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Respondiendo a César Vidal y los enemigos de su patria

Por el Q:.H:. Amando Hurtado Juárez. 33º
Licenciado en Derecho y escritor

Aunque se encuentra ya a niveles mínimos mi capacidad para la sorpresa, respecto a lo que es posible leer cada día en nuestra prensa, confieso que, ni siquiera de la docta estulticia de César Vidal, esperaba ver ya una regresión argumental tan burda, manida y deteriorada como es la de que el Sr. Rodríguez Zapatero ha conseguido hacer oír la voz del gobierno español en el G-20 de Washington gracias a la Masonería. Institución con la que, además, sigue urdiendo traiciones “para entregar la patria a los enemigos franceses”.

Este insaciable vividor de las letras que es César Vidal, ya demostró lo que de Masonería saben realmente él y sus “negros”, tras publicar su libelo “Los masones”. Si hubiera tenido tiempo para leer atentamente los más de quinientos libros sobre Masonería que allí cita - en los que se supone que pretende basar su argumentación - seguramente no lo habría tenido para dedicárselo a tantas otras de sus actividades, nefastas para la cultura nacional. Recuerdo que incluso el origen de los Testigos de Jehová, según él, era atribuible a la Masonería.

Destaca El Plural que, según César Vidal, después de que Sarkozy “cediese una silla” en Washington a España, Zapatero le aseguró: “Todo lo que me pidas, te lo daré”. La frase recuerda a aquella atribuída a Satanás, en supuesto diálogo con Jesús, durante la sesión de tentaciones a la que habría sometido al Hijo de Dios, allá, en la vieja Palestina... En Historia, es fundamental citar las fuentes de las que procedan los datos resultantes de una investigación, salvo que lo que se pretenda sea simplemente manipular hechos y acontecimientos para mentir, confiando en la falta de documentación de los demás. Y César Vidal no se molesta en concretar cuál es esa “documentación procedente del Gran Oriente de Francia” que asegura conocer.

Con la atribución en exclusiva a la Masonería del conjunto de los valores que postula la cultura de nuestro tiempo y que habitualmente repudian la Iglesia Católica y sus organizaciones políticas, pretenden los enemigos de la democracia desvirtuar la naturaleza y la vocación propias de esa institución. Y ello, porque lo que realmente molesta a la derecha tradicional es el adogmatismo que caracteriza a la Masonería culturalmente respecto a cualquier tipo de “creencias” o “posturas”, en la medida en que éstas puedan constituir un obstáculo para la libre evolución humana. Aquí, la derecha nacional-católica sigue atribuyendo a la debilitada Masonería española todas sus desgracias sociales, cuando lo único cierto es que la ICAR se ha quedado anclada en las tesis teológicas del gnosticismo judeo-cristiano más obsoleto, resistiéndose a ofrecer a la sociedad actual una vía espiritual válida, a la altura del conocimiento de nuestros días.

No le consta a nadie que el Sr. Rodríguez Zapatero o el Sr. Sarkozy sean masones. Pero si lo que se intenta es “desprestigiarlos”, a la vieja usanza española, atribuyéndoles gratuitamente esa calidad, por compartir puntos de vista importantes de lo que podemos llamar sin ambages cultura republicana, lo tiene crudo el bueno de César Vidal. Si él tuviera constancia de lo que afirma, como se tiene respecto a otros políticos mundialmente conocidos - de derechas y de izquierdas, del PP y del PSOE, por lo que respecta a España - y ello fuera denigrante y perverso, como pretende, debería ser él quien lo probase. Y no le sería difícil hacerlo, acudiendo simplemente a esas “fuentes documentales” a las que asegura tener acceso. Seguramente procuraría obtener magníficos réditos en euros, de disponer de algo parecido a una “documentación” vendible.

La Masonería no es una sociedad secreta, ni tiene necesidad de serlo, hoy día, en los países democráticos. Sus responsables ante la sociedad y ante el Estado figuran en los registros de asociaciones de todos los países, incluida España, y a ellos tienen acceso todos los ciudadanos interesados por el tema. Es bien sabido que carece de una estructura piramidal que permita asimilarla a un partido político o a una “iglesia” y se define a sí misma como Escuela de fraternidad. A lo largo de sus 300 años de existencia como institución filosófica, ha contado con una mayoría de modestos miembros anónimos, junto a buen número de hombres ilustres, todos ellos comprometidos de alguna manera con su tiempo y, por tanto, todos ellos susceptibles de crítica. Los santos solo existen en las clasificaciones eclesiásticas oficiales...

César Vidal sabe bien que lo del “contubernio” ya no sirve para hacer oposición política.

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