Por Iván Herrera Michel
Se me ha consultado recientemente sobre la soberanía en exclusiva que posee per se una Gran Logia sobre un territorio, y acerca de la figura de la “invasión territorial” por parte otra Gran Logia.
Al parecer, la inquietud surge como consecuencia de las Carta Patentes que la Gran Logia Constitucional del Perú y la Gran Logia Femenina de Chile han otorgado a Logias Masónicas que tienen sede en territorio cubano en donde funciona la Gran Logia de Cuba de Antiguos Libres y Aceptados Masones, y en la controversia que se ha desatado en la isla.
Lo primero que hay que recordar, es que esta teoría de la invasión territorial no es una norma universalmente aceptada, no nació con la Masonería Especulativa y solo genera efectos Masónicos en las relaciones entre las Grandes Logias que la adopten totalmente o a medias. Para más nadie, y menos si no existe un Tratado interobedencial que limite esta práctica entre las dos Grandes Logias en consideración.
Es más, ni siquiera es acatada por todas las Grandes Logias que suelen autodenominarse como “Regular”. Para citar un solo caso, la Gran Logia Unida de Inglaterra (UGLE) posee 804 Logias en el extranjero agrupadas en 33 Grandes Logias Distritales cada una dirigida por un Gran Maestro Distrital y cinco Grupos (demasiado pequeños para constituir un Distrito), y “reconoce” a Grandes Logias en territorios “ocupados” por otras Grandes Logias a las que también “reconoce”, así entre estas últimas no exista ningún relacionamiento (por ejemplo: la UGLE reconoce como “Regulares” a 28 Grandes Logias Prince Hall en Estados Unidos que no aparecen en el libro “List of Lodge” cuyos autores las tienen como irregulares).
Para abundar en detalles, la Gran Logia Unida de Inglaterra cuenta actualmente con 108 Logias en América, de las cuales 21 trabajan en Suramérica: 10 en Brasil, 9 en Argentina, 1 en Uruguay y otra en Chile. De igual manera la Gran Logia de Escocia posee 3 Logias en Chile.
América está plagada de Grandes Logias Distritales y Grupos de Logias jurisdiccionadas a la Gran Logia Unida de Inglaterra. De ellas hay Grandes Maestros Distritales residiendo en las siguientes once divisiones administrativas: Bahamas y Turcos, Barbados y el Caribe Oriental, Bermudas, Guyana, Jamaica y las Islas Caimán, Antillas Holandesas, Montreal y Halifax, América del Sur – División Norte, América del Sur – División Sur, Trinidad y Tobago, Islas de Barlovento.
En Jamaica, por ejemplo, existen tres Grandes Logias Distritales pertenecientes a la Gran Logia Unida de Inglaterra, la Gran Logia de Escocia y la Gran Logia de Irlanda. Es decir, a las tres Grandes Logias más antiguas del mundo, y las que reclaman para sí la dispensa de la “regularidad” Masónica. Sería absurdo, pretender que la pluralidad de ofertas Masónicas a una sociedad latinoamericana solo puede ofrecerse si provienen de Obediencias de Europa. Ni los europeos lo entenderían.
La teoría de la territorialidad y de la invasión territorial, conocida en la literatura Masónica como “Doctrina Americana”, fue aprobada en la Convención de Baltimore, USA, en 1843. Y según ella, en lo sucesivo solo podrían trabajar en un mismo territorio Logias federadas a una misma Gran Logia.
Esta “Convención de Baltimore”, celebrada en la ciudad del mismo nombre del 8 al 17 de mayo de 1843, en el Masonic Hall, en Saint Paul Street, con la asistencia de 16 de las 23 Grandes Logias anglosajonas (de blancos) que para la época existían en Estados Unidos, la presidió el Gran Maestro de la Gran Logia de Virginia, John Dove. El tema central de la convocatoria lo constituyó el establecer una “uniformidad en el trabajo Masónico”. Para la época, las Grandes Logias Prince Hall (de negros) comenzaban a propagarse al mismo tiempo que se profundizaba la segregación racial en los Estados Unidos.
Dentro del ámbito anglosajón, la tesis de la territorialidad exclusiva, desconocida en la Masonería hasta entonces, ha sido observada con rigor por las Grandes Logias “de blancos” norteamericanas, y no por la Gran Logia Unida de Inglaterra. Es una cuestión de ellos. Al parecer, la intención primordial de los norteamericanos era segregar a las Grandes Logias Prince Hall de Estados Unidos debido a que estaban integradas por afroamericanos.
Colocándose en la línea de la Convención de Baltimore, la Confederación Masónica Interamericana (CMI) dispone dentro de sus “Fundamentos para un Derecho Masónico Interpotencial”, aprobados para regir las relaciones entre sus Grandes Logias miembros, en su numeral primero, que “las potencias que aspiren a mantenerse dentro de un régimen jurídico de relación, deberán cumplir y aceptar los siguientes requisitos: regularidad de origen, esto es, cada Gran Logia deberá haber sido legalmente establecida por una Gran Logia debidamente reconocida por tres o más logias Regularmente constituidas en territorio que no esté en la jurisdicción de una Gran Logia Regular”. (El resaltado es mío).
Es decir, que también es una cuestión que solo posee fuerza vinculante para las Grandes Logias que se han adscrito a la Confederación Masónica Interamericana y naturalmente se han obligado a cumplir sus reglamentaciones. No para las que no lo han hecho.
Sobre la “invasión territorial” de las Logias de la UGLE en los territorios de sus miembros la CMI nunca se ha ocupado en sus Asambleas, a pesar de defender con mucho énfasis la teoría de la “Territorialidad Exclusiva” en sus países, como condición innegociable para el “reconocimiento” de una Gran Logia como “Regular”, ni tampoco lo han hecho individualmente las Grandes Logias de la CMI en Brasil, Argentina, Uruguay y Chile.
Lo paradójico del caso, es que estas Grandes Logias, todas a una, se definen orgullosamente como unas Potencias Masónicas “libres, independientes, autónomas y soberanas” que “no son dependientes, de ninguna manera, de algún otro poder o cuerpo Masónico”.
A quienes me han consultado mi opinión al respecto del caso cubano, suelo contestarles que estamos frente a una forma pluralista y liberal de entender y practicar la Masonería que está renaciendo en Cuba después de haber estado ausente durante el siglo XX, en que solo se ofreció a la sociedad cubana el modelo anglosajón. Hay que recordar que en el Siglo XIX en Cuba funcionaron innumerables Logias jurisdiccionadas a Obediencias extranjeras y Logias Mixtas (muy diferentes a las “Hijas de la Acacia” fundada en la isla en 1936 y que tan buena obra filantrópica han adelantado).
De hecho, la existencia documentada de la primera Logia Masónica en Cuba se remonta a un Diploma de Maestro expedido el 3 de mayo de 1763 por una Logia Militar de la Gran Logia de Irlanda que trabajaba al interior del Regimiento 48 del ejército de ocupación inglés, luego vinieron Logias del Gran Oriente de Haití, impulsada por Joseph Cerneau, “El Templo de las Virtudes Teologales” de la Gran Logia de Pennsylvania, la Gran Logia Española del Rito de York, la Gran Logia Soberana de Cuba, el Gran Oriente Nacional de España, la Grande Oriente Territorial Español Americano, el Grande Oriente Hespérico Reformado, la Logia San Andrés de la Gran Logia de Carolina del Sur, el Gran Oriente de Cuba y las Antillas (GOCA), la Gran Logia de Colón, la Gran Logia de Cuba de A:. L:. y A:. M:., etc. Sin contar con las Grandes Logias y organizaciones de Masones Cubanos que actualmente funcionan en Estados Unidos.
La lista es larga. No en balde Cuba es el país latinoamericano que mayor cantidad de Masones y Logias por habitantes tiene. Son unos 30.000, actualmente repartidos en algo más de 300 Talleres practicando el estilo anglosajón de entender la Masonería. Es decir, cero mujeres, cero cojos, cero no creyentes, derecho de visita restringido a los Masones de su relacionamiento, Etc.
Yo no veo el por qué, independientemente de las razones que motivaron el retiro de Logias Masónicas y Masones del seno de la Gran Logia de Cuba de A:. L:. Y A:. M:., y ante una nueva realidad que se abre paso con fuerza y determinación, se deban mantener relaciones tensas y poco fraternales con aquellas Grandes Logias que van surgiendo para promover idearios Masónicos en territorios doctrinales que no están cubiertos, y que son tan legítimos, regulares y antiguos como el que ya existía.
Ni tampoco veo la necesidad ni la utilidad de que se agreda a las Grandes Logias Constitucional del Perú y Femenina de Chile, ni a las que seguramente atenderán el clamor de algunos Masones cubanos en el futuro, por apoyar un llamado que – en honor a la verdad, hay que reconocerlo – pertenece a la más rancia estirpe libertaria cubana, de la que la Masonería por dos siglos ha sido uno de sus más fieles baluartes, y José Martí su figura cimera.