¡VOLVIMOS!
Visitenos en nuestra nueva dirección web
FENIX-news Desde 1992

El Magisterio de la Maestría Masonica .•.




La edad del Maestro es de siete an?os y ma?s. Muchos preguntan: ¿Que? significa este nu?mero de an?os y que? representa? Hemos explicado antes el significado y aqui? nuevamente repetimos, para mejor comprensio?n del Iniciado y del profano.
El cuerpo humano renueva su estructura cada siete an?os; de manera de que las ce?lulas, mole?culas y a?tomos que tenemos ahora, despue?s de siete an?os no quedara? vestigio alguno, porque se hallara?n transformados completamente en otros distintos y diferentes.
Asi?, tal como sucede con el cuerpo fi?sico, acontece tambie?n en los dema?s cuerpos, vital, astral, mental, etc. Para regenerarse y convertirse en superhombre, el hombre debe practicar tambie?n durante siete an?os consecutivos, a fin de eliminar de sus cuerpos internos todos los a?tomos negativos y densos, transforma?ndolos en sutiles y positivos. Por ese motivo, el Maestro Maso?n debe entregarse a las pra?cticas espirituales para llegar al verdadero magisterio. Debe estudiar y practicar los Misterios del Siete, del Ocho y del Nueve, haciendo de ellos sangre de su sangre, carne de su carne.
En manos del Maestro Maso?n colocamos el material para llegar a la realizacio?n de sus deseos y anhelos. Este material comienza con el Septenario y la Unidad.
El Septenario y la Unidad
El Septenario es el nu?mero ma?s sagrado, porque contiene la Trinidad y el Cuaternario y porque representa el poder divino en toda su plenitud. En el Septenario encontramos el Yo Soy actuando y ayudado por todos los elementos.
Cuando el Iniciado llega a desarrollar sus siete centros magne?ticos y a actuar en los siete mundos, el Querubi?n le entrega la espada flami?gera para que abra la puerta del Ede?n, como lo vimos en otra parte, y obtendra? el signo de la victoria mencionado en el Apocalipsis de San Juan.
La edad del Maestro, en la Masoneri?a, es de siete an?os, lo que equivale al desarrollo de los siete centros magne?ticos, llamados las siete iglesias regidas por los siete a?ngeles del Sen?or.
Ese nu?mero nace del seis, por la unidad central de los dos tria?ngulos entrelazados, conocidos como Signo de Salomo?n o Estrella Macroco?smica.
60. En la cabala, el nu?mero siete esta? representado por el carro de Triunfo, porque el Iniciado, que ocupa el centro de los elementos, esta? armado de espada en una mano y tiene, en la otra, un cetro cuya punta termina en un tria?ngulo y una bola, signos de poder y dominio.
Con el siete, el Iniciado domina las dos fuerzas del alma del mundo, se afirma en su trinidad, reina sobre los cuatro elementos, se corona con el Pentagrama, se equilibra con los dos tria?ngulos, el nu?mero seis y, por u?ltimo, hace la funcio?n de Dios Creador con el nu?mero siete.
61. El nu?mero siete entra en todas las circunstancias de la vida, rige el desarrollo del
hombre y los acontecimientos del mundo, material y moralmente.
1o La mujer tiene, cada mes, un peri?odo de 14 di?as (el doble de siete), en que puede
ser fecundada y otro, este?ril.
2o Hasta siete horas despue?s de nacido, no se sabe si el nuevo ser es apto para la
vida.
3o A los 14 di?as (dos veces siete) los ojos de la criatura recie?n pueden seguir la luz.
4° A los 21 di?as (tres veces siete) vuelve la cabeza, impelida por la curiosidad.
5° A los siete meses le salen los primeros dientes.
6° A los 14 meses (dos veces siete), anda.
7° A los 21 meses (tres veces siete), expresa su pensamiento por medio de la voz y
del gesto.
8° A los siete an?os aparecen los segundos dientes.
9° A los 14 an?os se despierta en e?l la energi?a sexual.
10° A los 21 an?os concluye la pubertad y esta? fi?sicamente formado.
11° A los 28 an?os (cuatro veces siete) cesa el desarrollo fi?sico y comienza el
espiritual.
12° A los 35 an?os (cinco veces siete) llega al ma?ximo de la fuerza y la actividad. 13° A los 42 an?os (seis veces siete) llega al ma?ximo de la aspiracio?n ambiciosa.
14° A los 49 an?os (siete veces siete) llega al ma?ximo de la discrecio?n y comienza la
decadencia fi?sica.
15° A los 56 an?os (ocho veces siete) alcanza la plenitud del intelecto.
16° A los 63 an?os (nueve veces siete) prevalece la espiritualidad sobre la materia. 17° A los 70 an?os (diez veces siete) se inicia la inversio?n mental y sexual, y el
hombre comienza a volverse, como se dice vulgarmente, una criatura.
Se pueden juntar muchas concordancias ma?s, que explican la afinidad que parece haber con el nu?mero 7; por ejemplo, las enfermedades epide?micas, que esta?n regidas por ese nu?mero - sarampio?n, viruela, varicela, etc. -, exigen 7 o? 14 di?as para su cura; la tifoidea, 21 di?as, y muchas ma?s, pero consideramos suficientes las indicadas.
62. El objetivo de la Iniciacio?n Interna es el desarrollo de los siete centros magne?ticos, llamados tambie?n siete iglesias o siete a?ngeles. Por medio de la aspiracio?n, exhalacio?n y concentracio?n, el Iniciado puede producir el hueco en la columna vertebral, para que la energi?a creadora vaya sacando los siete sellos de la Revelacio?n de San Juan, hasta que su cuerpo llegue a convertirse en la Ciudad Santa que “descendio? del Cielo”.
63. Los siete planetas frente al Sol se colocaron a distancias diversas, segu?n la rapidez de sus vibraciones.
Cada uno de los siete planetas recibe la luz del Sol en diferente medida, de acuerdo con su proximidad a la o?rbita central y a la constitucio?n de su atmo?sfera y los seres de cada uno. En armoni?a con el estado de su desarrollo, tiene afinidad con uno u otro de los rayos solares. Los planetas llamados Siete Espi?ritus ante el Trono, absorben el color o los colores, dan un sonido en congruencia con ellos y reflejan el resto sobre los dema?s planetas. Esos rayos reflejados llevan consigo impulsos de la naturaleza del ser con el cual estuvieron en contacto.




Como es arriba, asi? es abajo; por lo tanto, el Yo Soy, el Dios Intimo e Invisible, envuelve dentro de su Ser todo lo que es, como la luz blanca del Sol envuelve todos los colores. Se manifiesta en forma de trinidad, como la luz blanca se retrata en los tres colores primarios: azul, amarillo y rojo; Padre, Hijo y Espi?ritu Santo; Vida, Conciencia y Forma, sobre cada uno de los siete centros magne?ticos del hombre, que son los “Siete A?ngeles delante del Trono del Intimo”. Esos tambie?n tienen color y son como los de arriba.
Asi? como cada planeta puede absorber del Sol solamente determinada porcio?n de uno o ma?s colores, en armoni?a con el estado general de la evolucio?n en e?l, asi? tambie?n cada centro magne?tico recibe y absorbe del Sol Espiritual, del Intimo, cierta cantidad de los diferentes rayos proyectados. Estos producen iluminacio?n espiritual segu?n el grado de desarrollo del mismo centro, que da al hombre la conciencia y el desarrollo moral, asi? como los rayos de la luna dan crecimiento fi?sico.
Cada centro magne?tico del hombre vibra en color y sonido como vibra un planeta en el firmamento; esa vibracio?n da al ser humano la energi?a necesaria para que la evolucio?n pueda proseguir.
Cada centro, al igual que un planeta, absorbe unos cuantos colores y refleja otros para los dema?s; cada color indica un poder o virtud. La debilidad de un color, en un centro, representa el predominio de su contrario y por tanto, un vicio.
Desarrollar un centro y avivar su color propio para corresponder al llamado del I?ntimo. Pero, antes de entrar en pormenores, debemos explicar los valores de los siete colores del arco iris.
Rojo: Indica pensamiento potente, sentimientos apasionados y virilidad fi?sica. La debilidad de este color se representa por el color violeta.
Anaranjado: Muestra gozo, sentimiento alegre y salud robusta. La debilidad de ese color indica predominio de azul celeste.
Amarillo: Delata lo?gica, intuicio?n, anhelo de saber, sabiduri?a, sensibilidad. Su debilidad sen?ala el predominio del an?il.
Verde: Indica optimismo, confianza y sistema nervioso equilibrado. En su debilidad, se manifiesta como anaranjado.
I?ndigo (an?il): Indica pensamientos concentrados, tranquilidad. En la debilidad de ese color predomina el amarillo.
Violeta: Denota misticismo, devocio?n, buena digestio?n y asimilacio?n. En su debilidad, se acentu?a el rojo.
Quede claro que, siendo de?bil un centro de color, en e?l ha de prevalecer su contrario, el cual, en si? mismo, es muy necesario, pero lo es en otro lugar y no en el centro debilitado.
Todo en el universo tiene relacio?n entre si? y no nos cansaremos de repetir la frase herme?tica: “Como es arriba, asi? es abajo y, como es abajo, asi? es arriba”. Antes de que emprendamos el estudio del desarrollo de los centros del cuerpo humano, el arrancar los sellos, que es la iniciacio?n apocali?ptica, debemos conocer la relacio?n entre las Iglesias del Hombre, sus siete a?ngeles, con los planetas, colores, sonidos, virtudes, vicios, etc.
Tomando como centro el Sol, el astro que verdaderamente en e?l se halla y segu?n nuestra observacio?n de la Tierra, tenemos:
7 a?ngeles superiores de los planetas:
Gabriel, Rafael, Asrael, Michael, Samael, Zadkiel, Zafkiel.
7 espi?ritus inferiores de los planetas:
Gabriel, Rafael, Anael, Michael, Samael, Tachel, Casiel.
7 virtudes:
Prudencia, Templanza, Fortaleza, Justicia, Fe, Esperanza y Caridad.
7 metales:
Plata, Mercurio, Cobre, Oro, Hierro, Estan?o, Plomo.
7 vicios:
Avaricia, Envidia, Lujuria, Vanidad, Violencia, Gula, Egoi?smo.
7 colores:
Verde, Amarillo, Violeta, Anaranjado, Rojo, Azul, i?ndigo.
7 notas musicales:
Fa, Mi, La, Re, Do, Sol, Si.
7 Iglesias del Apocalipsis:
Efeso, Pe?rgamo, Filadelfia, Tiatira, Esmirna, Sardo, Laodicea.
7 centros magne?ticos, estrellas o flores:
Fundamental, Umbilical, Frontal, Cardi?aco, Esple?nico, Lari?ngeo, Coronario. 7 sacramentos:
Bautismo, Confirmacio?n, Matrimonio, Sacerdocio, Penitencia, Eucaristi?a, Extremauncio?n.
7 perfumes:
A?mbar, Benjui?, Almizcle, Laurel, Ajenjo, Azafra?n, Mirra.
Como ya hemos dicho, se podri?an enumerar muchos Septenarios ma?s.
Todos esos Septenarios son emblemas de las virtudes y de las cualidades espirituales del alma, cuyo desarrollo tiene siete grados correspondientes a los siete planetas y a los siete centros magne?ticos del cuerpo humano, que indican el progreso desde la materia hasta el mundo divino.
La inhalacio?n, la exhalacio?n y la concentracio?n son condiciones del alma y de la conciencia; se manifiestan como a?ngeles que suben y bajan por la escala de Jacob, de la casa de Dios (tierra) a la puerta del cielo. Con la pureza de la inhalacio?n y concentracio?n, puede el aspirante abrir el canal de la columna vertebral, convirtie?ndose en Iniciado y encontrando la escala de siete gradas, que significa el si?mbolo de los metales inferiores que deben ser transmutados en oro espiritual puro. Los metales son: plomo, cobre, hierro, estan?o, mercurio, plata y oro. Se transforman con las siete virtudes: Prudencia, Templanza, Fortaleza, Justicia, Fe, Esperanza y Caridad.
San Juan dijo en su Apocalipsis en su mensaje a las Siete Iglesias que esta?n en Asia: “Que la Gracia este? contigo y la paz de Aquel que es y era y ha de venir, y de los siete Espi?ritus que esta?n delante de su trono”.
Eso significa que del corazo?n, morada del Cristo, el Yo Soy envi?a sus emanaciones ene?rgicas y divinas a los siete centros de la columna vertebral, que deben obedecer su voluntad y que, por otro lado, son expresio?n de los siete planetas y de las inteligencias espirituales que los animan.
El cuerpo del hombre es el verdadero libro del que habla San Juan, aunque no tenga hojas de papel ni li?neas escritas con tinta. Dentro de ese libro humano esta?n escritas las cosas presentes, pasadas y futuras. El libro de los Siete Sellos es el cuerpo humano y es el Iniciado quien debe abrirlo en la columna vertebral.
La apertura sucesiva de los sellos se efectu?a por medio de la Energi?a Creadora que, presionando desde el sacro para arriba, forma un tu?nel o canal en la columna vertebral de nuestro templo individual, que posee las puertas del mundo desde el fi?sico hasta el Divino.
Las cinco primeras puertas corresponden, respectivamente, a los cinco Tattvas o vibraciones del Alma del Mundo, siendo centros de los mismos en su expresio?n individual orga?nica. Con el dominio interior de esos centros, el Iniciado adquiere poder exterior sobre los elementos y llega a manejar, a voluntad, todos los poderes. Los dos superiores esta?n relacionados con los mundos espiritual y divino.
Cuando comienza la Energi?a Creadora a primar en el hombre, irradia varios rayos que descargan en su organismo; cada uno de esos rayos es un atributo del Yo Soy.
Cuando presiona el primer sello o centro, el primero alcanzado es el sistema simpa?tico, que nos da la determinacio?n de realizar lo que pensamos, en el mundo objetivo.
En nuestra conciencia i?ntima tenemos dos fuerzas que elevan y destruyen el pensamiento. El Yo Soy nos envi?a las corrientes de energi?a en forma de color, sonido y luz, al paso que el demonio interno trata de llenar esas corrientes de confusio?n, desarmoni?a y humo.
El Iniciado, muchas veces, se llena de energi?a excepcional y no percibe la fuente de sus inspiraciones; esa energi?a inspiradora la debe al primer Rayo del I?ntimo, que forma el Alma de la Naturaleza.
De esta manera, el Iniciado acumula, con la castidad, la energi?a en el centro fundamental, que arranca su sello y logra, por ese motivo, el poder de la voluntad del Alma del Mundo; entonces, puede ver las cosas antes de su manifestacio?n en el mundo fi?sico.
El vapor que emana del semen es lo que descubre los sellos apocali?pticos y da al hombre el poder de realizacio?n; pero, si ese vapor se dirige para la tierra, encadenara? al hombre a la naturaleza infernal o inferior.
Esa energi?a ascendente infunde en el hombre los ideales del Alma del Mundo y en e?l abre los canales de la Divinidad, limpiando su mundo interno de los a?tomos creadores de la ilusio?n, que moran en los sentidos; so?lo asi? podra? conocer Yo Soy.
La Iniciacio?n interna dota al verdadero Iniciado, cuando abre el primer sello, de un cerebro poderoso y sensible para captar las ensen?anzas escritas en el sistema simpa?tico; entonces, ya puede constituir su pasado y recibir la actividad del Yo Soy para salvar sus a?tomos y los dema?s.
Esa energi?a otorga salud y bienestar, porque limpia el cuerpo de los residuos de la naturaleza muerta, que tratan de penetrar en el canal del semen y evaporar el contenido, para el exterior, en nubes de depresio?n y malestar.
Cuando llega el hombre a santificar y venerar los a?tomos sexuales, construye el trono del I?ntimo en su sistema nervioso de la me?dula espinal y entra a sentir veneracio?n a toda persona que posee esos a?tomos que hacen, del hombre, un santo. El joven que locamente dilapida su energi?a, podra? ser padre algu?n di?a, pero nunca sera? respetado ni por sus hijos ni por su mujer. El casto que comprende esos misterios, absorbe la consciencia del Alma del Mundo y se torna simple, poderoso y amado por todo ser.
Cuando esa energi?a asciende por los centros del hombre, tales centros se convierten en libros abiertos; en unos, esta? escrito el pasado; en otros, el presente y, en otros, el futuro; en aquellos el saber y en estos, el poder, porque cada centro posee siete puertas y, de cada una, recibe un atributo del Yo Soy. Estaremos, entonces, llenos de vida y vigor y seremos los haces de la Divinidad que iluminan a los hombres. Cuando el hombre llegue a esas etapas, podra? pensar por si? mismo y ya no seguira? los pensamientos y costumbres de los dema?s.
Cuando una Energi?a creadora asciende por el canal espinal a nuestros centros, estos quedan bajo nuestro dominio.
En el semen se encuentran los a?ngeles de la luz y los de las tinieblas, al mismo tiempo. La Energi?a Creadora luminosa posee la alta Sabiduri?a Divina, al paso que la tenebrosa tiene la ma?s nociva sabiduri?a que haya creado la mente humana. El objetivo de la Iniciacio?n es rasgar las tinieblas internas por la aspiracio?n a la luz, la respiracio?n solar y la concentracio?n poderosa.
Cuando esa Energi?a invade la sangre, forma un aura pura en torno del cuerpo, que lo defiende de toda invasio?n externa. Entonces, la entidad ange?lica residente en el semen forma el canal o tu?nel para que la energi?a invada cada centro y libere sus poderes latentes. Cuando pasa de un centro a otro, nos une en el se?ptimo con la Consciencia del I?ntimo y seremos Grandes Iniciados.
Ya se ha dicho que el demonio o bestia interna trata de empujar la mente hacia el inferior; por eso, debe vencerse la oposicio?n de la bestia y poner una barrera entre el pensamiento y los a?tomos pegadizos y malignos. So?lo asi? podremos aplicar la concentracio?n a la Energi?a seminal y hacerla subir para la Consciencia del Yo Soy.
En el centro fundamental se encuentra el A?ngel de la Estrella, que atrae los pensamientos de pureza y alli? los registra; despue?s trata de abrir el canal de la espina dorsal y es e?l quien resguarda al hombre del demonio que esta? en el interior.
Las gla?ndulas sexuales tienen secreciones que son to?nicos por excelencia del sistema nervioso y muscular; favorecen el vigor fi?sico, dan energi?a al cara?cter y penetracio?n a la inteligencia. El valor y la tenacidad, el atrevimiento y el espi?ritu de iniciativa no pueden subsistir si no los mueve el vapor energe?tico del semen. Ese vapor del semen aviva la imaginacio?n, tonifica el sistema nervioso, estimula las funciones mentales y hace triunfar al hombre contra los a?tomos enemigos, en la lucha por la vida material y espiritual. Sin e?l, se vuelve el hombre ti?mido, apocado, indeciso y desiste ante la menor contingencia.
Con el desarrollo de ese centro, se liberan el vigor, la intrepidez y la constancia. Puede limpiarnos de todas las enfermedades del cerebro, porque el fuego serpentino que penetra todos los elementos, quema todas las escorias y mantiene la sangre pura e indemne.
Con el desarrollo de los siete centros internos, puede el Iniciado adquirir toda la Sabiduri?a que nunca antes logro? y no se reencarnara? inconscientemente. Por eso, dijo San Juan en el Apocalipsis: “Al que venciere le hare? columna en el templo de mi Dios y jama?s saldra?”.
Para obtenerlos, tenemos que elevar esa llama que esta? dentro de nosotros. Tenemos que ascender los varios soles y cuando brillen todos en nuestro cuerpo, podremos sentir el Solo Invisible que nos libra de la ilusio?n del mundo.
Por medio de la pureza, del ayuno y de la aspiracio?n, absorbe nueva energi?a, un alimento muy diferente que lo nutre. Por eso, muchos santos y el propio Cristo pudieron ayunar 40 di?as, porque esa energi?a abre los conductos nasales para que absorban nueva nutricio?n.
Asi? como el Sol, en su sistema, manifiesta su energi?a que es, al mismo tiempo, luz, calor y magnetismo, asi? tambie?n el I?ntimo manifiesta su energi?a creadora en nosotros, en fuego, luz y magnetismo por medio del semen en el sistema nervioso central.
Los a?tomos seminales encierran todas las sabiduri?as del mundo y nos acompan?an desde los primeros di?as de la Creacio?n. En ellos se encuentra toda la historia y son ellos los que inician al hombre en su mundo interno.
Puede el hombre ser iniciado fi?sicamente, varias veces; pero si no fuere aprobado por la Inteligencia solar Interna y si no adquiriere la Gran Consciencia para siempre, sera?n inu?tiles sus iniciaciones.
En cuanto el Yo Soy no pueda manifestarse dentro de su sistema central, compuesto de los centros, nunca podremos llegar a la suprema Verdad.
Con la pra?ctica del sistema yogui?stico y del Sermo?n de la Montan?a, nuestros centros abren sus puertas o sus sellos a dicha energi?a en todos los planos y reaccionan conforme con el aumento de su voltaje. Entonces y so?lo entonces, podremos dominar la Naturaleza con sus elementos.
Cada Iniciado, en este estado, debe ser un receptor potente de esa energi?a y, sobre todo, debe temer el poder terrible de sus pensamientos, porque esa pra?ctica general es, en si? misma, un poder del que antes no teni?a la menor noticia. Sus mundos internos comienzan a manifestarse a trave?s del cuerpo fi?sico y el poder del I?ntimo se convierte en bendicio?n para la humanidad.
Esos centros, o flores, o sellos, deben girar en el hombre. Cuanto ma?s progrese el alma en su evolucio?n, con mayor movimiento giran ellos. En ellos se manifiesta el alma, porque son los o?rganos de sus sentidos y su rotacio?n indica que esta?n percibiendo las cosas suprasensibles.
Cada centro tiene un nu?mero de pe?talos o rayos diferentes del otro; asi?, el Ba?sico tiene cuatro rayos; el Esple?nico, seis; diez tiene el Umbilical; doce el Cardi?aco, y diecise?is el Lari?ngeo; noventa y seis el Frontal, y el Coronario, novecientos sesenta ondulaciones. Sin embargo, en cada uno de los centros magne?ticos trabajan u ondulan solamente la mitad de los rayos que fueron obsequiados, desde un remoto pasado, como presente de la Naturaleza y sin directa intervencio?n del hombre.
Por medio de la Iniciacio?n interna, debe y puede el hombre hacer girar la otra mitad inerte y de ese modo terminara? por hacerse todo el centro luminoso como un Sol.
En los libros de ocultismo hay millares de ejercicios, cuyo objetivo es despertar esos centros y para ello pueden ser utilizados; pero tambie?n hay el peligro de que se convierta el hombre en la bestia de San Juan, con sus siete cabezas, si el aspirante no elevo? su moral y espiritualidad a niveles bastante superiores.
Existe, no obstante, un me?todo seguro y exento de peligro, que consiste en la aspiracio?n desinteresada a la perfeccio?n, en la respiracio?n y en la meditacio?n perfecta.
Por medio de las tres pra?cticas anteriores, sacadas del me?todo yogui?stico y del Sermo?n de Cristo, la energi?a Creadora abre el canal de la espina dorsal y eleva al hombre hasta la liberacio?n y la Unio?n con el Intimo. Entonces, su cuerpo se convierte en la Ciudad Santa que “descendio? del cielo”.
El aspirante que practico? todos los preceptos y consejos anteriores puede proceder y trabajar, sin peligro alguno, en la apertura de los sellos, teniendo siempre en la mira esta frase del Apocalipsis de San Juan: “So?lo el Cordero es digno de tomar el Libro y abrirle los sellos”.
Comenzando por el Centro Fundamental o Ba?sico, que es el sustenta?culo en la parte ma?s baja de la espina dorsal y el centro de gravedad del organismo. Esa flor tiene cuatro pe?talos o rayos; dos solamente vibran en el hombre profano; los otros esperan la Iniciacio?n interna para comenzar el movimiento. El Iniciado, por medio de la abstinencia y de la castidad mental, verbal y fi?sica, obliga a esos dos pe?talos a girar y brillar como el Sol.
Es la sede del Fuego Serpentino o Energi?a Creadora, o sea, la expresio?n de la Divinidad Individual, que se encuentra alli?, en estado latente.
Abrir el primer sello es despertar la serpiente i?gnea adormecida. El color que refleja ese centro es rojo sucio en el libertino, rojo amarillo en el Iniciado; rojo y azul pu?rpura en el mi?stico devoto.
Si es clarividente o no, poco importa; lo importante es saber que el hombre, por medio de sus aspiraciones y pensamientos, abre sus centros magne?ticos. Cuando sus pensamientos son puros, los colores y flores de sus centros son ni?tidos y puros; mas, si sus pensamientos son negativos e impuros, sus centros tendra?n colores sucios e informes. Cierta es la ley de causa y efecto de los planetas; pero, esa influencia lo acompan?a hasta que llegue a pensar por si? mismo y comience a dominar las estrellas. Desde entonces, el hombre traza, por medio de sus pensamientos, una senda individual, y los colores se afirman en sus centros de conformidad con el camino trazado.
El Centro Fundamental influye en todo el organismo; da fortaleza, vigoriza el a?nimo y entusiasmo, estimula el sistema nervioso y otorga resistencia, esfuerzo y constancia. Su debilidad determina el abatimiento fi?sico y moral. Los yoguis representan con un elefante la fuerza que en e?l mora. El desarrollo de ese centro proporciona el dominio sobre los elementos de la tierra.
El Centro Esple?nico se encuentra ma?s arriba que el anterior, en la regio?n del bazo; los yoguis lo llaman “morada propia”. Tiene seis rayos: tres activos y tres inertes. La ascensio?n de la Energi?a Creadora hasta e?l activa la ondulacio?n de los tres pe?talos y otorga al Iniciado el dominio sobre los elementales del agua. Su fuerza esta? representada por un pez.
Su actividad manifiesta los seis colores del espectro: da salud y crecimiento; tiene relacio?n con la gla?ndula pituitaria; ejerce influencia equilibrada en el sistema nervioso y en la temperatura normal del organismo. Sus atributos son: el consejo, la justicia y la caridad, cualidades otorgadas por la Energi?a Creadora y que son necesarias para poner en movimiento los tres pe?talos inactivos. Regula el proceso vital y elabora en la mente ideas sanas. El despertar de ese centro produce abundancia, salud y bienestar fi?sico y moral. El desarrollo de sus rayos exige perfecta armoni?a en el cuerpo, alma y espi?ritu. Enfermedad, pasio?n y malos pensamientos son las trabas del desarrollo. El cuerpo debe ser sano para que sus o?rganos obedezcan las aspiraciones que favorezcan la evolucio?n del alma y del espi?ritu. El alma debe ser pura de pasiones que pugnen con los pensamientos espirituales, y el espi?ritu no debe tampoco esclavizar el alma con leyes y deberes, tal como si fuese un amo, porque el alma debe conformarse con arreglo a las leyes y deberes por inclinacio?n natural. En fin, no debe existir la necesidad de dominar las pasiones, porque estas, por si? mismas, se orientan hacia el bien.
La expansio?n de ese centro permite la comunicacio?n con seres que pertenecen a mundos superiores, y constituye una garanti?a contra el error y la inestabilidad, porque el hombre ha ejecutado la armoni?a del cuerpo, del alma y del espi?ritu.
El tercer Centro se llama Solar. Gema luminosa, encue?ntrase en la regio?n lumbar y tiene diez rayos, cinco activos y cinco inactivos. Corresponde y otorga el dominio de los elementales del fuego; tiene por si?mbolo un cordero; preside los instintos en general y las funciones digestivas.
Cuando la energi?a vital llega hasta e?l y enciende ese candelabro, como lo llama el Apocalipsis, despierta en el Iniciado la Prudencia, le acuerda las facultades y el talento del hombre, descubre los feno?menos de la Naturaleza, influye en los intestinos, hi?gado y subconsciente. Ilumina la mente y da cordura. Su color es amarillo con verde en el hombre normal, fi?sica y moralmente. El desarrollo de los cinco rayos consiste en el regir y dominar las impresiones de los cinco sentidos y asi? puede el Iniciado penetrar en los hombres y percibir sus cualidades. Ese dominio de la ilusio?n se obtiene con la vida interior.
Por lo dema?s, han de evitarse el rencor, la envidia, la vanidad y la ociosidad.
La concentracio?n en esa flor de loto umbilical la despierta; entonces comienza el hombre a ver las formas de pensamientos de los seres y podra? leer los pensamientos.
Encendida la energi?a del cuarto Centro, despierta la flor del corazo?n, sede del “sonido sin pulsacio?n”, como le llaman los yoguis. Reside en el centro del pecho; es la sede de la vida fi?sica individual. Este centro tiene doce pe?talos, seis activos y seis inertes.
Cuando la energi?a mueve estos u?ltimos, el Iniciado impera sobre los elementales del aire. Los yoguis representan la fuerza de este centro por un anti?lope dentro del signo de Salomo?n. El fruto del A?rbol de la Vida se cosecha en este centro; su color debe ser el del oro, como el del Sol.
Fi?sicamente, estimula el proceso de la nutricio?n, la vitalidad y actividad mental por una influencia en el cerebro; tonifica el sistema glandular y activa la secrecio?n interna.
Encendido este candelabro, otorga la sabiduri?a Divina y llega el Iniciado a percibir e identificar las cosas con sus propias cualidades. Se torna, entonces, modesto y humilde ante la grandeza de la creacio?n.
La formacio?n de este centro, o Iglesia, en la regio?n del corazo?n se efectu?a por medio de los seis atributos mentales que despiertan los seis rayos inactivos, y son: 1o dominio del pensamiento, enfoca?ndolo en un punto solo, por ejemplo, la concentracio?n en el a?tomo del Hijo, en la pituitaria o en el a?tomo de Nua, en el corazo?n; 2°, la estabilidad; 3o, la perseverancia; 4o, la paciencia; 5°, la fe y la confianza; 6o, el equilibrio mental ante el sufrimiento y el placer, la suerte y la desgracia.
El quinto Centro se halla en la regio?n de la garganta; preside la palabra o el verbo y su manifestacio?n fi?sica. Tiene diecise?is rayos; ocho de ellos de poca actividad. Se llama Puerta de la Liberacio?n, porque, cuando el Iniciado despierta este centro, la Energi?a Creadora mueve los diecise?is pe?talos y entonces domina los elementales del e?ter que abren la puerta para la entrada en el Ede?n.
Es representado por un elefante blanco dentro de un ci?rculo, emblema de la pureza. Su color es una mezcla de plateado y azul verdoso y su atributo es la clariaudiencia.
Influye en el li?quido raqui?deo, estimula la combustio?n y actu?a en todo el sistema simpa?tico; por medio de e?l se descubrira?n los misterios y ciencia encerrados en ese sistema desde tiempo inmemorial. Da entendimiento, esperanza, generosidad. Los diecise?is pe?talos o rayos son, como los anteriores, centros correspondientes a otras tantas modalidades de la energi?a, la cual, al penetrar en e?l, despierta sus ocho facultades latentes, que son: 1o, odio e ilo?gica; 2°, resolucio?n; 3o, veracidad al hablar; 4o, proceder correcto; 5o, armoni?a en el vivir; 6o, esfuerzo para la superacio?n; 7°, precepto de la experiencia; 8o, poder estudiar la naturaleza interna, oyendo siempre la voz del silencio.
En el sexto Centro, que se encuentra en medio de la cabeza y se manifiesta en el entrecejo, la energi?a despierta la inteligencia, el discernimiento y su atributo es la Clarividencia.
En e?l se encuentra el ojo interno de la visio?n espiritual. Tiene dos divisiones compuestas cada una de cuarenta y ocho rayos; total, noventa y seis rayos. En una de las mitades predomina el rosado y, en la otra, sobresale el azul purpu?reo; ambos colores corresponden a la vitalidad de esa flor o rueda.
Ese centro pertenece al Mundo del Espi?ritu, donde residen los superiores y permanentes principios del hombre y, por eso, requiere, para su expresio?n, mayores y seleccionadas modalidades de Energi?a. La Energi?a Vital, en e?l, produce respeto, templanza, abstinencia, en e?l reside el ser pensante; despierta ideas de dignidad, grandeza, veneracio?n y sentimientos delicados. Su despertar otorga evolucio?n espiritual y dominio del espi?ritu sobre la materia.
El se?ptimo Centro es el loto de mil pe?talos. Esta? en el ve?rtice de la cabeza. En e?l se manifiesta ampliamente la Divinidad del Hombre-Dios. Cuando el fuego serpentino, situado en el Centro Ba?sico, se le une, en el decurso de la evolucio?n, el Iniciado alcanza la liberacio?n, objetivo de la Iniciacio?n Interna y sera? uno con su I?ntimo.
Es el ma?s refulgente de todos cuando esta? en plena actividad, vibra con inconcebible rapidez y tiene colores de indescriptibles efectos croma?ticos, aunque en e?l prepondere el violeta.
Dadas sus 960 irradiaciones, es el u?ltimo que se actualiza; pero, cuando el Iniciado llega a ese adelanto espiritual, el loto va creciendo hasta cubrir toda la parte superior de la cabeza. Ese es el significado de la aureola que colocan los pintores en torno a la cabeza de los santos.
Por ese centro recibe el hombre la Energi?a Divina del exterior; mas, alcanzada la perfeccio?n, comienza a emanarla del interior para afuera y el centro se convierte, entonces, en verdadera corona.
San Juan habla de las coronas de los veinticuatro ancianos que las deponen ante el Trono del Sen?or. El significado de ese paso apocali?ptico es que todo hombre que consiguio? hacer salir su Energi?a Creadora por la cabeza, la depone a los pies de su Dios I?ntimo para que la emplee en su obra.
Con la actividad del Centro Fundamental, la Energi?a, con su formidable poder, vivifica todos los otros; da como resultado, el transporte de las facultades internas y despierta la consciencia fi?sica. Con el despertar del Esple?nico, el hombre se vuelve a acordar de sus viajes mentales. Con la actividad umbilical, puede separarse, a voluntad, de su cuerpo fi?sico y sentir las influencias del mundo astral. La vivificacio?n de lo Cardi?aco otorga al hombre sentir el dolor y el placer ajenos; desea sacrificarse por los dema?s y recibe la sabiduri?a. El despertar del Lari?ngeo da el poder de la clariaudiencia; puede el Iniciado oi?r la voz del Silencio, la mu?sica de las esferas y conversar con los espi?ritus superiores. El Centro Frontal capacita al hombre, en cuerpo fi?sico, para ver los espi?ritus por medio de su ojo invisible. Es el centro de la clarividencia.
Cuando el Coronario llega a su plena actividad, el Yo Soy puede salir por alli?, dejando, conscientemente, su cuerpo, pues ya se halla libre de la prisio?n carnal; puede regresar al cuerpo, sin interrupcio?n y estara? siempre consciente, sea en el suen?o fi?sico, sea en el definitivo momento de la muerte.
Ese es el perfecto Iniciado
San Juan, en su Apocalipsis, Cap. X, vers. 6, dijo, despue?s de que el Cordero abrio? el u?ltimo sello: “Y juro? por el que vive en los siglos de los siglos, que creo? el cielo y las cosas que hay en e?l y la tierra y las cosas que hay en ella, y el mar y las cosas que hay en e?l, que ya no habra? ma?s demora”. (Esto es, para el Adepto que llego? a la liberacio?n y a la unio?n con Dios).
En otra parte, Cap. XI, vers. 15, dijo: “Y cuando el Se?ptimo A?ngel toco? la trompeta, hubo en el cielo grandes voces que deci?an: Los reinos del mundo vinieron a ser de nuestro Sen?or y de su Cristo y Ellos reinara?n por siempre”.
La tarea del Iniciado es despertar o ascender sus siete candelabros con la luz del Espi?ritu Divino, para llegar a la liberacio?n o Unio?n con el Dios I?ntimo.









El Magisterio de la Maestría Masonica .•.<br/><br/>La edad del Maestro es de siete an?os y ma?s. Muchos preguntan: ¿Que? significa este nu?mero de an?os y que? representa? Hemos explicado antes el significado y aqui? nuevamente repetimos, para mejor comprensio?n del Iniciado y del profano.<br/>El cuerpo humano renueva su estructura cada siete an?os; de manera de que las ce?lulas, mole?culas y a?tomos que tenemos ahora, despue?s de siete an?os no quedara? vestigio alguno, porque se hallara?n transformados completamente en otros distintos y diferentes.<br/>Asi?, tal como sucede con el cuerpo fi?sico, acontece tambie?n en los dema?s cuerpos, vital, astral, mental, etc. Para regenerarse y convertirse en superhombre, el hombre debe practicar tambie?n durante siete an?os consecutivos, a fin de eliminar de sus cuerpos internos todos los a?tomos negativos y densos, transforma?ndolos en sutiles y positivos. Por ese motivo, el Maestro Maso?n debe entregarse a las pra?cticas espirituales para llegar al verdadero magisterio. Debe estudiar y practicar los Misterios del Siete, del Ocho y del Nueve, haciendo de ellos sangre de su sangre, carne de su carne.<br/>En manos del Maestro Maso?n colocamos el material para llegar a la realizacio?n de sus deseos y anhelos. Este material comienza con el Septenario y la Unidad.<br/>El Septenario y la Unidad<br/>El Septenario es el nu?mero ma?s sagrado, porque contiene la Trinidad y el Cuaternario y porque representa el poder divino en toda su plenitud. En el Septenario encontramos el Yo Soy actuando y ayudado por todos los elementos.<br/>Cuando el Iniciado llega a desarrollar sus siete centros magne?ticos y a actuar en los siete mundos, el Querubi?n le entrega la espada flami?gera para que abra la puerta del Ede?n, como lo vimos en otra parte, y obtendra? el signo de la victoria mencionado en el Apocalipsis de San Juan.<br/>La edad del Maestro, en la Masoneri?a, es de siete an?os, lo que equivale al desarrollo de los siete centros magne?ticos, llamados las siete iglesias regidas por los siete a?ngeles del Sen?or.<br/>Ese nu?mero nace del seis, por la unidad central de los dos tria?ngulos entrelazados, conocidos como Signo de Salomo?n o Estrella Macroco?smica.<br/>60. En la cabala, el nu?mero siete esta? representado por el carro de Triunfo, porque el Iniciado, que ocupa el centro de los elementos, esta? armado de espada en una mano y tiene, en la otra, un cetro cuya punta termina en un tria?ngulo y una bola, signos de poder y dominio.<br/>Con el siete, el Iniciado domina las dos fuerzas del alma del mundo, se afirma en su trinidad, reina sobre los cuatro elementos, se corona con el Pentagrama, se equilibra con los dos tria?ngulos, el nu?mero seis y, por u?ltimo, hace la funcio?n de Dios Creador con el nu?mero siete.<br/>61. El nu?mero siete entra en todas las circunstancias de la vida, rige el desarrollo del<br/>hombre y los acontecimientos del mundo, material y moralmente.<br/>1o La mujer tiene, cada mes, un peri?odo de 14 di?as (el doble de siete), en que puede<br/>ser fecundada y otro, este?ril.<br/>2o Hasta siete horas despue?s de nacido, no se sabe si el nuevo ser es apto para la<br/>vida.<br/>3o A los 14 di?as (dos veces siete) los ojos de la criatura recie?n pueden seguir la luz.<br/>4° A los 21 di?as (tres veces siete) vuelve la cabeza, impelida por la curiosidad.<br/>5° A los siete meses le salen los primeros dientes.<br/>6° A los 14 meses (dos veces siete), anda.<br/>7° A los 21 meses (tres veces siete), expresa su pensamiento por medio de la voz y<br/>del gesto.<br/>8° A los siete an?os aparecen los segundos dientes.<br/>9° A los 14 an?os se despierta en e?l la energi?a sexual.<br/>10° A los 21 an?os concluye la pubertad y esta? fi?sicamente formado.<br/>11° A los 28 an?os (cuatro veces siete) cesa el desarrollo fi?sico y comienza el<br/>espiritual.<br/>12° A los 35 an?os (cinco veces siete) llega al ma?ximo de la fuerza y la actividad. 13° A los 42 an?os (seis veces siete) llega al ma?ximo de la aspiracio?n ambiciosa.<br/>14° A los 49 an?os (siete veces siete) llega al ma?ximo de la discrecio?n y comienza la<br/>decadencia fi?sica.<br/>15° A los 56 an?os (ocho veces siete) alcanza la plenitud del intelecto.<br/>16° A los 63 an?os (nueve veces siete) prevalece la espiritualidad sobre la materia. 17° A los 70 an?os (diez veces siete) se inicia la inversio?n mental y sexual, y el<br/>hombre comienza a volverse, como se dice vulgarmente, una criatura.<br/>Se pueden juntar muchas concordancias ma?s, que explican la afinidad que parece haber con el nu?mero 7; por ejemplo, las enfermedades epide?micas, que esta?n regidas por ese nu?mero - sarampio?n, viruela, varicela, etc. -, exigen 7 o? 14 di?as para su cura; la tifoidea, 21 di?as, y muchas ma?s, pero consideramos suficientes las indicadas.<br/>62. El objetivo de la Iniciacio?n Interna es el desarrollo de los siete centros magne?ticos, llamados tambie?n siete iglesias o siete a?ngeles. Por medio de la aspiracio?n, exhalacio?n y concentracio?n, el Iniciado puede producir el hueco en la columna vertebral, para que la energi?a creadora vaya sacando los siete sellos de la Revelacio?n de San Juan, hasta que su cuerpo llegue a convertirse en la Ciudad Santa que “descendio? del Cielo”.<br/>63. Los siete planetas frente al Sol se colocaron a distancias diversas, segu?n la rapidez de sus vibraciones.<br/>Cada uno de los siete planetas recibe la luz del Sol en diferente medida, de acuerdo con su proximidad a la o?rbita central y a la constitucio?n de su atmo?sfera y los seres de cada uno. En armoni?a con el estado de su desarrollo, tiene afinidad con uno u otro de los rayos solares. Los planetas llamados Siete Espi?ritus ante el Trono, absorben el color o los colores, dan un sonido en congruencia con ellos y reflejan el resto sobre los dema?s planetas. Esos rayos reflejados llevan consigo impulsos de la naturaleza del ser con el cual estuvieron en contacto.<br/><br/>Como es arriba, asi? es abajo; por lo tanto, el Yo Soy, el Dios Intimo e Invisible, envuelve dentro de su Ser todo lo que es, como la luz blanca del Sol envuelve todos los colores. Se manifiesta en forma de trinidad, como la luz blanca se retrata en los tres colores primarios: azul, amarillo y rojo; Padre, Hijo y Espi?ritu Santo; Vida, Conciencia y Forma, sobre cada uno de los siete centros magne?ticos del hombre, que son los “Siete A?ngeles delante del Trono del Intimo”. Esos tambie?n tienen color y son como los de arriba.<br/>Asi? como cada planeta puede absorber del Sol solamente determinada porcio?n de uno o ma?s colores, en armoni?a con el estado general de la evolucio?n en e?l, asi? tambie?n cada centro magne?tico recibe y absorbe del Sol Espiritual, del Intimo, cierta cantidad de los diferentes rayos proyectados. Estos producen iluminacio?n espiritual segu?n el grado de desarrollo del mismo centro, que da al hombre la conciencia y el desarrollo moral, asi? como los rayos de la luna dan crecimiento fi?sico.<br/>Cada centro magne?tico del hombre vibra en color y sonido como vibra un planeta en el firmamento; esa vibracio?n da al ser humano la energi?a necesaria para que la evolucio?n pueda proseguir.<br/>Cada centro, al igual que un planeta, absorbe unos cuantos colores y refleja otros para los dema?s; cada color indica un poder o virtud. La debilidad de un color, en un centro, representa el predominio de su contrario y por tanto, un vicio.<br/>Desarrollar un centro y avivar su color propio para corresponder al llamado del I?ntimo. Pero, antes de entrar en pormenores, debemos explicar los valores de los siete colores del arco iris.<br/>Rojo: Indica pensamiento potente, sentimientos apasionados y virilidad fi?sica. La debilidad de este color se representa por el color violeta.<br/>Anaranjado: Muestra gozo, sentimiento alegre y salud robusta. La debilidad de ese color indica predominio de azul celeste.<br/>Amarillo: Delata lo?gica, intuicio?n, anhelo de saber, sabiduri?a, sensibilidad. Su debilidad sen?ala el predominio del an?il.<br/>Verde: Indica optimismo, confianza y sistema nervioso equilibrado. En su debilidad, se manifiesta como anaranjado.<br/>I?ndigo (an?il): Indica pensamientos concentrados, tranquilidad. En la debilidad de ese color predomina el amarillo.<br/>Violeta: Denota misticismo, devocio?n, buena digestio?n y asimilacio?n. En su debilidad, se acentu?a el rojo.<br/>Quede claro que, siendo de?bil un centro de color, en e?l ha de prevalecer su contrario, el cual, en si? mismo, es muy necesario, pero lo es en otro lugar y no en el centro debilitado.<br/>Todo en el universo tiene relacio?n entre si? y no nos cansaremos de repetir la frase herme?tica: “Como es arriba, asi? es abajo y, como es abajo, asi? es arriba”. Antes de que emprendamos el estudio del desarrollo de los centros del cuerpo humano, el arrancar los sellos, que es la iniciacio?n apocali?ptica, debemos conocer la relacio?n entre las Iglesias del Hombre, sus siete a?ngeles, con los planetas, colores, sonidos, virtudes, vicios, etc.<br/>Tomando como centro el Sol, el astro que verdaderamente en e?l se halla y segu?n nuestra observacio?n de la Tierra, tenemos:<br/>7 a?ngeles superiores de los planetas:<br/>Gabriel, Rafael, Asrael, Michael, Samael, Zadkiel, Zafkiel.<br/>7 espi?ritus inferiores de los planetas:<br/>Gabriel, Rafael, Anael, Michael, Samael, Tachel, Casiel.<br/>7 virtudes:<br/>Prudencia, Templanza, Fortaleza, Justicia, Fe, Esperanza y Caridad.<br/>7 metales:<br/>Plata, Mercurio, Cobre, Oro, Hierro, Estan?o, Plomo.<br/>7 vicios:<br/>Avaricia, Envidia, Lujuria, Vanidad, Violencia, Gula, Egoi?smo.<br/>7 colores:<br/>Verde, Amarillo, Violeta, Anaranjado, Rojo, Azul, i?ndigo.<br/>7 notas musicales:<br/>Fa, Mi, La, Re, Do, Sol, Si.<br/>7 Iglesias del Apocalipsis:<br/>Efeso, Pe?rgamo, Filadelfia, Tiatira, Esmirna, Sardo, Laodicea.<br/>7 centros magne?ticos, estrellas o flores:<br/>Fundamental, Umbilical, Frontal, Cardi?aco, Esple?nico, Lari?ngeo, Coronario. 7 sacramentos:<br/>Bautismo, Confirmacio?n, Matrimonio, Sacerdocio, Penitencia, Eucaristi?a, Extremauncio?n.<br/>7 perfumes:<br/>A?mbar, Benjui?, Almizcle, Laurel, Ajenjo, Azafra?n, Mirra.<br/>Como ya hemos dicho, se podri?an enumerar muchos Septenarios ma?s.<br/>Todos esos Septenarios son emblemas de las virtudes y de las cualidades espirituales del alma, cuyo desarrollo tiene siete grados correspondientes a los siete planetas y a los siete centros magne?ticos del cuerpo humano, que indican el progreso desde la materia hasta el mundo divino.<br/>La inhalacio?n, la exhalacio?n y la concentracio?n son condiciones del alma y de la conciencia; se manifiestan como a?ngeles que suben y bajan por la escala de Jacob, de la casa de Dios (tierra) a la puerta del cielo. Con la pureza de la inhalacio?n y concentracio?n, puede el aspirante abrir el canal de la columna vertebral, convirtie?ndose en Iniciado y encontrando la escala de siete gradas, que significa el si?mbolo de los metales inferiores que deben ser transmutados en oro espiritual puro. Los metales son: plomo, cobre, hierro, estan?o, mercurio, plata y oro. Se transforman con las siete virtudes: Prudencia, Templanza, Fortaleza, Justicia, Fe, Esperanza y Caridad.<br/>San Juan dijo en su Apocalipsis en su mensaje a las Siete Iglesias que esta?n en Asia: “Que la Gracia este? contigo y la paz de Aquel que es y era y ha de venir, y de los siete Espi?ritus que esta?n delante de su trono”.<br/>Eso significa que del corazo?n, morada del Cristo, el Yo Soy envi?a sus emanaciones ene?rgicas y divinas a los siete centros de la columna vertebral, que deben obedecer su voluntad y que, por otro lado, son expresio?n de los siete planetas y de las inteligencias espirituales que los animan.<br/>El cuerpo del hombre es el verdadero libro del que habla San Juan, aunque no tenga hojas de papel ni li?neas escritas con tinta. Dentro de ese libro humano esta?n escritas las cosas presentes, pasadas y futuras. El libro de los Siete Sellos es el cuerpo humano y es el Iniciado quien debe abrirlo en la columna vertebral.<br/>La apertura sucesiva de los sellos se efectu?a por medio de la Energi?a Creadora que, presionando desde el sacro para arriba, forma un tu?nel o canal en la columna vertebral de nuestro templo individual, que posee las puertas del mundo desde el fi?sico hasta el Divino.<br/>Las cinco primeras puertas corresponden, respectivamente, a los cinco Tattvas o vibraciones del Alma del Mundo, siendo centros de los mismos en su expresio?n individual orga?nica. Con el dominio interior de esos centros, el Iniciado adquiere poder exterior sobre los elementos y llega a manejar, a voluntad, todos los poderes. Los dos superiores esta?n relacionados con los mundos espiritual y divino.<br/>Cuando comienza la Energi?a Creadora a primar en el hombre, irradia varios rayos que descargan en su organismo; cada uno de esos rayos es un atributo del Yo Soy.<br/>Cuando presiona el primer sello o centro, el primero alcanzado es el sistema simpa?tico, que nos da la determinacio?n de realizar lo que pensamos, en el mundo objetivo.<br/>En nuestra conciencia i?ntima tenemos dos fuerzas que elevan y destruyen el pensamiento. El Yo Soy nos envi?a las corrientes de energi?a en forma de color, sonido y luz, al paso que el demonio interno trata de llenar esas corrientes de confusio?n, desarmoni?a y humo.<br/>El Iniciado, muchas veces, se llena de energi?a excepcional y no percibe la fuente de sus inspiraciones; esa energi?a inspiradora la debe al primer Rayo del I?ntimo, que forma el Alma de la Naturaleza.<br/>De esta manera, el Iniciado acumula, con la castidad, la energi?a en el centro fundamental, que arranca su sello y logra, por ese motivo, el poder de la voluntad del Alma del Mundo; entonces, puede ver las cosas antes de su manifestacio?n en el mundo fi?sico.<br/>El vapor que emana del semen es lo que descubre los sellos apocali?pticos y da al hombre el poder de realizacio?n; pero, si ese vapor se dirige para la tierra, encadenara? al hombre a la naturaleza infernal o inferior.<br/>Esa energi?a ascendente infunde en el hombre los ideales del Alma del Mundo y en e?l abre los canales de la Divinidad, limpiando su mundo interno de los a?tomos creadores de la ilusio?n, que moran en los sentidos; so?lo asi? podra? conocer Yo Soy.<br/>La Iniciacio?n interna dota al verdadero Iniciado, cuando abre el primer sello, de un cerebro poderoso y sensible para captar las ensen?anzas escritas en el sistema simpa?tico; entonces, ya puede constituir su pasado y recibir la actividad del Yo Soy para salvar sus a?tomos y los dema?s.<br/>Esa energi?a otorga salud y bienestar, porque limpia el cuerpo de los residuos de la naturaleza muerta, que tratan de penetrar en el canal del semen y evaporar el contenido, para el exterior, en nubes de depresio?n y malestar.<br/>Cuando llega el hombre a santificar y venerar los a?tomos sexuales, construye el trono del I?ntimo en su sistema nervioso de la me?dula espinal y entra a sentir veneracio?n a toda persona que posee esos a?tomos que hacen, del hombre, un santo. El joven que locamente dilapida su energi?a, podra? ser padre algu?n di?a, pero nunca sera? respetado ni por sus hijos ni por su mujer. El casto que comprende esos misterios, absorbe la consciencia del Alma del Mundo y se torna simple, poderoso y amado por todo ser.<br/>Cuando esa energi?a asciende por los centros del hombre, tales centros se convierten en libros abiertos; en unos, esta? escrito el pasado; en otros, el presente y, en otros, el futuro; en aquellos el saber y en estos, el poder, porque cada centro posee siete puertas y, de cada una, recibe un atributo del Yo Soy. Estaremos, entonces, llenos de vida y vigor y seremos los haces de la Divinidad que iluminan a los hombres. Cuando el hombre llegue a esas etapas, podra? pensar por si? mismo y ya no seguira? los pensamientos y costumbres de los dema?s.<br/>Cuando una Energi?a creadora asciende por el canal espinal a nuestros centros, estos quedan bajo nuestro dominio.<br/>En el semen se encuentran los a?ngeles de la luz y los de las tinieblas, al mismo tiempo. La Energi?a Creadora luminosa posee la alta Sabiduri?a Divina, al paso que la tenebrosa tiene la ma?s nociva sabiduri?a que haya creado la mente humana. El objetivo de la Iniciacio?n es rasgar las tinieblas internas por la aspiracio?n a la luz, la respiracio?n solar y la concentracio?n poderosa.<br/>Cuando esa Energi?a invade la sangre, forma un aura pura en torno del cuerpo, que lo defiende de toda invasio?n externa. Entonces, la entidad ange?lica residente en el semen forma el canal o tu?nel para que la energi?a invada cada centro y libere sus poderes latentes. Cuando pasa de un centro a otro, nos une en el se?ptimo con la Consciencia del I?ntimo y seremos Grandes Iniciados.<br/>Ya se ha dicho que el demonio o bestia interna trata de empujar la mente hacia el inferior; por eso, debe vencerse la oposicio?n de la bestia y poner una barrera entre el pensamiento y los a?tomos pegadizos y malignos. So?lo asi? podremos aplicar la concentracio?n a la Energi?a seminal y hacerla subir para la Consciencia del Yo Soy.<br/>En el centro fundamental se encuentra el A?ngel de la Estrella, que atrae los pensamientos de pureza y alli? los registra; despue?s trata de abrir el canal de la espina dorsal y es e?l quien resguarda al hombre del demonio que esta? en el interior.<br/>Las gla?ndulas sexuales tienen secreciones que son to?nicos por excelencia del sistema nervioso y muscular; favorecen el vigor fi?sico, dan energi?a al cara?cter y penetracio?n a la inteligencia. El valor y la tenacidad, el atrevimiento y el espi?ritu de iniciativa no pueden subsistir si no los mueve el vapor energe?tico del semen. Ese vapor del semen aviva la imaginacio?n, tonifica el sistema nervioso, estimula las funciones mentales y hace triunfar al hombre contra los a?tomos enemigos, en la lucha por la vida material y espiritual. Sin e?l, se vuelve el hombre ti?mido, apocado, indeciso y desiste ante la menor contingencia.<br/>Con el desarrollo de ese centro, se liberan el vigor, la intrepidez y la constancia. Puede limpiarnos de todas las enfermedades del cerebro, porque el fuego serpentino que penetra todos los elementos, quema todas las escorias y mantiene la sangre pura e indemne.<br/>Con el desarrollo de los siete centros internos, puede el Iniciado adquirir toda la Sabiduri?a que nunca antes logro? y no se reencarnara? inconscientemente. Por eso, dijo San Juan en el Apocalipsis: “Al que venciere le hare? columna en el templo de mi Dios y jama?s saldra?”.<br/>Para obtenerlos, tenemos que elevar esa llama que esta? dentro de nosotros. Tenemos que ascender los varios soles y cuando brillen todos en nuestro cuerpo, podremos sentir el Solo Invisible que nos libra de la ilusio?n del mundo.<br/>Por medio de la pureza, del ayuno y de la aspiracio?n, absorbe nueva energi?a, un alimento muy diferente que lo nutre. Por eso, muchos santos y el propio Cristo pudieron ayunar 40 di?as, porque esa energi?a abre los conductos nasales para que absorban nueva nutricio?n.<br/>Asi? como el Sol, en su sistema, manifiesta su energi?a que es, al mismo tiempo, luz, calor y magnetismo, asi? tambie?n el I?ntimo manifiesta su energi?a creadora en nosotros, en fuego, luz y magnetismo por medio del semen en el sistema nervioso central.<br/>Los a?tomos seminales encierran todas las sabiduri?as del mundo y nos acompan?an desde los primeros di?as de la Creacio?n. En ellos se encuentra toda la historia y son ellos los que inician al hombre en su mundo interno.<br/>Puede el hombre ser iniciado fi?sicamente, varias veces; pero si no fuere aprobado por la Inteligencia solar Interna y si no adquiriere la Gran Consciencia para siempre, sera?n inu?tiles sus iniciaciones.<br/>En cuanto el Yo Soy no pueda manifestarse dentro de su sistema central, compuesto de los centros, nunca podremos llegar a la suprema Verdad.<br/>Con la pra?ctica del sistema yogui?stico y del Sermo?n de la Montan?a, nuestros centros abren sus puertas o sus sellos a dicha energi?a en todos los planos y reaccionan conforme con el aumento de su voltaje. Entonces y so?lo entonces, podremos dominar la Naturaleza con sus elementos.<br/>Cada Iniciado, en este estado, debe ser un receptor potente de esa energi?a y, sobre todo, debe temer el poder terrible de sus pensamientos, porque esa pra?ctica general es, en si? misma, un poder del que antes no teni?a la menor noticia. Sus mundos internos comienzan a manifestarse a trave?s del cuerpo fi?sico y el poder del I?ntimo se convierte en bendicio?n para la humanidad.<br/>Esos centros, o flores, o sellos, deben girar en el hombre. Cuanto ma?s progrese el alma en su evolucio?n, con mayor movimiento giran ellos. En ellos se manifiesta el alma, porque son los o?rganos de sus sentidos y su rotacio?n indica que esta?n percibiendo las cosas suprasensibles.<br/>Cada centro tiene un nu?mero de pe?talos o rayos diferentes del otro; asi?, el Ba?sico tiene cuatro rayos; el Esple?nico, seis; diez tiene el Umbilical; doce el Cardi?aco, y diecise?is el Lari?ngeo; noventa y seis el Frontal, y el Coronario, novecientos sesenta ondulaciones. Sin embargo, en cada uno de los centros magne?ticos trabajan u ondulan solamente la mitad de los rayos que fueron obsequiados, desde un remoto pasado, como presente de la Naturaleza y sin directa intervencio?n del hombre.<br/>Por medio de la Iniciacio?n interna, debe y puede el hombre hacer girar la otra mitad inerte y de ese modo terminara? por hacerse todo el centro luminoso como un Sol.<br/>En los libros de ocultismo hay millares de ejercicios, cuyo objetivo es despertar esos centros y para ello pueden ser utilizados; pero tambie?n hay el peligro de que se convierta el hombre en la bestia de San Juan, con sus siete cabezas, si el aspirante no elevo? su moral y espiritualidad a niveles bastante superiores.<br/>Existe, no obstante, un me?todo seguro y exento de peligro, que consiste en la aspiracio?n desinteresada a la perfeccio?n, en la respiracio?n y en la meditacio?n perfecta.<br/>Por medio de las tres pra?cticas anteriores, sacadas del me?todo yogui?stico y del Sermo?n de Cristo, la energi?a Creadora abre el canal de la espina dorsal y eleva al hombre hasta la liberacio?n y la Unio?n con el Intimo. Entonces, su cuerpo se convierte en la Ciudad Santa que “descendio? del cielo”.<br/>El aspirante que practico? todos los preceptos y consejos anteriores puede proceder y trabajar, sin peligro alguno, en la apertura de los sellos, teniendo siempre en la mira esta frase del Apocalipsis de San Juan: “So?lo el Cordero es digno de tomar el Libro y abrirle los sellos”.<br/>Comenzando por el Centro Fundamental o Ba?sico, que es el sustenta?culo en la parte ma?s baja de la espina dorsal y el centro de gravedad del organismo. Esa flor tiene cuatro pe?talos o rayos; dos solamente vibran en el hombre profano; los otros esperan la Iniciacio?n interna para comenzar el movimiento. El Iniciado, por medio de la abstinencia y de la castidad mental, verbal y fi?sica, obliga a esos dos pe?talos a girar y brillar como el Sol.<br/>Es la sede del Fuego Serpentino o Energi?a Creadora, o sea, la expresio?n de la Divinidad Individual, que se encuentra alli?, en estado latente.<br/>Abrir el primer sello es despertar la serpiente i?gnea adormecida. El color que refleja ese centro es rojo sucio en el libertino, rojo amarillo en el Iniciado; rojo y azul pu?rpura en el mi?stico devoto.<br/>Si es clarividente o no, poco importa; lo importante es saber que el hombre, por medio de sus aspiraciones y pensamientos, abre sus centros magne?ticos. Cuando sus pensamientos son puros, los colores y flores de sus centros son ni?tidos y puros; mas, si sus pensamientos son negativos e impuros, sus centros tendra?n colores sucios e informes. Cierta es la ley de causa y efecto de los planetas; pero, esa influencia lo acompan?a hasta que llegue a pensar por si? mismo y comience a dominar las estrellas. Desde entonces, el hombre traza, por medio de sus pensamientos, una senda individual, y los colores se afirman en sus centros de conformidad con el camino trazado.<br/>El Centro Fundamental influye en todo el organismo; da fortaleza, vigoriza el a?nimo y entusiasmo, estimula el sistema nervioso y otorga resistencia, esfuerzo y constancia. Su debilidad determina el abatimiento fi?sico y moral. Los yoguis representan con un elefante la fuerza que en e?l mora. El desarrollo de ese centro proporciona el dominio sobre los elementos de la tierra.<br/>El Centro Esple?nico se encuentra ma?s arriba que el anterior, en la regio?n del bazo; los yoguis lo llaman “morada propia”. Tiene seis rayos: tres activos y tres inertes. La ascensio?n de la Energi?a Creadora hasta e?l activa la ondulacio?n de los tres pe?talos y otorga al Iniciado el dominio sobre los elementales del agua. Su fuerza esta? representada por un pez.<br/>Su actividad manifiesta los seis colores del espectro: da salud y crecimiento; tiene relacio?n con la gla?ndula pituitaria; ejerce influencia equilibrada en el sistema nervioso y en la temperatura normal del organismo. Sus atributos son: el consejo, la justicia y la caridad, cualidades otorgadas por la Energi?a Creadora y que son necesarias para poner en movimiento los tres pe?talos inactivos. Regula el proceso vital y elabora en la mente ideas sanas. El despertar de ese centro produce abundancia, salud y bienestar fi?sico y moral. El desarrollo de sus rayos exige perfecta armoni?a en el cuerpo, alma y espi?ritu. Enfermedad, pasio?n y malos pensamientos son las trabas del desarrollo. El cuerpo debe ser sano para que sus o?rganos obedezcan las aspiraciones que favorezcan la evolucio?n del alma y del espi?ritu. El alma debe ser pura de pasiones que pugnen con los pensamientos espirituales, y el espi?ritu no debe tampoco esclavizar el alma con leyes y deberes, tal como si fuese un amo, porque el alma debe conformarse con arreglo a las leyes y deberes por inclinacio?n natural. En fin, no debe existir la necesidad de dominar las pasiones, porque estas, por si? mismas, se orientan hacia el bien.<br/>La expansio?n de ese centro permite la comunicacio?n con seres que pertenecen a mundos superiores, y constituye una garanti?a contra el error y la inestabilidad, porque el hombre ha ejecutado la armoni?a del cuerpo, del alma y del espi?ritu.<br/>El tercer Centro se llama Solar. Gema luminosa, encue?ntrase en la regio?n lumbar y tiene diez rayos, cinco activos y cinco inactivos. Corresponde y otorga el dominio de los elementales del fuego; tiene por si?mbolo un cordero; preside los instintos en general y las funciones digestivas.<br/>Cuando la energi?a vital llega hasta e?l y enciende ese candelabro, como lo llama el Apocalipsis, despierta en el Iniciado la Prudencia, le acuerda las facultades y el talento del hombre, descubre los feno?menos de la Naturaleza, influye en los intestinos, hi?gado y subconsciente. Ilumina la mente y da cordura. Su color es amarillo con verde en el hombre normal, fi?sica y moralmente. El desarrollo de los cinco rayos consiste en el regir y dominar las impresiones de los cinco sentidos y asi? puede el Iniciado penetrar en los hombres y percibir sus cualidades. Ese dominio de la ilusio?n se obtiene con la vida interior.<br/>Por lo dema?s, han de evitarse el rencor, la envidia, la vanidad y la ociosidad.<br/>La concentracio?n en esa flor de loto umbilical la despierta; entonces comienza el hombre a ver las formas de pensamientos de los seres y podra? leer los pensamientos.<br/>Encendida la energi?a del cuarto Centro, despierta la flor del corazo?n, sede del “sonido sin pulsacio?n”, como le llaman los yoguis. Reside en el centro del pecho; es la sede de la vida fi?sica individual. Este centro tiene doce pe?talos, seis activos y seis inertes.<br/>Cuando la energi?a mueve estos u?ltimos, el Iniciado impera sobre los elementales del aire. Los yoguis representan la fuerza de este centro por un anti?lope dentro del signo de Salomo?n. El fruto del A?rbol de la Vida se cosecha en este centro; su color debe ser el del oro, como el del Sol.<br/>Fi?sicamente, estimula el proceso de la nutricio?n, la vitalidad y actividad mental por una influencia en el cerebro; tonifica el sistema glandular y activa la secrecio?n interna.<br/>Encendido este candelabro, otorga la sabiduri?a Divina y llega el Iniciado a percibir e identificar las cosas con sus propias cualidades. Se torna, entonces, modesto y humilde ante la grandeza de la creacio?n.<br/>La formacio?n de este centro, o Iglesia, en la regio?n del corazo?n se efectu?a por medio de los seis atributos mentales que despiertan los seis rayos inactivos, y son: 1o dominio del pensamiento, enfoca?ndolo en un punto solo, por ejemplo, la concentracio?n en el a?tomo del Hijo, en la pituitaria o en el a?tomo de Nua, en el corazo?n; 2°, la estabilidad; 3o, la perseverancia; 4o, la paciencia; 5°, la fe y la confianza; 6o, el equilibrio mental ante el sufrimiento y el placer, la suerte y la desgracia.<br/>El quinto Centro se halla en la regio?n de la garganta; preside la palabra o el verbo y su manifestacio?n fi?sica. Tiene diecise?is rayos; ocho de ellos de poca actividad. Se llama Puerta de la Liberacio?n, porque, cuando el Iniciado despierta este centro, la Energi?a Creadora mueve los diecise?is pe?talos y entonces domina los elementales del e?ter que abren la puerta para la entrada en el Ede?n.<br/>Es representado por un elefante blanco dentro de un ci?rculo, emblema de la pureza. Su color es una mezcla de plateado y azul verdoso y su atributo es la clariaudiencia. <br/>Influye en el li?quido raqui?deo, estimula la combustio?n y actu?a en todo el sistema simpa?tico; por medio de e?l se descubrira?n los misterios y ciencia encerrados en ese sistema desde tiempo inmemorial. Da entendimiento, esperanza, generosidad. Los diecise?is pe?talos o rayos son, como los anteriores, centros correspondientes a otras tantas modalidades de la energi?a, la cual, al penetrar en e?l, despierta sus ocho facultades latentes, que son: 1o, odio e ilo?gica; 2°, resolucio?n; 3o, veracidad al hablar; 4o, proceder correcto; 5o, armoni?a en el vivir; 6o, esfuerzo para la superacio?n; 7°, precepto de la experiencia; 8o, poder estudiar la naturaleza interna, oyendo siempre la voz del silencio.<br/>En el sexto Centro, que se encuentra en medio de la cabeza y se manifiesta en el entrecejo, la energi?a despierta la inteligencia, el discernimiento y su atributo es la Clarividencia.<br/>En e?l se encuentra el ojo interno de la visio?n espiritual. Tiene dos divisiones compuestas cada una de cuarenta y ocho rayos; total, noventa y seis rayos. En una de las mitades predomina el rosado y, en la otra, sobresale el azul purpu?reo; ambos colores corresponden a la vitalidad de esa flor o rueda.<br/>Ese centro pertenece al Mundo del Espi?ritu, donde residen los superiores y permanentes principios del hombre y, por eso, requiere, para su expresio?n, mayores y seleccionadas modalidades de Energi?a. La Energi?a Vital, en e?l, produce respeto, templanza, abstinencia, en e?l reside el ser pensante; despierta ideas de dignidad, grandeza, veneracio?n y sentimientos delicados. Su despertar otorga evolucio?n espiritual y dominio del espi?ritu sobre la materia.<br/>El se?ptimo Centro es el loto de mil pe?talos. Esta? en el ve?rtice de la cabeza. En e?l se manifiesta ampliamente la Divinidad del Hombre-Dios. Cuando el fuego serpentino, situado en el Centro Ba?sico, se le une, en el decurso de la evolucio?n, el Iniciado alcanza la liberacio?n, objetivo de la Iniciacio?n Interna y sera? uno con su I?ntimo.<br/>Es el ma?s refulgente de todos cuando esta? en plena actividad, vibra con inconcebible rapidez y tiene colores de indescriptibles efectos croma?ticos, aunque en e?l prepondere el violeta.<br/>Dadas sus 960 irradiaciones, es el u?ltimo que se actualiza; pero, cuando el Iniciado llega a ese adelanto espiritual, el loto va creciendo hasta cubrir toda la parte superior de la cabeza. Ese es el significado de la aureola que colocan los pintores en torno a la cabeza de los santos.<br/>Por ese centro recibe el hombre la Energi?a Divina del exterior; mas, alcanzada la perfeccio?n, comienza a emanarla del interior para afuera y el centro se convierte, entonces, en verdadera corona.<br/>San Juan habla de las coronas de los veinticuatro ancianos que las deponen ante el Trono del Sen?or. El significado de ese paso apocali?ptico es que todo hombre que consiguio? hacer salir su Energi?a Creadora por la cabeza, la depone a los pies de su Dios I?ntimo para que la emplee en su obra.<br/>Con la actividad del Centro Fundamental, la Energi?a, con su formidable poder, vivifica todos los otros; da como resultado, el transporte de las facultades internas y despierta la consciencia fi?sica. Con el despertar del Esple?nico, el hombre se vuelve a acordar de sus viajes mentales. Con la actividad umbilical, puede separarse, a voluntad, de su cuerpo fi?sico y sentir las influencias del mundo astral. La vivificacio?n de lo Cardi?aco otorga al hombre sentir el dolor y el placer ajenos; desea sacrificarse por los dema?s y recibe la sabiduri?a. El despertar del Lari?ngeo da el poder de la clariaudiencia; puede el Iniciado oi?r la voz del Silencio, la mu?sica de las esferas y conversar con los espi?ritus superiores. El Centro Frontal capacita al hombre, en cuerpo fi?sico, para ver los espi?ritus por medio de su ojo invisible. Es el centro de la clarividencia.<br/>Cuando el Coronario llega a su plena actividad, el Yo Soy puede salir por alli?, dejando, conscientemente, su cuerpo, pues ya se halla libre de la prisio?n carnal; puede regresar al cuerpo, sin interrupcio?n y estara? siempre consciente, sea en el suen?o fi?sico, sea en el definitivo momento de la muerte.<br/>Ese es el perfecto Iniciado<br/>San Juan, en su Apocalipsis, Cap. X, vers. 6, dijo, despue?s de que el Cordero abrio? el u?ltimo sello: “Y juro? por el que vive en los siglos de los siglos, que creo? el cielo y las cosas que hay en e?l y la tierra y las cosas que hay en ella, y el mar y las cosas que hay en e?l, que ya no habra? ma?s demora”. (Esto es, para el Adepto que llego? a la liberacio?n y a la unio?n con Dios).<br/>En otra parte, Cap. XI, vers. 15, dijo: “Y cuando el Se?ptimo A?ngel toco? la trompeta, hubo en el cielo grandes voces que deci?an: Los reinos del mundo vinieron a ser de nuestro Sen?or y de su Cristo y Ellos reinara?n por siempre”.<br/>La tarea del Iniciado es despertar o ascender sus siete candelabros con la luz del Espi?ritu Divino, para llegar a la liberacio?n o Unio?n con el Dios I?ntimo.






COMICs