Por Ma. del Socorro Guzman Carbajal
M :. M :.
Or:. de San Luis Potosi, S.L.P.
ISIS No 6
En su calidad de adepto, Pitágoras había comprendido. Desde la cumbre de la Iniciación los principios eternos que rigen a la sociedad, y perseguía el plan de una gran reforma según aquellas verdades. A los rasgos mágicos del firmamento sin nubes, la tierra y la humanidad nos abren sus secretas profundidades, preciso es encontrar lo infinitamente grande en lo infinitamente pequeño para sentir la presencia de Dios.
A la luz de nuestros antiguos misterios la eterna verdad se manifiesta en la unión del hombre y de la mujer, en el matrimonio, la belleza de los números sagrados que ellos habían comprendido y contemplado en lo infinito, e iban a volverla a encontrar en el corazón mismo de la vida, y Dios brotaba para ellos en el misterio de los sexos y del amor.
La antigüedad había comprendido una verdad capital que las épocas siguientes han desconocido con frecuencia, la mujer, para cumplir bien con sus funciones de esposa y de madre, tiene necesidad de una enseñanza de una especial iniciación. La iniciación de la mujer se remonta a los misterios de Isis, al igual que en la India en los tiempos Védicos, en los que la mujer era sacerdotisa en el altar domestico, Orfeo la organizo en Grecia hasta la extinción del paganismo la vemos florecer en los misterios Dionisiacos, así como en los templos de Juno, de Diana, de Minerva y de Ceres.
La enseñanza era dada por Sacerdotisas ancianas o por el Sumo Sacerdote, concerniente a las relaciones entre los sexos, las épocas del año o del mes favorable a las concepciones dichosas, a fin de que la obra sagrada, la creación del niño se cumpliese según las leyes divinas. La sabia antigüedad pensaba que el niño es un planta delicada, que precisa para no atrofiarse la cálida atmósfera maternal, el padre la de formarla; y que era preciso para hacerla florecer los besos y las caricias de la madre; el amor poderoso envolvente de la mujer para defender de los ataques del exterior a esa alma asustada de la vida, para cumplir con plena conciencia estas altas funciones que eran vistas como divinas en la antigüedad-la mujer era realmente la Sacerdotisa de la Familia, la custodia del fuego sagrado de la vida, la Vesta del hogar, la Iniciación femenina puede y debe ser considerada como la verdadera razón de la belleza de la raza, de las fuerzas de las generaciones, de la duración de las familias.
Así Pitágoras establece en su instituto una sección para las mujeres, para depurar y profundizar lo que antes de el existía, las mujeres iniciadas por el, recibían con los ritos y los preceptos, los principios supremos de su función, la conciencia de su importante papel, les revelaba la transfiguración de amor en el matrimonio perfecto, que es la penetración de dos almas, en el centro mismo de la vida y de la verdad.
¿No es el hombre en su fuerza el representante del principio y del espíritu creador? ¿No es la mujer en toda su potencia una personificación de la naturaleza, en su fuerza plástica, en sus realizaciones maravillosas, terrestres y divinas?
Cuando esos dos seres se complementen, cuerpo, alma y espíritu formaran unidos un resumen del universo, si el hombre crea por el deseo y la voluntad la mujer, física y espiritualmente genera por el amor.
En su papel de amante, de esposa, de madre de hija o de inspirada la mujer no es menos grande y es mas divina aun que el hombre porque amar es olvidar, la mujer que se olvida y que se abisma en su amor, es sublime, ella encuentra en ese aniquilamiento su renacimiento celeste su corona de luz y la radiación inmortal de su ser.
Nosotras las mujeres no queremos el culto soso de un ideal abstracto y convencional como en la edad media ¡¡ NO !! es el amor a la vez sensual y psíquico que dejado en completa libertad y en plena fantasía individual se de libre carrera.
Con frecuencia los dos sexos se hacen la guerra en el amor mismo. Rebeldías de la mujer contra el egoísmo y la brutalidad del hombre; desprecio del hombre por la falsía y vanidad de la mujer; gritos de la carne, cóleras impotentes de las victimas de la voluptuosidad, de los esclavos de la orgía y en medio de ello pasiones profundas atracciones terribles y tanto mas poderosas cuando se encuentran obstáculos en las conveniencias mundanas y las instituciones sociales.
De ahí la necesidad que Nuestra Antigua y Honrosa Institución vuelva a retomar y aceptar a la mujer dentro de los Sagrados Misterios porque el hombre fatigado no encontrando a Dios ni en la ciencia ni en la religión, lo busca ansiosamente en la mujer porque solo a través de la iniciación de las grandes verdades el lo encontrara en ella y ella en el.
Y para finalizar queridos Hermanos y Hermanas, solo me resta decirles que:
Como Existe el SOL Existe la LUNA y Como es ARRIBA es ABAJO.
ES CUANTO
FRATERNALMENTE.
M :. M :.
Or:. de San Luis Potosi, S.L.P.
ISIS No 6
En su calidad de adepto, Pitágoras había comprendido. Desde la cumbre de la Iniciación los principios eternos que rigen a la sociedad, y perseguía el plan de una gran reforma según aquellas verdades. A los rasgos mágicos del firmamento sin nubes, la tierra y la humanidad nos abren sus secretas profundidades, preciso es encontrar lo infinitamente grande en lo infinitamente pequeño para sentir la presencia de Dios.
A la luz de nuestros antiguos misterios la eterna verdad se manifiesta en la unión del hombre y de la mujer, en el matrimonio, la belleza de los números sagrados que ellos habían comprendido y contemplado en lo infinito, e iban a volverla a encontrar en el corazón mismo de la vida, y Dios brotaba para ellos en el misterio de los sexos y del amor.
La antigüedad había comprendido una verdad capital que las épocas siguientes han desconocido con frecuencia, la mujer, para cumplir bien con sus funciones de esposa y de madre, tiene necesidad de una enseñanza de una especial iniciación. La iniciación de la mujer se remonta a los misterios de Isis, al igual que en la India en los tiempos Védicos, en los que la mujer era sacerdotisa en el altar domestico, Orfeo la organizo en Grecia hasta la extinción del paganismo la vemos florecer en los misterios Dionisiacos, así como en los templos de Juno, de Diana, de Minerva y de Ceres.
La enseñanza era dada por Sacerdotisas ancianas o por el Sumo Sacerdote, concerniente a las relaciones entre los sexos, las épocas del año o del mes favorable a las concepciones dichosas, a fin de que la obra sagrada, la creación del niño se cumpliese según las leyes divinas. La sabia antigüedad pensaba que el niño es un planta delicada, que precisa para no atrofiarse la cálida atmósfera maternal, el padre la de formarla; y que era preciso para hacerla florecer los besos y las caricias de la madre; el amor poderoso envolvente de la mujer para defender de los ataques del exterior a esa alma asustada de la vida, para cumplir con plena conciencia estas altas funciones que eran vistas como divinas en la antigüedad-la mujer era realmente la Sacerdotisa de la Familia, la custodia del fuego sagrado de la vida, la Vesta del hogar, la Iniciación femenina puede y debe ser considerada como la verdadera razón de la belleza de la raza, de las fuerzas de las generaciones, de la duración de las familias.
Así Pitágoras establece en su instituto una sección para las mujeres, para depurar y profundizar lo que antes de el existía, las mujeres iniciadas por el, recibían con los ritos y los preceptos, los principios supremos de su función, la conciencia de su importante papel, les revelaba la transfiguración de amor en el matrimonio perfecto, que es la penetración de dos almas, en el centro mismo de la vida y de la verdad.
¿No es el hombre en su fuerza el representante del principio y del espíritu creador? ¿No es la mujer en toda su potencia una personificación de la naturaleza, en su fuerza plástica, en sus realizaciones maravillosas, terrestres y divinas?
Cuando esos dos seres se complementen, cuerpo, alma y espíritu formaran unidos un resumen del universo, si el hombre crea por el deseo y la voluntad la mujer, física y espiritualmente genera por el amor.
En su papel de amante, de esposa, de madre de hija o de inspirada la mujer no es menos grande y es mas divina aun que el hombre porque amar es olvidar, la mujer que se olvida y que se abisma en su amor, es sublime, ella encuentra en ese aniquilamiento su renacimiento celeste su corona de luz y la radiación inmortal de su ser.
Nosotras las mujeres no queremos el culto soso de un ideal abstracto y convencional como en la edad media ¡¡ NO !! es el amor a la vez sensual y psíquico que dejado en completa libertad y en plena fantasía individual se de libre carrera.
Con frecuencia los dos sexos se hacen la guerra en el amor mismo. Rebeldías de la mujer contra el egoísmo y la brutalidad del hombre; desprecio del hombre por la falsía y vanidad de la mujer; gritos de la carne, cóleras impotentes de las victimas de la voluptuosidad, de los esclavos de la orgía y en medio de ello pasiones profundas atracciones terribles y tanto mas poderosas cuando se encuentran obstáculos en las conveniencias mundanas y las instituciones sociales.
De ahí la necesidad que Nuestra Antigua y Honrosa Institución vuelva a retomar y aceptar a la mujer dentro de los Sagrados Misterios porque el hombre fatigado no encontrando a Dios ni en la ciencia ni en la religión, lo busca ansiosamente en la mujer porque solo a través de la iniciación de las grandes verdades el lo encontrara en ella y ella en el.
Y para finalizar queridos Hermanos y Hermanas, solo me resta decirles que:
Como Existe el SOL Existe la LUNA y Como es ARRIBA es ABAJO.
ES CUANTO
FRATERNALMENTE.