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LA VIGENCIA DE LA MASONERÍA

Por la M:.R:.H:. Ascensión Tejerina

Ex Gran Maestra – Gran Logia Simbólica Española

Esta pregunta es ya recurrente cuando los masones nos presentamos ante el público, junto con la otra cuestión Mujer-Masonería. Y es lógico que surja esta inquietud en una sociedad donde el desenfrenado consumo de lo nuevo, donde los anuncios te dicen que te están ofreciendo, hoy, ya, la tecnología del futuro con eslóganes tan sugestivos como “¡¡¡No espere 25 años para disfrutar de tal o cual maravilla, nosotros ya se la podemos servir!!!”, te deja corolariamente perplejo ante lo antiguo, sencillamente porque ya no se usa, porque no sirve, porque está anticuado. Y es que los masones tenemos mucho polvo de catacumbas, muchas telarañas encima…. Como las buenas botellas de buen vino en una silente bodega. ¡Que preocupante será el día en que la sociedad no sepa apreciar el buen caldo y sacie su sed con la “cola” del siempre mañana, que seguramente seguirá siendo la misma, pero más aerodinámica, más ergonómica!

Si el futuro no es la modulación del pasado sólo será la repetición del pasado. La amnesia nunca es aconsejable y se paga con sufrimiento. Ahí reside la importancia de la historiografía, de su fidelidad con los hechos y de la correcta interpretación de los mismos. El historiador es una pieza clave en el proceso civilizador.

Pero no teman que no estoy preparando el círculo para salirme por la tangente. La pregunta es lícita y voy a tratar de responder con la mayor honradez de la que soy capaz.

Evidentemente, solo voy a intentar hacer un sucinto acercamiento a la cuestión desde la óptica del estilo de Masonería que he practicado en la Gran Logia Simbólica Española.

LA MASONERÍA ES ACTUAL PORQUE LA ARQUITECTURA ONTOLÓGICA DEL SER HUMANO HA SIDO, ES Y SEGUIRÁ SIENDO SIEMPRE LA MISMA.

Si, como decía el profesor Ureña en una magistral conferencia a la cual tuve la satisfacción de asistir, Krause mantenía que la ocupación de la Masonería es atender a lo que es común a todos los seres humanos en cuanto que puro y completo humano, me voy a permitir ahondar en esta línea de razonamiento.

Si bien es difícil definir lo esencial del ser humano en una sola frase, podemos señalar como uno de los fundamentos de su existencia el pensar. El pensar es, esencialmente, pensar que se piensa a si mismo. En la libertad que nos viene dada por esta estructura del pensar radican las conquistas que el hombre puede llevar a cabo en distintas esferas. En el terreno ético y personal, la posibilidad de que podamos adueñarnos de nuestros propios valores y de asir el destino individual se asienta también en el comprender el a priori de los modelos en los que se basa la misma comprensión. Asimismo, dentro de la esfera política y social, el desarrollo de una ética y de unos criterios propios son los verdaderos cimientos de una democracia y de una sociedad participativa. Nuestra democracia, especialmente, necesita individuos capaces de obligar a la clase política, mediante una crítica sólida, a volver la mirada hacia la realidad e intereses genuinos de la sociedad. Éste es un trabajo que sólo puede ser el fruto de un pensamiento crítico, verdaderamente comprometido con lo humano y con la contundencia suficiente como para crear hábitos y tradición.

La Masonería apuesta, pues, por una sociedad de individuos capaces de hacerse a sí mismos y de apropiarse de sus valores éticos y morales. Todo su método se fundamenta en la provocación de este encuentro con uno mismo, con su ser, que debe necesariamente expresarse en términos de libertad y de autodeterminación. Pero para el masón, estas conquistas personales no son un hecho mientras no queden refrendadas por una inserción responsable en el seno de la sociedad, lo que le lleva a intentar conocer el mundo que le rodea.

Los talleres masónicos suelen ser foros de debates que ponen a prueba el grado de validez de las ideas de cada uno, su capacidad para defenderlas, mejorarlas y ejercer la tolerancia como cualidad indispensable para la convivencia.

Cuanto más compleja es la sociedad más necesario se hace este ejercicio, más profundo debe ser el análisis ético de las nuevas circunstancias que los acontecimientos van conformando porque estos son cada vez más profusos e interrelacionados, es decir, más complejos y más co-implicados. O el individuo se capacita en la construcción de su propia ética y de su propia interpretación del mundo para tomar sus propias decisiones, o tendrá que utilizar la ética de otros y la interpretación de otros. Serán otros los que te piensen.

En este sentido, pues, la Masonería, sigue teniendo constitutivamente la misma validez que siempre ha tenido, aunque haya que limpiar la bodega… con mucho cuidado de no remover demasiado las madres.

LA MASONERÍA ES MÁS NECESARIA QUE NUNCA PORQUE LOS RETOS QUE TIENE ANTE SÍ LA HUMANIDAD NO TIENEN PARANGÓN CON SITUACIONES ANTERIORES Y POR LO TANTO EL DEBATE ÉTICO TIENE QUE REPLANTEARSE MÁS QUE NUNCA EN TÉRMINOS DE UNIVERSALIDAD.

Pienso que el mundo de nuestros días viene determinado por cuatro líneas de acontecimientos que interactúan entre sí, y que se desarrollan con una gran autonomía respecto de las voluntades políticas o de los intereses generales. Son como grandes jinetes cuya figura aún anda definiéndose entre apocalíptica o caballeresca. Me refiero al crecimiento demográfico, el deterioro ecológico, el vertiginoso desarrollo tecnológico y la globalización. El régimen de cambios sociales, de mentalidades, de hábitos, de gustos y formas de vida, es tan vertiginoso que en pocas décadas tendremos instalada sobre la faz de la tierra una civilización que tendrá muy pocos parecidos con lo que hoy conocemos.

Y, sin embargo, el humano del mañana tendrá la misma estructura ontológica que el de hoy, y todo lo que será mañana se encuentra contenido en las posibilidades que hoy ya tiene ante sí. Todo dependerá de su sabiduría para escoger aquellas posibilidades que lo conduzcan a una vida con mayores oportunidades para la felicidad y menores tasas de sufrimiento. Para ello deberá centrar su desarrollo, como individuo y como grupo, en tres habilidades humanas, y en ellas radican nuestras propuestas de trabajo:
1) una creatividad que permita emprender el desarrollo integral y sostenible de los pueblos, DE TODOS LOS PUEBLOS.

2) una capacidad negociadora y mediadora que permita alcanzar acuerdos hacia nuevos sistemas éticos de aceptación universal y

3) una solidaridad inquebrantable con la vida.

Creo que si sabemos sobreizarnos sobre estas potencialidades humanas conseguiremos transfigurar a nuestros jinetes apocalípticos en buenos aurígas que tiren del carro del progreso.

Para el masón, estas propuestas no son más que a extensión de su propio método de trabajo y de los valores sobre los que se asienta: solidaridad, trabajo, libertad para construirse.

Este modelo de convivencia que es una Logia constituida en CENTRO DE UNION nos puede servir de inspiración para orientar la construcción de una sociedad que, protegiendo el florecimiento y respeto de las diferencias garantice que ninguna de ellas se erija en predominante y se adjudique privilegios. En definitiva estoy hablando de una sociedad LAICA entendiendo la laicidad, no como una práctica anticlerical (con la que desgraciadamente se confunde a menudo) sino como una definición normativa de alcance universal donde todo aquello que sea constitutivamente valido el ser humano, incluido el cultivo del sentimiento religioso, cada uno en su forma y medida, sea respetado e incluso protegido.

En un mundo que corre hacia una globalización brutal, donde la multiculturalidad será probablemente uno de los factores que más transforme el tono de nuestra vida cotidiana, pienso que la capacidad mediadora que subyace en el método masónico cobra una especial vigencia que no podemos permitirnos desdeñar en un escenario tan explosivo donde las placas civilizacionales norte-sur (por emplear la terminología de Huntington) se encuentran en plena actividad.

Si la masonería pretende mantener su vocación mundialista es evidente que tendrá que seguir trabajando en pos de la instauración de valores transculturales que todos los protagonistas puedan aceptar de partida, y esto deberá pasar obligatoriamente por un ejercicio de mediación cultural que lleve implícito la revisión de nuestras creencias más profundas y de nuestros apriorismos más ocultos.

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