La llegada de la revista Cultura Masónica, siempre me pone ante ciertos dilemas complejos en lo personal y en lo comunicacional, pues me hacen aparecer como el destroyer masónico de turno, como me día no hace mucho, el Gran Maestre Óscar de Alfonso (GLE) Por tanto, la revista que ha llegado puntualmente, su titular y propuesta de lectura, yo lo haría encajar en la teoría de los ciclos históricos de Toynbee, puesto que parece confirmarse una vez más la puesta en valor por lo cíclico que realiza la citada revista Cultura Masónica, promovida por la editorial Masónica.es, que en este número 32, de enero del 2018. En esta entrega no es que repita el tema, sino que recoge un tema que aparece y desaparece a lo largo de la historia, y en este caso CM se atreve a colocar en la palestra del conocimiento masónico, un tema poliédrico como es la Teosofía, y esta dentro del corpus masónico y que se encuentra el florido título de La Sabiduría Divina, cuya cuestión parecía, a primera vista, enterrada y olvidada, pero ya vemos que vuelve campar por sus fueros. Tal vez, lo primero que habría que hacer es definir qué es la Teosofía, a la cual el inefable René Guenón, le dedicó un denso libro titulado Teosofía. Historia de una seudo religión, en el cual rebatía a la alter ego teosófica Blavatsky, y hay un apartado específico titulado Teosofismo y la Francmasonería, muy interesante por lo cual después de ese monumental tabrajo, y Genón no es santo de mi devoción, sería complejo y complicado resumir para esta reseña la crítica guenoniana bastante bien estructurada, por tanto, me referiré en lo que concierne a la Teosofía, a lo que indican algunos diccionarios al uso, o lo que indica la Wikipedia. Hay defensores y detractores, y entre estos últimos definen la teosofía como una ambivalente filosofía a modo de: «Doctrina de varias sectas que, despreciando la razón y la fe, presumen de estar iluminados por la divinidad e íntimamente unidos con ella (...) Se encuentra así, como históricamente puede comprobarse, entre aquellas dos fuentes o métodos cognoscitivos. Cuando no se apoya en ellos, se convierte en vana superstición o morboso misticismo y es fruto de una exaltación religiosa sostenida por una idea confusa e imperfecta de la Divinidad. Reproduce las contradicciones del panteísmo naturalista ó idealista y en muchas ocasiones coincide totalmente con él. Por la duplicidad de elementos que encierra ha sido considerada como una religión ó como una metafísica» Es evidente que esta definición no les hace justicia a las búsquedas teosóficas cuyos claros referentes, entre otros fueron notables mujeres, como Mdme. Blavatsky, o Annie Marie Besant, aunque los grandes encarnadores intelectuales parecen en su mayoría ser hombres como Leadbearter, Heindel, Steiner, Krishnamurti, Montoliú. Etc. Si embargo, la historia de la teosofía no es plana y se distinguen distintas tendencias que se van a ir sucediendo a lo largo de su historia, y que conforman todo un cuerpo doctrinal: la Neopitagórica, con Nigidio Filugo, Apolonio de Taina y el ecléctico Plutarco, que esparcen lo que se podría considerar como las semillas de la teosofía primigenia. La Greco- judaica, donde se concilia la Biblia como texto sagrado con la filosofía griega, dándole así un carácter esotérico; la Gnóstica, calificada como pandemoniun de especulaciones teosóficas. Y por último la Neoplatónica: la aspiración de las almas privilegiadas al éxtasis y toda clase de comunicaciones divinas mediante ciertos estadios de purificación e iniciación, en la Renaciente, son los primeros que reciben el nombre de teósofos entre los que se encontraban, Cornelio Agripa, Teoffastro, Paracelso, Böhme y Schelling, en conjunción con los filósofos citados, con los denominados Iluminados y ocultistas. Incluso en el siglo XIX, hubo hasta una propuesta teosófica desde la posición del agnosticismo preconizado por Peter Washington, muy bien resume en su libro el Mandril de Madame Blavatsky. Historia documentada e interesante pasa saber que es esto de la Teosofía. A buen seguro que nada ha quedado claro, y menos aún con la presentación que hacen de sí mismos, tanto teósofos como masones. Escojamos pues, la presentación que hacen los mismos masones y teósofos que participan en la revista, como Ana Orihuela Galloso, en el trabajo que abre este numero 32: Binomio Masonería-Teosofía,.. el Misticismo teúrgico, En dicho artículo nos dice: «La teosofía (Sabiduría Divina) también llamada (Sabiduría Antigua) es la eterna sabiduría que se ha propagado de tiempo en tiempo, de edad en edad. Es el conocimiento ancestral que, de civilización en civilización, nos muestra las leyes de la naturaleza y de la vida del hombre a todos los niveles, físico y metal y espiritual, nos explica el origen y la razón del universo… por esta razón a todo este corpus de conocimiento se le llamó la Doctrina Secreta... desde la visión teosófica la masonería nos adentra en la esencia misma del hombre, de su espíritu, una unidad inseparable de Espíritu Universal que vitaliza todo cuanto existe. Entonces, no podemos entender este binomio de masonería-teosofía sin creer en una inteligencia cósmica que guía el mundo, al cual llamamos Dios. Sin embargo, no se pide a ningún Hermano la creencia de ningún credo sobre esa inteligencia, ni tampoco una manera concreta de concebirla.» Es evidente que con la teosofía es sumamente fácil pasar de la gran admiración y respeto, al repudio más transgresor, pues en parte cuando vemos al gran volumen de actividades generadas desde distintas actuaciones teosóficas: editoriales, escuelas, libros, sociedades, cursos, programas…, etc, se percibe, al menos para lo mortales comunes, que buena parte de lo escrito es buen montón de galimatías filosóficos y de misticismos extraños, y como algunos dicen inventados, en buena medida, para generar mercados por unos aprovechadores de la credulidad, siempre inagotable, que además siempre tiene, como es sabido, un nutrido batallón de seguidores capaces de tragarse todo esta barahúnda de cuestiones, proyectarlas y apoyarlas al máximo. Es evidente, que ha habido mucho de ello, y P. Washington, nos lo cuenta en un formidable libro que nos muestra que la realidad tiene más vueltas, y más trabajos de lo que admite nuestra capacidad de observación y estudio; por lo tanto, se impone la matización acompañada del análisis objetivo de la información que nos consta y nos hacen llegar, en este caso los diversos autores que participan en la revista Cultura Masónica. Llegados a este punto, empiezo matizando varias cuestiones, no tanto de tenor teosófico, que me parece bien e interesantes sus propuestas, pero cuando esto se constituye en una especie de moderno caballo de Troya dentro de la masonería, esto ya es otra historia. No cabe duda que hubo masones teósofos internacionales e incluso españoles muy interesantes, como Mario Roso de Luna, o aquellos otros que estuvieron circulando por las logias españolas, como el Doctor Manuel Treviño, o Velasco, u aquellos otros que tuvieron mucho que ver con el desarrollo de la Orden del Derecho Humano (Le Droit Humain-DH), tanto el orbe mundial, y incluida España, la documentación incautada por los aparatos franquistas, que la fina les vieron y les trataron como un benditos visionarios, son interesantes de analizar. Y es que hay realidades que nos dan ciertas pistas, pese a la importancia de la Sabiduría Antigua, etc.., esta a pesar de su importancia y del peso intelectual de los padres fundadores de la masonería moderna, esta materialización en modo teosófico no se manifiesta dentro de la masonería hasta llegar a bien avanzado el siglo XIX, pese a que quieran conectar varias ramas del saber dentro del teosofismo y los supuestos cimientos antiguos, con la propia masonería, lo cual no deja ser significativo. Por otra parte todo este maremágnum del pensamiento, por otro lado no dejan de ser escuelas transversales a la propia masonería, como el hermetismo, la cábala o el rosacrucismo, o la propia condensación a modo de metáfora como es la teosofía, materias por otro lado, que estamos estudiando en blogs como Masonería del Siglo XXI, o en el de Rito Francés, y cuyas aportaciones hay un cierto que consenso en no reconocerlas como cuestiones propias del quehacer masónico primigenio, más allá de que fueran importantes masones los que incorporaron a la masonería, sus inquietudes y corrientes de pensamiento, como buen vehículo para llegar mejor, y más lejos… En este sentido, en varios de los trabajos que insertan en este número de La Divina Sabiduría, en el que participan autores masones como la propia Ana Orihuela, Adolfo Limón, Alfonso del Rosario, el amigo y Hermano Esteban Cortijo, Juan Almirall, Xavi Madrid, pues uno encuentra que se habla de una masonería mitificada, y no real, pues cuando se habla de historia y de rituales, se toman por el todo una serie de mitificaciones, que poco o nada tienen que ver con la masonería, por ejemplo con los Antiguos Deberes, e incluso se llega a subir estos al altar de los mistéricas teúrgias de los canteros, padres y guardianes de milenarios conocimientos, cuando no dejan de ser códigos de regulación profesional. Estos posicionamientos nos llevan a encontrarnos con proyecciones un tanto sofistas, en tanto que la mayor parte de los análisis no se apoyan en las bases del corpus masónico que constituyen el bagaje ritual de la masonería, como pueden las divulgaciones, los manuscritos, los pre-rituales o los propios rituales, del siglo XVIII que cada estructura masónica, fue y ha ido elaborando; se mitifican cuestiones como el Discurso del Caballero Ramsay, que hay que situar en tiempo y época, y examinar de forma pormenorizada su discurso, y o generar falsas míticas, para el uso y disfrute el cebo de la Antigüedad que se quiere que estén como muy entroncadas con la masonería, cuando eso no es la realidad documental que tenemos. Por tanto, algunos de estos autores que han participado en el número 32 de CM, nos sitúan en estadios mitificados no correspondientes con las fuentes masónicas, en tanto, que por ejemplo, Adolfo Limón nos dice que la Orden Masónica, «no es una escuela de formación moral del ciudadano», evidentemente no me sitúo en la escuela jesuítica de la «escuela de formación» que como tal proponen por varios miembros de esa rama, pero sí que las bases del trabajo comparativo ritual existentes nos llevan a hablar de una «escuela de moral» de la que hablan los propios rituales cuando abren sus trabajos, y le dejo esta nota para su conocimiento: Cuando se habla del Sentido de la Francmasonería, vemos como de Una asamblea de gentes honestas y virtuosas para el Berné de 1740, se empieza recalcar en el tema moral como la virtud, al vencer los vicios del Luquet 1745, y ya con el Gages de 1763 empieza la serie de la practica de la virtud ético moral, que de una u otra forma se va a mantener hasta el Murat de 1850 que ya da forma definitiva va a plasmar el programa general en base a exponer que la Francmasonería es una actividad Filantrópica, filosófica y Progresiva. A este respecto, la teosofía que en este caso en la estructura masónica, juega a modo de los ciclos históricos de Toynbee, pues cuando esta (Teosofía) se creía erradicada de la estructura masónica, muy enraizada en su tiempo en el DH (Le Droit Humain, legado cuasi imposible de olvidar, puesto que está enraizado en mismo gen del DH, y en mucha menor consistencia en la Gran Logia Simbólica Española (GLSE) y menos aún, en la Gran Logia de España (GLE) a pesar de que este pudiera ser el ideal pegasus de transmisión por querer aparecer como una auténtica escuela de conocimiento antiguo y con matices importantes de esoterismo cristiano, pero no es así y habría que preguntarse por esta cuestión, porque la preferencia del teosofismo masónico se inclina por masonerías liberales, más allá de la cuestión específica de la mixtidad. No debo de ocultar que durante décadas se luchó para ir desembarazándose del bagaje teosófico, tanto en el DH como en la GLSE, donde aún quedan aún residuos, y tal y como estamos viendo, de una parte, acá se está entrando en un repetido ciclo de nuevas apariciones, al modo de los ciclos de Toynbee. Paradojas Masónicas lo llamaría yo a estas circunstancias. Este grado de influencia y penetración ha venido de la mano del ventajismo bibliográfico que se impulsó desde los ámbitos teosofistas. Cuando apenas si había información documental y bibliográfico en el seno del mundo masónico, y las logias se llenaban de gurús de todo tipo, conocí desde el año 94 unos cuantos, y cuyos Maestros Masones formadores se dedicaba a mirarse el ombligo, haciendo pocos esfuerzos por formarse y formarnos, la impresionante maquinaria editorial teosófica, ya tenía en la calle un importante arsenal de textos de los cuales nos nutríamos ignorantes aprendices masones, bajo títulos como Historia Secreta de la Masonería, Cosmogonía Masónica, Enseñanzas de un Iniciado, Masonería y el catolicismo. Cartas Rosacruces, La magia de la Francmasonería, etc, y todo ello con la beatífica complacencia de formadores, logias y estructuras masónicas, se iba construyendo un edificio simbólico místico en el cual nos imbuíamos como peces en el agua, devorado la hostia mística del cono cimento en base a las prédicas de tales libros y sus interpretadores. A veces, cuando llegan hasta mi gabinete algunos Hermanos, los cuales conforman un buen contingente de hombres y mujeres proveniente del continente latinoamericano, me siento como los desprogramadores de las sectas, pues el alambicado montaje mental que traen acerca de lo que es la masonería, en general es producto en buena parte de todo este volumen de publicaciones, muchas de ellas contienen un importante matiz surrealista teosófico pasado por diversos tamices de escuelas, corrientes de pensamiento y modas seudomisticas. Por poner un ejemplo, cuando realicé hace años un trabajo sobre los teósofos llaniscos, que fueron suavemente perseguidos por el franquismo, legión que era en su mayor parte compuesta por mujeres, los diarios de los trabajos de reflexión y meditación, tenían más parecido al famoso Kempis, que a herramientas para ayudar a liberar la mente, amén de la opinión personal que a los ojos de los referentes masónicos tenían todos estos componentes de la grey teosófica. La vieja y manida tesis del enraizamiento de la sabiduría antigua, de la existencia de los grandes misterios en el seno de la masonería, está bien para propuestas simbólicas muy al estilo de la new age, pero poco útil para un trabajo logial cotidiano, más allá de que sería bueno que cada masón se formase intensamente hasta llegar a ese cultivo del descernimiento entre realidad y mitificación, entre falacia y ciencia, entre aventurerismo simbólico y la realidad simbólica masónica… En fin mucho tajo queda por abordar. Por otro lado, en este cíclico retorno del tesofismo bajo nuevos paraguas y propuestas metodológicas, he observado un salto cualitativo, y no menor, si bien el enraizamiento del teosofismo en masonería tradicionalmente ha sido con localizaciones muy concretas, por ejemplo en lo referido al Continente Europeo: Inglaterra, puesto que el continente americano es un mundo inabarcable; en general decir en lo referido al rito que lo general siempre, esa proyección se ha hecho en base al Rito Escocés Antiguo y Aceptado (REAA) y no deja de ser curioso que pregonando la búsqueda de los misterios y la sabiduría antigua como se pretende su plasmación se proyectase sobre la base de un ritual nacido en 1804 como es el caso del REAA. Tal vez la explicación pudiera venir, no versada en esa búsqueda en los cimientos del conocimiento, que pudiesen desprenderse de tal rito, sino en la permeabilidad que este siempre ha ofrecido a modo de cajón de sastre, para aglutina, conjuntar, y expandir las más diversas propuestas simbólicas de cualquier naturaleza y condición. Al REAA siempre le ha venido bien toda esa multiplicidad, de ahí que no haya dos REAA, iguales, pero el gran salto cualitativo que dejan entrever los autores del texto de La Sabiduría Divina, es que ahora la incardinación ritual se hace mediante la practica e interpretación de los ritos egipcios, como el Menfis y Mizraim. Está claro que dicha construcción estética y mítica de los rituales que conllevan el Menfis y Mizraim, en sus variadas conformaciones, en general son vehículos ideales para el manejo de ciertos paradigmas simbólicos y demás parafernalias constructivistas. Decir que siempre me ha llamado la atención que los Hermanos masones que practican este tipo de enseñanzas, tanto en la GLES o el DH se les reconoce por los colgadiellos: medallas, pulseras, anillos, manejo fotográfico y de sentencias varias que pueblan todas nuestras redes, y que tienen ese marcado cariz egipciaco. Tanto es así que los Pases de Grado, en los Altos del REAA, en el DH, en los cuales participé, escuchando los trabajos de grado, había y hay un alto porcentaje de contenidos teosóficos, y seudo místicos… Como notas marginales. Indicar a los autores que no mezclen ritos y rituales puesto que las columnitas de las que habla la Hermana Orihuela, creo que nos las visto en su vida, al menos en España, puesto que tales elementos solo se usan en Emulación, pero no en el REAA, ni están en otros ritos, aunque para ser más exactos se usan en algunas logias y centradas en Inglaterra, las cuales practican una derivación inglesa muy teosófica como es el ritual Lauderdale, y por tanto usar de forma indiscriminada textos de referencias distintas, y no situarlas de forma correcta, no ayudan sino al teatrillo de la confusión. Tal vez por eso nunca el Rito Moderno ha sido campo de atracción como rito primigenio, para las distintas escuelas de pensamiento, ya que aleja de su quehacer lo religioso y lo esotérico, tal vez los Hermanos ingleses de la Royal Society, fueron preclaros visionarios en sus planteamientos acerca de lo que les podía venir encima, viendo como veian el pelaje de cada uno. Por otro lado, a Esteban Cortijo, decirle que cuando María José Lacalzada abordó su interesante y difícil libro, el Cimiento Mixto de la Masonería, eludió en parte el tema teosófico de su libro, tal y como el apunta, y eso fue debido a que de abordarlo esto nos llevaría a otros puertos, y a engrosar un tema y un libro ya de por sí difícil, y hacerlo más complicado y complejo como lo estaba siendo, no era una opción. Como colaborador suyo que fui en esos tiempos, puedo decir que tuvimos profundos debates sobre los temas teosóficos, y su incardinación en la masonería, durante la recogida documental, y la dificultad de meternos en algo de ese calado no tenía tanto peso, aunque en el libro se reveló las ramas y pesos del teosofismo más allá de incardinar cargos y grados. Indicar a algunos autores como Adolfo Limón, que cuando haga algunas alusiones de concepto, antes realice algunos trabajos comparativos sobre las propuestas conceptuales de los diversos rituales del siglo XVIII y XIX, y entresaque cuales son los conceptos de trabajo y el marco propio que la masonería ha pregonado desde el siglo XVIII, otra cosa es lo que al le han contado, o la bibliografía que maneje, aunque estoy de acuerdo con un 90% del contenido sobre la fantasía en masonería, en teosofía ya ni le cuento… Hubiera sido interesante comentar y rebatir algunas afirmaciones, pero eso haría inabarcable e interminable esta reseña basada en un vistazo crítico cobre lo propuesto. Dar las gracias a Cultura Masónica, porque una vez más ha dejado aflorar un magma que se está cociendo en logias varias, las cuales pueblan nuestro pequeño continente español, o que trabajan en los linderos tangenciales a lo masónico, y con los escritos que se han publicado, y las nuevas propuestas editoriales de Masónica.es de incardinarse en la publicación de referentes editoriales de este cuño, dan la real noción de su puesta en valor y peso. Queda por dilucidar si la Teosofía en Masonería es una necesidad que precisa el masón para conformarse como tal, tal vez se pueda ver como tal dado el déficit formativo, el cual intentan acomodarse y rellenar otras escuelas ofreciéndose como garantes vehículos transportadores hacia un aglutinador integral del conocimiento, de la Sabiduría Divina y del hombre, lo cual no deja también tener mucho de factor Moda. Como uno ya ha pasado y leído y quedan por la biblioteca parte de ese bagaje de esas escuelas y corrientes de pensamiento, propongo para un sano y equilibrado juicio la lectura de un interesante libro, que fue un auténtico best seller: El Mandril de madame Blavatsky A todas gracias por sus aportaciones que han supuesto una gran ayuda para entender este trasunto de lo teosófico, y sigo sin entender por qué en estas entregas no hay posiciones neutras e incluso críticas, que hagan que la revista deje de ser un panegírico publicitario. Víctor Guerra. |