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LA ASAMBLEA GENERAL URUGUAYA RINDIO HOMENAJE AL ILUSTRE H:. JOSE GARIBALDI


GRAN ORIENTE DE LA FRANCMASONERIA MIXTA UNIVERSAL
Libertad Igualdad Fraternidad
Libertad Absoluta de Conciencia

COMUNICADO

LA ASAMBLEA GENERAL URUGUAYA RINDIO HOMENAJE AL ILUSTRE H:. JOSE GARIBALDI

Queridos Hermanos y Hermanas

El día 4 de julio pasado - día del 200 Aniversario del Natalicio del Ilustre H:.

En su intervención, el Diputado Espinosa - además de diseñar en su discurso aspectos de la vida y pensamiento del H:. Garibaldi, en particular su caracter republicano y liberal - puso énfasis en suactuación progresista en el terreno masónico, con su prédica y actuación en favor de la Iniciación Masónica de la mujer.

CONMEMORACION DEL BICENTENARIO DEL NACIMIENTO DE GIUSEPPE GARIBALDI

SEÑOR PRESIDENTE DE LA ASAMBLEA GENERAL:

La Asamblea General ha sido convocada a los efectos de realizar un homenaje en conmemoración del bicentenario del nacimiento de Giuseppe Garibaldi.

Se encuentran presentes en el Palco de Honor y en la barra el Embajador de Italia en el Uruguay, señor Guido Scalici; el señor Cónsul General de Italia en el Uruguay, doctor Michele Pala; la señora Vicecónsul General de Italia en el Uruguay, doctora Cinzia Frigo; el señor Agregado Cultural de la Embajada de Italia en el Uruguay; la Directora y una delegación de alumnos de la Scuola Italiana; el Vicecónsul Honorario en Maldonado; la Corresponsal Consular en Artigas; una delegación representante de los patronatos italianos, integrada por los Presidentes del Ente Friulano, de la Societá Ricreativa Epicurea, de Figli della Toscana, de Famiglia Piamontesa, de la Associazione Padovani, de Casa d'Italia, de la Associazione Trinacria -Siciliani-, de la Associazione Culturale Garibaldina, de AUDI, del Centro Italiano, de la Societá Dante Alighieri, del COMITES y de la Associazione Italiana Culturale; el Gran Maestre de la Masonería Mixta del Uruguay, y una delegación del Directorio del Hospital Italiano Humberto I de Montevideo.

Comenzando con esta sesión extraordinaria, tiene la palabra el señor Legislador Espinosa.

DIPUTADO GUSTAVO ESPINOSA:

Señor Presidente: "Quien quiera seguirme será recibido entre los míos, a esos no les pido sino un corazón lleno de amor por la patria; no tendrán sueldo ni descanso; tendrán agua y pan cuando la suerte les dé".

Pocas veces una frase puede señalar tan claramente los ideales, principios y valores de un hombre; un hombre que a doscientos años de su nacimiento mantiene su esencia tan actual, permitiéndose, por la grandeza de su obra, trascender fronteras y honrar la historia; un hombre cuya acción sin fronteras y en defensa constante de la libertad le permite ser arquitecto de una dimensión universal, que construye con la fuerza de su nombre: Giuseppe Garibaldi.

Homenajear a Garibaldi hoy significa rendirle tributo a la libertad;
Homenajear a Garibaldi hoy significa consagrar la democracia;
Homenajear a Garibaldi implica construir y revalorizar la República.

A temprana edad, mis maestras intentaban ganar la lucha para que me interesara por la lectura. De aquellos libros prestados leí "Los Tres Mosqueteros", de Alejandro Dumas, maravillándome las gestas heroicas de esos espadachines. Luego leí "La Nueva Troya", descubriendo un personaje muy heroico, que desarrollara su gesta en nuestras tierras, y ese era Garibaldi.

Años atrás, una telenovela brasileña llamada "La casa de siete mujeres", relataba la vida de las mujeres de la familia de Bento Gonçalves durante la revolución de los Farrapos. En esa producción televisiva también deslumbraba la figura de Garibaldi.

¿Qué lleva a la literatura, al teatro y hoy a la televisión a recrear ese personaje, que no es de ficción, que nos deslumbra y nos hace querer conocer su impresionante realidad? ¿Por qué doscientos años después se lo sigue con pasión, haciendo de su figura un héroe inmortal? La respuesta, señor Presidente, se sustenta en su gesta y su lucha universal, en la construcción de sociedades libres. Esto es importante comprenderlo, especialmente en nuestra infancia y juventud; cuando idealizamos, cuando imitamos, cuando tomamos referencias del medio, cuando buscamos ejemplos a seguir, deberíamos encontrar siempre la figura de Garibaldi.

Joseph Cambell, en su libro "El poder del mito", señala que el héroe es el que da su vida por algo más grande que él mismo. ¿Y esto no es acaso la búsqueda de la libertad, como lo hizo Garibaldi?

"Héroe de dos mundos": así fue conocido por su gesta libertadora en Europa y América. Garibaldi es un personaje absolutamente moderno, exponente encumbrado, ejemplar combatiente en la defensa del humanismo, la libertad y la unidad de los pueblos; es un cosmopolita por su sensibilidad social.

Es Garibaldi el popular protagonista de la lucha por la independencia y la unidad italiana. Lanzado joven a la carrera marítima y en sus viajes al Mar Negro, toma contacto con los ideales de Henri de Saint-Simon y de Giuseppe Mazzini, quien proclamara los ideales de unidad para una Italia republicana.

Asociado a Joven Italia, movimiento obligado a la clandestinidad, participa de la acción militar republicana en el Piamonte, la que, fallida, determina luego su condena a muerte, logrando fugarse con destino a Sudamérica para continuar desde allí la lucha contra la opresión.

Garibaldi entraña, así, una aventura con la intención y la responsabilidad de realizar una hazaña más allá de su lugar original en el mundo. Sus batallas e ideales, su acción internacional, no exhiben un hombre conflictivo ni contradictorio; consagran un hombre evolutivo, de acuerdo consigo mismo, transitando el símbolo de la vida y de los ideales. Como decía Viktor Frankl: "La vida exige a todo individuo una contribución y depende del individuo descubrir en qué consiste".

Me permito afirmar con plena convicción que Garibaldi jamás abandonó su patria; su patria va siempre con él. Garibaldi escribe con letra indeleble, a fuego y coraje, la historia de su país, historia maestra de vida que sirve de ejemplo a los pueblos del mundo en el honesto propósito de comulgar con el respeto, la tolerancia y la paz.

Indisolublemente vinculados están los procesos de las luchas por la independencia y la consolidación de un Estado italiano republicano con las gestas emancipadoras de América. En ambos casos, el protagonismo garibaldino fue gravitante. En estas batallas sufrió dolores y martirios callados, pero estos no pudieron jamás herir el espíritu liberal de su alma.

Su gloria, así como la de sus Camisas Rojas de la Legión Italiana, no fueron manchadas por el materialismo. Su nieta Anita, en "Garibaldi de América", relata lo dicho por el héroe después del combate en Laguna: "Yo marchaba a caballo, con la mujer de mi corazón a mi lado, a la cabeza de unos escasos restos de muchas batallas, [...] ¿y qué le importaba el no tener más vestimenta que la que cubría el cuerpo y el servir a una pobre República en la que nadie podía pagarle el sueldo?".

Garibaldi también es nuestro. Vencida la revolución de los Farrapos, Garibaldi trasladó su arraigo al Uruguay, país que había recibido una nutrida población italiana lanzada a tierras de promesas. Llegaron a nuestra América portando sus mejores aspiraciones y sueños, obsequiándonos su noble trabajo, una cultura milenaria y el cariño de su gente. Su imaginario mítico estaba fundado en la añoranza de una Italia redimida y unificada, basada en "Il Risorgimento" impulsado por Giuseppe Mazzini y Garibaldi.

Mítico como real, su arraigo oriental estaba, además, sustentado en su personalidad: para algunos, un "condottiero"; para otros, un uruguayo más, un gaucho, un gran compañero de armas.

Su encandilamiento por el campo uruguayo, por sus hombres libres, sueltos y aguerridos, coincidía con sus principios libertarios, encontrando en el gaucho el prototipo concurrente con su paradigma, que exhibe un positivismo social y político, acervo con el que sentó carta de ciudadanía en el país.

Su manera humilde de vida le llevó a que durante su estadía en Uruguay jamás recibiera privilegios, ya que vivió pobremente enseñando aritmética y negó incluso a dos Presidentes uruguayos el pago por sus esfuerzos liberadores, sosteniendo que la lucha por la libertad debía ser su propia recompensa, y que su más alto honor era haber sido declarado "Ciudadano de la República".

En nuestras tierras, Garibaldi fue iniciado masón en una logia llamada "Les Amis de la Patrie", y como relata su nieta Anita, "Se había mantenido siempre vinculado a la ideología liberal y humana de la masonería, a la cual dio todo el valor y el peso de su gran nombre como hermano en América y asumiendo la responsabilidad de Gran Maestro en Italia".

Como tantos librepensadores, Garibaldi actuó como pensaba y fue un hombre de avanzada, con postulados sumamente actuales. Reafirmaba con vigor el principio de la enseñanza laica, la separación de la Iglesia del Estado, y reivindicaba los derechos de la mujer, tanto que, siendo Maestro masón, inició mujeres en igualdad de derechos con los hombres en logias mixtas, algo que es motivo de discusión en algunos ámbitos hasta nuestros días, lo que nos lleva a reflexionar sobre los elevados principios y los valores que tuvo y que practicó en su vida y en todos los ámbitos.

Como militar: hambre, frío, marchas forzadas, batallas y muerte son los términos que expresan y que demuestran el temple de Garibaldi en el desarrollo de sus campañas. Su figura produjo en este ámbito respeto y admiración en el mundo entero.

Abraham Lincoln solicitó su ayuda en la Guerra de Secesión, ante lo cual impuso como condición la liberación inmediata de los esclavos. Y como no estaban dadas aún las condiciones para promulgarla, Garibaldi rechazó la propuesta, resaltando así una vez más su impresionante grandeza humana y su defensa del débil frente a la opresión social y económica.

Aclamado por todas las naciones, conquistador de reinos, de prestigio irresistible, fue un libertador pleno de honores, que, sin embargo, vivió de manera humilde, pobre, alejado del poder, aunque sobradamente compensado con las íntimas fruiciones de su conciencia y los universales resplandores de su gloria.

La raíz escondida no pide premio para llenar de frutos las ramas. Existen en el mundo hombres cuyas vidas logran pasar la orilla del tiempo y consagrar la eternidad. Es este el caso de Garibaldi, cuya luz de valores guía como faro a las futuras generaciones.

Señor Presidente: respetuosamente solicito que se me permita compartir con todos una reflexión y un sentimiento. Por nuestras convicciones hay dos cosas duraderas que aspiramos a dejar a nuestros hijos y nietos: raíces y alas; las raíces de la República y las alas de la libertad.

Quienes han derramado lágrimas sobre los sepulcros de los que han luchado por esos valores saben que su memoria no se olvida, y en honor a ella, entre todos, debemos asumir el compromiso de construir un mundo en paz, donde las fronteras sean puentes de cooperación, donde las sociedades puedan conjugar el verbo construir, donde los pueblos puedan vivir en libertad. Asumir y edificar ese compromiso será para Garibaldi y para su memoria el mayor homenaje, y para la humanidad el mejor tributo.

Acompañamos a Garibaldi con emoción al decir: ¡he aquí el honor, la libertad, la justicia, la ley! ¡He aquí el mundo! Los héroes no son seres imaginarios; son seres como nosotros, que se forjaron en su tiempo, con sus dudas y certezas, con sus alegrías y tristezas, pero que debían sobreponerse a toda adversidad, debiendo tener la grandeza de cumplir su destino. Garibaldi sabía esto muy bien.

En el prefacio de sus memorias, datado el 3 de julio de 1872, expresaba: "Mi vida ha sido impetuosa: compuesta del bien y del mal, como creo que es la de la mayor parte de las gentes. Tengo la conciencia de haber buscado siempre el bien para mí y para mis semejantes.- Si alguna vez hice el mal fue sin quererlo. Odio la tiranía y la mentira con el profundo convencimiento de que ellas son el origen principal de los males y de la corrupción del género humano. Soy republicano porque este es el sistema de gobierno de las gentes justas, sistema modelo cuando se adquiere, y en consecuencia, no se impone con la violencia y la impostura. Tolerante y no exclusivista, soy incapaz de imponer a alguien por la fuerza mi republicanismo".

Permítame, señor Presidente, en ocasión de la presencia de tantos jóvenes, hacer una pequeña reflexión. Jóvenes: son ustedes el mañana. Construyan el porvenir en democracia y en libertad. Jóvenes: quien confía en vosotros, no malgasta su fe.

Para culminar, respetuosamente solicito a todos que como no pueden ver mi corazón escuchen mi voz y lean mis labios diciéndoles a todos: muchas, muchísimas gracias por estar hoy rindiéndole homenaje a este gran hombre.

¡Viva Garibaldi! ¡Viva Uruguay! ¡Viva Italia! ¡Viva la República!

(Aplausos en la Sala y en la Barra)

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