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Juan F. Benemelis: Del Kybalion a la teosofía










Las profundas afirmaciones de los grandes maestros son más o menos las mismas en todas las religiones; todos ellos y los santos y salvadores de humanidad han asegurado por siglos que la iluminación existe y que ellos fueron iluminados.


La religión natural es la primera forma del senti­miento religioso. En la adoración los romanos daban a sus dioses “fetiches”, representados por objetos materiales o imágenes simbólicas. La “Idolatría” evolucionaría del fetichismo, el “Totemismo”, cuando el ídolo tiene figura de animal. El “Ma­ná” de las islas del Pacifico era aportado por los “es­píritus” por intermedio de amuletos (agua, piedra, hueso…) y es también una de las primeras expresiones de “lo supra-sensible”.


 Se ha olvidado que, mucho antes del dios bíblico, Saturno era el Padre de los dioses; es el mayor de los viejos dioses predecesores de aquellos del Olimpo sobre los que gobernaba Júpiter.


La gran vita­lidad del Egipto de los faraones se debe a la unión del poder real y sacerdotal, junto al culto solar, la escritura jeroglífica, el “Libro de los Muertos” y sus símbolos sagrados.


El gran personaje olvidado y seguro predecesor de los filósofos griegos es Hermes Trimegisto, un africano etíope-egipcio, considerado luego como el dios de la Palabra (Verbo, Logos), de la Enseñanza y gran iniciador en los Misterios de la Cosmogonía. Hermes fue el creador del Kybalión, el Pimander y la Gimnástica, que compendian las doctri­nas científicas, místicas, teológicas y disciplinarias de la iniciación egipcia basada en los misterios solares de Isis y Osiris.


Hermes pasó a los altares del pueblo egipcio con el nombre de Tot. Sus textos, la Hermética, son los libros sagrados de Tot, de los cuales bebieron importantes autores de la Antigüedad griega, romana y bizantina. Es innegable la influencia de las ideas de Hermes Trimegisto en Platón y el neoplatonismo.


El culto de Tot se pierde en la noche de la pre-historia egip­cia, juntamente con el culto a los dioses Horus, Set y Anubis.


Todos los dioses y diosas de cualquier sistema que la mente humana haya inventado, tienen asociaciones astrológicas. Las diosas con la Luna y Venus. En el sistema egipcio, sería la Isis de la Naturaleza; en el griego, Afrodita; en el nórdico, Freya; en el druídico, Keridwen. En otras palabras, posee los poderes cabalísticos de la Esfera de Venus.


Osiris es el Sol poniente que, con Isis (la Luna) y Horus (el Sol naciente), constituye la trinidad egipcia. Es en la Madre sobre la cual se plasma la voluntad ordenadora de la Trinidad divina para crear el Universo.


Si se investigan todos los símbolos de la Luna Creciente en las diversas mitologías o panteones, se verá que todas las deidades asociadas con ese símbolo son femeninas.


Orfeo, hijo de Apolo y de la ninfa Calíope, fue el gran iniciado de la Grecia sacerdotal, y consagró el culto solar de Apolo-Dionisos.


La divinidad solar principal de los distintos sistemas religiosos (Osiris, Apolo, Adonis, Attis, Dionisos, Baal, Mitra, Suria, Cristo, etc.) nace el 24 de diciembre, o sea cuando asciende el Sol tras el solsticio de invier­no. Y muere y resucita en el plenilunio que sigue al equinoccio de primavera, para ascender al cielo un determinado número de días (40) después siempre fijo.


El Cristo, como Osiris, como Apolo, como Mitra, nace el día del solsticio de invierno, la “Nochebuena”, cuando el Sol comienza su ascenso anual; y sufre la pasión, muere y resucita después del equinoccio de primavera.


El Buda nace de la virgen Maya. Sarrukin, rey de Akad, es hijo de una princesa virgen. Fo-hi, el sabio chino, ha nacido de la virgen Hoa-Se. El indostánico Kris­hna nació del vientre de la virgen Devaki, y Jesús, nació de la virgen María.


Tanto Hermes, como Rama y Krishna, predicaron sus enseñanzas dentro del signo zodiacal de Tauro. Bajo los signos zodiacales ha actuado la cadena de “iluminados” llamados Rama, Krish­na, Orfeo, Hermes, Moisés, Pitágoras, Platón, Zoroastro, Buda, Jesucristo, Mahoma.


II


No se hace eco la historia de la mezcla de los príncipes de Israel con los faraones de Egipto. Tanto Abra­ham, Jacob, José y Moisés vivieron o nacieron en Egipto y estuvieron íntimamente asociados con la corte faraónica.


Moisés tuvo su iniciación en los mis­terios de Isis y Osiris que le ayudaron a plasmar y organizar el monoteísmo filosófico. Los libros de Moisés fueron escritos en jeroglíficos egipcios y luego traducidos al hebreo. Jesús y sus discípulos preconizaron los libros santos de Moi­sés, San Agustín y Orígenes cuando se referían a los tres primeras ca­pítulos del “Génesis” no le atribuían a Dios los hechos indignos allí acontecidos.


Tanto los caldeos corno los asirios creían en el Ser Supremo y Único; en los astros; en la producción de las enfermedades por los malos espíritus, y en al paraíso, Isla Blan­ca o Airyana-Vaejo, y al infierno.


Jesús, el nazareno, fue educado en la Escuela de Alejandría instruido en los “misterios y jerarquía de la inicia­ción egipcio-faraónica. La tradición oral recoge que de joven, el nazareno, estuvo con Lucas también en Menfis, donde se instruyó más profundamente de estos misterios egipcios.


Las doctrinas esotéricas engloban los misterios hermé­ticos, órficos, délficos, eleusinos, etc., aparte las pitagóricas y plató­nicas recogidas más modernamente por los rosacruces, Ellas también forman parte de la adoración del Gran Lama del Tíbet y sus sacerdotes, de la Orden budista del Manto Amarillo y sus bonzos, de la Meca y el Sinto.


La metafísica de Brahma está representada por los Upanishads de los Vedas. El sistema “Yoga” pretende la transmutación de la conciencia humana en conciencia divina mediante la purificación.


Dice Sankaracharya, para muchos el filósofo más importante de la historia, que “el único medio de obtener la libera­ción completa es el conocimiento que disipa la ig­norancia, como la luz disipa las tinieblas.


Existe una equivocación con respecto a los Chacras o centros psíquicos que se describen en la literatura Yoga; los mismos no están situados dentro de los órganos con los que están asociados, sino en la envoltura áurica, y los puntos que aproximadamente corresponde con ellos.


Los sabios del Upanishad arremetieron contra los Veda. En los Upanishads se halla toda la enseñanza que luego predicó el Buda; por lo cual, ¿por qué la aparición posterior del Buda si ya todo estaba dicho?


El Buda, en definitiva, se basó fundamentalmente en Sankaracharya. En el “Sermón de Benarés” se comprueba que el budismo más que una religión fue una filoso­fía, una religión sin Dios, pues existe un no-naci­do, no-originado, no-hecho, no-compuesto.


Lo irónico es que lo mismo pasó con el budismo, el cual se perdió de la India, compareciendo entonces Sankara, cuyos seguidores echaron a perder su doctrina, provocando que apareciese Ramanujacharya, y después de él, Madlhavacharya. ¿Uno se pregunta de qué sirvieron todos esos maestros, si el último siempre repetía al anterior?


Luego Zoroastro recoge los Vedas y del Brahmanismo, y lo ensarta en su doctrina metafísica, dando forma al mazdeísmo zoroastria­no o ciencia de los magos blancos o sabeos. También estableció el dualismo original del bien y del mal, Ormuz y Arimán.


El Zeus del Olimpo griego, es el eterno Masculino-Femenino de la Creación; el Padre espiritual.


III


El primer sabio chino Fo-hi, vivió hacia el año 3468 antes de Jesucristo. La leyenda nos lo presenta como hijo de una virgen que fue fecundada por un resplandor celeste; sus enseñanzas se hallan contenidas en el libro sagrado “Yi­ King”, personificados en Ying y Yang. Confucio, que vivió cinco siglos antes de Jesús el Cristo, fue uno de los mejores comentadores del “Yi-King” de Fo-Hi.


El Tao Te Ching es el libro sagrado del taoísmo. Lao-Tse vivió en el siglo VI antes de Jesucristo. El taoísmo admite que el mundo en que vivimos es irreal y to­dos los acontecimientos o fenómenos son un tejido de ilusiones. Existen tres grandes jerarquías o “Soberanías” divinas: La “Soberanía del Cielo”. La “Soberanía de la Tierra. La “Soberanía del Hombre”.


Para los taoístas, el yin y el yang, la luz y la sombra, y el resto de las antípodas, son partes de una misma cosa. Esto fue asumido por el psicoanalista Carl Jung, el cual estableció esta división en la psiquis humana.


La tradición del Diluvio Universal del imperio chino está representada en la mitología de Perrum.


La raza mongólica está considerada descendiente directa de los Atlantes, de ahí que conserve vi­va en su tradición el recuerdo de cataclismo que acabó con el con­tinente de su origen.


En Japón, Shinto quiere decir sendero espiritual basada en el culto a los antepasados. Allí existe una trinidad creadora cosmogónica, con “Suki-no-Kami”, el dios del cielo; “Amaterasu”, la diosa solar, e “Izanagi”, el dios de la tierra.


Es de notar que 500 años antes de J, C. se produjo la caída de los principales san­tuarios, que unió en una especie de orden iniciática internacional a los gimnósofos hindúes, los magos caldeos, los koinobis egipcios, los rishis de Cachemira, los pitagóricos y los sufíes.


El cristianismo ha mezclado lo metafísico, lo mítico, lo místico y lo histórico. El cristianismo fue heredero de la tradición bíblica, sumado a los aportes del “Avesta” zoroastriano, así como los restos de tres grandes iniciaciones: la caldea, la judía y la sufí persa. Entre los elementos que el cristianismo tomó de los cultos del paganismo se halla el de Cristo, proveniente de Júpiter-Plutón, y María de Proserpina.


Jesús, el Maestro de Nazaret, es el místico del cristianismo, es El Cristo, el cual es el Verbo o Idea di­vina en el cristianismo, Ifá lo es en la religión yoruba. El culto solar egipcio de Ra y de Osiris, es el motivo guía hasta nuestro cristianismo actual. El cordero de Dios que quita los pecados del mundo no es más que otra versión del Toro de Mitra.


La escisión del mundo de la luz y el de las tinieblas quebró la unión divina, cosa que recogió el cristianismo; pero a diferencia de la Biblia, donde Satán era un elemento del contexto de Yahvé.


La Iglesia Católica persiguió y aniquiló a la sección esotérica, destruyendo todos sus manuscritos, y de la Biblia quedó olvidada la Cábala, donde el Árbol de la Vida es el símbolo de meditación.


Aunque llama la atención que la Iglesia Católica Romana expresa claramente en el Libro de Ritual de los Espíritus de las Estrellas que los cuatro arcángeles guardan los cuatro puntos cardinales.


La división del tronco cristiano en una igle­sia compostelana, otra templaria o sanjuanista y otra romana, que­dó ahogada en sangre con el triunfo de la romana católica, la cual de inmediato tildó de herejes al resto de las corrientes cristianas.


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Los Ebionitas cristianos negaban la divinidad de Jesús, el Cristo; los marcionitas cristianos no creían en la existencia humana de Jesús, el Cristo, al igual que los cristianos monofisitas y los Jacobitas (de Jacob Zanzalo, obispo de Edesa). El cristiano Arrio rechazó la Trinidad sostenida por griegos y judíos en Alejandría, aduciendo que “El Hijo” no es verdadero Dios y solo se puede llamar Hijo de Dios. Prisciliano, tildado de hereje por los católicos, creó al movimiento gnóstico enraizado en la religiosidad céltica. Los padres iniciales del cristianismo, Eutiques y Nestorio, negaban la divinidad de la Virgen.


El judaísmo fue la matriz de la cultura espiri­tual europea, si se recuerda que tanto Jesús como Pablo eran judíos. El “Sufismo Islámico” es la mística mahome­tana, nacida en España y está tomado de Mohamed ben Arabí, un murciano y del “Fotuhat” de Ben Arabí.


IV


La fundación de la llamada Jerarquía Espiritual se pierde en la pre-historia, y se le atribuye a la época lemuriana, en la cual un Gran Maestro, Sanat Kumara, provino del planeta Venus. El espejismo es llamado en el Oriente “Akasa” y por los filósofos medievales la “Luz Astral”.


Los cabalistas dicen que el mundo de Atziluth está bajo la presidencia del Hod, el nombre sagrado del Tetragrammaton.


Las cuatro series de signos del Tarot corresponden a los cuatro mundos de los cabalistas, y los cuatro elementos de los alquimistas. Las 22 letras del alfabeto hebreo pueden correlacionarse con los senderos sin discrepancia alguna. También están asociados con ellos Los 22 Misterios Mayores del Tarot, que son Las moradas de Tot.


La Masonería tomó su doctrina de las “Cofradías constructo­ras” de la Edad Media; éstas, a su vez, de la “Orden Templaris”; ésta la tomó de la “Iglesia Sanjuanista” (que con la romana y la compostelana for­man las tres ramas del primitivo tronco cristiano), y la Iglesia Sanjuanista del espíritu del cristianismo.


La “Orden Rosacruz” renace en el siglo XVIII en Baviera, y recoge los primitivos misterios del cristianismo eso­térico extraídos del Egipto faraónico, con el Sol como el cuerpo físico de la divinidad.


La Masonería, cuya tradición proviene de los Templarios y de los Sanjuanistas, cobra impulso en el siglo XVIII, y luego con la organización del Bahai y la Sociedad Teosófica, y en el siglo XX el nuevo retoño del antiquísimo “Sud­dha Dharma Mandalan”.


La Sociedad Teosófica fue fundada en New-York en el año 1875, por la vidente rusa H. P. Blavatsky, y es una analogía de filosofía compa­rada, de los antiguos Misterios; una renovación de la antigua escuela neoplatónica alejandrina de los “teósofos”. Por su parte, la fe Bahai reconoce la unidad de Dios, la armonía entre la verdad científica y la religiosa.


En la “Magia” los poderes metafísicos se manifiestan en dos formas: como “Teurgia”, magia blanca o sacerdotal, y como “Goecia” o magia negra; la primera practicada por los gnósticos y por el cristianismo esotérico o juanista. Sus fundadores fueron Simón el Mago, Menandro y Dositeo, basados en el neoplatonismo.


 

Juan F. Benemelis


Juan Benemelis (Manzanillo, 1942). Diplomático, historiador y ensayista. Ha publicado más de una veintena de libros centrados en diversas temáticas, que van de lo científico a lo histórico. Entre ellos, "Las guerras secretas de Fidel Castro", "Castro: subversión y terrorismo en África", "Paradigmas y fronteras. Al caos con la lógica", "De lo finito a lo infinito", "El Corán y el Profeta", "Islam y terrorismo" y "La memoria y el olvido". Reside en las afueras de Miami.


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