Algunos filósofos aseguran que en las escuelas de misterios egipcios se estuvieron formando grandes pensadores de la cultura occidental. Sin ir más lejos, Pitágoras, Empédocles, Platón o Parménides, por nombrar algunos.
Y también cuentan que la popular leyenda del Santo Grial es una manera de reactualizar el conocimiento que se manejaba en aquellos tiempos tan lejanos. Y para posibles leyendas quédense con el sabio Hermes Trimegisto (el tres veces grande) y su libro El Kybalion (Ed. Edaf), al menos se le atribuye el contenido, como también el del libro La Tabla de Esmeralda,de contenido críptico. Tal vez de ahí derive la palabra hermetismo y lo que se da por conocer como enseñanzas herméticas.
La masonería no se queda atrás y también se considera heredera de conocimientos y rituales del antiguo Egipto, igual que algunas órdenes rosacruces. Parece ser que el faraón Tutmosis III (hacia 1450 a. C.) reordenó las escuelas de misterios, que llegaron a su apogeo hacia 1350 a. C. en el reinado de Amenofis IV (también conocido como Akenatón). Este intentó instaurar unos cambios radicales en la sociedad egipcia, hacia un monoteísmo. Qué casualidad que en esa época se supone que vivía Moisés, el del Antiguo Testamento, también monoteísta.
Pueden parecer cosas del pasado, pero la masonería y los rosacruces siguen estando presentes actualmente, a veces entre sombras, como todo lo que concierne a los templos y pirámides, preservadas de la luz. Hay tantos pasillos en sus interioridades...