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MEXICO: Las Constituciones y la Masonería

Por Heriberto Dante Santos Lozano

El viernes 5 de febrero estuve en la ceremonia cívica que las autoridades civiles efectuaron para recordar la promulgación de las constituciones políticas de 1857 y 1917.

La mañana de ese viernes era una mañana muy agradable con un sol brillante y enmarcado por estudiantes de escuelas oficiales, autoridades e invitados diversos. La ceremonia cívica movió algunas fibras emotivas de los presentes cuando se escuchó un discurso muy elocuente y persuasivo (como buena oradora) de una jovencita de la Escuela Secundaria Número 6 Centenario de la Constitución. Este discurso histórico político de la alumna Griselda Daniela Carreón, predispuso el buen ánimo de la audiencia y la ceremonia se seguía desarrollando en un ambiente muy receptivo de todo cuanto se decía o se tocaba por las bandas ahí presentes.

La ceremonia terminó con el discurso oficial del Secretario General de Gobierno, haciendo alusión básicamente al bicentenario del inicio de la Independencia y al centenario de la Revolución Mexicana. Terminada la ceremonia de las autoridades civiles, se continuó con otra ceremonia de parte de la Centenaria Gran Logia de Nuevo León. Este nutrido grupo de masones de Nuevo León estuvo presidido por el Gran Maestro de la Gran Logia, el Lic. Flavio Vallejo Ramírez.

Después de montar una guardia de honor ante el monumento a Venustiano Carranza, hizo uso de la palabra el Gran Orador de la Gran Logia, Fernando de la Cruz Bazán. Este discurso sí que es importante porque fija la línea ideológica de la masonería nuevoleonesa para el ejercicio masónico 2010-2011. En el exordio de su discurso el orador enuncia: “a 93 años de la promulgación de la Constitución de 1917 la inmensa mayoría de los mexicanos, aún padece y reclama salud, educación, empleo, seguridad y respeto a la integridad humana”.

Decía el orador, la “libertad y la soberanía se comprenden mejor sin hambre y con trabajo, y aunque la pobreza no es repartible, la solución no es sólo generar riqueza ni mucho menos estar con el temor de que se desobedece a Dios”. Seguía diciendo en su discurso de la Cruz Bazán: “en estos momentos nuestro gobierno ha recibido ataques frontales de manera irreverente por quienes se dicen defensores e intérpretes de las leyes divinas, hombres que quieren en nombre de su Dios, gobernar el mundo”.

Parece ser, continúa el orador, que hay que estar recordándoles que hace más de 150 años que los intereses, estado-iglesia, se tratan por separado, cada quien atiende sus asuntos y que estos últimos, los de la iglesia, son vigilados y normados por un gobierno laico. Dice el orador en la parte medular de su discurso que es evidente que algo anda mal, porque todo lo que la Constitución contiene en sus artículos y leyes referentes a sostener el estado laico, los prepotentes, soberbios y atrasados curas se les hace fácil descalificar y no conforme con ello, llaman a sus creyentes a desobedecer y pide que se use la ley para acabar con estos traficantes de la supuesta voluntad de Dios.

Por nuestra parte diremos, que en esto de celebrar la promulgación de la Constitución política vigente, es una buena ocasión para conocerla un poco mejor. Por ejemplo, bien vale la pena que todos los mexicanos sin excepción, ponderemos las bondades de un Estado laico.

Un Estado con esta característica es una garantía para todos los creyentes de todas las religiones y para todos aquellos mexicanos que no creen en ninguna, que su sagrada garantía constitucional a la libertad de culto será respetada por el orden público. El Estado laico también es garantía que los recursos públicos no vayan a parar en favorecer un credo particular y a los propios burócratas y administradores de una religión cualquiera. Por lo tanto, no es válido y además es indecente utilizar las creencias religiosas de los mexicanos para cobrar facturas políticas o religiosas.

Ya lo hemos escrito en este mismo espacio que el ideal laico no está en contradicción con ninguna religión, pero que si lo está con la voluntad de dominio de grupos clericales de alguna de ellas, o a la transformación política social que se pretende alcanzar con el proselitismo religioso. En consecuencia, un circunstancial carácter mayoritario de un credo en una sociedad determinada, no le da fundamento ni sostén, a ningún derecho político ni a ningún privilegio temporal. Esto sería así, si se quiere respetar la libertad de creencias de las diversas minorías y la igualdad de todos.

Siguiendo con las bondades del Estado laico, se afirma en el discurso ideo-lógico que no está en la naturaleza del concepto de laicidad, proponer o sugerir una ética personal, ni mucho menos, dar respuestas morales particulares sobre te-mas tan específicos como el aborto, el divorcio o la eutanasia.

Esto quiere decir, que el ciudadano haciendo pleno uso de su libertad y lo que su propia conciencia le dicte, puede optar por cualquiera de las diversas alternativas morales o espiritua-les que en cada caso se le presenten. El Estado laico también es bondadoso, por-que en él todos se reconocen y la opción espiritual se entiende como un asunto estrictamente privado. En este mismo concepto de laicidad se puede establecer un deslinde entre lo que es común a todos o puede legítimamente serlo y todo aquello que le concierne a la libertad individual o esfera privada.

También se puede decir, que la vida en común o vida colectiva, no significa que mi prójimo tenga el derecho de fiscalizar o inmiscuirse en mi conciencia y me imponga una religión. Por el contrario, en esta vida en común es indispensable a la luz del laicismo la observancia del cuerpo de normas que regulan la coexistencia de nuestras libertades.

Finalmente, la masonería mexicana tendrá ocasión de seguir examinando el concepto de laicismo, porque la Confederación de Grandes Logias Regulares del País, está convocando a un Congreso Nacional Masónico que se celebrará en el mes de julio en la Cd. de Saltillo. El pro-pósito de este magno evento masónico según la convocatoria referida, es el de consolidar la posición del pensamiento liberal en el escenario político nacional. Por lo tanto, la masonería de Nuevo León, tiene una inmejorable oportunidad para fijar su propio pensamiento político masónico.

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