Por Q.H.
Martín Narváez
Rodríguez-Prieto (*)
R.L.S. Unión Fraternal Nro. 5
Gran Logia Constitucional del Perú
De Masones Antiguos, Libres y Aceptados
Me sorprendió una tarde la noticia. Un Venerable Maestro Masón me haría una visita, para conocernos tal vez, hasta ese momento nada indicaba que mi vida cambiaría…y de que forma…
Días después, una invitación a la celebración de una tenida abierta me revelaba la fraternidad reinante en el entorno, cosa que por mi naturaleza, sin querer talvez, buscaba siempre cuando tenía que relacionarme, timidez seguramente. La amistad en las personas ahí presentes se trasmitía a través de los ojos, el amor fluía en cada palabra, me sentía muy a gusto, definitivamente era lugar para mi.
Al paso del tiempo, recibo excelentes buenas nuevas. Mi solicitud de iniciación había sido aprobada. Sentimientos de sorpresa, desconcierto, responsabilidad, gratitud y demás, colmaban mis pensamientos durante la espera de la fecha indicada para la ceremonia de mi iniciación. No era para menos, sabía en el fondo que esto transformaría mi vida y sus destinos.
Así es como todo en la vida se da, es que llegó ese día. Está demás decir que los nervios se apoderan de uno, pero después de una fraternal bienvenida, como es de costumbre entre los hermanos de la logia, los miedos se disipan.
Sin darme cuenta, de un momento a otro me encontraba solo, la mayoría de los hermanos estaban ya en los interiores del templo y a partir de ahora una venda cubriría mi rostro, sometiéndome a tinieblas durante gran parte del ritual. Uno de los hermanos que me acompañaba, todavía, me cogió del brazo y con la misma voz fraternal que escucharía de un hermano mayor me indicó que confiara en el. Desde ese momento mis pasos fueron los suyos.
La oscuridad era total y por indicación de mi guía debíamos de recorrer un camino el cuál sería complejo y peligroso. Efectivamente, la senda se tornaba sinuosa y a nuestro paso, sonoros golpes al piso y alrededor intentaban doblegar mi concentración.
Ingresando a lo que parecía ser el final del recorrido, se presentaba un estrecho portal el cuál debía de atravesar, a la vez que el mandato de otro hermano indicaba que debía esperar unos cuantos minutos a la espera de nuevas instrucciones, pero esos cuantos minutos se convirtieron en muchos, al parecer mi paciencia también estaba siendo puesta a prueba.
Otra voz permitía relevarme de mis vendajes para que ahora devueltos mis sentidos, ubicarme en una habitación oscura y estrecha, se trataba de el Cuarto de Reflexiones. Frente a mi destacaba un pequeño altar, en donde varios elementos revelaban nuevas interrogantes.
Un Cráneo humano desnudo de piel, la estatuilla de un gallo, un termómetro, un trozo de pan, trigo, sal, azufre, agua y un cirio encendido eran dichos elementos además de algunas inscripciones plasmadas en la pared que invitaban a reflexión tales como: SI LA CURIOSIDAD TE HA CONDUCIDO AQUÍ…VETE, PARA EMPLEAR BIEN TU VIDA…PIENSA EN LA MUERTE, SI TEMES QUE TE HECHEN EN CARA TUS DEFECTOS…NO SIGAS ADELANTE, etc.
En resumen la estancia en este lugar sugería el comienzo de un ritual iniciático que representaría un nuevo punto de partida para la vida, me sentía bendecido, una oportunidad para recomenzar tu vida dejando atrás tus calamidades, no se da así como así, ahora yo tenía una, que privilegio.
Nuevas instrucciones indicaban de debía despojarme de mi vestimenta inicial además de todo objeto de valor u objeto metálico que cargara conmigo. Todo esto para vestir unas austeras prendas blancas, descubriendo la pierna izquierda hasta la rodilla, calzar solamente el pie izquierdo y colocarme una soga en el cuello en forma de horca.
Mis vendajes fueron repuestos y ahora en tinieblas nueva mente, acompañado de mi guía tocamos a la puerta del templo. Autorizado mi ingreso pasé a otra mano guía (Segundo Diácono), del cuál recibiría apoyo para el seguimiento del ritual iniciático que comenzaba de esta manera. Me encontraba ya dentro del templo y debía declarar que mi ingreso a tal era por elección propia y que a partir de ese momento me debía a los mandatos de la orden, a lo cuál respondí afirmativamente.
Pasando a manos de otro hermano (1er. Diácono) el cuál me condujo por los contornos del Templo, mi marcha fue impedida por otro hermano (2do Vigilante), mi nuevo guía debía presentarme para obtener la venia y poder proseguir mi peregrinaje y así fue. Esta parte del ritual se repetiría bajo la misma forma una vez más con otro hermano (1er Vigilante) pasos mas adelante.
Sorteando estos pasos estaba ya encaminado (sin saberlo) a unos de los momentos más importantes del ritual, para esto debía de tomar posición frente al altar. Ahora de rodillas (en forma de escuadra), con la mano izquierda sobre la Biblia y la derecha sosteniendo un compás sobre mi pecho comienzo a declarar mi juramento a la Orden.
Concluido el mismo se me despojó del vendaje, este acto estaba acompañado de las palabras del Venerable Maestro que indicaban frases como: Y Dios dijo que se haga la luz y la luz se hizo. Posterior mente se me retira la soga que rodeaba mi cuello, mi libertad obedecía a la gracia de bendición y aceptación de todos mis (ahora) hermanos para el ingreso a la logia propiamente dicha.
Posteriormente se me permitió abandonar temporalmente el templo para vestir mis prendas originales. A mi retorno se me condujo, siempre acompañado de mi guía (1er.Diácono), a la presencia del 1er. Vigilante el cuál tenía por tarea, envestirme con el mandil correspondiente a mi grado actual (Aprendiz) y a la instrucción de su usanza.
Mi juramento debía ser siempre recordado, es por eso que se mi instrucción acerca de los símbolos y palabras que representarían al mismo en todo ritual de ahora en adelante, sería muy minucioso y dedicado a cargo de uno de los maestres que presidía la ceremonia en el Oriente.
Para finalizar mi iniciación, mi pase a la columna correspondiente ya estaba autorizada, la columna en donde se ubica todo aprendiz, bien llamada columna de la Belleza, mi lugar de ahora en adelante hasta que mi preparación y desarrollo permitiera mi paso a otro nivel a merecer.
Conclusión .-
Es importante recalcar la importancia del ritual tomando en cuenta que este no se ha modificado ni en secuencia ni forma desde el establecimiento de la Masonería Especulativa en 1717. Esto demuestra claramente la unidad y solidez de la Orden Muchas otras instituciones han mutado, dividido y hasta perecido por causas profanas seguramente, pero la masonería mantiene sus bases y preceptos motivo por el cuál debemos respetar cayendo a cuenta que nos debemos a un juramento de prudencia y respeto.
El ritual iniciático que nos tocó vivir a cada uno de nosotros en su momento, simboliza un camino de transición el cuál debemos atravesar para abandonar nuestra vida profana o vida cotidiana, esa vida simple, básica, colmada de errores y acciones negativas, iniciando otra de renovación humana. Esto nos permite, siguiendo las bases morales de nuestra Orden, acceder a herramientas morales que nos distinguen frente a quien requiera de nuestros servicios.
Puedo concluir este humilde trabajo con un pequeño pensamiento, como sigue: "Todo Masón debe asumir que nuestra permanencia en la vida Masónica no es mérito de poder sino de desarrollo humano".
(*) Tema Ganador del 3er. Lugar en el Primer Concurso de Aprendices Masones.
Relato de Una Iniciación
miércoles, enero 24, 2007