"Revisado y Corregido" es el título de un programa de la televisión francesa. Este fragmento que he conseguido localizar gracias a la ayuda de unos cuantos amigos corresponde a la emisión de la semana pasada. Creo que aporto por tanto una primicia y, además, contribuyo a que ese reguero de pólvora que es la información, corra como en su día lo hizo el caballo del alcalde de Móstoles anunciando la buena nueva.
El programa en cuestión no es una de esas emisiones marginales que casi nadie ve. Tiene su cuota de pantalla en una buena franja horaria, y es emitido por el canal 5 que vemos hasta en Asturias a través de Telecable.
Hoy no he hecho una traducción. Prefiero recurrir a la fórmula de la crónica redactada según mi buen saber y entender y, claro está, bajo una óptica que es estrictamente personal: El diálogo de cuantos participan se entrecruza de una forma tan enrevesada a momentos, que me habría llevado unos cuántos días tener un producto medianamente presentable, con lo que habría perdido toda la frescura que ahora tiene. Sinceramente, creo que merece la pena poner la oreja, concentrarse y prestar, sobre todo, mucha atención a lo que dice Jean Michel Quillardet, mejor dialéctico -con diferencia- que todos los demás interlocutores.
En torno a la mesa se sientan varias personas. Por un lado el presentador, el conocido periodista francés Paul Amar; de otra parte Jean François Koch, miembro de la plantilla del diario L´Express, periódico que, a mi juicio y por lo que voy viendo desde hace algunos años, no tiene mucha simpatía por la masonería en general y por el Gran Oriente en particular y que, como verán en la entrevista, pone el dedo en la llaga donde más duele: la integración de las mujeres en las organizaciones masónicas tradicionalmente masculinas (no hay peor cosa que facilitarle la munición al enemigo junto con el arma con la que te van a cañonear). Además también están Alain Graesel, máximo responsable de la Gran Logia de Francia; y Pierre Chastanier, de la Gran Logia Nacional de Francia. Y con ellos, como ya he dicho, Jean Michel Quillardet, Gran Maestre del Gran Oriente de Francia.
Un apunte que me ha llamado la atención: están sentados en la misma mesa los representantes de dos obediencias liberales junto con quien dirige la GLNF, masonería anglosajona por excelencia. La escena sería impensable en muchos lugares del mundo, entre ellos, España, cuna de imposibles. Eso puede ser un síntoma de lo complicadas que tiene las cosas la corriente anglosajona en el país vecino (lo que no me extraña teniendo en cuenta que en un determinado momento, durante la entrevista, Pierre Chastanier se muestra a favor de subvencionar los colegios privados ante el gesto escandalizado de J.M. Quillardet); pero también podría significar que el grado de madurez "masónica" es muy diferente en uno y otro lugar. No sé, sinceramente, qué pensar.
El fragmento de video que se reproduce recoge diversas preguntas de Paul Amar planteadas de forma colectiva. Aparece hacia el final la inevitable referencia al conflicto suscitado por Nicolás Sarkozy con sus declaraciones ante el Jefe del Estado del Vaticano y ante el sátrapa que reina en Arabia Saudí; y cómo no, la recepción de la delegación del Gran Oriente en el Palacio del Elíseo.
Dos periodistas integrados en el decorado del programa desgranan diversas informaciones dirigidas a los telespectadores: cómo crecen las obediencias masónicas; cómo aspiran a influir en el medio social; cuáles han sido las grandes aportaciones de la masonería al bienestar de la humanidad, llegando a citar, en este caso, algunas contribuciones en beneficio de las mujeres -la píldora anticonceptiva- a pesar "de lo poco que cuentan en su seno". Se les olvida, como bien remarca P. Chastanier, citar la Sociedad de Naciones, precursora de la actual Organización de Naciones Unidas.
El meollo del asunto se puede recoger en los cinco primeros minutos: Nos han abierto las puertas pero no hemos podido ver una tenida -dice el presentador- ¿Por qué? Y aquí interviene todo el mundo. Para Graesel se trata de una experiencia iniciática y sólo pueden participar de ella quienes forman parte de la masonería. J.M. Quillardet aplica aquello de que la cabeza ha de estar donde se encuentren los pies y recuerda que se trata de una asociación, y que como en cualquier otra, los asuntos internos y propios de la asociación interesan única y exclusivamente a los asociados. No pierde el tiempo y llama la atención sobre toda la actividad pública que realiza el Gran Oriente, algo de lo que ya hemos hablado en este espacio en otras ocasiones. El representante de la "estricta regularidad reconocida por Inglaterra" señala que de todos modos todo está escrito y que basta con ir a la FNAC para tener información de lo que se hace dentro de las logias... Esa no es nunca una buena respuesta: Dice mi abuela que "Les coses nun hay que veles: hay que les palpar"...¡Y no le falta razón!
Pero la parte más interesante para mí comienza a los tres minutos y veinte segundos... ¡Las mujeres! ¿Dónde están las mujeres en una sociedad cada vez más paritaria? pregunta el periodista de L´Express, usando el cañón que le han prestado: Gaesel, de la Gran Logia de Francia, da, a mi modesta forma de ver, la peor de las respuestas posibles: Existe libertad de elección, por lo tanto no puede se puede hablar de que no exista una masonería femenina. Hay otras obediencias -dice- y uno puede recurrir a cualquiera de ellas. Asiente en este punto Chastanier, por la Gran Logia Nacional de Francia y que, al igual que sucede con la Obediencia representada por Pierre Gaesel, no admite la presencia de mujeres en sus reuniones.
El argumento de la libertad de opción es una trampa dialéctica muy socorrida. Tanto, que hasta puede ser utilizada en una intervención pública como esta sin que nadie sea capaz de decir nada. Cuando se habla de esa supuesta libertad de opción se parte de una premisa falsa: La masonería es una realidad única, sin variantes, sin aristas... Ud., Sr. Profano, Sra. Profana, puede llamar a varias puertas... Pero esto no es así. Al contrario, la realidad masónica, como llega a decir J.M.Quillardet en una de sus intervenciones, es una realidad muy compleja: No todas las obediencias son iguales; no todas ofrencen lo mismo; no todas proponen lo mismo; no todas utilizan las mismas herramientas de trabajo... Es tanto como decir: Ud. acude a una frutería y puede comprar "fruta"... Sí, "fruta"... Pero ¿qué fruta puedo comprar? ¿naranjas?... No, eso no puedo. Peras... Tampoco. Resulta que sólo puedo comprar manzanas (acabo de hacer mi pequeño homenaje a doña Ana Botella). A eso queda reducido lo de la libertad de opción finalmente: A que en función del sexo que tenga, puedo comer o no naranjas.
La intervención que hace en este punto el Gran Maestre del Gran Oriente de Francia pone en un determinado momento el acento sobre el carácter estrictamente personal de sus declaraciones. Plantea en primer lugar las diferencias que el GODF mantiene con las otras obediencias: El Gran Oriente reconoce la condición de masonas a las mujeres, pero además trabaja conjuntamente con ellas en los respectivos talleres; es en la pertenencia asociativa donde radica el problema que surge en la actualidad y llama la atención en torno al debate abierto en el seno de la organización que preside, que de momento no ha dado el paso para modificar este sistema de pertenencia, pero que, en tanto organización democrática que es, se está haciendo eco de la dificultad que esta situación plantea y va tomando conciencia en torno a ella. Insiste en este punto sobre algo que, con gran alegría, pude escucharle en Bayona el pasado 19 de enero en la sede la Cámara de Comercio: "A título personal, estoy a favor de que las Logias tengan libertad para iniciar a las mujeres (en el seno del Gran Oriente de Francia)".
Publicado por Ricardo Fernández / MASONERIA: Memoria Masónica y Social desde Asturias