El aviso de tu nacimiento ha sido una realidad abrumadora y sin excusas que, como la lluvia fina, fue calando lentamente. Y que, como sucedió con muchas de las cosas a las que me acostumbró tu mamá, fue un hecho inesperado, vertiginoso y fascinante. Sin habernos consultado, nos convirtieron, por voluntad ajena e inapelable, a mí en un abuelo cuando me estaba preparando para el último ramal del camino, y a ti en una promesa que se enfrenta a una página en blanco. Naciste mujer y eso será esencial en tu vida. Encontrarás que la misoginia es parte de la historia, que la sumisión es una tragedia personal y que el feminismo es a veces un veneno. Se tú. Se libre. Se feliz. Nunca des valor a una idea que te limite. Que ningún dogma restrinja tus pensamientos, determine tu ética o ate tu conciencia. No hay dignidad en caminar mirando hacia abajo, pero tampoco hacia arriba. Presta más atención a tus instintos, que a los consejos de los demás. Siente el placer de tus opciones, afronta tus decisiones y vive tus consecuencias. Siempre habrá nuevos cielos por conquistar, nuevos mares por descubrir y nuevos horizontes por perseguir. La vida no se aprende. Se siente, se disfruta, se respira, se transpira, se construye… ¡Se vive! ¡Es tuya! Hoy brindo por ti. |