Tradicionalmente asociada a una cofradía masculina, pocos saben que la masonería es obediencia de mujeres hace 23 años. Discretas, pero no secretas, los tres cargos más altos de la Gran Logia Femenina decidieron contar qué implica seguir los pasos del "Gran Arquitecto del Universo".
No fueron pocos los amigos del fallecido esposo de la jueza Gloria Ana Chevesich, que se enteraron durante su funeral respecto de su afiliación masónica. A pesar de que Andrés de la Maza pertenecía hace bastante tiempo a las filas de la Gran Logia de Chile, él nunca lo difundió. Algo nada fuera de lo común, pues si hay algo que imprime el carácter masón es el hermetismo y la reserva. De ahí a ser apuntados como "extraños" hay sólo un paso, sobre todo por aquellos que no comprenden convicciones distintas a las propias.
Pese a esa discreción que la Orden masculina mantiene a raya, la Gran Logia Femenina de Chile, fundada en 1983, está convencida de que no hay secretos. Una razón por la que es partidaria de abrir - literalmente- las puertas de su templo y hablar acerca de una institución que ha sorteado obstáculos económicos y sociopolíticos durante 23 años. El pulso de su progreso se ve actualmente reflejado en la mujer que ha estado durante nueve años a la cabeza de la institución, Nancy Muñoz, quien bajo el cargo de Serenísima Gran Maestra, puede ver con orgullo la existencia de 18 logias a lo largo del país y una sede recién comprada que les dio el espacio suficiente para construir el tercer templo.
Esta mujer de 67 años, una ex asistente social del Poder Judicial que entró a los 34 años a las filas de una logia femenina que aún no alcanzaba la independencia (en 1977 no se llamaba "Gran Logia Femenina de Chile"), está consciente de los prejuicios que recaen sobre su institución y considera que no sólo es necesario acabar con ellos, sino que es preciso contar que su logia es es más que una Orden guiada por una escuadra y un compás.
Junto a las dos más altas autoridades de la Orden - la Primera Gran Vigilante, Jimena Muñoz, y la Segunda Gran Vigilante, Virginia Ortiz- estiman que dar una entrevista no transgrede los principios básicos y universales de la masonería. Al contrario: piensan que al hacerlo, la gente podrá entender que son sencillamente una institución formada por mujeres con un objetivo sano, que es el perfeccionamiento del ser humano, el ser mejores cada día para poder compartir de buena manera con el entorno.
La masonería es mucho más simple de lo que parece. Para entenderla, sólo basta con remitirse al concepto del humanismo: el hombre en el centro del universo, libre y tolerante, capaz de llegar a la verdad a través de la razón y no como consecuencia de la imposición de un dogma o credo. Los masones, tal como lo dicta la moral universal de la institución, son personas que buscan incansablemente el perfeccionamiento en el plano espiritual y de las ideas, un progreso que sólo se logra con el aprendizaje del método simbólico en los talleres masónicos. Ellos tienen la posibilidad de nacer por segunda vez en la vida gracias a los conocimientos que adquieren de la filosofía, del humanismo y de la filantropía. Eligiendo de manera consciente, racional y solidaria un nuevo plan de vida, pueden ser un aporte para el ámbito profano.
El origen de las logias está en Inglaterra, en 1717. Desde ahí derivan todas las desperdigadas en el mundo entero, entre ellas, la Gran Logia de Chile, fundada sólo por hombres en 1862; la Gran Logia Metropolitana (mixta y ya desaparecida), y la Gran Logia Femenina de Chile.
No fueron pocos los amigos del fallecido esposo de la jueza Gloria Ana Chevesich, que se enteraron durante su funeral respecto de su afiliación masónica. A pesar de que Andrés de la Maza pertenecía hace bastante tiempo a las filas de la Gran Logia de Chile, él nunca lo difundió. Algo nada fuera de lo común, pues si hay algo que imprime el carácter masón es el hermetismo y la reserva. De ahí a ser apuntados como "extraños" hay sólo un paso, sobre todo por aquellos que no comprenden convicciones distintas a las propias.
Pese a esa discreción que la Orden masculina mantiene a raya, la Gran Logia Femenina de Chile, fundada en 1983, está convencida de que no hay secretos. Una razón por la que es partidaria de abrir - literalmente- las puertas de su templo y hablar acerca de una institución que ha sorteado obstáculos económicos y sociopolíticos durante 23 años. El pulso de su progreso se ve actualmente reflejado en la mujer que ha estado durante nueve años a la cabeza de la institución, Nancy Muñoz, quien bajo el cargo de Serenísima Gran Maestra, puede ver con orgullo la existencia de 18 logias a lo largo del país y una sede recién comprada que les dio el espacio suficiente para construir el tercer templo.
Esta mujer de 67 años, una ex asistente social del Poder Judicial que entró a los 34 años a las filas de una logia femenina que aún no alcanzaba la independencia (en 1977 no se llamaba "Gran Logia Femenina de Chile"), está consciente de los prejuicios que recaen sobre su institución y considera que no sólo es necesario acabar con ellos, sino que es preciso contar que su logia es es más que una Orden guiada por una escuadra y un compás.
Junto a las dos más altas autoridades de la Orden - la Primera Gran Vigilante, Jimena Muñoz, y la Segunda Gran Vigilante, Virginia Ortiz- estiman que dar una entrevista no transgrede los principios básicos y universales de la masonería. Al contrario: piensan que al hacerlo, la gente podrá entender que son sencillamente una institución formada por mujeres con un objetivo sano, que es el perfeccionamiento del ser humano, el ser mejores cada día para poder compartir de buena manera con el entorno.
La masonería es mucho más simple de lo que parece. Para entenderla, sólo basta con remitirse al concepto del humanismo: el hombre en el centro del universo, libre y tolerante, capaz de llegar a la verdad a través de la razón y no como consecuencia de la imposición de un dogma o credo. Los masones, tal como lo dicta la moral universal de la institución, son personas que buscan incansablemente el perfeccionamiento en el plano espiritual y de las ideas, un progreso que sólo se logra con el aprendizaje del método simbólico en los talleres masónicos. Ellos tienen la posibilidad de nacer por segunda vez en la vida gracias a los conocimientos que adquieren de la filosofía, del humanismo y de la filantropía. Eligiendo de manera consciente, racional y solidaria un nuevo plan de vida, pueden ser un aporte para el ámbito profano.
El origen de las logias está en Inglaterra, en 1717. Desde ahí derivan todas las desperdigadas en el mundo entero, entre ellas, la Gran Logia de Chile, fundada sólo por hombres en 1862; la Gran Logia Metropolitana (mixta y ya desaparecida), y la Gran Logia Femenina de Chile.