murió en 1891, Annie se convirtió en una de las principales figuras de la teosofía. En 1893 viajó por primera vez a Chennai, en India, donde estaba la sede de Theosophical Society Adyar -una de las ramas en que se escindió la Sociedad Teósofica original, tras la muerte de su fundadora-, a cuyo frente estaba el coronel Henry Steel Olcott.
A su regreso a Londres conoció a otro eminente teósofo, el pastor anglicano Charles W. Leadbeater, con el que formaría equipo y en los años siguientes ambos firmarían conjuntamente varios libros. Según los teósofos, Leadbeater poseía el don de la clarividencia, don que igualmente adquirió Besant.
Pero, a pesar de su clarividencia, Leadbeater no pudo adivinar que en 1906 se descubrirían sus relaciones con varios adolescentes y que ello le valdría la expulsión de la Sociedad Teosófica. No sirvieron de nada las buenas intenciones que aseguraba tener: evitar que los jóvencitos se acostaran con mujeres. Por suerte para él, su amiga Annie Besant se convirtió en presidenta de la Sociedad y en 1908 fue readmitido nuevamente.
A pesar de su militancia teosófica, Besant no había abandonado su actividad política. Se unió al Partido del Congreso e intentó aplicar a India las tácticas de los independentistas irlandeses, lo que le valió pasar por las cárceles británicas un par de veces. En 1917 logró que hindúes y musulmanes se aliaran para pedir su liberación, aunque la obtuvo por la mediación del presidente Wilson, de Estados Unidos. Poco después fue elegida presidenta del Partido del Congreso.
Cuando surgió la figura de Mahatma Gandhi, Annie Besant y otros militantes del partido lo abandonaron por discrepancias con el que sería líder indiscutible.
Tampoco le fue demasiado bien en la Sociedad Teosófica: Krishnamurti, un joven al que los teósofos querían proclamar mesías, decidió dejarles plantados y emprender una brillante carrera como pensador y filósofo por cuenta propia.
Annie Besant murió en 1933. Fue incinerada y sus cenizas arrojadas al Ganges.
Una última curiosidad: algunos teósofos afirman que en vidas anteriores Annie Besant fue Hipatia, la filósofa de Alejandría.
Obras de Annie Besant en Proyecto Gutenberg:
http://www.gutenberg.org/etext/12085