Esta agrupación, que no había sido nunca concertada con el Consejo Federal de la Gran Logia de Francia, ni consultada con sus diputados en Convento (Asamblea General), carecía de estatuto jurídico y funcionaba a distintos niveles puntuales, con el inconveniente de presentar públicamente como criterios comunes a todos lo que a menudo eran solo opiniones o deseos de una o algunas de las Obediencias implicadas, en relación con temas de actualidad.
Era evidente que, al menos en teoría, la propiedad de la “marca” otorgaba al Gran Oriente de Francia la posibilidad de utilizarla de modo exclusivo para designar genéricamente sus propias iniciativas, no siempre identificables con el estilo y talante masónicos de la Gran Logia de Francia.
De ahí que la gestión del Gran Maestre de la GLDF, Alain Graesel, acordando fraternalmente con las demás Obediencias la reciente eliminación de lo que podía malinterpretarse como una anexión, haya sido muy bienvenida en nuestra Obediencia.
En ello, ha contado con la colaboración y la comprensión del actual Gran Maestre del Gran Oriente de Francia y de su equipo obediencial.