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MENSAJE DEL GRAN MAESTRO DE LA GRAN LOGIA SIMBOLICA ARGENTINA: A 200 AÑOS DE LA INDEPENDENCIA ARGENTINA




Foto de Gran Logia Simbólica Argentina.






Gran Logia Simbólica Argentina



A 200 AÑOS DE LA INDEPENDENCIA ARGENTINA
Mensaje alusivo del Gran Maestre


Hoy es un día de júbilo en América. Parecería que julio fuera el mes de la libertad yaque durante el séptimo mes, siete países del nuevo continente celebran su Independencia, además de Somalia el 1 de julio, Francia el 14 de julio, y Liberia el día 26.
Y es que Canadá, Estados Unidos, Venezuela, Bahamas, Colombia, y también Perú, lograron – además de nuestro país – romper las cadenas del antiguo colonialismo durante el mismo mes del año, como si el mes que lleva el nombre de la dinastía del gran Julio César, tuviera un poder especial sobre las personas, las naciones, y las ideas revolucionarias.




Porque no solo la Independencia tuvo actas de celebración durante distintas repeticiones históricas del mes de julio, sino que nuestros hermanos chilenos también celebran este mes su Día de la bandera y la nacionalización de su cobre, en Nicaragua se recuerda la Revolución Sandinista que derrocó a Anastasio Somoza, Cuba rememora el comienzo de los ataques a Moncada y Bayamo comenzando así la Revolución Cubana, y hasta la triste Guerra Civil española comenzó un día 18 de julio de 1936.


Hoy se cumplen exactamente dos centurias desde el grito de Independencia levantado en Tucumán el 9 de julio de 1816, y el pueblo argentino todo, debería festejar alborozado el recuerdo y la remembranza de los grandes luchadores que forjaron la Nación, que fieles a sus ideales – aunque no fueran hegemónicos – supieron legarnos una Patria libre y soberana.
Pero la realidad, es que el segundo centenario de nuestra Independencia nos encuentra algo desunidos, resentidos, separados, y lamentablemente alejados del ideal de hermandad que hace fuertes a los pueblos, y que siempre fue la clave de triunfo en todas las etapas de la historia del mundo.


Vivimos en una dictadura de lo “políticamente correcto”, y al decir de Platón, quienes se salen de eso que la Sociedad espera escuchar y repetir, es tenido por tonto, por loco, o por algo peor quizás.
El nombrar a los revolucionarios se ha convertido en algo banal, y los poderes hegemónicos manejan el pensamiento de las masas a través de la manipulación mediática y la ingeniería social, para que inmensas mayorías crean estar viviendo acciones revolucionarias, y los verdaderos revolucionarios contra “el sistema” sean tenidos por sediciosos peligrosos, y personajes a quienes hay que silenciar para que sus ideas no “contaminen” a la masa que piensa de forma uniformada.


A diferencia de lo ocurrido durante la última Dictadura cívico-militar, esta vez viviendo en plena Democracia tenemos familias divididas por diferencias políticas, hermanos que se han dejado de dirigir la palabra por el solo hecho de pensar distinto, y amigos que ya no son tales, todo por culpa de la intolerancia de quienes se dicen tolerantes y promotores de la diversidad, y solo aceptan al que piensa lo mismo, y describe los sucesos con los mismos pelos y señales.
Entonces la incoherencia se hace fuerte, ya que es cada vez algo más habitual que surjan personas afirmando en forma vehemente un discurso considerado, y con sus acciones muestran la mayor de las desconsideraciones con aquel prójimo que no coincide con sus ideas, o no es su cómplice para actuar en la sombra.


Alguna vez un Presidente argentino dijo que el año 2000 nos encontraría “unidos o dominados”, y en esta segunda centuria de la Independencia nacional, solo existen grupúsculos unidos y cerrados como sistema de entropía, y un importante cúmulo de la población mucho más cercana a la segunda posibilidad que a la primera que mencionara aquel Mandatario.
Y es que la Dominación no necesariamente debe venir de un país extranjero, o de un capital económico visible y palpable por los sentidos comunes.
Si bien en la antigüedad se dominaba a los pueblos a través de la espada, el hambre, la enfermedad y la estrategia, hoy los métodos de dominación son más sutiles e invisibles para cualquier ciudadano de a pie, que no se encuentre absolutamente alerta y analice cada cosa que ocurre en su Sociedad.
La estrategia ha cambiado, pero el “Divide y reinarás” no ha perdido actualidad, y esta antigua estrategia china es la principal destructora de las libertades individuales y colectivas, que a veces solo han logrado conseguirse con sangre, sudor y lágrimas.


Una masa demasiado importante de nuestra sociedad, vive aletargada creyendo lo que le han dicho que crea, repitiendo lo que le han enseñado que repita cual dogma infalible, y alineada en un pensamiento uniformado y hegemónico, que para nada condice con los verdaderos ideales de libertad e Independencia que celebramos en este Bicentenario.
Nuestra lucha por la Independencia no ha terminado, ni solo es un punto en la historia de hace doscientos años. Nuestra lucha es actual y permanente, y el campo de batalla hoy es el pensamiento.


Aquellos revolucionarios que se levantaron en armas para sacudir el dominio de la colonización europea, son el espejo donde debemos mirarnos en el día de hoy para evitar caer en la dominación moderna.
Cuando el esnobismo y la superficialidad actual, conviertan en moda definitiva el pensar que “hablar de Patria es una antigüedad”, que cantar el Himno nacional es algo que da vergüenza, que rendir homenaje a nuestra Enseña patria es algo anacrónico, y que amar a la Patria es algo muy parecido al fascismo, habremos perdido definitivamente la conexión con nuestra raíces, y eso es algo que debemos evitar a toda costa.


A 200 años de la gesta de Tucumán que declaraba nuestra separación definitiva de España, recordamos que varios de los firmantes del Acta de Declaración de Independencia fueron masones, convencidos de que había llegado el momento de actuar, y que hacía varios años venían trabajando para lograr su objetivo sublime.
Algún tiempo antes, el gran Iniciado don José de San Martín, les había espetado a aquellos congresistas: “Seamos libres, que lo demás no importa nada”.
Hoy es momento también de recordar esas palabras del Libertador, y aprender a ser libres en todos los aspectos, enseñando esa libertad a nuestros hijos, y a todos aquellos a quienes nos toque el deber y el honor de formar.


“Seamos libres, que lo demás no importa nada”… y seamos libres pues, que la lucha por la Independencia sigue adelante y la batalla no ha terminado.
Por nuestros hijos, por nuestra Patria, por nuestros ancestros, por nuestros valores, por nuestras raíces, y por nuestros sueños, que este Bicentenario nos invite a luchar contra toda forma de dominación, para que la llama de nuestros próceres no se extinga, y podamos realmente acariciar la utopía de la Libertad.


Máximo E. Calderón
Gran Maestre
Gran Logia Simbólica Argentina






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