En las últimas cinco décadas se ha producido uno de los desplazamientos más notables en la historia de la humanidad: la mujer, acostumbrada durante siglos a secundar en todo al padre o al marido- y quedando excluida también de los espacios de poder y pensamiento-, ha iniciado el camino de su liberación, ocupando poco a poco un sitial que hace menos de 100 años era impensado.
En Chile, la llegada de una mujer a la presidencia supone la cristalización de un proceso que se viene gestando desde hace varias décadas: la participación de la mujer en la vida social del país tiende a ser en nuestros tiempos cada vez mayor. Esta inserción no escapa a ningún ámbito de acción en donde la mujer había sido desplazada por la historia, ni siquiera al de una de las instituciones más tradicionalmente masculinas, y que permanece hasta hoy asociada en el imaginario colectivo a una cofradía sólo de caballeros: la masonería.
Aunque pocos lo saben, la participación de las mujeres en la masonería data de 1929, cuando el filósofo indú Charles Jinarajadasa propició la creación de la Gran Logia Mixta de Chile, gracias al esfuerzo de un grupo de masones pertenecientes a la Gran Logia de Chile, que eran favorables a la inclusión de las mujeres en la institución. Sin embargo, las mujeres no alcanzarán la plena autonomía sino hasta 1970 con la creación de la primera logia femenina del país.
La masonería o Francmasonería es una Institución universal de carácter iniciático -esto porque sus rituales de iniciación representan la posibilidad de un nuevo nacimiento en conciencia-, cuya estructura fundamental la constituye un sistema de valores que tienen por divisa la libertad, la igualdad y la fraternidad. Aunque algunos lo sostienen, la masonería no es una secta, tampoco una religión ni un partido político, sino una organización de personas que privilegia la tolerancia entre sus miembros y en la sociedad. Al menos así lo declaran sus principios explícitos.
En nuestro país la logia más antigua es la Gran Logia de Chile, nacida en 1862 -bajo el gobierno de José Joaquín Pérez- y que tiene como referente a la gran logia inglesa de quien obtiene sus directrices. Las logias mixtas y las logias femeninas, en tanto, derivan de la corriente desarrollada en Francia y se rigen bajo el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, y constan de la existencia de tres grados reconocidos: primero se es aprendiz, luego compañero y finalmente maestro. Al interior de la institución todos son “hermanos” o “hermanas”.
El contenido simbólico y filosófico de todas las logias, sin embargo, es el mismo y no suele ser difundido por su membresía. Para comprender el ethos de la Orden es necesario remitirse a la idea de que el hombre es el centro del universo y que sólo de sí depende su perfeccionamiento. La masonería es esencialmente una institución humanista y no dogmática y, como consecuencia de ello, todo tipo de fanatismo le es ajeno.
¿Mujeres en la masonería?
Las relaciones de género al interior de la masonería son complejas y a veces no dan cuenta del sentido de tolerancia y respeto que profesan sus miembros. Esto porque, en la actualidad, sigue habiendo masones que sostienen que no es bueno aceptar a las mujeres en las Logias. Carlos Duarte, maestro masón de la Logia Fraternidad Nº2 de Concepción, sostiene que en su origen la Masonry Order fue eminentemente sexista y específicamente masculina, “no existían maestros masones femeninos. Esta tendencia se reafirmó cuando la Orden traspasó los "claustros" simbólicos y adoptó posiciones dentro del poder fáctico establecido, y dominó en sus ámbitos. Con el tiempo, el género femenino fue siendo valorado y aceptado, y hoy ocupa lugares de preeminencia, aunque no de decisión”.
En la misma línea una de las objeciones que hacen los masones partidarios de la aplicación estricta de la Constitución de Anderson (Carta Magna de la Orden), es que la Francmasonería procede de una profesión de hombres. Su origen se remonta al trabajo de los constructores y albañiles en la Edad Media, que era una labor exclusiva de los hombres.
Ante este argumento las masonas replican que hoy en día las mujeres ejercen las más diversas profesiones: arquitectas, ingenieros, médico, abogadas, etc., y que sus actividades no se centran sólo en los quehaceres del hogar y en la procreación.
Para Carlos Duarte la tendencia en el futuro será “marcar la diferenciación entre masonerías de género, ya que ambas tienen ámbitos de acción bien definidas y establecidas. La Masonería es una institución que se nutre del poder, como todas, y por lo tanto su estructura siempre irá adoptando el formato del poder establecido y pese a la Bachelet, el poder fáctico es y será por mucho tiempo de los hombres”. Esta apreciación, sin embargo, no es compartida por la totalidad de los masones varones.
La visión de este masón, contrasta con la de Miriam Silva, ex Serenísima Gran Maestra de la Gran Logia Femenina de Chile y actual relacionadora pública de la Obediencia, quien afirma que “el machismo en algunos masones corresponde a una desigualdad de siglos en la cual han sido formados muchos hombres. Entonces, a algunos les cuesta entender que todos podemos alcanzar los mismos planos. Pienso que es un asunto de madurez tanto del hombre como de la mujer. La mayor parte de nuestros maridos están en la Gran Logia de Chile, y la mayoría de ellos están muy contentos con nuestro trabajo”, indicó.
Enrique Villalobos, maestro masón de la Gran Logia de Chile, poco a poco ha ido aceptando la presencia de las mujeres en la masonería aunque reconoce que es difícil imaginar un futuro conjunto entre las logias, “nuestra estructura de sociedad fue marginando a la mujer desde sus inicios. El hombre siempre fue fuerte, cazador, proveedor, y la mujer tenía otras labores… eso se mantiene hasta hoy día. La masonería no puede escapar de eso”. Aunque la opinión no es un unánime entre los masones, que lo diga el Gran Maestro Juan José Oyarzún dice bastante… “En la masonería chilena no entran mujeres. Como dicen los españoles, el hombre es de fuego, la mujer es de estopa y entonces viene el diablo y sopla…”, señaló hace dos meses en entrevista concedida al diario La Tercera.
Mujeres con mandil
Los orígenes de La Gran Logia Femenina de Chile están relacionados con la fundación de la primera Logia Femenina, Araucaria Nº3, el 11 de enero de 1970. Esta Logia junto a tres logias de varones, constituían la Gran Logia Metropolitana, adscritas al Benemérito Rito Nacional de México.
La difícil situación económica del país en esos años llevó a la Gran Logia Metropolitana a abatir columnas. Las mujeres ya iniciadas, en tanto, continuaron con el trabajo masónico dando vida en 1971 a la Respetable Logia Araucaria Nº1, en un hogar mucho más modesto junto a la Logia Judía Odd Fellow, que las acogió por varios años en un segundo piso de la calle Concha y Toro. Este tipo de vínculos con el sionismo ha sido duramente criticado en épocas anteriores.
Es recién en 1983 cuando se solicita la regularidad al Gran Oriente de México, para la creación de la Gran Logia Femenina de Chile, que surge debido a una iniciativa de género, “nuestro camino es sólo de mujeres. Pensamos que hay distintas maneras de trabajar y se hacía necesario un espacio para trabajar a nuestro ritmo y de acuerdo a nuestras características”, afirma la ex Serenísima Gran Maestra Miriam Silva. Junto a ella, sólo tres mujeres han ocupado este distinguido sitial: Chita Cruz Donoso, Eliana Corbalán y Nancy Muñoz, esta última es la actual Serenísima Gran Maestra, quien ya lleva más de 9 años en el cargo.
Desde entonces el número de masonas ha ido en incremento, obligándolas a expandirse y a adquirir nuevas propiedades. En la actualidad cuentan con un templo en la calle Colo Colo y una casa de administración en el mismo sector, en la calle Tegualda. El pulso de su progreso se ve actualmente reflejado en el orgullo que les provocan sus 18 logias a lo largo del país y una sede recién comprada que les dio espacio para construir ahí su tercer templo. Incluso se han expandido al extranjero creando centros masónicos en Argentina, Uruguay y Bolivia. Nunca dicen cuántas son pero se sabe que el promedio de edad de las chilenas en la masonería bordea los 55 años. Miriam Silva sostiene que se debe a una razón práctica, “a esta edad los hijos ya están grandes y tenemos más tiempo para dedicar al trabajo masónico”.
Pero ¿Qué es lo que se hace en una logia? La ex Serenísima responde que “se trabaja en un nivel interno, cerrado, dentro de la logia, en donde se hacen ceremonias especiales, con rituales, ahí discutimos estos temas que se preparan durante el año. Tenemos una malla curricular, un programa, y estudiamos diferentes líneas de pensamiento. Los temas recurrentes son filosofía, psicología, historia, historia de las religiones es un tema que nos apasiona”.
Otra parte del trabajo se hace fuera del recinto, en donde se realizan reuniones por grado que se hacen cada 15 días. Señala Mirian Silva que “las líneas temáticas de estudio no dependen tanto del género como de cada obediencia, cada grupo masónico autónomo”. Y el grado de avance será directamente proporcional a la dedicación de cada una de las integrantes de la logia, pero la media indica que en un periodo de dos a tres años se puede pasar de aprendiz a compañera y de compañera a maestra respectivamente.
Para esta masona de la cúpula, como se define, “la masonería contribuye mucho a que la mujer reivindique su igualdad en el plano social. Nuestras mujeres salen a actuar a la vida de afuera bien preparadas, pensando que las desigualdades no deben existir, que somos todos hermanos…”
El Gran Arquitecto y los ritos
Además de las ceremonias de iniciación, La masonería celebra sus rituales en los solsticios de invierno y verano, y se rigen bajo un gobierno lleno de símbolos. Sus templos están plagados de ellos, sus techos son celestes, porque simbolizan el universo y en su interior hay 12 columnas, las pilastras del templo de Salomón, coronadas por los 12 signos del zodíaco. Dedican un día a la semana al trabajo masónico en ceremonias en donde exponen los temas que nutren su intelecto. Y el ritual también está cargado de símbolos, pues sus miembros visten con paramentos bordados, mandil que simboliza su amor por el trabajo, y llevan en sus manos un mallete. Para la ex Serenísima “Un masón busca emprender el camino de la evolución, es un camino iniciático que no se hace sólo. Se hace dentro de un marco ritualístico que tiene metas: cambiar para ser mejor. Esta es una escuela de perfeccionamiento”.
Suelen llamar a Dios el “Gran Arquitecto” y en general reconocen la existencia de una energía trascendental. Sin embargo, se preocupan por la vida terrenal. La mayoría de las masonas son católicas pues es la formación que han recibido, pero parte importante son agnósticas. Dicen que se reconocen por el lenguaje y el manejo de determinadas ideas. Hay, sin embargo, una manera de preguntar indirectamente, “si es masón va a contestar de tal manera”, sostiene la joven aprendiz de la Logia Conde de Saint Germain de la Orden Masonica Mixta Internacional "Le Droit Humain", Carla Santa Cruz.
Pese a que la tendencia es hacia la apertura, los hombres siguen manteniendo la reserva y el hermetismo. Miriam Silva dice que la palabra es “prudencia”: “Nuestra discreción es más bien en el sentido del trabajo. Debe ser un trabajo silencioso. No es algo de lo que debamos vanagloriarnos. Nuestro camino es para dentro”, y agrega “El ser humano debe ser prudente, para no herir a los demás. Nuestra ley máxima es la fraternidad. Es imperativo ser prudente”.
En cuanto a las masonas del Derecho Humano (Le Droit-Humains), mixtas, consideran que la presencia de hombres que exponen sus pareceres, y la presencia de mujeres que después de escuchar, opinan, permite que la mujer progrese más rápidamente. La otra diferencia entre la Obediencia femenina y la Obediencia mixta consiste en que la Orden, y los trabajos de aquélla, están dirigidos sólo por mujeres, mientras que en ésta última, hombres y mujeres se reparten los puestos; y de ahí que en la práctica puedan plantearse algunos problemas no difíciles de superar.
La experiencia de Carla en este sentido ha sido tremendamente positiva: “A mi me parecen mucho más interesante y hasta entretenidas las logias mixtas, representan de mejor manera los tiempos en que hoy vivimos. Tenemos un venerable maestro, cargo que ocupan hombres y mujeres intercambiadamente”. Ella llegó a la masonería a través de su familia, es nieta de un importante masón de la Gran Logia de Chile e hija de la Venerable Maestra de la Logia a la cual pertenece, Marcia Contreras.
Carla afirma que “dentro de la logia mixta somos todos iguales. El mismo tipo de trabajo, el mismo grado de avance. No hay diferencias entre hombres y mujeres. Sólo un tema de machismo justifica que los hombres se opongan al ingreso de mujeres”.
Justifica la reserva por un tema práctico: “En el tema de trabajo, de los colegios…yo tengo a mi hijo en un colegio católico. No me interesa que mi hijo tenga una educación católica, le pedí a la directora esto y le conté, pidiéndole también prudencia con el tema para que mi hijo no fuera discriminado por sus profesores”. Enrique Villalobos es de la misma opinión: “Si mi jefe fuera Opus Dei se entera de que soy masón, me despide”.
¿Cómo se llega a ser masona?
No cualquier persona puede llegar a ser masona. No es que haya requisitos inalcanzables, pero se debe cumplir con un cierto perfil y su ingreso debe ser aprobado por la una mayoría considerable de las maestras.
Usualmente a la masonería se llega por invitación. La hermana que elige, generalmente en sus círculos de trabajo, debe procurar que la persona escogida disponga de tiempo y sea una persona íntegra, alguien de valores morales sólidos, capaz de fraternizar con los demás y con una gran amplitud de criterio. “Se requiere buen nivel de educación. Que tenga una apertura intelectual, eso se trabaja pero que al menos tengan una disposición para eso. Que no sea floja, porque se va a desmotivar. Debe ser tolerante y poder pagar la cuota de inscripción y mensualidad”, indica la ex Serenísima.
Otra manera menos usual es ingresar a través de la página web de la Orden, “ahí a la mujer se le entrevista, vemos qué días puede trabajar, se estudia…y luego se decide”, agrega Miriam Silva.
Una vez que una mujer es aceptada dentro de masonería, es iniciada y se convierte en aprendiz. Los grados que logre alcanzar desde ese momento en adelante dependerán de su propia capacidad de trabajo y tiempo que le dedique al estudio.
¿Es burguesa la masonería? Miriam Silva, quien ya lleva 28 años en la Orden, responde: “se pretende que no, pero existe una segregación por ingresos. Aunque eso no corresponde a una declaración de principios nuestros. No somos burgueses pero pertenecemos a una clase media culta muy típica de Chile. En general estudios completos, universitarios”.
¿Y los recursos?: “son para mantener las casas”, agrega, y prosigue, “en este momento se está comprando una casa en Valdivia. Las logias tratan de apoyar en parte la cuota de las personas que no pueden pagar. También hacemos una pequeña beneficencia hacia fuera. Nuestro dinero se proyecta hacia el interior”.
Burguesa o no, la masonería es una institución en crecimiento y cada vez hay más personas que comparten sus principios. Quien sabe si más adelante abandonan el sigilo y se transforman realmente en una organización influyente.
En Chile, la llegada de una mujer a la presidencia supone la cristalización de un proceso que se viene gestando desde hace varias décadas: la participación de la mujer en la vida social del país tiende a ser en nuestros tiempos cada vez mayor. Esta inserción no escapa a ningún ámbito de acción en donde la mujer había sido desplazada por la historia, ni siquiera al de una de las instituciones más tradicionalmente masculinas, y que permanece hasta hoy asociada en el imaginario colectivo a una cofradía sólo de caballeros: la masonería.
Aunque pocos lo saben, la participación de las mujeres en la masonería data de 1929, cuando el filósofo indú Charles Jinarajadasa propició la creación de la Gran Logia Mixta de Chile, gracias al esfuerzo de un grupo de masones pertenecientes a la Gran Logia de Chile, que eran favorables a la inclusión de las mujeres en la institución. Sin embargo, las mujeres no alcanzarán la plena autonomía sino hasta 1970 con la creación de la primera logia femenina del país.
La masonería o Francmasonería es una Institución universal de carácter iniciático -esto porque sus rituales de iniciación representan la posibilidad de un nuevo nacimiento en conciencia-, cuya estructura fundamental la constituye un sistema de valores que tienen por divisa la libertad, la igualdad y la fraternidad. Aunque algunos lo sostienen, la masonería no es una secta, tampoco una religión ni un partido político, sino una organización de personas que privilegia la tolerancia entre sus miembros y en la sociedad. Al menos así lo declaran sus principios explícitos.
En nuestro país la logia más antigua es la Gran Logia de Chile, nacida en 1862 -bajo el gobierno de José Joaquín Pérez- y que tiene como referente a la gran logia inglesa de quien obtiene sus directrices. Las logias mixtas y las logias femeninas, en tanto, derivan de la corriente desarrollada en Francia y se rigen bajo el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, y constan de la existencia de tres grados reconocidos: primero se es aprendiz, luego compañero y finalmente maestro. Al interior de la institución todos son “hermanos” o “hermanas”.
El contenido simbólico y filosófico de todas las logias, sin embargo, es el mismo y no suele ser difundido por su membresía. Para comprender el ethos de la Orden es necesario remitirse a la idea de que el hombre es el centro del universo y que sólo de sí depende su perfeccionamiento. La masonería es esencialmente una institución humanista y no dogmática y, como consecuencia de ello, todo tipo de fanatismo le es ajeno.
¿Mujeres en la masonería?
Las relaciones de género al interior de la masonería son complejas y a veces no dan cuenta del sentido de tolerancia y respeto que profesan sus miembros. Esto porque, en la actualidad, sigue habiendo masones que sostienen que no es bueno aceptar a las mujeres en las Logias. Carlos Duarte, maestro masón de la Logia Fraternidad Nº2 de Concepción, sostiene que en su origen la Masonry Order fue eminentemente sexista y específicamente masculina, “no existían maestros masones femeninos. Esta tendencia se reafirmó cuando la Orden traspasó los "claustros" simbólicos y adoptó posiciones dentro del poder fáctico establecido, y dominó en sus ámbitos. Con el tiempo, el género femenino fue siendo valorado y aceptado, y hoy ocupa lugares de preeminencia, aunque no de decisión”.
En la misma línea una de las objeciones que hacen los masones partidarios de la aplicación estricta de la Constitución de Anderson (Carta Magna de la Orden), es que la Francmasonería procede de una profesión de hombres. Su origen se remonta al trabajo de los constructores y albañiles en la Edad Media, que era una labor exclusiva de los hombres.
Ante este argumento las masonas replican que hoy en día las mujeres ejercen las más diversas profesiones: arquitectas, ingenieros, médico, abogadas, etc., y que sus actividades no se centran sólo en los quehaceres del hogar y en la procreación.
Para Carlos Duarte la tendencia en el futuro será “marcar la diferenciación entre masonerías de género, ya que ambas tienen ámbitos de acción bien definidas y establecidas. La Masonería es una institución que se nutre del poder, como todas, y por lo tanto su estructura siempre irá adoptando el formato del poder establecido y pese a la Bachelet, el poder fáctico es y será por mucho tiempo de los hombres”. Esta apreciación, sin embargo, no es compartida por la totalidad de los masones varones.
La visión de este masón, contrasta con la de Miriam Silva, ex Serenísima Gran Maestra de la Gran Logia Femenina de Chile y actual relacionadora pública de la Obediencia, quien afirma que “el machismo en algunos masones corresponde a una desigualdad de siglos en la cual han sido formados muchos hombres. Entonces, a algunos les cuesta entender que todos podemos alcanzar los mismos planos. Pienso que es un asunto de madurez tanto del hombre como de la mujer. La mayor parte de nuestros maridos están en la Gran Logia de Chile, y la mayoría de ellos están muy contentos con nuestro trabajo”, indicó.
Enrique Villalobos, maestro masón de la Gran Logia de Chile, poco a poco ha ido aceptando la presencia de las mujeres en la masonería aunque reconoce que es difícil imaginar un futuro conjunto entre las logias, “nuestra estructura de sociedad fue marginando a la mujer desde sus inicios. El hombre siempre fue fuerte, cazador, proveedor, y la mujer tenía otras labores… eso se mantiene hasta hoy día. La masonería no puede escapar de eso”. Aunque la opinión no es un unánime entre los masones, que lo diga el Gran Maestro Juan José Oyarzún dice bastante… “En la masonería chilena no entran mujeres. Como dicen los españoles, el hombre es de fuego, la mujer es de estopa y entonces viene el diablo y sopla…”, señaló hace dos meses en entrevista concedida al diario La Tercera.
Mujeres con mandil
Los orígenes de La Gran Logia Femenina de Chile están relacionados con la fundación de la primera Logia Femenina, Araucaria Nº3, el 11 de enero de 1970. Esta Logia junto a tres logias de varones, constituían la Gran Logia Metropolitana, adscritas al Benemérito Rito Nacional de México.
La difícil situación económica del país en esos años llevó a la Gran Logia Metropolitana a abatir columnas. Las mujeres ya iniciadas, en tanto, continuaron con el trabajo masónico dando vida en 1971 a la Respetable Logia Araucaria Nº1, en un hogar mucho más modesto junto a la Logia Judía Odd Fellow, que las acogió por varios años en un segundo piso de la calle Concha y Toro. Este tipo de vínculos con el sionismo ha sido duramente criticado en épocas anteriores.
Es recién en 1983 cuando se solicita la regularidad al Gran Oriente de México, para la creación de la Gran Logia Femenina de Chile, que surge debido a una iniciativa de género, “nuestro camino es sólo de mujeres. Pensamos que hay distintas maneras de trabajar y se hacía necesario un espacio para trabajar a nuestro ritmo y de acuerdo a nuestras características”, afirma la ex Serenísima Gran Maestra Miriam Silva. Junto a ella, sólo tres mujeres han ocupado este distinguido sitial: Chita Cruz Donoso, Eliana Corbalán y Nancy Muñoz, esta última es la actual Serenísima Gran Maestra, quien ya lleva más de 9 años en el cargo.
Desde entonces el número de masonas ha ido en incremento, obligándolas a expandirse y a adquirir nuevas propiedades. En la actualidad cuentan con un templo en la calle Colo Colo y una casa de administración en el mismo sector, en la calle Tegualda. El pulso de su progreso se ve actualmente reflejado en el orgullo que les provocan sus 18 logias a lo largo del país y una sede recién comprada que les dio espacio para construir ahí su tercer templo. Incluso se han expandido al extranjero creando centros masónicos en Argentina, Uruguay y Bolivia. Nunca dicen cuántas son pero se sabe que el promedio de edad de las chilenas en la masonería bordea los 55 años. Miriam Silva sostiene que se debe a una razón práctica, “a esta edad los hijos ya están grandes y tenemos más tiempo para dedicar al trabajo masónico”.
Pero ¿Qué es lo que se hace en una logia? La ex Serenísima responde que “se trabaja en un nivel interno, cerrado, dentro de la logia, en donde se hacen ceremonias especiales, con rituales, ahí discutimos estos temas que se preparan durante el año. Tenemos una malla curricular, un programa, y estudiamos diferentes líneas de pensamiento. Los temas recurrentes son filosofía, psicología, historia, historia de las religiones es un tema que nos apasiona”.
Otra parte del trabajo se hace fuera del recinto, en donde se realizan reuniones por grado que se hacen cada 15 días. Señala Mirian Silva que “las líneas temáticas de estudio no dependen tanto del género como de cada obediencia, cada grupo masónico autónomo”. Y el grado de avance será directamente proporcional a la dedicación de cada una de las integrantes de la logia, pero la media indica que en un periodo de dos a tres años se puede pasar de aprendiz a compañera y de compañera a maestra respectivamente.
Para esta masona de la cúpula, como se define, “la masonería contribuye mucho a que la mujer reivindique su igualdad en el plano social. Nuestras mujeres salen a actuar a la vida de afuera bien preparadas, pensando que las desigualdades no deben existir, que somos todos hermanos…”
El Gran Arquitecto y los ritos
Además de las ceremonias de iniciación, La masonería celebra sus rituales en los solsticios de invierno y verano, y se rigen bajo un gobierno lleno de símbolos. Sus templos están plagados de ellos, sus techos son celestes, porque simbolizan el universo y en su interior hay 12 columnas, las pilastras del templo de Salomón, coronadas por los 12 signos del zodíaco. Dedican un día a la semana al trabajo masónico en ceremonias en donde exponen los temas que nutren su intelecto. Y el ritual también está cargado de símbolos, pues sus miembros visten con paramentos bordados, mandil que simboliza su amor por el trabajo, y llevan en sus manos un mallete. Para la ex Serenísima “Un masón busca emprender el camino de la evolución, es un camino iniciático que no se hace sólo. Se hace dentro de un marco ritualístico que tiene metas: cambiar para ser mejor. Esta es una escuela de perfeccionamiento”.
Suelen llamar a Dios el “Gran Arquitecto” y en general reconocen la existencia de una energía trascendental. Sin embargo, se preocupan por la vida terrenal. La mayoría de las masonas son católicas pues es la formación que han recibido, pero parte importante son agnósticas. Dicen que se reconocen por el lenguaje y el manejo de determinadas ideas. Hay, sin embargo, una manera de preguntar indirectamente, “si es masón va a contestar de tal manera”, sostiene la joven aprendiz de la Logia Conde de Saint Germain de la Orden Masonica Mixta Internacional "Le Droit Humain", Carla Santa Cruz.
Pese a que la tendencia es hacia la apertura, los hombres siguen manteniendo la reserva y el hermetismo. Miriam Silva dice que la palabra es “prudencia”: “Nuestra discreción es más bien en el sentido del trabajo. Debe ser un trabajo silencioso. No es algo de lo que debamos vanagloriarnos. Nuestro camino es para dentro”, y agrega “El ser humano debe ser prudente, para no herir a los demás. Nuestra ley máxima es la fraternidad. Es imperativo ser prudente”.
En cuanto a las masonas del Derecho Humano (Le Droit-Humains), mixtas, consideran que la presencia de hombres que exponen sus pareceres, y la presencia de mujeres que después de escuchar, opinan, permite que la mujer progrese más rápidamente. La otra diferencia entre la Obediencia femenina y la Obediencia mixta consiste en que la Orden, y los trabajos de aquélla, están dirigidos sólo por mujeres, mientras que en ésta última, hombres y mujeres se reparten los puestos; y de ahí que en la práctica puedan plantearse algunos problemas no difíciles de superar.
La experiencia de Carla en este sentido ha sido tremendamente positiva: “A mi me parecen mucho más interesante y hasta entretenidas las logias mixtas, representan de mejor manera los tiempos en que hoy vivimos. Tenemos un venerable maestro, cargo que ocupan hombres y mujeres intercambiadamente”. Ella llegó a la masonería a través de su familia, es nieta de un importante masón de la Gran Logia de Chile e hija de la Venerable Maestra de la Logia a la cual pertenece, Marcia Contreras.
Carla afirma que “dentro de la logia mixta somos todos iguales. El mismo tipo de trabajo, el mismo grado de avance. No hay diferencias entre hombres y mujeres. Sólo un tema de machismo justifica que los hombres se opongan al ingreso de mujeres”.
Justifica la reserva por un tema práctico: “En el tema de trabajo, de los colegios…yo tengo a mi hijo en un colegio católico. No me interesa que mi hijo tenga una educación católica, le pedí a la directora esto y le conté, pidiéndole también prudencia con el tema para que mi hijo no fuera discriminado por sus profesores”. Enrique Villalobos es de la misma opinión: “Si mi jefe fuera Opus Dei se entera de que soy masón, me despide”.
¿Cómo se llega a ser masona?
No cualquier persona puede llegar a ser masona. No es que haya requisitos inalcanzables, pero se debe cumplir con un cierto perfil y su ingreso debe ser aprobado por la una mayoría considerable de las maestras.
Usualmente a la masonería se llega por invitación. La hermana que elige, generalmente en sus círculos de trabajo, debe procurar que la persona escogida disponga de tiempo y sea una persona íntegra, alguien de valores morales sólidos, capaz de fraternizar con los demás y con una gran amplitud de criterio. “Se requiere buen nivel de educación. Que tenga una apertura intelectual, eso se trabaja pero que al menos tengan una disposición para eso. Que no sea floja, porque se va a desmotivar. Debe ser tolerante y poder pagar la cuota de inscripción y mensualidad”, indica la ex Serenísima.
Otra manera menos usual es ingresar a través de la página web de la Orden, “ahí a la mujer se le entrevista, vemos qué días puede trabajar, se estudia…y luego se decide”, agrega Miriam Silva.
Una vez que una mujer es aceptada dentro de masonería, es iniciada y se convierte en aprendiz. Los grados que logre alcanzar desde ese momento en adelante dependerán de su propia capacidad de trabajo y tiempo que le dedique al estudio.
¿Es burguesa la masonería? Miriam Silva, quien ya lleva 28 años en la Orden, responde: “se pretende que no, pero existe una segregación por ingresos. Aunque eso no corresponde a una declaración de principios nuestros. No somos burgueses pero pertenecemos a una clase media culta muy típica de Chile. En general estudios completos, universitarios”.
¿Y los recursos?: “son para mantener las casas”, agrega, y prosigue, “en este momento se está comprando una casa en Valdivia. Las logias tratan de apoyar en parte la cuota de las personas que no pueden pagar. También hacemos una pequeña beneficencia hacia fuera. Nuestro dinero se proyecta hacia el interior”.
Burguesa o no, la masonería es una institución en crecimiento y cada vez hay más personas que comparten sus principios. Quien sabe si más adelante abandonan el sigilo y se transforman realmente en una organización influyente.