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Regularidad masónica

En un sentido lato, se denomina Masonería Regular a la que se atiene a una serie de normas y reglas ampliamente aceptadas como esencialmente masónicas. El concepto de regularidad tiene en Masonería la importancia que tendría en cualquier institución que quisiera garantizar un funcionamiento ordenado de sus estructuras. Sin embargo, algunas de las principales organizaciones masónicas discrepan sobre cuales deben ser los criterios de regularidad. Como, además, muchas de ellas, aún manteniendo intactos varios principios fundamentales, han modificado tales criterios en un sentido u otro, el contenido del término está sometido a un debate abierto, generando importantes divisiones en la fraternidad masónica.

BREVE RESEÑA HISTÓRICA
Hay un acuerdo general sobre el hecho de que la moderna Masonería, o Francmasonería Especulativa, nace en 1717, cuando cuatro logias de Londres se unen para crear una institución de mayor rango, a la que denominan Gran Logia de Londres, un tipo de masonería nueva que, basada en el modelo organizativo de los antiguos masones operativos, ya no se dedica a la construcción de edificios sino a la elevación de un "Templo Ideal", basado en la sabiduría y la moral.
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Rápidamente empezaron a crearse nuevas logias de este nuevo tipo, tanto en Londres como en otros lugares de Inglaterra y Europa bajo la jurisdicción de la recién nacida obediencia y, en 1723, se aprueba su carta magna. Este documento, elaborado por Anderson y Desaguliers, es conocido como las Constituciones de Anderson y siendo el único documento oficial que se conserva del tiempo en el que la Francmasonería especulativa se estableció sobre la Francmasonería operativa, hay acuerdo en considerarlo el documento base de la masonería moderna. La parte esencial de estas "Constituciones de Anderson", es la que trata sobre los deberes de un Francmasón.
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Estos deberes son la verdadera carta constitucional de la Francmasonería especulativa o moderna, y es a ellos a los que debemos referirnos para interpretar el verdadero espíritu de los fundadores de Francmasonería. Las regulaciones generales que figuran en estas "Constituciones" han sido modificadas a menudo por la Gran Logia Unida de Inglaterra.
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Cada Potencia Masónica ha adoptado las reglas que le parecía que mejor satisfacían su desarrollo y ninguna objeción podemos hacer a esto puesto que el artículo 39 de las regulaciones generales de 1723 determina que "la Gran Asamblea Anual tiene poder y autoridad suficiente para hacer modificaciones o nuevas regulaciones en beneficio de la Fraternidad, siempre y cuando se respeten los antiguos Linderos".
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Algunas personas han pretendido completar estos "Deberes" con nuevos "Linderos", pero los escritores Masónicos no han podido nunca ponerse de acuerdo en el número ni en el texto exacto de éstos. Por eso es completamente imposible bajo una autoridad arbitraria invocar como condición de regularidad estos "Linderos" de los que ningún texto se ha presentado ni verificado como exacto por cualquier autoridad reconocida.
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Los Deberes de Anderson de 1723 son el único texto al que pueden sentirse vinculados todas las potencias masónicas universalmente. Este valioso documento fue escrito en el comienzo del siglo XVIII con el sentido que las palabras tenían en su contexto; ciertamente se impregnó con las concepciones espirituales que se admitían universalmente en ese momento, pero para aquellos que deseen penetrar su significado más profundo, está animado por un espíritu de tolerancia que nosotros deberíamos imitar siempre; expresa las aspiraciones más nobles y exalta la Hermandad en pasajes tan admirables que nunca podremos meditar suficientemente en ellos.
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LA DOS CORRIENTES DE REGULARIDAD MASÓNICA
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La Masonería actual está dividida en dos corrientes principales, una liderada por la Gran Logia Unida de Inglaterra y, la otra, por el Gran Oriente de Francia. Puede decirse que todos están de acuerdo en que la legitimidad de origen es esencial para que una obediencia sea considerada regular. Esta legitimidad de origen implica que cualquier nueva obediencia deba recibir el certificado o transmisión de regularidad de otra obediencia regular, considerándose a la antigua Gran Logia de Londres como la obediencia de la que emana en principio tal regularidad.
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Sin embargo, tanto el Gran Oriente de Francia como la Gran Logia Unida de Inglaterra, teniendo su origen ambas en esta fuente legítima, discrepan sobre los principios de la regularidad masónica.La Gran Logia Unida de Inglaterra estableció en 1929 los siguientes criterios, vigentes en la actualidad, que deben cumplir las obediencias que deseen establecer relaciones con ella:
  • La obediencia debe haber sido legalmente establecida por una Gran Logia regular o por tres o más logias bajo los auspicios de una Gran Logia regular.

Ha de ser realmente independiente y tener autogobierno, con autoridad no discutida sobre los grados simbólicos de la Francmasonería (es decir, aprendiz, compañero y maestro) bajo su jurisdicción y no ha de estar sometida de ninguna otra manera ni compartir soberanía con ningún otro cuerpo masónico.

Los francmasones bajo su jurisdicción han de ser hombres y ni ella ni sus logias han de tener contacto masónico con logias que admitan la membresía de mujeres.

Los francmasones bajo su jurisdicción han de creer en un Ser Supremo.

Todos los francmasones bajo su jurisdicción han de asumir sus compromisos sobre el volumen de la ley sagrada (la Biblia) o a la vista de él o del libro considerado sagrado por el que realiza el compromiso.

Las tres "Grandes Luces" de la Francmasonería (es decir, la Biblia, la escuadra y el compás) han de estar expuestas cuando la Gran Logia o sus logias subordinadas estén abiertas.

La discusión sobre religión o política en sus logias ha de estar prohibida.

Debe adherirse a los principios establecidos (los antiguos "landmarks" o "marcas de referencia") y las costumbres de la Francmasonería y debe insistir en que sean observados en sus logias.

La Gran Logia Unida de Inglaterra, establece un criterio que va más allá de su propia forma de organización añadiendo: "Hay algunos autodenominados cuerpos Masónicos que no se atienen a este estandar. Por ejemplo aquellos que no requieren la creencia en un Ser Supremo o quienes permiten a sus miembros participar como tales en materias políticas. Estos cuerpos son considerados por la Gran Logia de Inglaterra como Masónicamente irregulares y el contacto masónico con ellos está prohibido". Los puntos esenciales de discrepancia se contemplan en las condiciones 4, 5 y 6, e involucran al Libro de la Ley Sagrada y la obligatoriedad de profesar la creencia en el Gran Arquitecto del universo y en su testamento revelado; es decir la Biblia y el Dogma.

La pregunta que hay que hacerse es: ¿en virtud de qué deber antiguo se exige la presencia en Logia de la Biblia? ¿Cuál es el Lindero que lo prescribe? La verdad es que por mucho que nos remontemos en el tiempo, no encontramos ningún rastro de este uso.

Si bien los manuscritos que se conservan en el museo británico, prescriben determinados deberes religiosos, de carácter básicamente aconfesional, no aparecen en ellos ningún rastro de la Biblia o cualquier otro libro sagrado. Además, se sabe que en su origen la Gran Logia de Inglaterra no puso ninguna Biblia sobre el altar, y no será hasta 1760 que ésta sea considerada como una de las Grandes Luces de la Masonería.

El Gran Oriente de Francia aduce que desciende directamente de la primera Gran Logia de Francia fundada por los masones británicos. Durante dos siglos nunca ha considerado la Biblia como una Gran Luz, y no hay ningún rastro de que en algún momento el trabajo en las primeras Logias francesas se halla realizado en presencia de la Biblia. Muy al contrario, en los rituales más viejos que conserva el Gran Oriente de Francia, los candidatos siempre han hecho su juramento sobre la Constitución y la Espada.

Sin embargo, en 1849, influenciado por los eclesiásticos Galicanos, el Gran Oriente de Francia rompió con su pasado introduciendo en su Constitución la fórmula dogmática de la "creencia en Dios y en la inmortalidad del alma", Cuando 28 años más tarde, en 1877, borró esta afirmación de la Constitución, algunos vieron en esto una negación formal de la glorificación del GADU, lo cual era inexacto. Con ello, en realidad el Gran Oriente de Francia lo único que hacía era volver a su tradición firme de respeto, no sólo para los ritos y creencias, sino a todas las concepciones filosóficas. El artículo primero de su Constitución contempla desde entonces que:
La Francmasonería institución esencialmente filantrópica, filosófica y progresiva, tiene por objeto la búsqueda de la verdad, el estudio de la moral y la práctica de la solidaridad; trabaja por el mejoramiento material y moral, y el perfeccionamiento intelectual y social de la Humanidad. Tiene por principios la tolerancia mutua, el respecto a los otros y a sí mismo, la libertad absoluta de conciencia.

Considerando las concepciones metafísicas como del dominio exclusivo de la apreciación individual de sus miembros, rechaza toda afirmación dogmática. Tiene por divisa: Libertad, Igualdad, Fraternidad.

Con todo, el problema, a efectos de la división masónica, no reside en la forma en las organizaciones masónicas deciden libremente configurarse sino en la pretención, en este caso de la Gran Logia inglesa, de hacer extensivo su propio modelo de organización como un estandar exigible a las otras.

El enfoque del Gran Oriente respecto a las relaciones masónicas es distinto, puesto que no ha considerado necesario establecer ninguna condición "a priori", a aquellas Obediencias a las que otorga su reconocimiento, basándose sólo en su regularidad de origen, y en la autoridad de sus Grandes Asambleas anuales, reconocida por el artículo 39 de las Constituciones de 1723, para establecer sus propias regulaciones. Se basa, por tanto, más en el criterio de la legitimidad de origen y en la coincidencia de principios y objetivos que en la adecuación a un marco preestablecido para otorgar sus reconocimientos.

Respecto al primer punto, hay que recordar que, de hecho, el Gran Oriente de Francia es, de todas las Obediencias masónicas que existen en la actualidad la más antigua. Efectivamente el Gran Oriente de Francia nace técnicamente en 1738 y formalmente en 1773 (fecha en la que además de adoptar ese nombre aprueba modificaciones como la elección democrática del Consejo de la Orden y de su Presidente). Teniendo en cuenta que la Gran Logia Unida de Inglaterra (el foco de la regularidad anglófila) nace en 1813, es un hecho que ninguna otra Obediencia en el mundo tiene una antigüedad comparable a la del Gran Oriente de Francia.

Las evoluciones habidas en su seno, basadas en la legitimidad, en la independencia y la regularidad, son tan válidas como las que más tarde han tenido lugar en el seno de la Gran Logia Unida de Inglaterra. La diferencia entre ambas es que el Gran Oriente de Francia jamás pretendió hacer valer su mayor antigüedad para imponer sus propias evoluciones a las demás Obediencias regulares, a las que respetó su soberanía.

El concepto de regularidad, utilizado como "marca franquiciable" resulta totalmente extraño y hasta hiriente para una Obediencia, como el Gran Oriente de Francia que, desde sus casi tres siglos de existencia observa como los miembros de otras Obediencias, desde la ignorancia que les confiere haber nacido "ayer a mediodía", le discuten y le niegan su propia regularidad. Resulta especialmente rechazable para una Obediencia de la que emanan la mayoría de los ritos masónicos, los usos y costumbres, lemas y reglamentos que aquellos que la desconocen, practican hoy. Es la parábola del hijo que niega a su propia madre.

El Gran Oriente de Francia, una Obediencia que en el artículo I y II de su Constitución de 1773 respondía a la cuestión de la regularidad masónica del siguiente modo:

¿Qué es un masón regular? un masón miembro de una Logia regular...

¿Qué es una Logia regular? una logia provista de constituciones acordadas o renovadas por el Gran Oriente de Francia que es quien únicamente puede librarlas.

Se comprende que el debate de la regularidad, estaría acabado para el Gran Oriente de Francia si no fuera permanentemente utilizado como un argumento insidioso destinado a aislar, discriminar y dividir a los masones.

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