Una vez jubilado y libre de obligaciones laborales, reanudó su interés por la masonería contactando con la logia británica de Mojácar · La moral masónica no permite la discriminación entre personas
Mel Hughes, maestro de la Logia en Almería.
Umbral, que Dios tenga en su gloria, se inventó lo de cuando entonces, un genial hallazgo literario con el que situar una época de la historia reciente española sin nombrarla. Bien, pues cuando entonces, gran parte de los males de la patria eran achacados a un turbia conspiración judeo-masónica, mire usted por dónde. La persecución a los masones, más el secretismo que envolvía /envuelve a todo lo relacionado con ellos, no hizo sino aumentar el misterio y la leyenda acerca de los rituales masónicos.
Amigos de Mel Hughes, vinculados a la masonería en Inglaterra, le invitaron a formar parte de una logia. Sin embargo, su etapa de iniciación la realizó aquí, en España, una vez jubilado y libre de obligaciones laborales. Mel reanudó su interés por la masonería, contactó con la logia británica de Mojácar, la Logia de La Unidad, la número 98, después pasó a la Logia de Almería, la número 74, y tuvo contacto con la Logia del Almanzora, la número 139, incluso trabajó con ellos en gestionar los donativos "los masones efectuamos donativos durante todo el año en los trabajos, recaudación que a final de año se decide a qué entidades caritativas sin ánimo de lucro se les dona, por ejemplo hemos donado a Asprodalba o a las monjas de Vera".
La historia cuenta que a la primera Logia española se la conoce por el nombre de La Matritense o Las Tres Flores de Lys. Este último por ser el nombre del Hotel de Lys, situado en el número 17 de la madrileña calle de San Bernardo, donde se constituyó la Logia. Sus fundadores fueron cuatro ingleses hospedados en el hotel: Richard, Thomas Hatton, Eldridge Dinsdale y Andrés Galloway, a los que se les unirá un quinto huésped de nombre Charles de Labelle. La Logia de Madrid fue inscrita en el Registro de la Gran Logia de Londres con el número 50, siendo la primera Logia constituida fuera de Inglaterra que fue reconocida y registrada. Entre la gran afluencia de ciudadanos británicos llegados al Levante almeriense diez o quince años atrás, vinieron algunos que pertenecían a la masonería inglesa que formaron una Logia a la que poder asistir y hacer los trabajos. Así nació la Logia de La Unidad en Mojácar. Mel Hughes, ingeniero industrial, se dedicaba al diseño de interiores de edificios comerciales con clientes de tronío: Dell, Pirelli, Amstrad, Hitachi. Las cosas le fueron bien en sus negocios y a la edad de cincuenta y un años, se jubiló.
De júbilo pleno. "Me afinqué en la comarca del Levante en el año 2003 y ahora soy el Maestro de la Logia de Almería, dentro de dieciocho meses seré Maestro de la Logia de la Unidad. Para acceder a Maestro provincial, regional o a Gran Maestro, requiere un aprendizaje constante y mucho tiempo, diría que la masonería es un tema al que se dedica casi toda la vida".
En la masonería existen treinta y tres niveles de grados, cuando se alcanza el de Maestro ya se puede acceder al de Capítulo, cada Capítulo es un escalón más hasta llegar a la cúspide de la pirámide. Para Mel, "hemos que reconocer que nuestras mujeres, nuestras esposas, tienen mucha paciencia".
"Así como hay viudas del golf, hay viudas de la masonería. Le dedicamos mucho tiempo a nuestras obligaciones y se lo restamos a la familia. No obstante, nuestras mujeres también participan en actividades caritativas". La caridad, una de las virtudes siempre presente en la conversación con Mel.
La moral masónica, los principios y valores, no permiten, según Mel Hughes, la discriminación entre seres humanos, si bien, Mel acepta que como en cualquier otro colectivo existen mentes que no se puede prever como reaccionarán ante una situación. Tampoco, añade Mel Hughes, "podemos usar nuestra posición dentro de la organización para promover nuestra carrera o nuestros negocios".
