ROGELIO AMARAL BARRAGÁN
amaral@mexico.com
Pues nada, que esta vez decidí que me desintoxicaría de todas las nefastas noticias políticas que nos inundan, luego de enterarme que el Presidente del Empleo decidió darse una buena pasaeada por Sudáfrica a costillas nuestras -but of course- a pesar de que el desempleo, los problemas y la intranquilidad siga campeando a todo lo largo y ancho del país. Bien por él.
"¿Y por qué ese cambio?" -se preguntarán ustedes- pues muy sencillo:
Todo empezó con un mensaje que recibí de un buen amigo -y hermano- sudamericano, de nombre Tomás, que incluía una interesante inserción tomada de un libro, que rezaba: "Los diez mejores chistes (a costillas) de la homeopatía".
Luego de reirme a mandíbula batiente durante unos minutos, me puse a reflexionar y he aquí que junté dos que tres torcidos razonamientos mas varios verbos y complementos y me salió la siguiente perogrullada, en forma de carta, que ahora les comparto:
"Mi muy querido amigo y hermano Tomás:
Mucho agradezco tu envío, en el que venía la inserción de los diez mejores chistes a costillas de la homeopatía, de los cuales saqué tanta alegría -desde sonrisas hasta carcajadas- que no pude menos que compartirte algunos detalles de mis propias vivencias en este terreno.
Siendo -como soy- hijo de una humilde campesina, supe de las curas sorprendentes -casi siempre utilizando la herbolaria- con la que se procuran la salud esas humildes gentes del campo que nada tienen de dinero y menos como para adquirir 'medicinas de ésas llamadas 'de patente', por estar totalmente fuera tanto de sus presupuestos como de su concepto práctico-mágico de la medicina, pues es bien sabido que la salud en buena medida es asunto de la mente y en todas las épocas va aparejada con las creencias de las personas, hecho inmerso en su Cultura. De otra manera ni Lourdes, ni Fátima, ni La Villa de Guadalupe harían tan pingües negocios.
También es un hecho demostrado que el mejor médico es el organismo mismo, cuando es capaz de desarrollar defensas contra los agentes patógenos que lo acosan en su entorno, pues estamos permanentemente nadando en la biósfera. En fin, que quiero decir, entrando de manera oficiosa en defensa de la homeopatía, que así como en el medio rural la herbolaria es la reina, en los cinturones de miseria de los medios urbanos de México- la homeopatía es la 'medicina de los pobres', a la que acuden obreros, artesanos, técnicos, empleados, jornaleros y asalariados en general, imposibilitados para surtir una receta de los señores médicos oficiales, bien pertrechados por los laboratorios de la Industria Farmacéutica -léase alópatas- pues los 'chocheros' (llamados así cariñosamente por sus agradecidos pacientes) no sólo consultan, sino que, además, en muchos casos, preparan allí mismo la mayoría de sus medicamentos o 'chochos', por lo que el enfermo sale a la vez auscultado y con sus medicinas, lo que rarísima vez ocurre con los médicos 'oficiales' que, a estas alturas del partido, representa para ellos dejar literalmente de comer, lo que tampoco es, véasele como se le vea, una garantía de buena salud para nadie.
Es más, en mis recuerdos de pequeño, creo que el primer médico que recuerdo, al que me llevó mi padre, empleado en un taller mecánico, fue un homeópata, por las calles de Pedro Moreno, en Guadalajara.
Además, conservo, por herencia y afecto, libros que fueran de un gran maestro, amigo y hermano, además de homeópata 'cincuentamilesimalista' - me refiero a Don Alfonso Galas. De él conservo, entre otras muchas cosas, su 'Repertorizador de Murphy' y varias de sus valiosísimas libretas de notas, todas interesantes, así como numerosas cartas en las que ex-pacientes, le patentizaban el más profundo agradecimiento por curaciones que -a decir de sus pacientes- les devolvieron la salud, la alegría, la vida. Él, de manera muy humilde, reconocía: "Es el milagro del organismo mismo..."
Si en ello hay una buena dosis de superchería, pudiera haberla, no me atrevería a afirmarlo ni a negarlo, pero de que hay gente que se cura a pesar de todo, incluso a pesar del médico y del método, pues sí que la hay, y mucha. De no ser así, no existieran los chamanes, que también curan.
En fin, que por hoy, nos hemos desintoxicado.
"E pur si muove..."
Vale,
amaral@mexico.com
Pues nada, que esta vez decidí que me desintoxicaría de todas las nefastas noticias políticas que nos inundan, luego de enterarme que el Presidente del Empleo decidió darse una buena pasaeada por Sudáfrica a costillas nuestras -but of course- a pesar de que el desempleo, los problemas y la intranquilidad siga campeando a todo lo largo y ancho del país. Bien por él.
"¿Y por qué ese cambio?" -se preguntarán ustedes- pues muy sencillo:
Todo empezó con un mensaje que recibí de un buen amigo -y hermano- sudamericano, de nombre Tomás, que incluía una interesante inserción tomada de un libro, que rezaba: "Los diez mejores chistes (a costillas) de la homeopatía".
Luego de reirme a mandíbula batiente durante unos minutos, me puse a reflexionar y he aquí que junté dos que tres torcidos razonamientos mas varios verbos y complementos y me salió la siguiente perogrullada, en forma de carta, que ahora les comparto:
"Mi muy querido amigo y hermano Tomás:
Mucho agradezco tu envío, en el que venía la inserción de los diez mejores chistes a costillas de la homeopatía, de los cuales saqué tanta alegría -desde sonrisas hasta carcajadas- que no pude menos que compartirte algunos detalles de mis propias vivencias en este terreno.
Siendo -como soy- hijo de una humilde campesina, supe de las curas sorprendentes -casi siempre utilizando la herbolaria- con la que se procuran la salud esas humildes gentes del campo que nada tienen de dinero y menos como para adquirir 'medicinas de ésas llamadas 'de patente', por estar totalmente fuera tanto de sus presupuestos como de su concepto práctico-mágico de la medicina, pues es bien sabido que la salud en buena medida es asunto de la mente y en todas las épocas va aparejada con las creencias de las personas, hecho inmerso en su Cultura. De otra manera ni Lourdes, ni Fátima, ni La Villa de Guadalupe harían tan pingües negocios.
También es un hecho demostrado que el mejor médico es el organismo mismo, cuando es capaz de desarrollar defensas contra los agentes patógenos que lo acosan en su entorno, pues estamos permanentemente nadando en la biósfera. En fin, que quiero decir, entrando de manera oficiosa en defensa de la homeopatía, que así como en el medio rural la herbolaria es la reina, en los cinturones de miseria de los medios urbanos de México- la homeopatía es la 'medicina de los pobres', a la que acuden obreros, artesanos, técnicos, empleados, jornaleros y asalariados en general, imposibilitados para surtir una receta de los señores médicos oficiales, bien pertrechados por los laboratorios de la Industria Farmacéutica -léase alópatas- pues los 'chocheros' (llamados así cariñosamente por sus agradecidos pacientes) no sólo consultan, sino que, además, en muchos casos, preparan allí mismo la mayoría de sus medicamentos o 'chochos', por lo que el enfermo sale a la vez auscultado y con sus medicinas, lo que rarísima vez ocurre con los médicos 'oficiales' que, a estas alturas del partido, representa para ellos dejar literalmente de comer, lo que tampoco es, véasele como se le vea, una garantía de buena salud para nadie.
Es más, en mis recuerdos de pequeño, creo que el primer médico que recuerdo, al que me llevó mi padre, empleado en un taller mecánico, fue un homeópata, por las calles de Pedro Moreno, en Guadalajara.
Además, conservo, por herencia y afecto, libros que fueran de un gran maestro, amigo y hermano, además de homeópata 'cincuentamilesimalista' - me refiero a Don Alfonso Galas. De él conservo, entre otras muchas cosas, su 'Repertorizador de Murphy' y varias de sus valiosísimas libretas de notas, todas interesantes, así como numerosas cartas en las que ex-pacientes, le patentizaban el más profundo agradecimiento por curaciones que -a decir de sus pacientes- les devolvieron la salud, la alegría, la vida. Él, de manera muy humilde, reconocía: "Es el milagro del organismo mismo..."
Si en ello hay una buena dosis de superchería, pudiera haberla, no me atrevería a afirmarlo ni a negarlo, pero de que hay gente que se cura a pesar de todo, incluso a pesar del médico y del método, pues sí que la hay, y mucha. De no ser así, no existieran los chamanes, que también curan.
En fin, que por hoy, nos hemos desintoxicado.
"E pur si muove..."
Vale,