Todo buscador de la verdad, a través de los tiempos, ha vivido una iniciación – desde real a simbólica. Atraviesa una puerta que le permite conocer el lenguaje simbólico, develar señales, entender más profundamente de donde venimos, a dónde vamos, quien es en verdad. Y así, desde ese ser.
¿Quién eres tú?
¿Quién soy?,
¿Quiénes somos?
Podemos leer juntos lo que la vida nos dice, en todas sus manifestaciones. Y así
¿Para qué estás? ,
¿Para qué estoy?,
¿Para qué estamos?
Podemos juntos descubrir y realizar ese para qué. Pero no ha sido suficiente. Ni las preguntas ni los mensajes. Todos sabemos, a lo largo de la historia de la humanidad cuántos iniciados, cuantos buenos seres humanos, hablaron de cuidar la vida y la Tierra. Pero muchas más veces ha podido el poder, la conquista, los fanatismos, la ambición, la corrupción, el odio. Nada de esto constituyen valores positivos, ni siquiera son aspectos de la luz.
Así -en el largo camino- hemos sumado tóxicos, enfermedades, muertes, contaminación, mal trato, dictaduras, depredación, desequilibrios ecológicos. Nos preguntamos, de qué nos olvidamos? Del Principio: la vida y el amor a ella. Y como consecuencia, del amor a nosotros mismos.
Nuevamente en una sucesión de catástrofe que nadie, ni las naciones poderosas pueden parar: somos pequeños e impotentes ante el descontrol de las fuerzas naturales. Y la vida donde está? A dónde va si no la cuidamos?
Se habla de la Tierra como cuerpo vivo. Qué hacemos sin ella?
Fracturada, cansada, contaminada, exhausta, la Tierra gime, la Tierra tiembla, la Tierra ruge.
El agua pierde el equilibrio y desata su fuerza. El viento rompe sus propias amarras y arrasa cuanto encuentra. Ni que decir del fuego. Los cuatro elementos que nos han acompañado en la iniciación, a los masones de todos los tiempos. Cuatro elementos que nos igualan en la experiencia y en su significado, en todos los ritos y en todas las ceremonias.
Pues bien, ¿qué hacemos hoy? La tecnología nos ha puesto toda la información delante de nuestros ojos. Ya nada se oculta. ¿Qué hacemos? La toma de conciencia es una urgencia que tiene siglos de atraso. Urge llamar a todos los hermanos de todas las obediencias. Sin excepción de ritos, sin fronteras. Un llamado desde el corazón, al corazón de todas y todos. Desde cuidar lo pequeño como el agua cotidiana, a lo más grande.
Desde construir una política con valores, sin demagogia, a cuidar la toxicidad en todo lo que hacemos y hablamos. En observarnos si realmente somos constructores de una nueva realidad más sana, o sólo habladores de ella. No podemos ocultarnos más, proyectando, culpando, responsabilizando a otros. Yo no inicié la guerra, no soy de tal raza, pero esto no es suficiente.
“Primero se llevaron a los comunistas, pero no me importó porque nunca he sido comunista. Más tarde se llevaron a los judíos, pero no me preocupé porque no soy judío. Luego se llevaron a los gitanos pero no le dí importancia ya que no soy gitano.
Ahora me llevan a mí, pero ya es tarde”. Bertold Brecht.
Quedan sin casa hoy por hoy pobres y ricos. Mueren seres humanos. Sin embargo muchos todavía siguen preocupadso por lucrarr, acomodar, esconder, defraudar, consumir, Variables de una misma situación: no construir.
Hoy por es tan responsable el que hace mal, como el omiso, como el que huye, como el que niega: no es para tanto.
Nos mueve recrear un nuevo reracionamiento entre toda la humanidad y el medio ambiente.
Nos mueve sí que toda la humanidad está afectada, lastimada, sufrida. Nos mueve sí que toda forma de vida piedra, vegetal, animal, se destruye.
Por eso, desde el corazón del Gran Oriente Latinoamericano realizamos este llamado sin límites y sin limitaciones.
Les proponemos construir juntos este nuevo ser. Trabajar en y desde las logias. Salir a contagiar la sociedad. Hagamos un mundo realmente vivible. Tengamos una utopía. Propongamos a las naciones detener la proliferación y uso de armas nucleares. Detener las guerras, crear otras vías de dirimir las crónicas diferencias. Facilitar la libre manifestación del ser en su potencial. Ser creador y co-creador de otra posibilidad de llegar a mañanas distintos. Que no te despierte un terremoto de madrugada y te salves con lo puesto. Que un tsunami arrase todo lo tuyo.
Recién ahí entendemos, cuando no tengo nada que perder, solo de empezar a construir. Pero que sea de otra manera. Desde el corazón. Desde la mano con todos. Todos nos necesitamos, y aunque esto no este pasando en mi país o en tu país “que piensas dejar a tus seres queridos o a la sociedad cuando te hayas ido?”¿Lo recuerdan?
Esta utopía implica desafíos mayores. Pero si ponemos en marcha la red de la Masonería, seguramente vamos a contagiar a muchos. O a todos. Ojalá.
Los saludamos, con un triple abrazo desde el corazón, por salud fuerza y unión.
¿Quién eres tú?
¿Quién soy?,
¿Quiénes somos?
Podemos leer juntos lo que la vida nos dice, en todas sus manifestaciones. Y así
¿Para qué estás? ,
¿Para qué estoy?,
¿Para qué estamos?
Podemos juntos descubrir y realizar ese para qué. Pero no ha sido suficiente. Ni las preguntas ni los mensajes. Todos sabemos, a lo largo de la historia de la humanidad cuántos iniciados, cuantos buenos seres humanos, hablaron de cuidar la vida y la Tierra. Pero muchas más veces ha podido el poder, la conquista, los fanatismos, la ambición, la corrupción, el odio. Nada de esto constituyen valores positivos, ni siquiera son aspectos de la luz.
Así -en el largo camino- hemos sumado tóxicos, enfermedades, muertes, contaminación, mal trato, dictaduras, depredación, desequilibrios ecológicos. Nos preguntamos, de qué nos olvidamos? Del Principio: la vida y el amor a ella. Y como consecuencia, del amor a nosotros mismos.
Nuevamente en una sucesión de catástrofe que nadie, ni las naciones poderosas pueden parar: somos pequeños e impotentes ante el descontrol de las fuerzas naturales. Y la vida donde está? A dónde va si no la cuidamos?
Se habla de la Tierra como cuerpo vivo. Qué hacemos sin ella?
Fracturada, cansada, contaminada, exhausta, la Tierra gime, la Tierra tiembla, la Tierra ruge.
El agua pierde el equilibrio y desata su fuerza. El viento rompe sus propias amarras y arrasa cuanto encuentra. Ni que decir del fuego. Los cuatro elementos que nos han acompañado en la iniciación, a los masones de todos los tiempos. Cuatro elementos que nos igualan en la experiencia y en su significado, en todos los ritos y en todas las ceremonias.
Pues bien, ¿qué hacemos hoy? La tecnología nos ha puesto toda la información delante de nuestros ojos. Ya nada se oculta. ¿Qué hacemos? La toma de conciencia es una urgencia que tiene siglos de atraso. Urge llamar a todos los hermanos de todas las obediencias. Sin excepción de ritos, sin fronteras. Un llamado desde el corazón, al corazón de todas y todos. Desde cuidar lo pequeño como el agua cotidiana, a lo más grande.
Desde construir una política con valores, sin demagogia, a cuidar la toxicidad en todo lo que hacemos y hablamos. En observarnos si realmente somos constructores de una nueva realidad más sana, o sólo habladores de ella. No podemos ocultarnos más, proyectando, culpando, responsabilizando a otros. Yo no inicié la guerra, no soy de tal raza, pero esto no es suficiente.
“Primero se llevaron a los comunistas, pero no me importó porque nunca he sido comunista. Más tarde se llevaron a los judíos, pero no me preocupé porque no soy judío. Luego se llevaron a los gitanos pero no le dí importancia ya que no soy gitano.
Ahora me llevan a mí, pero ya es tarde”. Bertold Brecht.
Quedan sin casa hoy por hoy pobres y ricos. Mueren seres humanos. Sin embargo muchos todavía siguen preocupadso por lucrarr, acomodar, esconder, defraudar, consumir, Variables de una misma situación: no construir.
Hoy por es tan responsable el que hace mal, como el omiso, como el que huye, como el que niega: no es para tanto.
ESTE LLAMADO QUE HACEMOS A TODAS LAS OBEDIENCIAS DE TODOS LOS RITOS DE TODOS LOS PAISES DE TODAS LAS CREENCIAS DE TODOS LOS GENEROS ES PORQUE LA VIDA ESTA EN RIESGO, AL LIMITE. EL PLANETA ESTA EN RIESGO.Y nosotros somos partículas, pero con gran capacidad creativa, con la gran posibilidad de contribuir, construir y realizar. No nos mueve únicamente que nuestras logias en las regiones de Chile hayan sido afectadas, que muchos de nuestros hermanos hayan perdido sus casas. No nos mueve que muchos hermanos de otras obediencias en otros países, hayan perdido su casa, sus familias, su trabajo.
Nos mueve recrear un nuevo reracionamiento entre toda la humanidad y el medio ambiente.
Nos mueve sí que toda la humanidad está afectada, lastimada, sufrida. Nos mueve sí que toda forma de vida piedra, vegetal, animal, se destruye.
Por eso, desde el corazón del Gran Oriente Latinoamericano realizamos este llamado sin límites y sin limitaciones.
Les proponemos construir juntos este nuevo ser. Trabajar en y desde las logias. Salir a contagiar la sociedad. Hagamos un mundo realmente vivible. Tengamos una utopía. Propongamos a las naciones detener la proliferación y uso de armas nucleares. Detener las guerras, crear otras vías de dirimir las crónicas diferencias. Facilitar la libre manifestación del ser en su potencial. Ser creador y co-creador de otra posibilidad de llegar a mañanas distintos. Que no te despierte un terremoto de madrugada y te salves con lo puesto. Que un tsunami arrase todo lo tuyo.
Recién ahí entendemos, cuando no tengo nada que perder, solo de empezar a construir. Pero que sea de otra manera. Desde el corazón. Desde la mano con todos. Todos nos necesitamos, y aunque esto no este pasando en mi país o en tu país “que piensas dejar a tus seres queridos o a la sociedad cuando te hayas ido?”¿Lo recuerdan?
Esta utopía implica desafíos mayores. Pero si ponemos en marcha la red de la Masonería, seguramente vamos a contagiar a muchos. O a todos. Ojalá.
Los saludamos, con un triple abrazo desde el corazón, por salud fuerza y unión.