El Masón y Sastre
Un día un hombre recibió la noticia de que sería iniciado en Masonería.
Quedó tan eufórico, que casi no se contuvo:
Ahora seré un gran hombre -le contó a un amigo
- Preciso hacerme ropas nuevas, inmediatamente; ropas que se adecuen a mi nueva posición en la vida.
-Conozco a un sastre perfecto para ti -replicó su amigo-
Es un viejo sabio que sabe dar la medida exacta y el corte perfecto para cada cliente.
Voy a darte su dirección.
El candidato a Masón fue al sastre, quien cuidadosamente le sacó las medidas.
Después de guardar la cinta métrica, el hombre dijo:
-Hay una información más, que necesito saber.
¿Cuánto tiempo hace que Ud. es masón?.
-¿Pero y eso que tiene que ver con la medida de mi toga?
-preguntó sorprendido el cliente.
-No podré hacerla sin obtener esa información señor...
Sucede que un Masón recién iniciado queda tan deslumbrado, que se mantiene altivo, yergue la cabeza e hincha su pecho.
Por esta razón, tengo que hacer la parte de adelante más larga que la de atrás.
Años más tarde, cuando está ocupado con su trabajo y los cambios que se advienen con la experiencia lo tornan sensato, el mira hacia delante para ver lo viene en su dirección y prever lo que deba hacerse; ahí entonces yo debo hacer la toga de tal modo que la parte de adelante y la de la espalda tengan el mismo largo.
Y más tarde, cuando el masón esté curvado por la edad o los años de trabajo extenuante, sin mencionar la Humildad adquirida a través de una vida de esfuerzos, entonces hago la toga de tal modo que la espalda queden más largas que el frente.
Por tanto, tengo que saber cuanto tiempo hace que Ud. fue Iniciado, para que la ropa le quede apropiadamente.
El candidato a Masón salió de la sastrería pensando menos en su túnica y más en el motivo que llevara a su amigo a mandarlo exactamente a ese Sastre.
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