“Somos escultores de nuestro propio destino y desbastamos nuestra piedra interna”
Aparentemente no es posible lograr un reino de perfecta armonía en este planeta tierra. (Según nuestras afirmaciones) Ciertamente, la vida nos conduce muchas veces a enardecidas batallas con otros individuos, con otras naciones y hasta con nosotros mismos. En estas querellas, muchas veces empleamos la fuerza como medio de disuasión, contraviniendo con ello toda regla de convivencia y entendimiento humano. Esto con la excusa de que al parecer la naturaleza del mundo y la naturaleza humana lo impiden. Pero lo que no podemos hallar fuera de nosotros, existe y puede ser hallado en lo más profundo de nuestro ser. Cuando Jesús dijo que “El Reino de los Cielos estaba dentro de nosotros”, quiso decir y fue esa su intención de asegurar que las cosas más importante y más deseable en la vida no podía hallarse en algún lugar, en alguna cosas en alguna persona o en alguna posición que estuviese fuera de nosotros; solo podía hallarse en el estrato más hondo del pensamiento y del sentimiento del hombre.
Los problemas externos que nos atormenta hoy día son en realidad proyecciones de los problemas internos que no hemos sido capaces de resolver en nuestro corazón y en nuestra mente. Por otro lado, no existe respuesta que pueda satisfacer las principales cuestiones por las cuales pasamos día a día he ahí nuestro gran dilema. Una de ellas es ante las siguientes interrogantes ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el fin último de su creación? Estas preguntas nos las hacemos a diario y a menos que consigamos la respuesta correcta seguiremos obrando en la oscuridad y despilfarrando inútilmente nuestra energía o peor aun dañando gravemente el material humano con el cual está hecha la sociedad. La ignorancia de estas respuestas es la principal causa de nuestro triste destino, por lo cual vuelvo a repetir, este es “Nuestro Gran Dilema”.
En ese mismo orden de ideas se puede asegurar que los sufrimientos nos aprisionan como en un espantoso lodazal en el cual nos hundimos cada vez y más profundamente con cada paso que damos, simplemente por no conocer y ser incapaces de ver el verdadero destino hacia el cual debemos dirigirnos. Si lográramos poseer una clara concepción de esos objetivos y fines, podremos avanzar con mayor eficiencia, actuar con mayor eficacia y vivir con mayor felicidad. He aquí donde se presentan nuestros dilemas y comienzan a aflorar nuevas preguntas como por ejemplo ¿Cómo hacer y tener éxito, si no conocemos antes la principal dirección hacia la cual las fuerzas evolucionarias de la vida misma nos impulsan inexorablemente? (Interesante pregunta). Pienso que la respuesta la poseemos muy dentro de nuestro ser en nuestro corazón, en nuestro Registro Mental y lo que realmente sucede es que no la hemos buscado, ya que nos hemos dedicado única y exclusivamente a desarrollarnos hacia lo externo, dejado de lado lo interno que si se quiere es lo que perdura por los siglos de los siglos. Si algún día llegásemos a comprender que somos inmortales otra perspectiva tendríamos de nuestra creación y comprenderíamos el por qué de nuestro objetivo en este planeta, (esta afirmación lo expreso desde mi punto de vista personal)
Ahora bien, tomando en cuenta lo anteriormente expresado me atrevería a asegurar que sin un cabal conocimiento de la Voluntad Divina y a través de esa Energía que nos alimenta solo tropezaremos en la oscuridad y correremos el riesgo de herirnos gravemente, como ya nos ha sucedido a lo largo de los siglos (y no terminamos de aprender) Hasta ahora hemos cumplido nuestro destino a ciega e inconscientemente, lo cual equivale a cumplirlo dolorosa y estúpidamente. Realmente es cierto que nuestros problemas siempre se resumen en una sola cosa nuestra parte moral y espiritual. Ninguna solución es fundamental si se ignoran estos dos elementos, ningún camino que tomemos podrá salvarnos del peligro si dejamos de lado estas premisas, ninguna disposición será satisfactoria si deja a un lado el sendero que conduce al entendimiento humano y en el cual deben estar involucradas la moral y la espiritualidad.
Lo que más conviene al individuo es a la larga lo que más le conviene a la sociedad, esta verdad es irrefutable y si el individuo puede lograr verdadera felicidad siguiendo una mejor manera de vivir, la sociedad también puede lograrlo. Si se siguen maneras de vivir más fáciles, los resultados serán naturalmente inferiores. Nuestro fracaso en la edificación de una sociedad que merezca el nombre de tal es principalmente un fracaso moral. Pero antes de que se produzca una reforma moral, tiene que producirse una reforma espiritual. Esta es la raíz de todas las otras. Toda reforma tiene un fin, así sea a ciega e inconsciente. También ellas están buscando la verdad; también ellas un día se encontraran y aceptaran el ideal de la creación y desecharan el destructor ideal del odio. También ellas aprenderán que el amor Divino está detrás de todos los acontecimientos y que en cuanto lo busquemos, lo encontraremos. El Ser Supremo, esa energía que nos alimenta se encuentra en todas partes. Esta única verdad debe estar en el centro de toda enseñanza espiritual. Esta será la única respuesta acerca de nuestro “Gran Dilema”