DANIEL GONZÁLEZ | VITORIA.
Las ráfagas de viento intentaban levantar ayer sin éxito la tela roja que ocultaba a la vista de los presentes la placa que la logia masónica de Vitoria ha colocado a los pies de la tumba de Manuel Iradier para rendirle homenaje en el centenario de su muerte, mientras la veintena de asistentes al acto combatían al frío que traía el aire a la espera de que el reloj marcase las doce del mediodía. Rodeando la tumba, el presidente de los masones, Juan Martín, y su compañero de logia y Síndico de la ciudad, Javier Otaola, arropaban a Álvaro Iradier, biznieto del 'Muni', en este acto de recuerdo a la figura del célebre explorador.
«Queremos reconocer a Manuel Iradier como un hermano masón fallecido, que vivió una vida intensa, a través del compromiso de memoria de la masonería», rompía el silencio Otaola a la hora fijada -un momento simbólico para los masones-, para alabar el esfuerzo de Iradier. Con sus palabras, Otaola arrancaba el último acto organizado para este centenario, que a lo largo de 2011 ha llenado Vitoria de charlas, exposiciones y presentaciones de libros con el objetivo de mantener viva la llama de este ilustre vitoriano que forma parte de la memoria viva de la ciudad. Un esfuerzo que, además, llevaba implícita la labor de rehabilitación de su figura. «Hay que recordar que en otra época Manuel Iradier fue utilizado y, en cierto sentido, manipulado, ya que en esos tiempos de anhelos imperialistas, como en el franquismo, se le quiso dotar de ese halo de conquistador de tierras africanas».