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LIBRE Y DE BUENAS COSTUMBRES

Por : Joaquín A. Zúñiga Ceballos

M.•. M.•.
Resp.•. Ben.•. y Cent.•. Logia Luz de la Verdad Nº 46 – 1


Ser libre implica una ruptura. Cortar lazos que a la vez que atan ofrecen seguridad y protección, y pasar luego a asumir la responsabilidad de uno mismo.

Hombre libre es aquel que tiene libertad para expresar sus pensamientos, no acepta imposiciones que atenten contra sus principios, ni está sujeto a la voluntad de un tercero; no está atado a ningún dogma que oscurezca su inteligencia y pervierta sus sentimientos, y carece de vicios que lo esclavicen. Para ser hombre de buenas costumbres deberá obedecer las leyes del país en que reside, venerar a su patria, y honrar a su familia; ser tolerante y respetuoso con las ideas políticas y religiosas de sus semejantes.

Esa actitud suele tener más reclamos que aclamaciones. Sólo cuando la causa libertaria triunfa es cuando recibe vitorees de reconocimiento, antes sólo obtiene desestímulo y crítica negativa. Algunos llegan a sostener que mientras se es un asalariado no es posible ser libres. Esos si les llegáramos a cambiar las condiciones encontrarían cualquier otra objeción para negar la posibilidad de la libertad.

Pretender una libertad absoluta es un absurdo, sería tanto como negar la existencia. Pero no podemos llegar al extremo de confundir la interdepencia de los seres vivos entre ellos y con la Naturaleza con la negación de la libertad. Ni los pájaros del campo ni el águila que surca los cielos en su vuelo imperial gozan de independencia absoluta. Suele hablarse de libertad absoluta de conciencia en el sentido de no aceptar condicionamiento alguno.

Proclamarse hombre libre es reconocerse como un hombre que actúa con fundamento en la razón y en la lógica, que analiza los hechos desde varios puntos de vista y estima sus consecuencias y, dispuesto a asumir la responsabilidad de estas, decide con la seguridad de sí mismo sin hacer caso de presiones externas.

Miguel de Cervantes Saavedra escribió su obre cumbre, El Quijote, estando recluido en una prisión. Privado de la libertad realizó un acto en extremo libertario, no sólo por su libre expresión sino que esa obra se convirtió en una verdadera ruptura en el arte de la literatura, pues puso en jaque a la novelística caballeresca.

Si el hombre que llama a las puertas del Templo debe cumplir con el requisito de ser libre y de buenas costumbres para ser admitido, el iniciado masón debe procurar en su vida la perfección de estas cualidades.

El masón ha de ser un hombre libre de bajas y mezquinas pasiones. Ahí se encuentran los extremos de la balanza: libre y de buenas costumbres. El ser sumiso no es, ni mucho menos, indicio de buenas costumbres, todo lo contrario. Las buenas costumbres aparecen como el manejo equilibrado de la razón y la lógica en las relaciones con los demás, en el reconocimiento del otro como igualmente libre.

Definitivamente, en este campo de la acción humana la formula del comportamiento está dada desde el año 35 A. de C. por Hillel, uno de los iniciadores del judaísmo, que propone: “No hagas a los demás lo que no quieras para ti” y agrega: “Esta es la ley y lo demás es tan solo complementario”.

Cuando la Masonería habla de libre y de buenas costumbres es porque la una no puede concebirse sin las otras. Se requiere de la acción simultánea, imbricada, de ambas.

Golpean profanamente en la puerta y el Ven.•. M.•. pregunta: “Quién osa interrumpir la tranquilidad de nuestros trabajos”, y contestan: “Es el QH experto que conduce a un profano que desea iniciarse en nuestros augustos misterios”. El Ven.•. M.•., dice: “y cómo se atreve a esperarlo”. El H Experto, contesta: “Porque es hombre libre y de buenas costumbres”. “Quién lo garantiza”, pregunta el Ven.•. a lo que el H experto responde, “Yo que soy su conductor”.

El Ven.•. Confiando en el buen juicio del H.•. Experto y que el profano no lo ha sorprendido, ordena el ingreso del profano al Taller. Esa confianza del Ven.•., quien no esta autorizado para presentar candidatos a ingresar en la Orden, en el criterio y buen juicio del Q.•. H.•. Experto es extensible a todos los HH..•. Sin embargo, son muchos los casos en que los HH.•. se han dejado sorprender por confiados. No es del caso hacer juicios, sólo hemos de procurar mirar hacia nuestro interior y preguntarnos cuál es nuestro estado como miembros de la orden frente a los principios que tanto invocamos.


Fraternalmente;

Santa Marta, marzo 7 de 2010

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