Estas afirmaciones están publicadas en la página web de la Gran Logia de Chile, donde menciona la propuesta del Gran Maestro de la Gran Logia de Chile, el M:.R:.H:. Luis Riveros Cornejo de declarar el Triángulo Terrestre "en disputa" y que sea dedicado " a la paz y la confraternidad", lo cual ha causado extrañeza por la repentina propuesta.
En lo que se coincide con la Masonería chilena es que como países limítrofes, debemos trabajar juntos por la paz y la confraternidad, en un esfuerzo común por el desarrollo y el bienestar de nuestros pueblos hermanos.
La Pl:. es dirigida por el R:.H:.Carlos Yrigoyen Forno, Gran Canciller de la Gran Logia del Perú al R:.H:.Alejandro Jara Lescano, Gran Consejero de Relaciones Internacionales de la Gran Logia de Chile.
En las lineas siguientes y fieles a nuestra conducta de informar verazmente, publicamos las 2 versiones que son parte de este articulo:
Masonería propone "triángulo terrestre de la fraternidad"
Propicia… “el definir al triangulo terrestre aún en disputa con nuestros hermanos peruanos, como una zona internacional, un espacio dedicado a la paz y a la confraternidad. Sería una señal de verdadero significado para que nuestros pueblos vean signos concretos de aquello que puebla los discursos. Un espacio símbolo del entendimiento, de carácter esencial a nuestra tradición latinoamericana y manifestación concreta de nuestra voluntad de integración, seria también una muestra para las generaciones jóvenes sobre el futuro que ambicionamos los países en el camino del humanismo y de la paz".
Estas palabras fueron señaladas en Arica, el pasado 15 de agosto por el Gran Maestro de la Gran Logia de Chile, Luis Riveros Cornejo, en el marco de las Jornadas Internacionales de Docencia Masónica realizadas en dicha ciudad.
En la oportunidad señaló también que la confraternidad es un recordatorio acerca de nuestro compromiso más vital con el ser humano y su destino. Un compromiso con la fraternidad universal que, proyectada en nuestra tierra, debe proponer miradas distintas sobre aquello que nuestros países deben decidir con la inevitable mirada política y estratégica. Un compromiso con los principios laicos, que deben asegurar que ningún fundamentalismo, ningún dogma, se imponga a las políticas de estado que deben, por el contrario, ser amplias para todos, concibiendo al hombre como un solo ser, una sola realidad, por encima de fronteras físicas.