Por Iván Herrera Michel
Cada vez más, se están conociendo los reales orígenes sociológicos de la Masonería, y está quedando al descubierto una realidad histórica muy alejada de los mitos, leyendas y fantasías de la Orden que solo deben ser tomados como expresiones simbólicas de sus ritos de pasaje con una funcionalidad metafórica constructiva, tales como, por ejemplo, la trasformación de un yo incorrecto en uno mejor.
En el año 2000, el historiador Robert LD Cooper, curador del Museo y la Biblioteca de la Gran Logia de Escocia, sorprendió a los estudiosos con la publicación en idioma francés, en la editorial Ivoire Clair, de un libro titulado “Los Francjardineros. Introducción a los Orígenes y la Historia de una Orden Desconocida” (Les Francs Jardiniers. Introduction aux origines et à l'histoire d'un Ordre méconnu). El texto motivó una serie de investigaciones que terminaron arrojando nuevas luces y comprensiones sobre los orígenes de la Masonería. En internet, en idioma castellano, recientemente el muy jugoso blog LA IMPRENTA DE BENJAMÍN publico dos entradas el 28 de agosto y el 4 de septiembre de 2011, sobre el mismo tema.
Sobre lo dispuesto en estas dos autorizadas fuentes, quisiera hacer un par de rápidos comentarios, además de hacer divulgación del tópico, por que me parece neural la óptica que plantea.
En efecto, los resultados de los estudios están apuntando a que la Orden de la Francjardinería nació en Escocia, con una rápida expansión en Inglaterra e Irlanda, en la segunda mitad del siglo XVII, como una experiencia más de una tendencia muy en boga en las islas británicas. La de la creación de sociedades de socorro mutuo dirigidas a la solidaridad entre sus miembros, la asistencia a sus huérfanos y viudas, la práctica de la caridad y la salvaguarda gremial de la práctica y los secretos de un oficio. Asociaciones que adquirieron en el camino, una historia oficial basada en la Biblia, y adoptaron unos signos, saludos y palabras de identificación propios, al igual que unos contenidos morales y medio religiosos para sus herramientas y materiales de trabajo.
Aún en el supuesto de que la Masonería Moderna nace en Inglaterra para favorecer las ciencias experimentales, prestando del gremio de constructores escoceses sus maneras y formas organizativas, cabe hacer una especie de rápida comparación con las sociedades parecidas que coexistieron durante su nacimiento y temprano desarrollo y con las que compartieron circunstancias culturales análogas.
Robert LD. Cooper |
Dicho lo anterior, cabe aclarar que la Francjardinería nunca pasó por el tamiz de la Revolución Francesa, y por lo tanto no desarrolló vertientes progresistas, liberales o adogmáticas.
Hasta donde llegan las investigaciones, parecer ser que la Orden Masónica y la de los Jardineros libres, solo son aquellas fraternidades británicas que se propagaron por más lejos y por más tiempo. Y los Jardineros Libres, al igual que los Masones Modernos ingleses del siglo XVIII, buscaban el mejoramiento personal, y celebraban banquetes donde cantaban, recitaban, comían, bebían, y hacían chistes mientras discutían de asuntos internos y externos a la Orden.
Los registros históricos documentales más antiguos de la Orden de los Jardineros Libres datan de 1604 y aún sobreviven algunas Logias en Sudáfrica, el Caribe Británico, Australia y Escocia con Rituales especulativos de orientación ética. Y al igual que la Masonería, aunque no fue fundada por nobles estos pronto ingresaron a ella masivamente.
Igualmente, existen pruebas de una Iniciación secreta que data del 28 de enero de 1726, cuando la Orden se ocupó de la acusación de uno de sus miembros contra otro por difamación al afirmar que no podía dar correctamente las “palabras y signos”. Y un documento de 1848 menciona una enseñanza, en forma de “'Signos, Secretos y Gripas”.
No obstante, una diferencia con la Masonería creada en Londres en 1717, es que la primera Logia de Haddington, no fomentó la creación de otras Logias. Sin embargo, en el año 1715 se fundaron dos más en Dunfermline (214 miembros) apoyadas por el Conde de Moray y el Marqués de Tweeddale, con la admisión de no trabajadores del oficio de la jardinería. En adelante la aristocracia se incorporaría rápidamente. Al principio la Orden de los Jardineros Libres se circunscribió a Escocia y creó alrededor de ochenta Logias en el siglo XVIII, hasta que el seis de noviembre de 1849, se constituyó una Gran Logia que llegó a tener Logias en Estados Unidos. Para la época ya la Orden Masónica, que había nacido inspirada en los constructores poseía Logias en medio mundo.
Robert Cooper, en su libro “Les francs-jardiniers”, sostiene que el ritual de Admisión de los Aprendices de la Orden de los Jardineros Libres muestra muchas similitudes con el de los Aprendices Masones. Adán podría ser simbólicamente el primer Jardinero Libre. Se hace uso del compás y la escuadra, a los que se añade el cuchillo, presentado como "la herramienta más simple de cultivar un huerto”, lo que permite “la poda de los vicios y propagación de las virtudes”. Al final de esta ceremonia, el Aprendiz recibe el Mandil de su Grado. La Orden de los Francjardineros hace referencia al cultivo de la tierra como símbolo del fomento del espíritu, la inteligencia y la virtud, y remite al Jardín del Edén.
El Segundo Grado se remite a Noé, que sería el 'Segundo Jardinero’, y hace que el Compañero haga simbólicamente un viaje que lo lleve del Jardín del Edén al Huerto de Getsemaní.
El Tercer Grado hace referencia a Salomón, el "Tercer Jardinero” y al símbolo del árbol de olivo, compartiendo con la Francmasonería los símbolos de la acacia, la rosa, el trigo, las granadas, el laurel y el olivo.
Cada Grado tiene su Mandil diseñado especialmente para él.
Para los días de la Segunda Guerra Mundial, existían 90 Logia de la Francjardinería que agrupaban unos 12.000 miembros. Poco a poco el número fue decayendo hasta desaparecer por completo en Gran Bretaña quince años después. Y solo fue hasta el año 2002 en que unos Francjardineros australianos fundaron en Escocia la Countess of Elgin Lodge, que sería la primera de una nueva etapa institucional que hoy agrupa en ese país cerca de una decena.
Un detalle interesante que surge al estudiar comparativamente la Francmasonería con otras instituciones similares nacidas en el mismo caldo de cultivo social primigenio, lo constituye el hecho innegable de que desde un punto filosófico, antropológico y sicológico todas ellas representan modelos de comportamientos que brindan un sentido y una validez a la vida, y en algunos casos nacen de pulsiones internas que buscan alivio.